El ojo crítico

 

Carta abierta a SAR Leonor de Borbón (pedir disculpas)

 

 

09/04/2018 | por Salvador Aragonés


 

 

Alteza Real:

Siempre he mirado con una cierta ternura su presencia en público, con su sonrisa inocente, dócil a sus padres, los Reyes de España, que sin duda ha cautivado a muchos españoles.

Al ver a Su Alteza, pienso en las dificultades que deberá afrontar en el presente y en el futuro. Porque un Príncipe nace Príncipe (o Princesa). No puede elegir su oficio, ni su rango, ni… tantas otras cosas. Debe amoldarse a su destino de futura Reina de su pueblo.

Un día, no hace mucho, os vi Leonor, rodeada de muchos niños españoles de su edad y de distinta condición, incluso de distinta lengua y lugar. Dijeron que era para que se viera que Su Alteza se mezclaba con el pueblo, con los niños de su edad.

Permítame, sin embargo, una crítica a Su Alteza Real, en un día tan señalado –para los católicos— como la fiesta de Pascua, fiesta de la Resurrección de Jesús, en Palma de Mallorca. Asistieron a la Misa Pascual toda la Familia Real: los Reyes, sus padres, Felipe VI y Letizia, los Reyes Eméritos, sus abuelos, Juan Carlos y Sofía (que fueron los padrinos de su bautismo), además de su hermana la Infanta Sofía.

Era, o debía de ser, un momento importante para la Monarquía, y para la Dinastía, pues esta, en su esencia, está basada en la familia que tiene como misión moderar los destinos de su Patria, ahora y en el futuro. Las desuniones familiares en la Familia Real no son bien vistas por el pueblo porque  entiende que la Familia Real ha de ser una familia ejemplar –o casi- en donde resplandezcan el amor, la armonía, el equilibrio, la alegría y las virtudes humanas.

¿Cómo va a moderar bien la Patria la Familia Real si está desunida, con malos modos, con solapadas y públicas peleas, sonrisas forzadas, etc.? En los políticos elegidos por el pueblo se les exige un buen comportamiento, un comportamiento ejemplar en su vida pasada y presente. Su Alteza sabe que esto abunda poco, o muy poco, en la España de hoy.

Pero nos queda la Monarquía como símbolo de buen ejemplo para todos los ciudadanos, no solo a nivel personal, sino también familiar. La Monarquía debe encarnar los valores permanentes de su pueblo. En los tiempos modernos el pueblo quiere ver autenticidad, buenas maneras, lealtad y buen hacer. Además, vos Princesa, debéis ser la esperanza del pueblo, la esperanza de un futuro mejor para los españoles.

No puedo dejar de decirle a Su Alteza que no fue nada ejemplar su comportamiento a la salida de la Misa de Pascua con su familia, la Familia Real. Quitar el brazo de su abuela, la Reina Sofía, que quería hacerse una foto con sus nietas, fue un mal ejemplo, no solo por demostrar muy poco apego con su abuela, sino que lo peor es que lo vieron muchos niños y muchos abuelos de toda España ¡Vaya ejemplo, desdeñar a la abuela!

Alteza, debo decirle que soy abuelo y que no hay más dicha que compartir el cariño y la alegría de los nietos y ver que sus familias están unidas en el amor y la comprensión de todos. Desdeñar a una abuela en público, aunque sea con una sonrisa ya bien aprendida, causó la sensación de que esta Monarquía Española está desunida, donde no abunda la comprensión y el cariño.

Mal futuro auguráis a la dinastía que encarnáis, si a los 12 años ya os rebeláis de este modo. En mi caso –os lo digo de todo corazón—si alguno de mis nietos desdeñara de este modo al abuelo o a la abuela, merecería una fuerte reprimenda por parte de sus padres, mis hijos.

Alteza, todos tenemos malos momentos en la vida, pero una Princesa, una futura Reina, debe suplir con sus actos ejemplares algunos errores que todos cometemos, y, además, disculparse por ello. Mal empezaréis vuestro reinado si dejáis las cosas así, porque no solo la Reina Sofía– ejemplo del buen hacer de una Reina, una esposa y una madre- sino también el pueblo español espera una disculpa.

Alteza, debo decirle que personalmente no soy monárquico, pero como tantos millones de españoles acepta la Monarquía como forma de Estado, si es útil y encarna los valores históricos de los españoles.

Para terminar, un pequeño consejo me atrevo darle como español: busque Su Alteza la complicidad del pueblo español, con su cariño a sus padres y abuelos, y a todos los españoles, y la vean siempre con esta sonrisa producto de su libertad y paz interiores, y no como una pose bien aprendida.

Suyo afectísimo,