Servicio diario - 28 de febrero de 2018


 

Audiencia General — 28 febrero 2018 (Texto completo)
Redacción

Siria, Tierra Santa y Medio Oriente: "Recemos por esta tierra martirizada"
Rosa Die Alcolea

Audiencia General: El Papa se acerca a saludar a los peregrinos
Rosa Die Alcolea

Santa Misa: La ofrenda recoge la vida, sufrimientos, oraciones y trabajos de los fieles
Rosa Die Alcolea

Jóvenes: El ayuno os ayudará a "adquirir un mayor dominio sobre vosotros mismos"
Rosa Die Alcolea

C9: Reflexión sobre las Conferencias episcopales y la descentralización
Rosa Die Alcolea

Card. Turkson: "Ninguna enfermedad debe condenar al abandono y a la marginación"
Redacción

San Hilario, 29 de febrero
Isabel Orellana Vilches


 

 

28/02/2018-16:35
Redacción

Audiencia General – 28 febrero 2018 (Texto completo)

(ZENIT – 28 feb. 2018).- “Nuestra ofrenda es poca cosa, pero Cristo necesita de este poco”, ha asegurado el Papa Francisco. “Nos pide poco, el Señor, y nos da tanto”.

El Papa Francisco ha retomado hoy la celebración de la Audiencia General, tras un breve periodo de ejercicios espirituales con los sacerdotes de la Curia Romana, en la localidad de Ariccia.

En la mañana del miércoles, 28 de febrero de 2018, el Papa ha ofrecido una catequesis sobre la liturgia eucarística, es decir, la preparación de los dones y la oración de la ofrenda. Se trata de la 10ª catequesis que el Santo Padre dedica a la Santa Misa en la Audiencia General.

“En los signos del pan y del vino el pueblo fiel pone la propia ofrenda en las manos del sacerdote, el cual la depone en el altar o mesa del Señor, `que es el centro de toda la Liturgia Eucarística´”, ha indicado Francisco.

El Papa ha señalado que al primer gesto de Jesús: «tomó el pan y el cáliz del vino», corresponde la preparación de los dones –es la primera parte de la Liturgia eucarística–.

Para este momento, el Santo Padre ha aclarado que está bien que sean los fieles los que presenten el pan y el vino, porque “estos representan la ofrenda espiritual de la Iglesia ahí recogida para la eucaristía”.

 

Sacrificio agradable a Dios

En el «fruto de la tierra y del trabajo del hombre», se ofrece por tanto el compromiso de los fieles a hacer de sí mismos, obedientes a la divina Palabra, «sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso», «por el bien de toda su santa Iglesia».

El Papa sugiere que podemos pensar que “nuestra ofrenda es poca cosa, pero Cristo necesita de este poco”, asegura. “Nos pide poco, el Señor, y nos da tanto”. “Nos pide, en la vida ordinaria, buena voluntad; nos pide corazón abierto; nos pide ganas de ser mejores para acogerle a Él que se ofrece a sí mismo a nosotros en la eucaristía”.

RD

Sigue el texto completo de la catequesis del Papa Francisco:

 

Catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Continuamos con la catequesis sobre la santa misa. En la liturgia de la Palabra —sobre la que me he detenido en las pasadas catequesis— sigue otra parte constitutiva de la misa, que es la liturgia eucarística. En ella, a través de los santos signos, la Iglesia hace continuamente presente el Sacrificio de la nueva alianza sellada por Jesús sobre el altar de la Cruz (cf. Concilio Vaticano II, Const. Sacrosanctum Concilium, 47). Fue el primer altar cristiano, el de la Cruz, y cuando nosotros nos acercamos al altar para celebrar la misa, nuestra memoria va al altar de la Cruz, donde se hizo el primer sacrificio. El sacerdote, que en la misa representa a Cristo, cumple lo que el Señor mismo hizo y confió a los discípulos en la Última Cena: tomó el pan y el cáliz, dio gracias, los pasó a sus discípulos diciendo: «Tomad, comed… bebed: esto es mi cuerpo… este es el cáliz de mi sangre. Haced esto en memoria mía».

Obediente al mandamiento de Jesús, la Iglesia ha dispuesto en la liturgia eucarística el momento que corresponde a las palabras y a los gestos cumplidos por Él en la vigilia de su Pasión. Así, en la preparación de los dones. son llevados al altar el pan y el vino, es decir los elementos que Cristo tomó en sus manos. En la Oración eucarística damos gracias a Dios por la obra de la redención y las ofrendas se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Siguen la fracción del Pan y la Comunión, mediante la cual revivimos la experiencia de los Apóstoles que recibieron los dones eucarísticos de las manos de Cristo mismo (cf. Instrucción General del Misal Romano, 72).

Al primer gesto de Jesús: «tomó el pan y el cáliz del vino», corresponde por tanto la preparación de los dones. Es la primera parte de la Liturgia eucarística. Está bien que sean los fieles los que presenten el pan y el vino, porque estos representan la ofrenda espiritual de la Iglesia ahí recogida para la eucaristía. Es bonito que sean los propios fieles los que llevan al altar el pan y el vino. Aunque hoy «los fieles ya no traigan, de los suyos, el pan y el vino destinados para la liturgia, como se hacía antiguamente, sin embargo el rito de presentarlos conserva su fuerza y su significado espiritual» (ibíd., 73).

Y al respecto es significativo que, al ordenar un nuevo presbítero, el obispo, cuando le entrega el pan y el vino dice: «Recibe las ofrendas del pueblo santo para el sacrificio eucarístico» (Pontifical Romano – Ordenación de los obispos, de los presbíteros y de los diáconos). ¡El Pueblo de Dios que lleva la ofrenda, el pan y el vino, la gran ofrenda para la misa! Por tanto, en los signos del pan y del vino el pueblo fiel pone la propia ofrenda en las manos del sacerdote, el cual la depone en el altar o mesa del Señor, «que es el centro de toda la Liturgia Eucarística» (igmr, 73).

Es decir, el centro de la misa es el altar, y el altar es Cristo; siempre es necesario mirar el altar que es el centro de la misa. En el «fruto de la tierra y del trabajo del hombre», se ofrece por tanto el compromiso de los fieles a hacer de sí mismos, obedientes a la divina Palabra, «sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso», «por el bien de toda su santa Iglesia». Así «la vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se unen a los de Cristo y a su total ofrenda, y adquieren así un valor nuevo» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1368).

Ciertamente, nuestra ofrenda es poca cosa, pero Cristo necesita de este poco. Nos pide poco, el Señor, y nos da tanto. Nos pide poco. Nos pide, en la vida ordinaria, buena voluntad; nos pide corazón abierto; nos pide ganas de ser mejores para acogerle a Él que se ofrece a sí mismo a nosotros en la eucaristía; nos pide estas ofrendas simbólicas que después se convertirán en su cuerpo y su sangre. Una imagen de este movimiento oblativo de oración se representa en el incienso que, consumido en el fuego, libera un humo perfumado que sube hacia lo alto: incensar las ofrendas, como se hace en los días de fiesta, incensar la cruz, el altar, el sacerdote y el pueblo sacerdotal manifiesta visiblemente el vínculo del ofertorio que une todas estas realidades al sacrificio de Cristo (cf. igmr, 75). Y no olvidar: está el altar que es Cristo, pero siempre en referencia al primer altar que es la Cruz, y sobre el altar que es Cristo llevamos lo poco de nuestros dones, el pan y el vino que después se convertirán en el tanto: Jesús mismo que se da a nosotros.

Y todo esto es cuanto expresa también la oración sobre las ofrendas. En ella el sacerdote pide a Dios aceptar los dones que la Iglesia les ofrece, invocando el fruto del admirable intercambio entre nuestra pobreza y su riqueza. En el pan y el vino le presentamos la ofrenda de nuestra vida, para que sea transformada por el Espíritu Santo en el sacrificio de Cristo y se convierta con Él en una sola ofrenda espiritual agradable al Padre. Mientras se concluye así la preparación de los dones, nos dispones a la Oración eucarística (cf. ibíd., 77).

Que la espiritualidad del don de sí, que este momento de la misa nos enseña, pueda iluminar nuestras jornadas, las relaciones con los otros, las cosas que hacemos, los sufrimientos que encontramos, ayudándonos a construir la ciudad terrena a la luz del Evangelio.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

28/02/2018-13:15
Rosa Die Alcolea

Siria, Tierra Santa y Medio Oriente: “Recemos por esta tierra martirizada”

(ZENIT – 28 feb. 2018).- “Recemos por esta tierra martirizada, donde los cristianos son perseguidos y obligados a abandonar su tierra”, ha propuesto el Papa Francisco.

El Santo Padre ha hecho este llamamiento en la Audiencia General, este miércoles, 28 de febrero de 2018, al saludar a las personas de lengua árabe, en particular a aquellas procedentes de Siria, de Tierra Santa y del Medio Oriente.

“¡Recemos por estos hermanos, que están en guerra, y por los cristianos perseguidos, que quieren echarlos de aquella tierra! Recemos por estos hermanos y hermanas nuestros”, ha pedido Francisco.

El Papa ha dirigido unas palabras a los peregrinos de lengua árabe: “Nosotros ofrecemos al Señor las cosas que el mismo no has dado, pidiéndole que nos done, en cambio, a sí mismo.

De este intercambio entre nuestra pobreza y su riqueza –recordó el Papa– nosotros aprendemos que sólo en el dar nos enriquecemos, sólo en el abrir nuestros corazones al Señor y a los hermanos permitimos a Dios que nos llene con la abundancia de su gracia. ¡Que el Señor los bendiga a todos y los proteja del maligno!”

 

 

28/02/2018-17:23
Rosa Die Alcolea

Audiencia General: El Papa se acerca a  saludar a los peregrinos

(ZENIT – 28 feb. 2018).- La Audiencia General se celebró esta mañana, miércoles 28 de febrero de 2018, en dos lugares: en la sala Pablo VI, como suele hacerse en invierno, debido al frío, y en esta ocasión, también se siguió a través de pantallas, en el interior de la Basílica de San Pedro.

El Papa Francisco quiso saludar personalmente, al final de la Audiencia, a los fieles que participaban en la asamblea desde ambos lugares.

Primero, el Pontífice bajó las escaleras de la sala Pablo VI y saludó uno por uno, a los enfermos y ancianos en sillas de ruedas, colocados en las primeras filas. También felicitó a las parejas de recién casados y otros fieles allí presentes.

Después, Francisco se dirigió a la Basílica de San Pedro, donde cientos de fieles seguían la celebración de la Audiencia desde una gran pantalla.

“¡Gracias! Muchas gracias por la paciencia de esperar hasta ahora. ¡Que el Señor os bendiga, bendiga vuestra paciencia! Pero creo que era mejor estar aquí que pasando frío ¿no?”, saludó bromeando el Santo Padre.

Tras rezar un Ave María a la Virgen con los peregrinos, el Papa impartió la bendición apostólica y continuó saludando a los fieles, dándoles la mano y sonriendo a su paso.

 

 

28/02/2018-11:07
Rosa Die Alcolea

Santa Misa: La ofrenda recoge la vida, sufrimientos, oraciones y trabajos de los fieles

(ZENIT – 28 feb. 2018).- “Nos puede parecer poco lo que nosotros ofrecemos, pero ese poco es lo que necesita Jesús para transformarlo en el don eucarístico, capaz de alimentar a todos y de hermanar a todos en su Cuerpo que es la Iglesia”.

El Papa Francisco ha dedicado la catequesis, en la Audiencia General celebrada esta mañana, 28 de febrero de 2018, a la preparación de los dones en la liturgia eucarística y a la oración sobre las ofrendas.

El Santo Padre ha explicado que en este momento de la Misa, la Iglesia, obediente al mandato de Jesús, “hace presente el sacrificio de la nueva alianza sellada por Él en el altar de la Cruz”, y para ello, usa los mismos signos y gestos que realizó Jesús la víspera de su pasión.

La preparación de los dones es el momento en el que se traen al altar el pan y el vino, los “mismos elementos que Jesús tomó en sus manos”, ha indicado el Papa.

En esta ofrenda espiritual de toda la Iglesia, se recoge la vida, los sufrimientos, las oraciones y los trabajos de todos los fieles, que se unen a los de Cristo en una única ofrenda.

Por eso –ha señalado Francisco– es muy bueno que sean los fieles quienes presenten al sacerdote el pan y el vino para que él los deposite sobre el altar.

 

Oración sobre las ofrendas

Con la oración sobre las ofrendas, el sacerdote pide a Dios que acepte nuestra pobre ofrenda y que la transforme con el poder del Espíritu Santo en el sacrificio de Cristo que, como el incienso, sube al Padre, que lo recibe con agrado.

Este momento de la Misa está impregnado de una profunda espiritualidad de la donación de uno mismo, que ilumina toda nuestra vida y nuestras relaciones con los demás, ayudándonos a construir la ciudad terrena a la luz del Evangelio.

 

Espiritualidad de la entrega

El Papa ha saludado en la Audiencia general a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica.

El Pontífice les ha dirigido unas palabras: “En este tiempo de cuaresma los animo a vivir profundamente la espiritualidad de la entrega que la Eucaristía nos enseña, de modo que la oración, el ayuno y la limosna de estos días, den frutos concretos de auténtica conversión del corazón”.

 

 

28/02/2018-17:01
Rosa Die Alcolea

Jóvenes: El ayuno os ayudará a “adquirir un mayor dominio sobre vosotros mismos”

(ZENIT – 28 feb. 2018).- “La Cuaresma es un tiempo favorable para intensificar la vida espiritual: la práctica del ayuno os ayudará, queridos jóvenes, a adquirir un mayor dominio sobre vosotros mismos”, ha anunciado el Santo Padre Francisco.

El Papa ha dirigido unas palabras a los jóvenes, enfermos y recién casados, como es costumbre cada miércoles en la Audiencia General, y en esta ocasión, también ha saludado a los ancianos.

El Santo Padre los ha hablado en italiano, durante la Audiencia General celebrada este miércoles, 28 de febrero de 2018, en la Sala Pablo VI del Palacio Apostólico Vaticano, que también ha sido seguidos por los fieles en la Basílica de San Pedro.

A los ancianos, el Pontífice les ha comunicado el deseo de que hablen a los jóvenes: “La idea del futuro os ayudará a vosotros, queridos ancianos, a dar esperanza a los jóvenes: hablad con ellos”.

“La oración sea para vosotros –queridos enfermos– el medio para confiar vuestros sufrimientos a Dios y sentiros siempre cerca de él”, ha señalado Francisco.

Asimismo, el Papa ha animado a los recién casados que participaban en la Audiencia, a que las obras de misericordia les ayuden “a vivir una vida conyugal siempre orientada a las necesidades de los hermanos”.

 

 

28/02/2018-17:45
Rosa Die Alcolea

C9: Reflexión sobre las Conferencias episcopales y la descentralización

(ZENIT – 28 feb. 2018).- El estatuto teológico de las conferencias episcopales; los recursos humanos, la contención de los costos de la Santa Sede y la protección de los menores han sido los principales temas tratados en el Consejo de Cardenales, concluido hoy en el Vaticano.

El XXIII Consejo de Cardenales se ha celebrado con el Papa Francisco, durante los días 26, 27 y 29 de febrero de 2018.

Greg Burke, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, ha informado hoy a las 13 horas sobre la XXIII reunión de los Consejeros Cardenales con el Santo Padre Francisco.

Han participado en la reunión todos los miembros del Consejo estaban presentes, excepto el cardenal George Pell y el cardenal Laurent Monsengwo Pasinya, que llegó el lunes por la noche debido a la cancelación de su vuelo a causa del mal tiempo. El Santo Padre estuvo ausente esta mañana con motivo de la audiencia general.

Las sesiones de trabajo se han desarrollado desde las 9 a las 12:30 horas y desde las 16:30 a las 19 horas y se han tratado diversos temas, incluido el estatuto teológico de las conferencias episcopales; los recursos humanos, la contención de los costos de la Santa Sede y la protección de los menores. Además, los cardenales han examinado los dicasterios del Desarrollo Humano Integral, de las Iglesias Orientales y de la Evangelización de los Pueblos.

 

Estatuto teológico

La reflexión sobre el estatuto teológico de las conferencias episcopales comenzó a partir del n. 32 de Evangelii Gaudium: “… todavía no se ha explicitado suficientemente un estatuto de las Conferencias episcopales que las conciba como sujetos de atribuciones concretas, incluyendo también alguna auténtica autoridad doctrinal. Una excesiva centralización, más que ayudar, complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera”.

Se trata de releer el Motu proprio Apostolos suos, con el espíritu de saludable descentralización del que a menudo habla el Papa, reafirmando que siempre es él quien custodia la unidad en la Iglesia.

Los cardenales escucharon a Mons. Jan Romeo Pawlowski acerca del progreso de la recién instituida Tercera Sección de la Secretaría de Estado, para la selección y formación del personal diplomático, y que él preside.

 

Consejo de Economía

El cardenal Marx ha expuesto al Consejo de Cardenales el tema de los recursos humanos a la hora de presentar el trabajo del Consejo de Economía, que está estudiando propuestas para delinear las competencias de una “sala de control” para los recursos humanos. El purpurado también informó del progreso positivo el ámbito de presentación de presupuestos, contención de costos y reducción del déficit de la Santa Sede.

En este contexto, el Consejo de Economía ha decidido redactar directrices para los entes de la Santa Sede con el objetivo de reducir los costes.

Los cardenales también discutieron varias opciones para que la Congregación para la Doctrina de la Fe procese con rapidez los casos de abuso infantil.

Los cardenales escucharon, además, al Prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, Peter Kowdo Appiah Turkson, sobre el progreso del mismo y han reflexionado ulteriormente sobre la Congregación para las Iglesias Orientales y para la Evangelización de los Pueblos.

La próxima reunión del Consejo de Cardenales tendrá lugar los días 23, 24 y 25 de abril de 2018.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

28/02/2018-17:35
Redacción

Card. Turkson: “Ninguna enfermedad debe condenar al abandono y a la marginación”

(ZENIT – 28 feb. 2018).- “Cada paciente debe ser acogido y amado y ninguna enfermedad debe condenarlo al abandono y a la marginación”, señala el Card. Peter Turkson en la XI Jornada Mundial de las Enfermedades Raras.

Mensaje del Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, con motivo de la XI Jornada de las Enfermedades Raras que se celebra el 28 de febrero y cuyo tema este año es “¡Demuestra que estás al lado de quien es raro!”

El Prefecto del Dicterio para el Desarrollo Humano recuerda que Jesús mismo nos enseñó que “la persona humana es siempre preciosa, siempre dotada de una dignidad que nada ni nadie puede borrar, ni siquiera la enfermedad”.

Sigue el texto del mensaje del Card. Peter Turkson:

 

Mensaje del cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson

A los presidentes de las Conferencias Episcopales,
a los obispos a cargo de la Pastoral de la Salud,
a loa religiosos y religiosas,
a los operadores socio-sanitarios y pastorales,
a los voluntarios y a todas las personas de buena voluntad,
y, sobre todo, a los queridos hermanos y hermanas que padecen enfermedades raras y a sus familiares.

Esta undécima edición de la Jornada de las Enfermedades Raras, titulada: “¡Demuestra que estás al lado de quien es raro!quiere poner el énfasis en la investigación médico-científica sobre el tema. A pesar de los considerable progresos logrados hasta ahora, se sabe poco de muchas de los miles de enfermedades raras identificadas, y todavía son escasas las curas para las personas, alrededor de 400 millones, que son portadoras.

Sobre un millar de estas enfermedades, no hay ni siquiera un conocimiento científico básico. La investigación procede con lentitud y este sigue siendo uno de los principales aspectos a considerar en el contexto de una acción dirigida a una cura efectiva de las enfermedades raras. [1]

Es sabido que las enfermedades raras se dejan de lado en las grandes inversiones de las multinacionales de los fármacos, que financian casi exclusivamente las investigaciones sobre las enfermedades más comunes. Por eso, a la hora de referirse a las enfermedades genéticas, se habla de enfermedades “huérfanas” y, a menudo, solo los propios enfermos les dan voz, organizándose en asociaciones especializadas. Pero si las enfermedades y las medicinas son “huérfanas”, no podemos dejar a las personas huérfanas. Cada paciente debe ser acogido y amado y ninguna enfermedad debe condenarlo al abandono y a la marginación. Jesús mismo nos enseñó que “la persona humana es siempre preciosa, siempre dotada de una dignidad que nada ni nadie puede borrar, ni siquiera la enfermedad”.[2]

Estando al lado de los que padecen enfermedades raras, insto a las autoridades públicas a que den una contribución decisiva a la investigación, involucrando a todas las agencias y empresas disponibles, poniendo en la red los mejores conocimientos, fondos y prácticas médicas. Para que los proyectos de investigación sean realmente efectivos, deben ser hechos propios e implementados por la comunidad internacional. La cooperación entre la Organización Mundial de la Salud, los Estados y las grandes organizaciones no gubernamentales es la principal vía para hacer más efectiva la lucha contra las enfermedades raras. La creación de una red de investigación internacional
facilitará que se llegue a un mayor número de diagnósticos y de diagnósticos tempranos, reduciendo el número de personas que en todo el mundo viven con una enfermedad rara y no diagnosticada [3].

Doy las gracias a todas las asociaciones de pacientes, médicos, académicos, profesionales de la salud, compañías farmacéuticas, farmacias, hospitales e instituciones que apoyan y sostienen la investigación científica. Mi agradecimiento también va a todas las personas de buena voluntad que colaboran en esta empresa beneficiosa. Me dirijo, en particular, a la industria farmacéutica con un llamamiento para que entregue voluntariamente parte de sus beneficios para la investigación de enfermedades raras. Es realmente una causa urgente e inaplazable.

Por lo que respecta a los sectores de investigación, ya resulta imprescindible que la medicina ambiental deba formar parte de ellos. Esta, efectivamente, evalúa la correlación de las patologías raras con los agentes ambientales cada vez más incisivos, particularmente en las llamadas civilizaciones industrializadas. En este sentido, el Papa Francisco advierte: “Muchas enfermedades raras tienen causas genéticas, en otras, los factores ambientales tienen un fuerte impacto; pero incluso cuando las causas son genéticas, el ambiente contaminado actúa como un multiplicador del daño. Y la mayor carga pesa sobre las personas más pobres. Por eso quiero enfatizar una vez más la importancia absoluta del respeto y la custodia de la creación, de nuestra casa común “. [4]

La Iglesia, a través de sus numerosas instituciones sanitarias, entre las que se encuentran excelentes centros de investigación, sigue de cerca la situación y las condiciones de las personas que padecen enfermedades raras en cualquier parte del mundo. El Santo Padre Francisco ha querido, con gran decisión, que la atención por estas personas pasase a ser una prioridad en la tarea del nuevo dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Por lo tanto, esta XI Jornada Mundial de las Enfermedades Raras es una ocasión preciosa para reafirmar el compromiso de este nuevo dicasterio de la Curia Romana y, con él, de toda la Iglesia, a favor de las personas que padecen enfermedades raras y de sus familias. “Entre los muchos que se entregan generosamente – asegura el Papa- también la Iglesia ha estado desde siempre en liza y continuará por este arduo y exigente camino de cercanía y apoyo al
hombre que sufre”. [5]

A María, solícita Madre de la Iglesia, encomiendo a todos los que sufren enfermedades raras, a sus familias, a los agentes sanitarios y a todos aquellos que valientemente están a su lado todos los días.

Cardenal Peter K. Turkson
Prefecto

[1] Cf. P. Card. Parolin, Discurso de apertura de la XXXI Conferencia Internacional: “Per una cultura della salute accogliente e solidale a servizio delle persone affette da patologie rare e neglette”, promovida por el Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios, Vaticano, 10-12 noviembre 2016: «Dolentium hominum», 91, p.9.

[2] Francisco, Discurso en la audiencia a los enfermos de Corea de Huntington y a sus familiares, Vaticano, 18 mayo 2017.

[3] Cf. M. Aramini, Curare tutti per realizzare una vera fraternità: Conclusiones y sugerencias de la XXXI Conferencia Internacional: “Per una cultura della salute…” : «Dolentium hominum», 91, pp.90,95.

[4] Francisco, Mensaje a los participantes en la XXXI Conferencia Internacional: “Per una cultura della salute…”, 12 noviembre 2016

[5] Ibid.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

28/02/2018-08:12
Isabel Orellana Vilches

San Hilario, 29 de febrero

«Este pontífice, muy estimado por su predecesor el papa san León I, el Magno, fue un acérrimo defensor de la ortodoxia. Adalid de la unidad y de la colegialidad, lidió en el grave conflicto desencadenado en Éfeso por causa de la herejía monofisista poniendo en peligro su vida»

Era natural de Cerdeña, isla en la que vio la luz en el siglo V. Los únicos datos disponibles para configurar su biografía arrancan en el momento en el que fue designado diácono. Su personalidad y carisma comenzaron a ser patentes después de que el papa san León I, el Magno, con quien mantuvo siempre una entrañable amistad, le hiciera depositario de su confianza. Eso indica que muchas virtudes debió ver en el joven diácono para acogerlo de ese modo y que le enviase como legado suyo al concilio de Éfeso.

Era un momento extremadamente difícil y hasta peligroso, ya que se habían desencadenado graves desavenencias en el seno de la Iglesia que tenían como centro al monje hereje Eutiques. Era el impulsor de la herejía monofisista en la que se negaba la naturaleza humana de Cristo para reconocer únicamente su naturaleza divina. Esta acérrima defensa de Eutiques tuvo defensores en ciertos prelados, y también detractores en los prelados ortodoxos. Pero el grado de violencia en el que se enfrentaron fue tal que desencadenó en el Latrocinio de Éfeso. El papa había enviado a Efeso a Hilario junto a otros legados que partieron de la ciudad de Lidia.

En el transcurso del viaje, que fue accidentado, un sacerdote murió, pero al final lograron llegar y fueron recibidos por el patriarca de Constantinopla, Flaviano. Su oponente, el también patriarca Dióscoro de Alejandría, ejerció una brutal oposición, llena de intrigas, que culminó con ese latrocinio en el que san Flaviano perdió la vida. Hubo destituciones de obispos orientales y otros muchos desmanes. Y san Hilario, que se salvó de milagro, después de haber podido defender la ortodoxia de la Iglesia, siempre consideró que debía esta gracia de haber sobrevivido en la revuelta al apóstol san Juan Evangelista, ante cuya tumba había orado y solicitado su protección. A salvo de las iras
y hostigaciones de Dióscoro, y recordando aquellos momentos de mediación del apóstol, años más tarde en su memoria erigió una capilla en el bautisterio de San Juan de Letrán, lugar en el que se halla una placa conmemorativa con estas palabras de agradecimiento: «Hilario, obispo y siervo de Cristo, a su liberador, san Juan Evangelista»

El papa ensalzó la labor de Hilario en Efeso, lo designó archidiácono y le encomendó otras misiones de cierta complejidad. Cuando murió el 10 de noviembre del año 461, Hilario fue designado para sucederle. Ocupó la sede de Pedro desde el 19 de noviembre del año 461 hasta el fin de sus días en el año 468. En ese periodo tuvo que atajar los abusos que algunos miembros de la alta jerarquía eclesiástica cometían en las Galias. Intervino en Viena donde Mamerto consagraba obispos sin contar con el beneplácito del metropolitano. En España, en la Provincia tarraconense, tuvo que solventar los problemas suscitados por distintos prelados que incurrieron en graves decisiones como interferir en labores pastorales ajenas y consagrar obispos de manera ilegal. Fue un fiel defensor de la concordia entre los sacerdotes, promovió su unidad y la lucha común por la causa de Cristo, como devela su carta a Leoncio.

Su gobierno estuvo marcado por la colegialidad. Se reunía con los obispos y solicitaba su parecer sobre cuestiones difíciles que debía afrontar. El juicio de cada uno y las impresiones que le trasladaban le daban luz, permitiéndole ver el problema desde distintos ángulos, y determinaban sus decisiones que no dudaba en comunicar con rigor y claridad. Con sus cartas sobre la fe católica no hizo más que confirmar los grandes concilios de Nicea, Éfeso y Calcedonia. Edificó capillas en la basílica de Letrán y construyó un monasterio en honor de San Lorenzo. Murió el último día de febrero del año 468.