Editorial

 

Una Iglesia en salida para evangelizar

 

 

23/04/2018 | por ForumLibertas


 

 

Cualquier lector ajeno a la fe cristiana atento al Nuevo Testamento, constatará fácilmente la abundancia desbordante de referencias y exigencias a llevar la buena nueva de Jesucristo al mundo entero, a evangelizar, es el mandato de Jesucristo, el eje sobre el que gira toda la narración de Los Hechos de los Apóstoles, las Cartas de Pablo, de Juan y de Pedro.

Siendo así, resulta difícil de explicar porque se ha prestado desde el punto de vista práctico, real, tan poca atención en estos lares, de tal manera que se produce todavía la paradoja de considerar “misioneros” a los sacerdotes y religiosos, que viajan a países de mayoritaria población católica, en lugar de misionar donde realmente hoy es tierra de misión, que es el caso de España. Resistirse a aceptar esta realidad puede incluso significar un pecado de orgullo, una aceptación necesaria, porque solo bajo esta condición previa es posible transformar la realidad.

Hay signos visibles de esta revitalización misionera, lo que no significa que antes que ellos no existieran resplandores, luces, testimonios brillantes de la fe y la evangelización entre nosotros. Claro que sí, hay y muchos, Pero, precisamente la existencia de estas buenas brasas, constatan que no existe la gran hoguera que todo lo ilumina y calienta.

Un ejemplo de esta voluntad de salir de la zona de confort eclesial, de acudir a las periferias religiosas, lo podemos encontrar en el recién presentado plan pastoral de la Archidiócesis de Barcelona Orientaciones y Propuestas para una Conversión Pastoral en archidiócesis de Barcelona, que vino precedido de la carta dominical del Cardenal Omella de título bien explícito: Evangelizar es el mejor voluntariado. La indicación a los católicos laicos no puede ser más precisa. Ahora la tarea principal, por necesaria, radica en la evangelización. Es todo un acierto, porque ésta difícilmente prosperará sin una acción lo más numerosa, acertada y continuada posible de los laicos. Porque son ellos que, de forma natural y contienda en el trabajo, los estudios, la vida asociativa, política, en la empresa y el sindicato, en la propia familia nuclear y extensa, están en contacto con esa periferia tan grande donde la fe está eclipsada o marchita.