Tribunas

Y dale con don Adolfo

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

La sección redaccional “En voz baja” de este portal ha publicado una loa nada desdeñable al obispo de Almería monseñor Adolfo González Montes por sus destacadas intervenciones en la pasada Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española.

Recuerda el papel de este singular obispo en la redacción y aprobación del documento “Jesucristo, salvador del mundo y esperanza de la humanidad”. Un documento, por cierto, que ha pasado ya al olvido de no pocos y que habría que relacionar con el reciente romano sobre la salvación cristiana. Recuerdo que cuando se publicó el documento se produjeron algunas disfunciones comunicativas que sorprendieron a más de uno.

Es cierto que monseñor González Montes era un excelente profesor en la Universidad Pontifica de siempre. Doy testimonio de ello. En una Universidad que ofreció a la Iglesia en España constelaciones de obispos y sacerdotes que han ocupado relevantes cargos en diócesis y en Congregaciones religiosas. Una Universidad en donde se fraguó el mayo del 68 de la Iglesia en España, por cierto, ahora que estamos en fechas conmemorativas.

Don Adolfo, como se le llamaba entonces, y supongo que se le sigue llamando ahora, es un teólogo formado en Tubinga, a la sombra de J. Moltmann, que hizo de puente entre la teología política centro europea y la española. Trabajó entonces en estrecha colaboración con monseñor José María Setién y, también con monseñor Fernando Sebastián.

La relación con Setién le dio la oportunidad de acercarse al fenómeno de teología moral y de la doctrina social de la Iglesia en algunas cuestiones claves para la modernidad.

Su tesis doctoral nos puede ofrecer adecuadas pistas sobre la calidad de sus intervenciones. El trabajo, publicado ya en Salamanca, se titulaba “Religión y nacionalismo: la doctrina luterana de los dos reinos como teología civil”. No es mal contexto, el del análisis de la teología luterana en su relación con la realidad política desde la perspectiva histórica, para afrontar una de las manifestaciones más evidentes de la disolución implícita de la modernidad, el nacionalismo como religión política. Cuestión actual en España y pendiente de una serena y sosegada reflexión orgánica y de conjunto desde al perspectiva teológica y doctrinal.

Al fin y al cabo, el discernimiento gnoseológico, teológico y moral del nacionalismo, en la realidad concreta de Europa y España, sigue siendo una asignatura pendiente.

Y en este sentido, don Adolfo tiene mucho que aportar, por biografía y por bibliografía. Como también en aquellas materias de teología fundamental -su asignatura de Salamanca- en las que está en juego la presencia pública de la Iglesia en la sociedad, la elocuencia de su decir y hacer.

Ya en su día Luis María Anson escribió un suelto que decía “Sube la estrella episcopal de Adolfo González Montes”. 

 

José Francisco Serrano Oceja