Tribunas

Época de Congresos

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

Según se desprende de los trabajos de los obispos durante la pasada semana, en Asamblea Plenaria, volvemos a la época de los Congresos, al catolicismo de Congresos.

Los Congresos han sido claves en la historia del catolicismo español. Desde los Congresos sociales católicos de la época del movimiento de renovación social de finales del XIX y principios del XX, pasando por los Congresos de la Buena prensa, hasta llegar a la época de los Congresos de Evangelización y hombre de hoy, de la parroquia misionera, de los laicos.

Habrá que animar a los obispos, sin duda, a organizar una nueva Asamblea Conjunta de obispos-sacerdotes, y laicos –que ahora estamos en otra época-. Máxime ahora que los historiadores están metidos de lleno en este tema, como se va a ver en el mes de mayo en Madrid.

Es curiosa esta tendencia a organizar Congresos cuando el viento arrecia. Quizá porque sea necesario el calor del grupo, la visibilidad de referencia comunitaria o, simplemente, porque es un actividad eficaz para responder a quienes dicen que no se hace nada.

Por cierto, se percibe una cierta tendencia al revisionismo histórico en este clima. Ocurrió con el más que interesante en algunas de sus ponencias sobre Pablo VI y España –del que se acaban de publicar las Actas en la BAC-. Y puede ocurrir con el anunciado por el portavoz episcopal sobre el papel de la Iglesia en la sociedad democrática, que se celebrará en la Fundación Pablo VI los próximos 3 y 4 de octubre. Que, por cierto, está en relación con uno que dicen se va a organizar también sobre apostolado seglar en noviembre de 2019.

Esperemos a ver cuáles son las dinámicas que marcan estos Congresos, qué nivel de auto-referencialidad tienen, de novedad, de propuesta ilusionante.

Esperemos a ver si los Congresos de verdad representan una posibilidad real de libre diálogo público entre comprensiones complementarias de lo que está ocurriendo o van a servir para enterrar tendencias e imponer sensibilidades. Si en el pasado se produjeron equivocaciones, convendría aprender de lo ocurrido y no volver a repetirlas.

Para eso hay que tener altura de miras y trascender personalismos. Asentar una pedagogía de diálogo público basada en la verdad y no en la mentira, apartar las insidias y difamaciones –contra las que clama el Papa constantemente- y anclar la esperanza en la sincera cooperación y sinodalidad.

Una oportunidad que no debiera ser desaprovechada.

 

José Francisco Serrano Oceja