Servicio diario - 18 de febrero de 2018


 

La Cuaresma porque "Solo Dios puede darnos la verdadera felicidad"
Raquel Anillo

Ángelus: La Cuaresma, no es misión "imposible"
Anita Bourdin

"¡La sed!" El Papa Francisco y la curia romana entran en retiro de Cuaresma
Anita Bourdin

Beato Conrado Confalonieri de Piacenza, 19 de febrero
Isabel Orellana Vilches


 

 

18/02/2018-16:11
Raquel Anillo

La Cuaresma porque "Solo Dios puede darnos la verdadera felicidad"

(ZENIT 18 febrero 2018).- La razón de ser de la Cuaresma, en el fondo, es que "solo Dios nos puede dar la verdadera felicidad", ha explicado el Papa Francisco, antes del Ángelus de este domingo 18 de febrero de 2018, en la Plaza San Pedro, mientras que la multitud, unas 20.000 personas se acurrucaban bajo los paraguas.

El Papa ha invitado a los bautizados a "tener el coraje de rechazar todo lo que nos aleja del camino: los falsos valores que nos engañan atrayendo nuestro egoísmo de manera astuta".

"Solo Dios puede darnos la verdadera felicidad, ha declarado el Papa: y es inútil perder nuestro tiempo buscándola en otra parte: en las riquezas, en el placer, en el poder, en la carrera....E1 Reino de Dios, es la realización de todas nuestras aspiraciones, porque es, al mismo tiempo, salvación del hombre y gloria de Dios".

He aquí nuestra traducción, rápida, de trabajo, de las palabras pronunciadas por el Papa Francisco en italiano.

AB

 

Palabras del Papa antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡Buenos días!

En este primer domingo de Cuaresma, el Evangelio recuerda los temas de la tentación, la conversión y la Buena nueva, tres temas.

El evangelista Marcos escribe, "el Espíritu empujó a Jesús al desierto y permaneció en el desierto durante 40 días, tentado por Satanás" (Mc 1,12-13). Jesús va al desierto a prepararse para su misión en el mundo. Él no necesita conversión, pero, como hombre, debe pasar por esta prueba, tanto para él mismo, obedecer la voluntad del Padre, como para nosotros, para darnos la gracia de vencer la tentación.

Esta preparación consiste en luchar contra el Espíritu del mal, contra el diablo. También para nosotros, la Cuaresma es un tiempo de "agonía" espiritual, estamos llamados a enfrentar al mal a través de la oración para poder ser capaces con la ayuda de Dios vencerla en nuestra vida cotidiana. Desafortunadamente el mal obra en nuestra existencia y en nuestro entorno, donde se manifiesta la violencia, el rechazo del otro, el encierro de uno mismo, las guerras, las injusticias.

Inmediatamente después de las tentaciones en el desierto, Jesús comienza a predicar el Evangelio, es decir, la Buena Nueva,— segunda palabra-. La primera era "tentación" la segunda "Buena nueva". Y esta Buena nueva exige del hombre conversión-tercera palabra—y fe. Él anuncia, "el tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca"; luego él dirige esta exhortación: "Convertíos y creed en el Evangelio" (v. 15). Es decir, creed esta Buena nueva Creer en esta Buena Nueva que el reino de Dios está cerca.

Nosotros también tenemos necesidad de conversión en nuestra vida diaria-¡todos los días!-,y la Iglesia nos hace orar por esto De hecho, nunca estamos suficientemente orientados hacia Dios y debemos dirigir constantemente nuestra mente y nuestro corazón hacia Él.

Para ello, debemos tener el coraje de rechazar todo lo que nos aleja del camino: los falsos valores que nos engañan y atrae nuestro egoísmo de manera solapada.

Al contrario, debemos tener confianza en el Señor, en su bondad, y en su proyecto de amor para cada uno de nosotros.

La Cuaresma es un tiempo de penitencia, sí, pero no es un tiempo ¡triste!. Es un tiempo de penitencia, pero no un tiempo triste, de duelo. Es un compromiso gozoso y serio para despojarnos de nuestro egoísmo, de nuestro hombre viejo, y para renovarnos según la gracia de nuestro bautismo.

Solo Dios nos puede dar la verdadera felicidad: es inútil perder nuestro tiempo en buscarla fuera: en las riquezas, en los placeres, en el poder, en la carrera...El Reino de Dios, es la realización de todas nuestras aspiraciones, porque es, al mismo tiempo, salvación del hombre y gloria de Dios.

En este primer domingo de Cuaresma, estamos llamados a escuchar con atención y a acoger esta llamada de Jesús a convertirnos y a creer en el Evangelio. Se nos exhorta a comenzar con compromiso el camino hacia la Pascua, para acoger cada vez más la gracia de Dios que quiere transformar el mundo en un Reino de justicia, de paz, y de fraternidad.

Que la Virgen María nos ayude a vivir esta Cuaresma en la fidelidad a la Palabra de Dios, y con oración continua, como lo hizo Jesús en el desierto.

¡No es imposible! Se trata de vivir los días con el deseo de recibir el amor que proviene de Dios y que quiere transformar nuestra vida y el mundo entero.

© Traducción ZENIT, Raquel Anillo

 

 

18/02/2018-16:50
Anita Bourdin

Ángelus: La Cuaresma, no es misión "imposible"

(ZENIT — 18 febrero 2018).- La Cuaresma, es "vivir los días con el deseo de acoger el amor que viene de Dios y que quiere transformar nuestra vida y el mundo entero", ha explicado el Papa Francisco, antes del Ángelus de este domingo 18 de febrero de 2018, en la Plaza San Pedro, con la gente arrebujada bajo el paraguas. "¡No es imposible!" ha exclamado el Papa, y el remedio es la "confianza" en el amor de Dios.

El Papa ha hablado más rápido de lo habitual, en italiano, como si tuviera prisa de que la gente, las 20.000 personas pudieran cobijarse de la lluvia batiente.

En su catequesis sobre la Cuaresma, el Papa ha invitado a los bautizados a "tener el coraje de rechazar todo lo que nos conduce fuera del camino; los falsos valores que nos equivocan atrayendo nuestro egoísmo de manera astuta".

Ha indicado el remedio: en la "confianza": "al contrario, debemos tener confianza en el Señor, en su bondad, y en su proyecto de amor para cada uno de nosotros".

El Papa también ha invitado a vivir la Cuaresma en la "alegría": "La Cuaresma es un tiempo de penitencia, sí, pero ¡no es tiempo triste!. Es un tiempo de penitencia, pero no un tiempo triste, de duelo. Es un compromiso gozoso y serio para despojarnos de nuestro egoísmo, de nuestro hombre viejo, y para renovarnos según la gracia de nuestro bautismo".

"Solo Dios puede darnos la verdadera felicidad, ha declarado el Papa: es inútil perder nuestro tiempo buscando fuera: en las riquezas, en los placeres, en el poder, en la carrera...El Reino de Dios, es la realización de todas nuestras aspiraciones, porque es al mismo tiempo, salvación del hombre y gloria de Dios".

Y este amor transforma a las personas y al mundo, ha seguido explicando el Papa: "en este primer domingo de Cuaresma, estamos llamados a escuchar con atención y a acoger esta llamada de Jesús a convertirnos y a creer en el Evangelio. Somos exhortados a comenzar con compromiso el camino hacia Pascua, para acoger cada vez más la gracia de Dios que quiere transformar el mundo en un reino de justicia, de paz y de fraternidad.

"Que la Virgen María nos ayude a vivir esta Cuaresma en la fidelidad a la Palabra de Dios, y con oración continua, como lo hizo Jesús en el desierto.¡No es imposible! Se trata de vivir los días con el deseo de recibir el amor que proviene de Dios y que quiere transformar nuestra vida y el mundo entero", ha insistido el Papa.

© Traducción ZENIT, Raquel Anillo

 

 

18/02/2018-18:05
Anita Bourdin

"¡La sed!" El Papa Francisco y la curia romana entran en retiro de Cuaresma

(ZENIT — 18 febrero 2018).- El Papa Francisco y sus colaboradores de la Curia Romana entran en retiro anual de Cuaresma en la Casa del "Divino Maestro" en Ariccia, a unos 25 Km al sureste de Roma, este domingo a la tarde, 18 febrero 2018, y hasta el viernes, 23 de febrero.

Un retiro bajo el lema de la sed: "Bebemos de tantas fuentes y la sed vuelve siempre", explica el predicador, un teólogo y poeta portugués, el P. José Tolentino de Mendonga que ha elegido dos citas en exergo. La primera, de San Gregorio Nacianceno: "Dios tiene sed de que tengamos sed de él". La otra de Rabindranath Tagore, que muestra que esta sed habita en cada hombre. Escribe en particular: "Oh, Dios mío, siento la llamada aguda de tu flauta, pero no tengo alas para volar... siento la nostalgia de cosas lejanas....Hazme volar hasta ti, sobre las alas del amor".

El Papa ha pedido la oración de los bautizados para este momento de oración anual, al principio del camino hacía la Pascua, después de la oración del Ángelus de este domingo 18 de febrero, en la Plaza San Pedro, en presencia de decenas de miles de visitantes.

"Pido a todos un recuerdo en la oración por mí y por mis colaboradores de la Curia Romana porque comenzaremos esta tarde la semana de ejercicios espirituales", ha dicho el Papa Francisco en italiano desde la ventana del despacho que da a la Plaza San Pedro, en presencia de unas 20.000 personas, a pesar de la lluvia y la niebla.

Ha añadido en un Tweet publicado más tarde en su cuenta @Pontifex_es: "Deseo a todos un camino cuaresmal rico de frutos; y les pido que recen por mí y mis colaboradores, que hoy empezamos la semana de Ejercicios Espirituales".

El P. Tolentino de Mendonga, propondrá diez meditaciones maravillosas ("Aprendices del estupor"), después la "ciencia de la sed"; la toma de conciencia de la sed: "Me doy cuenta de que estoy sediento": una sed "de nada" a veces; la sed "de Jesús"; las lágrimas que "cuentan una sed"; la paradoja de "beber para su propia sed"; las "formas del deseo"; Escucha la sed de las periferias"; para completar en "la dicha de la sed".

La portada del folleto reproduce un detalle del mosaico de la "Cruz Mística" del ábside de la Basílica Papal San Juan de Letrán (siglo XIII).

El Papa sale a las 16h en autobús de la explanada de la Sala Pablo VI del Vaticano y llega a las 16h45. A las 18h primera meditación, adoración eucarística y las vísperas. La cena es a las 19h30.

El programa diario del retiro prevé la misa a las 7:30, seguido del desayuno a las 8:30 y una primera meditación a las 9:30. El almuerzo es a las 12.30 y la segunda meditación a las 16h, las vísperas y la adoración eucarística, a las 18h. Cena como la primera noche, a las 19:30.

El viernes, 23 de febrero, el retiro se termina después de la última meditación de las 9:30.

Durante estos días, las audiencias del Papa están suspendidas.

El P. José Tolentino de Mendonga es vicerrector de la Universidad Católica de Lisboa y asesor del Consejo Pontificio para la Cultura.

Nacido en Machico, Portugal, en 1965, fue ordenado sacerdote en 1990. Es teólogo y poeta reconocido en su país, al que representó en 2014 en el Día Mundial de la Poesía.

Publicó en francés,en las Editions des Beatitudes: " El tiempo y la promesa. Por una espiritualidad del momento presente".

Vuelve justamente sobre el tema de la sed: "Bebemos de tantas fuentes y la sed siempre vuelve", escribió José Tolentino Mendonga que añade "A veces, sentimos que incluso si bebemos todo el agua del mundo, la sed que tenemos no será saciada. Sin embargo, el mismo Jesús lo sabe. Él conoce nuestro drama de tener siempre sed. Esto es lo que nos dice: "Todos los que beben de este agua volverán a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca volverá a tener sed; y el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brotará para la vida eterna. " (Juan 4, 13¬14). Miremos a este Jesús que nos propone: que aceptemos que Él pone en nuestros corazones una fuente y que descubramos en nosotros la fuente de la vida divina ".

Y en su libro publicado en italiano en 2017 por las Editions San Paolo, "La lectura infinita. La Biblia y su interpretación "("La lettura infinita, La bibbia y la sua interpretazione ") P. José Tolentino de Mendonga explica que "estudiar la Torá significa participar en la acción creativa".

 

 

18/02/2018-07:38
Isabel Orellana Vilches

Beato Conrado Confalonieri de Piacenza, 19 de febrero

«Un atentado contra el medio ambiente le condujo a la santidad. Al ver que un inocente acusado del grave delito ecológico iba a ser ajusticiado en su lugar, confesó su culpa dando un giro radical a su vida y a la de su esposa»

Los caminos de Dios son inescrutables. En este caso, y no debiera nunca servir como precedente, una gravísima e irresponsable actuación fue el detonante de una conversión y el camino hacia la santidad. Y es que, sin bien es cierto que las pasiones tiranizan no lo es menos que la gracia de Dios nos libera de sus cadenas. A este beato le costó entender que las tendencias obsesivas, «el ansia de las cosas y la arrogancia» pertenecen al mundo y son incompatibles con Él (1 Jn 2, 15-17). Imbuído en sus afanes no midió las consecuencias que podría acarrear el afán irrefenable por obtener lo que quería. Y un hecho que humanamente le condujo al precipicio, la intervención divina —la única influencia posible que cabía en la dramática situación creada por él— lo trocó en fuente de bendiciones. Es otra prueba de la infinita misericordia de Dios y de la tutela que ejerce sobre sus hijos. Analizar lo que fue de la vida de Conrado después de lo que hizo es también un canto a la esperanza ya que pone de manifiesto cómo nos rescata el amor del Padre, a pesar de las debilidades que nos atenacen.

En efecto. El noble Confalonieri nacido en Piacenza, Italia, hacia 1290 estaba obsesionado con la cinegética, al punto de que obnubilado por ella, actuó de forma temeraria. Saliendo de cacería en una ocasión, no se le ocurrió otra cosa que dar orden a sus sirvientes de que prendieran fuego a una zona boscosa donde se refugiaban unas codiciadas piezas de caza con objeto de tenerlas a tiro sin mayores problemas. Pero las llamas devoraron todo lo que hallaron a su paso, incluidas propiedades ajenas edificadas en el bosque. No contando con testigos del suceso, abandonaron cobardemente el lugar, resueltos a convertirse en una tumba, ocultando su autoría.

Ante el desastre ecológico y las denuncias de los afectados por él, se abrió una investigación que no dio el resultado apetecido, hasta que las autoridades determinaron condenar a muerte a un pobre infeliz que cayó en sus manos. Le culpaban del voraz incendio, del que reconoció ser autor mediante tortura, aunque su único pecado era haberse hallado en el monte en el funesto instante en el que ardió. Al no contar con medios económicos para resarcir los daños causados, debía pagarlos con su vida. El impulsivo Confalonieri, sabedor de la grave decisión, se entregó al vicario imperial Galeazzo Visconti. Confesó su culpa en un momento convulso políticamente para el mandatario, por los conflictos existentes entre güelfos y gibelinos, lo cual también tuvo que ver en el rápido e injusto proceso seguido contra el ciudadano inocente.

El reconocimiento de su error supuso para Conrado la pérdida de sus bienes y los de su esposa, Eufrosina de Lodi, de ascendencia nobiliaria como él. Viéndose en la ruina, comenzó a mendigar. Pero el hecho, lejos de hundir a los esposos, les hizo ver que detrás se hallaba una providencia. El arrepentimiento de Conrado, aunque estuviera envuelto en graves consecuencias para su acontecer, ya que habían quedado en la más completa miseria, atraía nuevas y desconocidas bendiciones para ambos. Sopesaron la situación llevándola a la oración y, de común acuerdo, optaron por separarse y tomar un camino que, si bien discurría por vías distintas, les iba a conducir al mismo destino: su consagración. Eufrosina ingresó con las clarisas de Piacenza. Y Conrado, con el ánimo de purgar sus culpas en oración y penitencia como ermitaño, se hizo terciario franciscano en Calendasco el año 1315. Luego peregrinó por varios lugares pasando por Roma y Malta, para recalar en Sicilia. Eligió un lugar de Noto Antica y allí permaneció aproximadamente hasta 1335.

Durante un tiempo colaboró asistiendo a los enfermos del hospital de San Martín, todo ello sin descuidar sus mortificaciones y penitencias. Su fama comenzó a atraer a numerosas personas y él veía peligrar su anhelo de soledad para dedicarse plenamente a Dios. De modo que se afincó en Pizzoni, una zona cercana a Noto, y en una gruta llevó la vida que había soñado entregado a severas penitencias, ofrendando su vida por la conversión de los pecadores. Allí le visitó el prelado de Siracusa cuando se hallaba en la recta final de su existencia. Murió el 19 de febrero de 1351 mientras oraba. Fue agraciado con el don de milagros. En 1515 León X lo declaró «Beato no canonizado» y Urbano VIII aprobó su culto el 12 de septiembre de 1625. Sepultado en la iglesia de San Nicolás de Noto, es junto a san Nicolás de Bari, patrono de aquella ciudad.