Tribunas

En la muerte de Alfie

 

 

Ernesto Juliá


 

 

Mucho se ha escrito y se seguirá escribiendo sobre como se ha llevado el protocolo de la muerte de esta criatura.

Un médico italiano ha escrito palabras muy claras y duras sobre la obstinación del hospital  y de los tribunales ingleses en firmar la muerte: “”Con Alfie se está en presencia de un “encarnizamiento tanatológico”. Es decir, de una obstinación ideológica y carente de un razonable fundamento clínico y ético para poner fin a la existencia del niño. Los ingleses se refieren al “encarnizamiento terapéutico” con el término “therapeutic obstinacy” (obstinación terapéutica), pero en este caso se podría hablar de “obstinación anti-curativa”.

¿Por qué no han dejado llevar a la criatura a otro hospital? ¿Por qué le han negado a los padre el derecho sobre su hijo? Si no podían hacer más por salvar al niño, ¿por qué no han reconocido su limitación médica para seguir intentándolo, y han dejado en manos de otro hospital la vida de la criatura? ¿Cuántas personas han pasado ya por la tierra a quienes los médicos les habían anunciado una muerte inmediata y han después vivido más tiempo, serenos, tranquilos, alegrando a sus familiares que los han cuidado, y algunos, por años y años?

¿Cómo puede decir un juez, un médico, que adelantar la muerte de un niño es “su mejor “interés”? ¿Quienes son ellos para hacer un juicio semejante?

“Han querido sustituir a Dios, que es el señor de la vida y de la muerte”, ha comentado algún periodista. ¿Quién les ha concedido ese “derecho”.

¿Miedo al sufrimiento personal de Alfie, y al de sus padres? Sus padres ya habían aceptado el sufrir cuidando de la criatura, ¿por que no dejar a otro hospital dispuesto a aliviar el sufrimiento y ayudar a la madre a vivirlo con su hijo en los brazos?

Si queremos eliminar el sufrimiento de la faz de la tierra, tendríamos que eliminar la vida de todos los seres humanos.

Los médicos y los jueces ingleses en un auténtico abuso poder digno de los más absolutos sistemas totalitarios han robado Alfie a sus padres. No han conseguido robárselo a Dios. Después de vivir unos días más allá de cualquier perspectiva médica, y después de haberle quitado todo apoyo para seguir viviendo; Alfie dejó esos días su sepulcro vacío, y al fin “despertó”. No en la tierra, que se había quedado demasiado pequeña para su vida, sino en los brazos de Dios.

Y sus padres saben que su hijo Alfie, que tantas veces descanso su sufrir abandonado en sus brazos, les sonreirá a lo largo de todo su caminar en la tierra, hasta que legue el día de darles el abrazo en el Cielo, donde “no habrá llanto ni rechinar de dientes”.

Nadie duda de la profesionalidad de los médicos del hospital inglés, pero quizá se han olvidados de que son limitados como todo mortal, y les ha faltado la humildad de reconocer esos límites. Con su gesto han hecho una grave ofensa a la sufrida, humilde y maravillosa profesión de tantos médicos que se sacrifican de todo corazón y hasta el último momento para curar y sanar, y nunca para adelantar la muerte de nadie.

Alfie, fortalecido por la gracia de su Bautismo y de su Confirmación, que le han acompañado en los últimos días de su estancia en la tierra; que le han sostenido en esta vida, reza ya a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, por quienes han puesto en práctica con él esa “obstinación anti-vida”, para que Dios les perdone. Y para que todos recordemos siempre que sólo Dios es el señor de la Vida y de la Muerte del ser humano.

 

Ernesto Juliá Díaz

ernesto.julia@gmail.com