Servicio diario - 19 de marzo de 2018


 

Pre-Sínodo: Francisco anima a los jóvenes a que "hablen abiertamente"
Rosa Die Alcolea

Obispos: "Huid de la tentación de convertiros en príncipes"
Redacción

19 de marzo: Los deseos del Papa Francisco a los padres
Anne Kurian

Un "humilde hermano capuchino ha asombrado al mundo": Papa Francisco en Pietrelcina
Redacción

Santa María Josefa del Corazón de Jesús, 20 de marzo
Isabel Orellana Vilches


 

 

19/03/2018-17:24
Rosa Die Alcolea

Pre-Sínodo: Francisco anima a los jóvenes a que "hablen abiertamente"

(ZENIT – 19 marzo 2018).- “Ustedes son los protagonistas y es importante que hablen abiertamente”: El Papa Francisco ha invitado a los jóvenes a un “diálogo intenso” en la primera jornada de la reunión pre-sinodal.

El Papa Francisco inauguró esta mañana, en la solemnidad de San José, 19 de marzo, el encuentro pre-sinodal en el Pontificio Colegio Internacional Maria Mater Ecclesiae, en Roma.

Hasta el próximo 24 de marzo, más de 300 jóvenes de los 5 continentes se congregan en el Vaticano para participar en esta reunión previa a la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos del mes de octubre que tendrá por tema “Los  jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.

Francisco entró en el salón de actos a las 9 horas, donde fue recibido con aplausos y con un gran entusiasmo por parte de los jóvenes presentes.

“Fueron invitados como representantes de los jóvenes del mundo porque vuestra contribución es indispensable”, les dijo el Santo Padre al inicio de su discurso y añadió que “Dios ha querido hablar a través de los más jóvenes”, según ‘Vatican News’ en español.

El Papa aclaró que es voluntad de la Iglesia “ponerse a la escucha de todos los jóvenes, ninguno excluido”, y se refirió a la necesidad de tomar en serio a los jóvenes, a menudo “marginados de la vida pública”.

 

Dios llama a cada uno

Seguidamente, aludiendo al Documento preparatorio, el Obispo de Roma recordó que el Sínodo de octubre se propone en particular desarrollar las condiciones para que los jóvenes sean acompañados “con pasión y competencia” en el discernimiento vocacional, “en el reconocer y acoger la llamada al amor y a la vida en plenitud”.

“Dios ama a cada uno y a cada uno dirige personalmente una llamada”, les aseguró el Papa, y los invitó a compartir la búsqueda de la vida con Dios Padre.

Y “porque no podemos tener sólo para nosotros a quien nos cambió la vida”, es decir a Jesús, les señaló que sus amigos y coetáneos, “aun sin saberlo, esperan a Jesús y su anuncio de salvación”.

 

Llamado de los jóvenes a los adultos

Con la tercera idea que expresó el Papa en su discurso ha respondido al llamado de los jóvenes a los adultos, a quienes les piden estar cerca de ellos y ayudarles en las elecciones importantes, “un llamado a la Iglesia para que redescubra un dinamismo juvenil renovado”, ha indicado el Papa.

También en la Iglesia debemos aprender nuevos modos de presencia y cercanía”, expresó el Papa, y para ilustrarlo se refirió al mensaje de un joven que con entusiasmo narraba su participación en algunos encuentros con estas palabras: “La cosa más importante –decía el joven– fue la presencia de religiosos entre nosotros jóvenes, como amigos que nos escuchan, nos conocen y nos aconsejan”.

 

Corazón de la Iglesia joven

“El corazón de la Iglesia es joven porque el Evangelio es una linfa vital que lo regenera continuamente”. En el cuarto y último punto del discurso de la reunión pre sinodal, el Papa Francisco subrayó la necesidad de reapropiarse del entusiasmo de la fe y del gusto de la búsqueda:

“Necesitamos reencontrar en el Señor la fuerza para recuperarnos de los fracasos, avanzar y fortalecer la confianza en el futuro. Y tenemos que osar senderos nuevos, incluso si implican riesgos. Debemos arriesgar, porque el amor sabe arriesgar; sin arriesgar, un joven envejece, y también envejece la Iglesia. Por lo tanto, necesitamos de ustedes, jóvenes, piedras vivas de una Iglesia con rostro joven, pero no maquillado: no rejuvenecido artificialmente, sino reavivado desde adentro. Ustedes nos provocan salir de la lógica del “siempre se ha hecho así” para permanecer en modo creativo en la raíz de la auténtica Tradición”.

Así, y para “sintonizarnos en la longitud de onda de las jóvenes generaciones”, el Romano Pontífice señala que es de gran ayuda un diálogo intenso, y exhorta a los jóvenes a que se expresen con franqueza y libertad: “ustedes son los protagonistas y es importante que hablen abiertamente”, les dice, asegurándoles, una vez más, que su contribución será tomada en serio.

 

 

 

19/03/2018-18:48
Redacción

Obispos: "Huid de la tentación de convertiros en príncipes"

(ZENIT — 19 marzo 2018).- "Le toca más al obispo servir que dominar ... Evitar la tentación de convertirse en príncipes". Esta ha sido la exhortación del Papa Francisco al celebrar la misa de ordenación episcopal de tres nuevos obispos, este 19 de marzo de 2018, solemnidad de San José, en la Basílica de San Pedro.

"Fuisteis hechos para cosas que le conciernen a Dios", les ha dicho el Papa: "No para otras cosas, no para los negocios, ni para la mundanalidad, ni para la política". Él ha insistido también: "El primer deber de un obispo es la oración. Un obispo que no reza no cumple con su deber, no cumple su vocación".

Finalmente, les pidió que estuvieran particularmente cerca de los sacerdotes: "que puedan encontrar al obispo el mismo día o, como máximo, al día siguiente cuando lo busquen".

Durante la celebración, el Papa como obispos a tres recién nombrados nuncios apostólicos, elevados a la dignidad de arzobispo: Mons. Waldemar Stanis?aw Sommertag, polaco, nuncio apostólico en Nicaragua; Mons. Alfred Xuereb, maltés, nuncio apostólico en Corea y Mongolia; Mons. José Avelino Bettencourt, portugués-canadiense, nuncio apostólico en Armenia.

Su homilía fue esencialmente la "homilía ritual" previsto en la edición italiana del Pontificio Romano para la ordenación de obispos, a la que el Papa ha incorporado adiciones personales, con todo el corazón.

AK

 

Homilía del Papa Francisco

Queridos hermanos e hijos amados,

Pensemos cuidadosamente sobre esta alta responsabilidad eclesial a la que se llama nuestros hermanos. Nuestro Señor Jesucristo, enviado por el Padre para redimir a los hombres, envió a los doce apóstoles al mundo para que, llenos del poder del Espíritu Santo, proclaman el Evangelio a todos los pueblos, y al reunirlos bajo un solo pastor, los santifican y los guían hacia la salvación.

Para perpetuar de generación en generación este ministerio apostólico, los Doce se han unido a sus colaboradores transmitiéndoles mediante la imposición de manos el don del Espíritu recibido de Cristo, que confirió la plenitud del sacramento de la Orden. Por lo tanto, a través de la sucesión ininterrumpida de obispos en la tradición viva de la Iglesia, este ministerio principal se ha preservado, y el trabajo del Salvador continúa y continúa hasta nuestros días. Nuestro Señor Jesucristo, eterno sumo sacerdote, está presente entre ustedes en el obispo rodeado de sus sacerdotes.

De hecho, es Cristo quien, en el ministerio del obispo, continúa predicando el evangelio de la salvación y santificando a los creyentes a través de los sacramentos de la fe. Es Cristo quien, en la paternidad del obispo, hace que su cuerpo, que es la Iglesia, crezca a través de nuevos miembros.

Es Cristo quien, en la sabiduría y la prudencia del obispo, guía al pueblo de Dios en su peregrinación terrenal a la felicidad eterna. Dadles el honor que se debe a los ministros de Cristo y a los dispensadores de los misterios de Dios, a quienes se les ha confiado el testimonio del Evangelio y el ministerio del Espíritu para la santificación. Recordad las palabras de Jesús a los apóstoles: "El que te escucha, a mí me escucha, el que te rechaza me rechaza, y el que me rechaza rechaza al que me envió".

En cuanto a ustedes, queridos hermanos, elegidos por el Señor, piensen en el hecho de que han sido escogidos entre los hombres y por los hombres, han sido hechos para cosas que le conciernen a Dios. No por otras cosas, no por negocios, no por mundanalidad, no por política. "Episcopado", de hecho, es el nombre de un servicio y no un honor. Le corresponde más al obispo servir que dominar, según el mandato del Maestro: "que el mayor de ustedes se comporte como el más joven, y el que gobierna como el que sirve". Huid de la tentación de convertiros en príncipes.

Anunciad la Palabra en cualquier ocasión, oportuna o inoportuna. Advertid, reprended, exhortad con magnanimidad y doctrina. Y a través de la oración y el ofrecimiento de sacrificio para su pueblo, sacará de la plenitud de la santidad de Cristo la riqueza multiforme de la gracia divina. La oración del obispo es el primer deber del obispo.

Cuando las viudas fueron a buscar a los apóstoles para quejarse de que no les importaban lo suficiente, con la fuerza del Espíritu Santo inventaron el diaconado. Y Pedro, al explicar esto, dijo: 'A nosotros la oración y la proclamación de la Palabra'.

El primer deber de un obispo es la oración. Un obispo que no reza no cumple con su deber, no cumple su vocación. En la Iglesia confiada a vosotros, sed los fieles guardianes y dispensadores de los misterios de Cristo; colocados por el Padre a la cabeza de su familia, seguid siempre el ejemplo del buen Pastor que conoce a sus ovejas, que es conocido por ellas y que no ha dudado en dar su vida por ellas.

Amad con el amor de un padre y un hermano a todos aquellos a quienes Dios te confía. Sobre todo, amad a los sacerdotes y a los diáconos. Ellos son sus colaboradores en el ministerio. Por favor: proximidad a los sacerdotes, que puedan encontrar al obispo el mismo día o como máximo, al día siguiente, cuando lo busquen. Proximidad a los sacerdotes. También la proximidad con los pobres, las personas indefensas y aquellos que necesitan ser bienvenidos y ayudados. Instad a los fieles a cooperar con el compromiso apostólico y escuchadlos de buena gana.

Prestad mucha atención a aquellos que no pertenecen al único recinto de Cristo, porque también os han sido confiados en el Señor. Rogad mucho por ellos. Recordad que en la Iglesia Católica, unidos por el vínculo de la caridad, estáis unidos con el Colegio de Obispos y debéis tener en vosotros la solicitud de todas las iglesias, dando ayuda generosa a quienes necesitan más ayuda.

Y mirad con amor a todo el rebaño en la que colocáis al Espíritu Santo para dirigir la Iglesia de Dios. Hacedlo en nombre del Padre, cuya imagen estáis presentando; en el nombre de Jesucristo, su Hijo, por quien sois constituidos maestros, sacerdotes y pastores. Y en el nombre del Espíritu Santo que da vida a la Iglesia y que, por su poder, apoya nuestra debilidad.

Traducción de Zenit

 

 

19/03/2018-16:13
Anne Kurian

19 de marzo: Los deseos del Papa Francisco a los padres

(ZENIT — 19 marzo 2018).- "Queridos papás, ¡felicidades en su día! Sean para sus hijos como san José: custodios de su crecimiento en edad, sabiduría y gracia": Este es el tweet publicado por el Papa Francisco el 19 de marzo de 2018, fiesta de San José y quinto aniversario de su instalación en la sede de Pedro.

Cinco años antes, el 19 de marzo de 2013, el Papa inauguró su pontificado celebrando la Misa en la Plaza de San Pedro. "¿Cómo vive José su vocación de guardián de María, de Jesús, de la Iglesia?", se preguntó en su homilía.
José —respondió— ejerce esta guardia "con discreción, con humildad, en silencio... por una presencia constante y una fidelidad total, incluso cuando él no entiende... Él acompaña cada momento con consideración y amor. Él está con María, su esposa, en momentos serenos y en los momentos difíciles de la vida".

San José —siguió el Papa— está "en constante atención a Dios, abierto a sus signos, disponible para su proyecto, no tanto para el suyo propio. José es 'guardián', porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es aún más sensible a las personas que le han sido confiadas, sabe leer los hechos de forma realista, está atento a lo que lo rodea, y él sabe cómo tomar las decisiones más sabias".

El Papa Francisco también señaló que si San José "aparece como un hombre fuerte, valiente y trabajador" también nutre "una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino por el contrario, denota una fortaleza del alma y una capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura a los demás, de amor". Y alentó: "¡No debemos temer a la bondad, a la ternura!".

 

Cinco años después

Durante estos cinco años, el Papa argentino ha realizado 22 viajes apostólicos internacionales, 18 viajes a Italia, 16 visitas a parroquias romanas. Presidió o lanzó cuatro sínodos de obispos (familia, juventud, Amazonia), dos años especiales (Año de la Vida Consagrada y Año Santo de la Misericordia) y tres Jornadas Mundiales de la Juventud (Río de Janeiro, Cracovia, Panamá).

Publicó dos encíclicas (Lumen Fidei y Laudato Si'), dos exhortaciones apostólicas ( Evangelii Gaudium, Amoris laetitia), una bula papal, y 23 motu proprio. Presidió más de 219 audiencias generales — sobre ocho temas: profesión de fe, sacramentos, dones del Espíritu Santo, Iglesia, familia, misericordia, esperanza cristiana, misa — y 286 Angelus y Regina Coeli.

En cinco años, presidió más de 12 ceremonias de canonización y decretó cinco canonizaciones, elevando 880 santos a la gloria de los altares, así como cuatro consistorios para la creación de 61 nuevos cardenales: 49 electores y 12 no electores mayores de 80 años.

 

 

19/03/2018-17:23
Redacción

Un "humilde hermano capuchino ha asombrado al mundo": Papa Francisco en Pietrelcina

(ZENIT — 19 marzo 2018).-"Este humilde fraile capuchino sorprendió al mundo por su vida toda dedicada a la oración y la escucha paciente de sus hermanos, sobre los sufrimiento él vertía el bálsamo de la caridad de Cristo": El Papa Francisco recuerda, en estos términos el testimonio de San Pío de Pietrelcina, con motivo de su visita al pueblo natal del santo Capuchino italiano.

El Papa Francisco fue en un helicóptero desde el Vaticano, la mañana del sábado, 17 de marzo de 2018. Se dirigió a la ciudad natal de Francesco Forgione (Santo Padre Pio) Pietrelcina en la región italiana de Puglia. Se recogió en la capilla del "olmo de los estigmas".

De hecho, el viaje se inscribió en el marco del centenario de la aparición de los estigmas de la pasión de Cristo en el cuerpo de San Pío (1887-1968) y el 50 aniversario de su "nacimiento en el cielo".

Cuando llegó a "Piana Romana" alrededor de las 8:15, el Papa se recogió primeramente en la estatua de la Virgen María y ofreció un rosario. Fue recibido por el arzobispo de Benevento, Mon. Felice Accrocca quien habló del "gran" afecto de todos por el Papa, que enseguida tomó la palabra.

El Papa ha invitado a sus conciudadanos a imitar el amor del santo por la Iglesia y por la comunión: "Al imitar su heroico ejemplo y sus virtudes, podáis convertiros también en instrumentos del amor de Dios, del amor de Jesús por los más débiles"

Esta es nuestra traducción de la alocución pronunciada por el Papa Francisco.

AB

 

Discurso del Papa Francisco en Pietrelcina

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Estoy feliz de estar en este país, donde nació Francesco Forgione y donde comenzó su larga y fructífera aventura humana y espiritual. En esta comunidad forjó su humanidad, aprendió a orar y a reconocer en los pobres la carne del Señor, hasta que creció en el seguimiento de Cristo y pidió ser admitido en los Frailes Menores Capuchinos, convirtiéndose así en Hermano Pio de Pietrelcina. Aquí comenzó a experimentar la maternidad de la Iglesia, de la que siempre fue un hijo devoto. Amaba a la Iglesia, amaba a la Iglesia con todos sus problemas, con todas sus desgracias, con todos nuestros pecados. Debido a que todos somos pecadores, nos avergonzamos de ello, pero el Espíritu de Dios nos ha llamado a esta Iglesia que es santa. Y él amaba a la Iglesia santa y a sus hijos pecadores, a todos ellos. Ese fue San Pío. Aquí él medita intensamente el misterio de Dios que nos ha amado hasta darse Él mismo por nosotros ( Gal 2,20). Recordando con estima y afecto a este santo discípulo de San Francisco, os saludo cordialmente a vosotros que sois de la misma región que él, a vuestro párroco y al alcalde, lo mismo que al Pastor de la diócesis, Mon. Felice Accrocca, a la comunidad de Capuchinos y a vosotros todos los que habéis querido estar aquí presentes.

Nos encontramos hoy en la misma tierra donde el Padre Pío se hospedó en septiembre de 1911 para "respirar un poco de aire más saludable". En esa época no había antibióticos y las enfermedades se curaban volviendo al país natal, la de la "mamá", comer cosas que son buenas, respirar bien y rezar. Así es como lo hizo, como todos los demás, como un campesino. Fue su nobleza. Nunca renegó de su aldea, nunca renunció a sus orígenes, nunca renegó de su familia. En esa época, vivía en su pueblo natal por razones de salud. No fue un momento fácil para él: estaba profundamente atormentado internamente y temía caer en el pecado, sintiéndose asaltado por el demonio. Y eso no da paz, porque se mueve. Pero, vosotros ¿Creeis que el diablo existe? ... ¿no estáis muy convencidos? Le diré al obispo que haga catequesis ... ¿Existe o no el diablo? [Ellos responden, "¡Sí! "]. Y él va, va por todas partes, se mete en nosotros, nos mueve, nos atormenta, nos engaña. Y él [Padre Pio] tenía miedo de que el demonio lo atacara, empujándolo al pecado. Con algunos podía hablar tanto por correspondencia como en el pueblo: al único Arcipreste Don Salvadore Pannullo, le manifiesta "prácticamente todo" su "preocupación por obtener aclaraciones" (Carta 57, en Epistolario I, P. 250), porque él no entendía, quería aclarar lo que estaba sucediendo en su alma. ¡Era un buen chico!

En esos momentos terribles, el Padre Pio, sacó la fuerza vital en la oración continua y la confianza que depositaba en el Señor: "Todos los malos fantasías — dijo — que el diablo metió por la cabeza desaparece tan pronto como, con confianza, me abandono en los brazos de Jesús ". ¡Hay toda la teología! Tienes un problema, estás triste, estás enfermo: déjate en los brazos de Jesús. Eso es lo que hizo. Él amaba a Jesús y él confiaba en él. Así escribió al Ministro provincial, asegurándole que su corazón se sentía "atraído por una fuerza superior antes de unirse con él por la mañana en la Santa Cena". "Y este hambre y sed en lugar de apaciguarse", después de recibirlo "aumentó más y más" ( Carta 31, en Epistolario) 1, p. 217). Por lo tanto, el Padre Pío se sumió en la oración para adherirse cada vez más a los planes de Dios. A través de la celebración de la Santa Misa, que fue el corazón de cada uno de sus días y la plenitud de su espiritualidad, alcanzó un alto nivel de unión con el Señor. Durante este período, recibió de lo alto dones especiales místicos, que precedieron a las manifestaciones de los signos de la pasión de Cristo en su carne.

Queridos hermanos y hermanas de Pietrelcina y la diócesis de Benevento, vosotros contáis con el Padre Pío entre las figuras más bellas y luminosas de vuestro pueblo. Este humilde fraile capuchino asombró al mundo con su vida dedicada a la oración y la paciente escucha de sus hermanos, sobre cuyos sufrimientos derramó el bálsamo de la caridad de Cristo. Al imitar su ejemplo heroico y sus virtudes, pueden convertirse en instrumentos del amor de Dios, del amor de Jesús por los más débiles. Al mismo tiempo, considerando su fidelidad incondicional a la Iglesia, daréis testimonio de la comunión, porque solo la comunión, es decir, estar cada vez más unidos, en paz entre nosotros, en comunión entre nosotros — edifica y construye. Un pueblo que pelea todos los días no crece; asusta a la gente. Es un pueblo enfermo y triste. Por el contrario, un pueblo donde se busca la paz, donde todos se quieren -más o menos, pero se quieren mutuamente-, donde uno no desea hacerse daño, este pueblo, aunque pequeño, crece crece, crece, crece y se vuelve fuerte. Por favor, no perdáis el tiempo, ni la fuerza, discutiendo entre vosotros. No conduce a ninguna parte. ¡No os hace crecer! No os hace avanzar. Pensad en un niño que llora, llora, llora y no quiere moverse de su cuna, llora y llora. Cuando su madre lo pone en el piso, comienza a gatear, llora, llora ... y regresa a su cuna. Te pregunto: ¿podrá este niño caminar? No, porque él todavía está en su cuna. Si un aldeano argumenta, discute y argumenta, ¿podrá crecer? No, porque todo el tiempo, toda su fuerza es discutir. Por favor: paz entre vosotros, comunión entre vosotros. Y si es el deseo de uno de vosotros es hablar mal de otro, morderse la lengua. Te hará bien, porque tu lengua se hinchará, pero te hará bien; al pueblo también. Dad este testimonio de comunión.

Espero que esta región tome una nueva vida de las lecciones de la vida del Padre Pío en un momento difícil como el de hoy, donde la población disminuye y envejece gradualmente porque muchos jóvenes se ven obligados a ir a otra parte para buscar trabajo. Migración interna de jóvenes: un problema. Reza a la Santísima Virgen para que te dé la gracia de que los jóvenes encuentren trabajo aquí, entre vosotros, cerca de la familia, y que no se vean obligados a ir a ninguna otra parte, mientras la aldea declina, declina. La población está envejeciendo, pero es un tesoro, ¡lo viejo es un tesoro! Por favor, no margine a las personas mayores. No debemos marginar a los viejos, no. Lo viejo es sabiduría. Que las personas mayores aprenden a hablar con los jóvenes y que los jóvenes aprenden a hablar con los viejos. Ellos tienen la sabiduría de un pueblo, los viejos. Cuando llegué, estaba tan contento de saludar a uno de 99 años y a una "jovencita" de 97. Espléndido ! ¡Estas son vuestra sabiduría! Habla con ellos que son protagonistas del crecimiento de este pueblo. Que la intercesión de su santo conciudadano sostenga los propósitos de unir las fuerzas, y así ofrecer, ante todo a las generaciones más jóvenes, perspectivas concretas para un futuro de esperanza. Que no falte una atención solícita y cargada de ternura — como ya he dicho- hacia los ancianos que son patrimonio de nuestras comunidades. Me gustaría que una vez se diera el Premio Nobel a los ancianos que dan una memoria a la humanidad. Que no haya una solicitud atenta y una carga de ternura, como dije, a los ancianos, que son patrimonio de su comunidad. Me gustaría una vez que otorguemos el Premio Nobel a los ancianos que le dan un recuerdo a la humanidad.

Animo a esta tierra a guardar como tesoro precioso al testimonio cristiano y sacerdotal de San Pio de Pietrelcina: que sea para cada uno de vosotros un estímulo a vivir en plenitud su existencia, al estilo de las Bienaventuranzas y por las obras de misericordia. Que la Virgen María, a quien venerais bajo el nombre de Madonna della Libera, os ayude a caminar con alegría por el camino de la santidad. Y por favor, rezad por mí, porque lo necesito. ¡Gracias !

© Traducción ZENIT, Raquel Anillo

 

 

19/03/2018-15:43
Isabel Orellana Vilches

Santa María Josefa del Corazón de Jesús, 20 de marzo

«Enfermos y necesitados: horizonte de una vida clavada en Cristo forjada de amor y de sacrificios. Fue el santo y seña de esta religiosa española, fundadora de las Hermanas Siervas de Jesús»

María Josefa Sancho de Guerra dedicó su vida entera a cuidar a los enfermos y a asistir a los pobres, inclinación característica de su infancia junto a la devoción por la Eucaristía y por la Virgen María. Como es propio de los santos, la clave de su acción fue el amor a Cristo, a quien veía en su prójimo. Desde esta cátedra inigualable de la caridad dispensó a cada uno el trato preciso. Supo acoger y comprender a todos en sus limitaciones sin exclusión. Porque solo Él, «Varón de dolores», puede mostrar cómo ha de procederse cuando más descarnada se muestra la fragilidad del ser humano que yace atrapado por la enfermedad, y tal vez estremecido por la angustia ante la muerte. En un momento dado, esta fundadora advirtió a sus hijas: «La asistencia no consiste solo en dar las medicinas y los alimentos al enfermo; hay otra clase de asistencia, y es la del corazón, procurando acomodarse a la persona que sufre».

Natural de Vitoria, España, nació el 7 de septiembre de 1842. Perdió a su padre cuando tenía 6 años. Era la mayor de tres hermanas. A los 15 años se trasladó a Madrid con objeto de completar la educación que venía recibiendo. Y a los 18, teniendo clara vocación, no dudó de que su futuro debía transcurrir al abrigo de un claustro, algo que realmente le atraía. Años más tarde, mirando atrás retrospectivamente, diría: «Nací con la vocación religiosa». El convento de las concepcionistas de Aranjuez fue el lugar en el que pensó ingresar en 1860. Entonces contrajo el tifus y se frustraron sus sueños de convertirse en contemplativa. El trasfondo de la enfermedad, más allá del ámbito físico, era netamente espiritual. Ella, como le ha sucedido a tantos otros, tenía trazada de antemano una misión para la que había sido elegida por Dios. Y la inoportuna lesión no hacía más que señalarle otro camino. Naturalmente, desconocía este extremo, aunque pronto se le iba a desvelar. Urgida por religioso empeño, acudió al instituto de las Siervas de María. A punto de profesar, se presentaron las dudas. Tenía 22 años cuando surgió el recelo: ¿debía comprometerse con una Orden de vida activa?

Abrió su corazón sucesivamente a la maestra de novicias santa Soledad Torres Acosta, y a san Antonio María Claret. Ambos la ayudaron a dilucidar su camino, juzgando que hasta entonces había errado en el que debía materializar su vocación. Llevada de la mano del santo, después de haberlo meditado durante tres días ofreciendo la Eucaristía al Espíritu Santo por indicación suya, no necesitó más. Comprendió que, efectivamente, tal como este fundador le había advertido, estaba llamada a poner en marcha otra Obra. Aunque los temores volvieron a asaltarla en otros momentos, con la venia del cardenal arzobispo de Toledo, que la alentó, en 1871 dejó a las Siervas de María y se dispuso a fundar en Bilbao el Instituto de las Hermanas Siervas de Jesús dedicado a la asistencia de los enfermos. Espiritualmente, el viaje, cuyo destino primero había sido Barcelona, constituyó para ella una dura prueba. Echando mano de la confianza en medio de la oscuridad que se cernió sobre su espíritu, junto al consuelo de las cuatro religiosas que le acompañaban, consiguió proseguir adelante y fortalecerse para nuevas dificultades. Tuvo que vencer suspicacias desde el primer momento hasta de personas que después iban a serle de gran ayuda, como le sucedió inicialmente con el bondadoso sacerdote Mariano José de Ibargoingotia. Las vocaciones florecían. Y el Instituto, que instituyó no sin ciertas penalidades y sacrificios, se fue extendiendo dentro y fuera de España. Recibió aprobación diocesana en 1874 y obtuvo la pontificia en 1886.

Al profesar María Josefa tomó el nombre de sor Corazón de Jesús. Fue superiora de la congregación de forma ininterrumpida durante cuarenta y dos años, poniendo de relieve la autenticidad de sus palabras: «Mi vida está en Dios y es para Dios». En esas décadas tuvo que lidiar con las guerras carlistas y diversos asedios sufridos por la ciudad de Bilbao. Después de intrincados viajes para visitar las diversas comunidades, un grave problema cardíaco, que luego se complicó con una lesión pulmonar, en 1911 la dejó completamente mermada. Solo podía permanecer acostada o sentada en una butaca. Así fue siguiendo el devenir de las fundaciones, atrapada físicamente, pero lúcida y capaz de escribir a sus hijas numerosas cartas. En ellas plasmó su rica espiritualidad concretada en su gran amor a la Eucaristía y al Sagrado Corazón, la vocación a abrazarse a la cruz participando en el dolor Redentor de Cristo, y la plena dedicación al servicio de los enfermos encarnada en un espíritu contemplativo. Hizo notar: « La caridad y el amor mutuo, forman aún en esta vida el cielo de las comunidades. Sin cruz no hemos de estar, dondequiera que vayamos, la vida religiosa es vida de sacrificio y de abnegación. El fundamento de la mayor perfección es la caridad fraterna». Encomendaba a sus hijas: «Sean compasivas con los enfermos, en el lecho del dolor, todos son igualmente necesitados». Al final, postrada, como se hallaban tantos en los que pensó al poner en marcha la fundación y a los que había dedicado su vida, al sentir el afecto y delicadeza de sus hermanas pedía que no le dispensaran un trato deferente: «Dejadme morir como una pobre religiosa... Tratadme como a los pobres, quiero morir como he vivido...». Falleció en Bilbao el 20 de marzo de 1912 diciendo: «Ya está todo». El carisma que había amasado sobre el «amor y sacrificio» era una espléndida realidad. Dejaba 42 casas abiertas y más de un millar de religiosas. Juan Pablo II la beatificó el 27 de septiembre de 1992. Él mismo la canonizó el 1 de octubre del año 2000.