Servicio diario - 07 de marzo de 2018


 

"La misa no se paga, es el sacrificio de Cristo", aclara el Papa
Rosa Die Alcolea

Audiencia General, 7 marzo 2018 — Texto completo
Redacción

Audiencia: La Plegaria Eucarística es el "momento central de la Misa"
Rosa Die Alcolea

Francisco firma los decretos para canonizar a Pablo VI y a Óscar Romero
Redacción

Papa Francisco: "Que los Juegos Paralímpicos en Corea sean días de alegría y paz"
Deborah Castellano Lubov

Jóvenes: "El Señor os muestra el camino de esperanza a seguir"
Rosa Die Alcolea

Brasil: Francisco nombra obispo auxiliar de la diócesis de San Carlos
Redacción

Mons. Arizmendi: Francisco con los pueblos originarios de Perú
Felipe Arizmendi Esquivel

San Juan de Dios, 8 de marzo
Isabel Orellana Vilches


 

 

07/03/2018-17:09
Rosa Die Alcolea

"La misa no se paga, es el sacrificio de Cristo", aclara el Papa

(ZENIT – 7 marzo 2018).- El Papa Francisco ha aclarado que la misa no se paga: “La misa es el sacrificio de Cristo, que es gratuito. La redención es gratuita. Si quieres hacer una oferta, hazla, pero no se paga”.

Así lo ha explicado en la 11ª catequesis dedicada a la Santa Misa, concretamente a la Plegaria Eucarística, en la Audiencia General celebrada este 7 de marzo de 2018.

“La súplica –ha señalado el Pontífice– como la ofrenda, se presenta a Dios por todos los miembros de la Iglesia, vivos y muertos en la bendita esperanza de compartir la herencia eterna del cielo, con la Virgen María”. Ninguno y nada son olvidados en la Plegaria eucarística, ha asegurado.

 

Invocación del Espíritu

Así, Francisco ha explicado que en la Plegaria Eucarística, la Iglesia “expresa lo que cumple cuándo celebra la Eucaristía y el motivo por el que la celebra, es decir hacer comunión con Cristo realmente presente en el pan y en el vino consagrados”.

En la Plegaria, está el momento de la invocación del Espíritu, para que con su potencia consagre el pan y el vino. “Invocamos al Espíritu para que venga y en el pan y en el vino esté Jesús”, ha señalado el Santo Padre.

 

“Misterio de la fe”

“Esta es mi sangre, este es mi cuerpo”. Es el mismo Jesús quien dijo esto. No debemos pensar cosas raras: “Pero, ¿cómo algo que es …?”. Es el cuerpo de Jesús: ¡Ya está!. La fe: la fe viene en nuestra ayuda; con un acto de fe creemos que es el cuerpo y la sangre de Jesús. Es el “misterio de la fe”, como decimos después de la consagración.

“El sentido de esta oración es que toda la asamblea de los fieles se una con Cristo en la confesión de las maravillas de Dios y en la ofrenda del sacrificio”, ha señalado el Papa, como se indica en la Instrucción General del Misal Romano, 78.

 

Ofrenda de Cristo

La Iglesia se une a la ofrenda de Cristo, y a su intercesión, y así se entiende que, “en las catacumbas, la Iglesia es con frecuencia representada como una mujer en oración, los brazos extendidos en actitud de orante. Como Cristo que extendió los brazos sobre la cruz, por él, con él y en él, la Iglesia se ofrece e intercede por todos los hombres”, el Santo Padre ha recordado estas palabras del Catecismo de la Iglesia Católica.

“La Iglesia que reza, que ora. Y cuando vamos a Misa es para hacer esto: ser una Iglesia orante”, ha exhortado el Papa.

 

 

7 marzo 2018
Redacción

Audiencia General, 7 marzo 2018 – Texto completo

(ZENIT – 7 marzo 2018).- En la Plegaria Eucarística, la Iglesia “expresa lo que cumple cuándo celebra la Eucaristía y el motivo por el que la celebra, es decir hacer comunión con Cristo realmente presente en el pan y en el vino consagrados”, ha recordado el Papa.

Esta mañana, 7 de marzo de 2018, se ha celebrado la Audiencia General a las 9:30 horas, en el Aula Pablo VI, donde el Santo Padre Francisco ha encontrado grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.

Los fieles y peregrinos que no cupieron en el Aula Pablo VI siguieron la audiencia desde la basílica de San Pedro, donde el Papa fue al final para saludarlos.

El Santo Padre, prosiguiendo la catequesis sobre la santa misa y en el ámbito de la Liturgia Eucarística ha hablado hoy de la Oración Eucarística (cfr. Corintios 11, 23-25).

 

“24 horas para el Señor”

Tras resumir su discurso en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes y, a continuación, ha lanzado un llamamiento por la iniciativa “24 horas para el Señor” y para los Juegos Paralímpicos Invernales de PyeongChang.

Como cada miércoles, la audiencia general ha terminado con el canto del Pater Noster  y la bendición apostólica del Pontífice.

A continuación, ofrecemos el texto completo de la catequesis que el Santo Padre ha ofrecido en la Audiencia General.

 

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Catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Continuamos la catequesis sobre la santa misa y con esta catequesis nos centramos en la Plegaria Eucarística. Cuando finaliza el rito de la presentación del pan y del vino comienza la Plegaria Eucarística que califica la celebración de la Misa y constituye su momento central, ordenado a la santa Comunión. Corresponde a lo que hizo el mismo Jesús en la mesa con los apóstoles en la Última Cena, cuando “dio gracias” sobre el pan y luego sobre la copa de vino (cf. Mt 26,27; Mc 14:23; Lc 22,17.19; 1 Cor11,24): su acción de gracias revive en cada Eucaristía nuestra, asociándonos con su sacrificio de salvación.

Y en esta solemne plegaria – la plegaria eucarística es solemne – la Iglesia expresa lo que cumple cuándo celebra la Eucaristía y el motivo por el que la celebra, es decir hacer comunión con Cristo realmente presente en el pan y en el vino consagrados. Después de invitar al pueblo a elevar sus corazones al Señor y a darle  gracias, el sacerdote pronuncia la Plegaria en voz alta, en nombre de todos los presentes, dirigiéndose al Padre a través de Jesucristo en el Espíritu Santo. “El sentido de esta oración es que toda la asamblea de los fieles se una con Cristo en la confesión de las maravillas de Dios y en la ofrenda del sacrificio”. (Instrucción General del Misal Romano, 78). Y para unirse debe comprenderlo. Por esta razón, la Iglesia ha querido celebrar la misa en la lengua que la gente entiende, para que todos puedan unirse a esta alabanza y a esta gran plegaria  con el sacerdote. En verdad, “el sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son un único sacrificio” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1367).

En el Misal hay varias fórmulas de Plegaria eucarística, todas constituidas por elementos característicos, que quisiera ahora recordar (ver IGMR, 79; CCC, 1352-1354). Todas son hermosas. Ante todo está el Prefacio, que es una acción de gracias por los dones de Dios, especialmente por haber enviado  a su Hijo como Salvador. El Prefacio termina con la aclamación del “Santo”, normalmente cantado. Es hermoso cantar el “Santo”: “Santo, Santo, Santo es el Señor”. Es bonito cantarlo. Toda la asamblea une su propia voz con la de los ángeles y los santos para alabar y glorificar a Dios.

Luego está la invocación del Espíritu, para que con su potencia consagre el pan y el vino. Invocamos al Espíritu para que venga y en el pan y en el vino esté Jesús. La acción del Espíritu Santo y la eficacia de las mismas palabras de Cristo pronunciadas por el sacerdote, hacen realmente presente, bajo las especies del pan y del vino, su Cuerpo y su Sangre, su sacrificio ofrecido en la cruz una vez por todas (Cf. CCC, 1375). Jesús fue muy claro en esto. Hemos escuchado cómo San Pablo al principio dice las palabras de Jesús: “Este es mi cuerpo, esta es mi sangre”. “Esta es mi sangre, este es mi cuerpo”. Es el mismo Jesús quien dijo esto. No debemos pensar cosas raras: “Pero, ¿cómo algo que es …?”. Es el cuerpo de Jesús: ¡Ya está!. La fe: la fe viene en nuestra ayuda; con un acto de fe creemos que es el cuerpo y la sangre de Jesús. Es el “misterio de la fe”, como decimos después de la consagración. El sacerdote dice: “Misterio de la fe” y respondemos con una aclamación. Celebrando el memorial de la muerte y resurrección del Señor, a la espera de su retorno glorioso, la Iglesia ofrece al Padre el sacrificio que reconcilia el cielo y la tierra: ofrece el sacrificio pascual de Cristo, ofreciéndose con Él y pidiendo, a través del Espíritu Santo, que nos convirtamos “en Cristo en un solo cuerpo y un sólo espíritu” (Pleg. Euc.  III, véase Sacrosanctum Concilium, 48, OGMR, 79f). La Iglesia quiere unirnos a Cristo y convertirnos con el Señor  en un solo cuerpo y un solo espíritu. Esta es la gracia y el fruto de la Comunión sacramental: nos nutrimos con el Cuerpo de Cristo para convertirnos, nosotros que lo comemos, en su Cuerpo viviente hoy en el mundo.

Misterio de comunión es éste;  la Iglesia se une a la ofrenda de Cristo, y a su intercesión, y así se entiende que, “en las catacumbas, la Iglesia es con frecuencia representada como una mujer en oración, los brazos extendidos en actitud de orante. Como Cristo que extendió los brazos sobre la cruz, por él, con él y en él, la Iglesia se ofrece e intercede por todos los hombres. “(CCC, 1368). La Iglesia que reza, que ora. Es bueno pensar que la Iglesia reza, ora. Hay un pasaje en el Libro de los Hechos de los Apóstoles que dice que cuando Pedro estaba en prisión, la comunidad cristiana: “Oraba incesantemente por él”. La Iglesia que reza, la Iglesia orante. Y cuando vamos a Misa es para hacer esto: ser una Iglesia orante.

La Plegaria eucarística pide a Dios que reúna a todos sus hijos en la perfección del amor en unión con el Papa y el obispo, mencionados por su nombre, una señal de que celebramos en comunión con la Iglesia universal y con la Iglesia particular. La súplica, como la ofrenda, se presenta a Dios por todos los miembros de la Iglesia, vivos y muertos, en la bendita esperanza de compartir la herencia eterna del cielo, con la Virgen María (cf CCC, 1369-1371). Ninguno y nada son olvidados en la Plegaria eucarística, sino que todo se reconduce a Dios, como lo recuerda la doxología que la concluye. Ninguno es olvidado. Y si tengo alguna persona, parientes, amigos, que están necesitados o que han pasado de este mundo al otro, puedo nombrarlos en ese momento, interna y silenciosamente, o escribir para que se pronuncie su nombre. “Padre, ¿cuánto tengo que pagar para que digan ese nombre allí?” – “Nada”. ¿Lo habéis entendido? ¡Nada! La misa no se paga. La misa es el sacrificio de Cristo, que es gratuito. La redención es gratuita. Si quieres hacer una oferta, hazla, pero no se paga. Es importante entender esto.

Esta fórmula codificada de oración, tal vez nos suene algo lejana, -es verdad, es una fórmula antigua-, pero, si entendemos bien su significado, entonces seguramente participaremos mejor. De hecho, expresa todo lo que cumplimos en la celebración eucarística; y también nos enseña a cultivar tres actitudes que no tendrían que faltar nunca en los discípulos de Jesús. Las tres actitudes: la primera, aprender a “dar gracias siempre y en todo lugar “, y no sólo en algunas ocasiones, cuando todo va bien; la segunda, hacer de nuestra vida un don de amor, libre y gratuito; la tercera, construir la  comunión concreta, en la Iglesia y con todos. Por lo tanto, esta Plegaria  central de la Misa nos educa, poco a poco, para hacer de toda nuestra vida una “Eucaristía”, es decir, una acción de gracias.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

7 marzo 2018
Rosa Die Alcolea

Audiencia: La Plegaria Eucarística es el “momento central de la Misa”

(ZENIT – 7 marzo 2018).- La Plegaria eucarística, oración de acción de gracias y de consagración, constituye el momento central de la celebración de la Misa, ha dicho el Santo Padre en la Audiencia General, celebrada esta mañana.

Este miércoles, 7 de marzo de 2018, Francisco ha ofrecido la 11ª catequesis sobre la Eucaristía, en la Audiencia General, celebrada en la sala Pablo VI ante miles de fieles procedentes de Italia y de otros países, y seguida a través de una pantalla por otro grupo de peregrinos en la Basílica de San Pedro.

 

Continuamente presente en la Iglesia

La consagración corresponde a cuanto el Señor mismo realizó en la Última Cena –ha explicado el Pontífice– cuando instituyó el sacrificio y convite pascual, “por medio del cual el sacrificio de la cruz se hace continuamente presente en la Iglesia”.

En esta solemne Plegaria, la Iglesia expresa lo que cumple cuando celebra la Eucaristía, es decir, “que todos los fieles se unan con Cristo en el reconocimiento de las grandezas de Dios y en la ofrenda del sacrificio”.

Así, el Papa Francisco ha enumerado las tres fórmulas de Plegaria eucarística que hay en el Misal Romano.

El Prefacio, –en primer lugar– acción de gracias por los dones de Dios, especialmente por habernos enviado a su Hijo como Salvador, y que se concluye con la aclamación del «Santo».

 

Cuerpo y Sangre de Cristo

Después sigue la Epíclesis, –en la celebración de la Eucaristía– o invocación del Espíritu Santo, que con su acción y la eficacia de las palabras de Cristo, pronunciadas por el sacerdote, “hacen realmente presente, bajo las especies del pan y del vino, su Cuerpo y su Sangre, Sacramento de nuestra fe”.

En tercer lugar, se continúa pidiendo a Dios que congregue a todos sus hijos en la perfección del amor, en comunión con toda la Iglesia.

En esta súplica se ruega por todos, vivos y difuntos, en espera de participar en la herencia eterna, junto con la Virgen y todos los santos. “Nadie ni nada se olvida, sino que todo viene reconducido a Dios en Cristo”, como proclama la Doxología que la concluye, ha señalado el Papa.

 

España y Latinoamérica

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los provenientes de España y Latinoamérica. Que el Señor nos conceda hacer de nuestra vida una «eucaristía», que sea acción de gracias, don de amor y de comunión. Muchas gracias.

 

 

07/03/2018-11:39
Redacción

Francisco firma los decretos para canonizar a Pablo VI y a Óscar Romero

(ZENIT — 7 marzo 2018).- El Papa Francisco autorizó a la Congregación para las Causas de los Santos la promulgación de 13 Decretos.

El 6 de marzo de 2018, el Santo Padre Francisco recibió en audiencia al Cardenal Angelo Amato, salesiano, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y autorizó la promulgación de los decretos.

 

Milagro de Pablo VI

Estos Decretos son relativos a los milagros atribuidos a 5 beatos: El Pontífice Pablo VI; Óscar Arnulfo Romero Galdámez (Arzobispo de San Salvador); Francesco Spinelli, fundador del Instituto de las Adoratrices del Santísimo Sacramento; el sacerdote diocesano Vincenzo Romano; y María Katharina Kasper, Fundadora del Instituto de las Pobres Siervas de Jesucristo.

Asimismo, el Santo Padre ha aprobado los decretos que reconocen el milagro atribuido a la Venerable Sierva de Dios María Felicia del Santísimo Jesús (Paraguay), religiosa profesa de la Orden de las Carmelitas Descalzas, y al martirio de la Sierva de Dios Anna Kolesárová (Eslovaquia), laica.

 

Virtudes heroicas

También han sido autorizados los documentos que aprueban las virtudes heroicas de 6 siervos de Dios: el polaco Bernard ?ubie?ski, sacerdote profeso de la Congregación del Santísimo Redentor; Cecilio Maria Cortinovis (Italia), religioso profeso de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos; de la laica italiana Alessandra Sabattini.

Así como de las virtudes heroicas de dos fundadoras de la Congregación de las Hermanas Benedictinas de la Divina Providencia de Voghera (Italia): Giustina Schiapparoli y Maria Schiapparoli; y de María Antonella Bordoni, laica, de la Tercera Orden de Santo Domingo, Fundadora de la Fraternidad Laical de las Pequeñas Hijas de la Madre de Dios.

 

Decretos

Durante la audiencia, el Sumo Pontífice autorizó a la Congregación a promulgar los Decretos relativos a:

— El milagro atribuido a la intercesión del beato Pablo VI (Giovanni Battista Montini), Sumo Pontífice; nacido en Concesio (Italia) el 26 de septiembre de 1897 y fallecido en Castel Gandolfo (Italia) el 6 de agosto de 1978.

— El milagro atribuido a la intercesión del beato Óscar Arnulfo Romero Galdámez, arzobispo de San Salvador, mártir; nacido en Ciudad Barrios (El Salvador) el 15 de agosto de 1917 y asesinado en San Salvador (El Salvador) el 24 de marzo de 1980.

— El milagro atribuido a la intercesión del beato Francesco Spinelli, sacerdote diocesano, fundador del Instituto de las Adoratrices del Santísimo Sacramento; nacido en Milán (Italia) el 14 de abril de 1853 y fallecido en Rivolta d'Adda (Italia) el 6 de febrero de 1913.

— El milagro atribuido a la intercesión del beato Vincenzo Romano, sacerdote diocesano; nacido en Torre del Greco (Italia) el 3 de junio de 1751 y allí fallecido el 20 de diciembre de 1831.

— El milagro atribuido a la intercesión de la beata María Katharina Kasper, Fundadora del Instituto de las Pobres Siervas de Jesucristo; nacida el 26 de mayo de 1820 en Dernbach (Alemania) y allí fallecida el 2 de febrero de 1898.

— El milagro atribuido a la intercesión de la Venerable Sierva de Dios María Felicia del Santísimo Jesús (en el siglo: María Felicia Guggiari Echeverría), religiosa profesa de la Orden de las Carmelitas Descalzas; nacida en Villarica (Paraguay) el 12 de enero de 1925 y fallecida en Asunción (Paraguay) el 28 de abril de 1959.

— El martirio de la Sierva de Dios Anna Kolesárová, laica; nacida en Vysoká nad Uhom (Eslovaquia) el 14 de julio de 1928 y allí asesinada por odio a la Fe el 22 de noviembre de 1944.

— Las virtudes heroicas del Siervo de Dios, Bernard ?ubie?ski, sacerdote profeso de la Congregación del Santísimo Redentor; nacido en Guzów (Polonia) el 9 de diciembre de 1846 y fallecido en Varsovia (Polonia) el 10 de septiembre de 1933.

— Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Cecilio Maria Cortinovis (en el siglo: Antonio Pietro), religioso profeso de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos; nacido en Nespello (Italia) el 7 de noviembre de 1885 y fallecido en Bérgamo (Italia) el 10 de abril de 1984.

— Las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Giustina Schiapparoli, Fundadora de la Congregación de las Hermanas Benedictinas de la Divina Providencia de Voghera; nacida en Castel San Giovanni (Italia) el 19 de julio de 1819 y fallecida en Voghera (Italia) el 30 de noviembre de 1877.

— Las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Maria Schiapparoli, Fundadora de la Congregación de las Hermanas Benedictinas de la Divina Providencia de Voghera; nacida en Castel San Giovanni (Italia) el 19 de abril de 1815 y fallecida en Vespolate (Italia) el 2 de mayo de 1882.

— Las virtudes heroicas de la Sierva de Dios María Antonella Bordoni, laica, de la Tercera Orden de Santo Domingo, Fundadora de la Fraternidad Laical de las Pequeñas Hijas de la Madre de Dios, actualmente Pequeñas Hijas de la Madre de Dios; nacida el 13 de octubre de 1916 en Arezzo (Italia) y fallecida en Castel Gandolfo (Italia) el 16 de enero de 1978.

— Las virtudes heroicas de la Sierva de Dios, Alessandra Sabattini, laica; nacida el 19 de agosto de 1961 en Riccione (Italia) y fallecida en Bolonia (Italia) el 2 de mayo de 1984.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

07/03/2018-17:27
Deborah Castellano Lubov

Papa Francisco: "Que los Juegos Paralímpicos en Corea sean días de alegría y paz"

(ZENIT — 7 marzo 2018).- "Que los Juegos Paralímpicos en Corea del Sur sean días de alegría y paz para todos", ha expresado el Papa Francisco.

Esta ha sido el deseo que ha manifestado el Santo Padre al concluir la Audiencia General del 7 de marzo de 2018, en la Sala Pablo VI del Vaticano, al mencionar este evento que sigue a los Juegos Olímpicos de Invierno en la ciudad surcoreana de PyeongChang.

 

"Tender puentes"

Los Juegos Olímpicos, observó el Santo Padre, "han demostrado cómo el deporte puede tender puentes entre países en conflicto y hacer una valiosa contribución a las oportunidades de paz entre los pueblos".

"Los Juegos Paralímpicos —subrayó el Papa— demuestran aún más que a través del deporte podemos superar nuestras propias desventajas".

"Los atletas paralímpicos son para todos un ejemplo de coraje, coherencia y tenacidad que no deben ser superados por los propios límites".

"El deporte es una gran escuela de inclusión, pero también una inspiración para la vida y un compromiso para transformar la sociedad", agregó.

Saludando al Comité Paralímpico Internacional, a los atletas, a las autoridades y al pueblo de Corea, el Papa deseó "que este evento pueda ser días de paz y alegría para todos".

 

 

07/03/2018-12:17
Rosa Die Alcolea

Jóvenes: "El Señor os muestra el camino de esperanza a seguir"

(ZENIT — 7 marzo 2018).- "En este tiempo penitencial, el Señor os muestra el camino de esperanza a seguir": Es el pensamiento especial que Francisco ha dirigido a los jóvenes, ancianos, enfermos y recién casados, en la Audiencia General, celebrada esta mañana, 7 de marzo de 2018.

El Espíritu Santo os guía hacia una verdadera conversión —les ha animado el Papa—para redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser purificados del pecado y servir a Cristo, presente en los hermanos, de acuerdo con las habilidades y el papel propio de cada uno.

 

 

07/03/2018-11:58
Redacción

Brasil: Francisco nombra obispo auxiliar de la diócesis de San Carlos

(ZENIT — 7 marzo 2018).- El sacerdote Eduardo Malaspina ha sido nombrado obispo auxiliar de la diócesis de San Carlos (Brasil) por El Papa Francisco.

El P. Eduardo Malaspina pertenece al clero de la misma diócesis, hasta ahora vicario general y párroco de "Sáo Nicolau de Flüe" en Sáo Carlos, asignándole la sede titular episcopal de Pupiana.

 

Eduardo Malaspina

El reverendo Eduardo Malaspina nació el 12 de julio de 1967 en Tabatinga, diócesis de Sáo Carlos. Asistió al curso de Filosofía en el Seminario Diocesano de Sáo Carlos (1985¬1987) y el de Teología en la Pontificia Universidad Católica de Campinas (1988-1991). Se especializó en Filosofía en la "Facultad Claretiana" de Batatais, en Teología pastoral en la Universidad Católica de Sáo Paulo y en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma. Además, asistió al curso de Periodismo en la Universidad Sagrado Coragáo de Bauru.

Fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre, 1991 para la diócesis de Sáo Carlos, en la que ocupó los siguientes cargos: Vicario parroquial de " Nossa Senhora do Patrocínio" en Jaú (1992); administrador parroquial de "Nossa Senhora Aparecida" en Américo Brasiliense (1992-1999); secretario diocesano de pastoral y luego coordinador diocesano de pastoral (2000-2008); miembro del Consejo Presbiteral por tres mandatos; profesor del Seminario Preparatorio y del Seminario de Filosofía de la diócesis y canciller.

Actualmente es vicario general (desde 2017), párroco de "Sáo Nicolau de Flüe" en Sáo Carlos (desde 2001) y miembro del Consejo Presbiteral y del Colegio de Consultores.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

07/03/2018-17:41
Felipe Arizmendi Esquivel

Mons. Arizmendi: Francisco con los pueblos originarios de Perú

FRANCISCO CON LOS PUEBLOS ORIGINARIOS DE PERÚ

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas

 

VER

La semana pasada, estuve con 35 nahuablantes en una comunidad de las montañas de Oaxaca, Teopoxco, de la Prelatura de Huautla, acompañando su arduo trabajo de traducir al náhuatl tanto la Misa como los sacramentos. Yo no hablo este idioma, pero la Conferencia Episcopal nos confió a las Dimensiones de Animación Bíblica de la Pastoral, Liturgia, Doctrina de la Fe, Cultura e Indígenas, que participáramos en este proceso de traducción, para cuidar tanto la fidelidad bíblica, como la litúrgica, teológica y cultural.

Es muy alentador compartir la alegría y la esperanza que provoca en estos pueblos originarios comprobar que son importantes, que valen, que no están a punto de extinción, que la Iglesia los toma en cuenta, y que en su idioma se puede no sólo leer la Biblia, sino celebrar los sacramentos y expresar su fe. Ojalá otras diócesis con población indígena se animaran a formar equipos traductores para sus pueblos. Es un derecho que les asiste, y que no siempre hemos respetado.

Valoro mucho la nueva actitud del Papa Francisco, porque en su país de origen no se resalta mucho lo referente a la pastoral aborigen, como allá le llaman. Pasando los años como Sumo Pontífice, su actitud hacia los pueblos originarios se ha incrementado notablemente. Ya son varias sus intervenciones en que los reconoce, los valora, los alienta y les pide que ayuden, sobre todo a los obispos, a darle a la Iglesia un rostro más indígena. Muchos no le hacen caso, ni lo toman en cuenta, pero él hace lo que le corresponde.

 

PENSAR

En su reciente viaje a Perú, quiso empezar visitando la zona amazónica, donde viven miles de pueblos originarios. Resalto algo de lo que les dijo, para que no lo olvidemos.

"He querido venir a visitarlos y escucharlos, para estar juntos en el corazón de la Iglesia, unirnos a sus desafíos y con ustedes reafirmar una opción sincera por la defensa de la vida, defensa de la tierra y defensa de las culturas.
Considero imprescindible realizar esfuerzos para generar espacios institucionales de respeto, reconocimiento y diálogo con los pueblos nativos; asumiendo y rescatando la cultura, lengua, tradiciones, derechos y espiritualidad que les son propias. Un diálogo intercultural en el cual ustedes sean los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios. El reconocimiento y el diálogo será el mejor camino para transformar las históricas relaciones marcadas por la exclusión y la discriminación.

Permítanme decirles que si, para algunos, ustedes son considerados un obstáculo o un «estorbo», en verdad, ustedes con su vida son un grito a la conciencia de un estilo de vida que no logra dimensionar los costes del mismo. Ustedes son memoria viva de la misión que Dios nos ha encomendado a todos: cuidar la Casa Común.

El reconocimiento de estos pueblos —que nunca pueden ser considerados una minoría, sino auténticos interlocutores— así como de todos los pueblos originarios, nos recuerda que no somos los poseedores absolutos de la creación. Urge asumir el aporte esencial que le brindan a la sociedad toda, no hacer de sus culturas una idealización de un estado natural ni tampoco una especie de museo de un estilo de vida de antaño. Su cosmovisión, su sabiduría, tienen mucho que enseñarnos a quienes no pertenecemos a su cultura. Todos los esfuerzos que hagamos por mejorar la vida de los pueblos amazónicos serán siempre pocos.

Cada cultura y cada cosmovisión que recibe el Evangelio enriquecen a la Iglesia con la visión de una nueva faceta del rostro de Cristo. La Iglesia no es ajena a vuestra problemática y a vuestras vidas, no quiere ser extraña a vuestra forma de vida y organización. Necesitamos que los pueblos originarios moldeen culturalmente las Iglesias locales amazónicas. Ayuden a sus obispos, ayuden a sus misioneros y misioneras, para que se hagan uno con ustedes, y de esa manera dialogando entre todos, puedan plasmar una Iglesia con rostro amazónico y una Iglesia con rostro indígena" (19-1-2018).

 

ACTUAR

Nuestra Iglesia no será verdaderamente católica sino hasta que acepte en su seno, con todos sus derechos, a los diferentes pueblos que la integran. Los indígenas requieren más espacio y más protagonismo en el culto divino, en las catequesis, en las programaciones pastorales. Que el Espíritu Santo nos abra la mente y el corazón a esta pluralidad de pueblos y culturas. Así es la Iglesia que Jesús quiere, no sólo romana, griega, italiana, española, sino también náhuatl, maya, tseltal, tsotsil, ñañú,quechua, aymara, amazónica, etc.

 

 

07/03/2018-07:07
Isabel Orellana Vilches

San Juan de Dios, 8 de marzo

«La locura de amor divino hizo de este santo fundador de la Orden Hospitalaria un manantial de inagotable ternura para los pobres y los enfermos. León XIII lo declaró patrono de los hospitales y de los enfermos»

Juan Ciudad Duarte nació en 1495 en Montemor-o-Novo, Évora, Portugal. Pero Granada fue la cruz de este imponente hombre de Dios, tal como le advirtió el Niño Jesús que ocurriría, mostrándole una granada entreabierta con una cruz en el centro. Allí es amado y venerado desde hace siglos por su admirable caridad y misericordia con los pobres y los enfermos. Es conocido como «el santo». Como le sucedió a otros fundadores, no se le hubiera ocurrido imaginar que sería el artífice de una Orden religiosa. El arduo camino hacia ese momento estuvo sembrado de episodios diversos, a veces casi rocambolescos, ya que fue precoz aventurero. Se fue de casa a los 8 años y se hizo pastor en Oropesa, Toledo. Luchó en la compañía del conde de esta villa al servicio del emperador Carlos V, defendiendo la plaza de Fuenterrabía atacada por el rey Francisco I de Francia. Y ganada la batalla, al no poder custodiar un depósito militar no fue ahorcado de milagro.

Vuelto a Oropesa se libró de un matrimonio deseado por su amo para su hija, pero no por él. Partió a proteger la ciudad de Viena amenazada por los turcos, y luego comenzó un periplo como viajero incansable. Pasó por Flandes y regresó a España por mar. Penetró por La Coruña, visitó Santiago de Compostela y después se dirigió a la casa paterna. Al llegar supo que sus padres habían muerto. Viajó a Sevilla, viviendo un tiempo en Ceuta y Gibraltar. En estos lugares trabajó como leñador, peón de albañil y librero. En 1538 yendo a Gaucín, Málaga, se le apareció el Niño Jesús. Entonces le vaticinó: «Granada será tu cruz». De inmediato se afincó en la ciudad de la Alhambra y mantuvo el oficio de librero. Distribuía textos y estampas religiosas en la tienda que regentaba al lado de la conocida Puerta Elvira. En medio de tantos vaivenes, se sentía movido por la piedad y la caridad con intensidad creciente.
El 20 de enero de 1539 vivió su conversión. San Juan de Ávila pronunciaba un sermón en la ermita de los mártires. Hizo tal retrato de la virtud frente a la fealdad del pecado que dejó a Juan Ciudad conmocionado. Con gran aflicción y ansias de penitencia suplicaba postrado en el suelo: «Misericordia, Señor, misericordia». Dio sus libros a las llamas, se desprendió de sus escasos bienes, y se lanzó a las calles, descalzo, para confesar públicamente sus pecados sin prestar atención a las voces de la gente que le insultaba clamando: «¡Al loco, al loco...!».

El Maestro Ávila le ayudó a contener esa divina locura conduciéndole a una efectiva labor de caridad. Pero antes, pasó por un infierno. Dos personas de buena fe, creyendo hacerle un bien, le condujeron al manicomio, sito en un espacio del Hospital Real de Granada. Este hecho, que por fuerza debía haber sido traumático, a él le abrió las puertas de la misión para la que fue elegido. Por experiencia supo del casi inhumano tratamiento que se aplicaba en la época a esta clase de enfermos, y salió de allí dispuesto a remediar tanto sufrimiento. «Jesucristo me traiga a tiempo y me dé gracia para que yo tenga un hospital, donde pueda recoger a los pobres desamparados y faltos de juicio, y servirles como yo deseo».

Peregrinó a Guadalupe para pedir la ayuda de la Virgen, de acuerdo con Juan de Ávila, con el que previamente se entrevistó en Montilla y luego en Baeza. En Guadalupe se le apareció la Virgen y puso en sus brazos al Niño Jesús. Entregándole unos pañales, le encomendó: «Juan, vísteme al Niño para que aprendas a vestir a los pobres». Conmovido por la visión, se formó en lo preciso para afrontar su obra y comenzó su acción en Granada, por indicación del padre Ávila que le alentó en su quehacer. A finales de 1539 un pequeño hospital abierto en la calle de Lucena pronto se llenó con pobres desamparados cuyo único patrimonio era el sufrimiento que llevaban tatuado en sus frentes: huérfanos, vagabundos, prostitutas, ancianos, viudas, locos, enfermos diversos, etc. Los curaba, consolaba, aseaba y proporcionaba comida. Sin arredrarse, pedía para ellos por las calles con una espuerta y dos marmitas pendidas de su cuello: «Hermanos, haced bien para vosotros mismos».

Las noches eran testigos de su mendicidad: «¿quién se hace bien a sí mismo dando a los pobres de Cristo?», decía. Le abrieron las puertas y le proporcionaron la ayuda requerida, porque las gentes se conmovían ante la potente presencia de aquel hombre menudo del que brotaba la aureola del amor divino. A orillas del río Darro, en el cautivador entorno de la Alhambra, iba cargado con sus fatigas y también con sus añoranzas por lo divino. El arzobispo Ramírez de Fuenleal le impuso el hábito y le dio el nombre de Juan de Dios. Espiritualmente sufrió las asechanzas del maligno.

En 1549 se declaró un pavoroso incendio en el hospital, y no dudó en salvar a sus enfermos penetrando en el recinto, aunque le aconsejaron que no expusiera su vida. Sus hombros fueron la tabla de salvación de todos ellos. Milagrosamente, porque lo vieron moverse envuelto en llamas, no sufrió daño alguno. Numerosas mujeres descarriadas a quienes leía la Pasión de Cristo se convirtieron y cambiaron de vida. Uno de sus éxitos apostólicos fue haber logrado reconciliar a Antón Martín con Pedro de Velasco, asesino de su hermano. Y es que la caridad de Juan era desbordante. A primeros de febrero de 1550 supo que el río Genil arrastraba madera en gran cantidad y la precisaba para sus enfermos. Estando en la rivera, vio a una persona que se ahogaba. Se hallaba muy débil, pero se lanzó al río y la rescató. No obstante, tamaño esfuerzo le costó la vida debido a un agotamiento del que no pudo reponerse.

Este excelso samaritano, penitente y caritativo, murió con fama de santidad el 8 de marzo de 1550 en la casa de los Pisa donde, a petición del arzobispo, le habían acogido esperando que se recuperase. Se había hincado de rodillas abrazado a su crucifijo. Urbano VIII lo beatificó el 21 de septiembre de 1630. Inocencio XII lo canonizó el 15 de agosto de 1691. Y León XIII lo declaró patrono de los hospitales y de los enfermos.