Buenas noticias

 

ATRAPADOS EN LA PRECARIEDAD

 

La deuda ahoga las familias más vulnerables

 

 

02/05/2018 | por Giorgio Chevallard


 

 

Se ha presentado este 24 de Abril pasado el primer informe del Observatorio de la Realidad Social de la Diócesis de Terrassa en el edificio de Cáritas en Sadabell, cuyo objetivo es conocer mejor la realidad social para mejorar la acción de Cáritas y la transformación social desde el conocimiento, mejorando la sensibilización de la sociedad sobre la pobreza. No podemos olvidar los pobres.

El Obispo Josep Ángel Saiz introdujo el acto, reafirmando el compromiso de la Iglesia en la atención a los pobres y la preocupación por el aumento de las desigualdades sociales; este es como un ‘efecto colateral’ de la globalización. Necesitamos un modelo económico no economicista, capaz de poner la persona en el centro, sujeto de derechos inalienables, capaz de aplicar la Doctrina Social contra la cultura del descarte.

Salvador Obiols, presidente de Cáritas diocesana de Terrassa, reafirmó el compromiso de Cáritas de luchar por los más desfavorecidos: de hecho, el 70% de las familias no han notado en nada la (supuesta) salida de la crisis. Los ingresos han menguado, pero los gastos no, incluso han subido, sobre todo la vivienda y los consumos como la electricidad (más del 60% en pocos años). “Necesitamos mirar el mundo de otra manera, con la mirada comprometida con los más débiles”.

En este estudio el análisis se centra en las situaciones de pobreza crónica: el 19% de las familias en Catalunya viven por debajo del límite de pobreza (el 4% en pobreza severa). Para sobrevivir (no por consumismo) se han visto obligadas a endeudarse. La deuda media es de 7.800 € (por gastos de vivienda, hacienda, tarjetas de crédito, transportes, impuestos locales,.. hasta las cuotas escolares). Puede parecer que no es demasiado, pero en realidad es imposible de cancelar para gente con renta mensual de entre 300 y 750 €, apenas suficiente para vivir. Esto provoca un sufrimiento emocional intenso y favorece sucesos vitales estresantes, que son causa y efecto de las dificultades: problemas de relación familiar, salud, paro,… Es muy difícil compaginar estar trabajando y formación (necesaria para mejorar la opción a trabajos remunerados de forma digna). Hay muchos que, aun trabajando, perciben sueldos totalmente insuficientes para mantenerse con dignidad. El 14% de las familias atendidas son monoparentales, o sea que tienen aún más dificultades para adaptarse a un mercado laboral con sus exigencias de horario, teniendo que cuidar a los hijos. Para todos baja la autoestima; la prueba es que intentan que los hijos no se den cuenta (entre las causas con menor porcentaje están los gastos escolares). Una forma de defensa es “olvidar” la deuda, tanto que a veces no son ni siquiera conscientes de tenerla (deuda invisible), otras veces por desconocimiento. A todos les falta formación en la gestión económica familiar.

El estudio no es fin a sí mismo: la propuesta concreta es la petición de modificación de la ley de segunda oportunidad, para que se simplifique el procedimiento, se reduzcan los costes de tramitación y se incluyan las deudas públicas. Como dice Amelia de Juan (Caritas Terrassa): “las deudas se pueden perdonar”. Es un poco lo mismo que pasa con los países pobres. Otros autores del estudio han sido Raúl Flores (FOESSA – Cáritas española) y Montserrat Martínez (Fundació Pere Tarrés), todos han contribuido a presentarlo muy eficazmente.

Para mí está claro que el origen del problema es el actual modelo económico excluyente, por tanto está bien dedicarnos a paliar las consecuencias (acompañar y ayudar a las personas en exclusión y en dificultad), pero es necesario atacar las causas: y sólo lo podemos hacer a través de la política. A mí no me gusta nada un gobierno que mima mucho el IBEX35 y se vanagloria de un crecimiento de casi el 3% del PIB (me callo los infinitos ejemplos de corrupción, prevaricación, abuso de poder y auto-referencialidad de los políticos), cuando cada vez hay más pobres, en parte causados por haber bajado los sueldos reales (se calcula que un 10% desde el comienzo de la crisis). Me molesta que encima “vendan” sus resultados macroeconómicos como éxitos, cuando están basados últimamente en empobrecer los menos favorecidos. Reconozco que el problema fundamental de España (y de Europa) es mejorar la formación y la competitividad de las personas que trabajan en este mercado global, ayudando las empresas a ser más competitivas y reduciendo la burocracia: pero ni el PP ni el PSOE del nefasto Zapatero han sido capaces de hacer nada en este sentido. Incluso las necesarias reformas educativas están bloqueadas por ‘líneas rojas’ ideológicas, todos quieren manipular la educación para imponer su ideología. [Exactamente lo contrario de la propuesta de PuntBCN, de abrirse al otro, sin prejuicios].

Tampoco me sirven las soluciones mágicas populistas estilo Podemos, que son muy buenos en denunciar corrupción e injusticias (entre ellos los aumentos de gastos gestionados por las administraciones: impuestos, transporte, energía, agua,…). Intuyo que una petición generalizada de renta de ciudadanía no sirve, porque palía las emergencias, pero contribuye a hacer crónico el problema. Lo que sirve una mayor atención a la persona, de la cual el Estado y las administraciones no son capaces (son por definición ‘impersonales’: aunque pueda haber buenas personas trabajando): por tanto sirve un modelo de atención que incluya las realidades sociales, desde siempre más atentas a las situaciones concretas, a las personas. Estos problemas no se arreglan sólo con reglamentos y protocolos, sino mirando y acompañando las personas, de corazón a corazón. Pero en España no falta solo solidaridad, falta aún más la subsidiariedad. A muchos esto que escribo les sonará a música celestial; pero hay ejemplos muy claros en países menos ideológicos y con más tradición de obras sociales. Baste ver los resultados de Lombardía en los 18 años de gestión de Roberto Formigoni, donde logró, por ejemplo, mejorar el déficit de la sanidad dando mucho mejor servicio; la comparación con otras regiones italianas que dan servicios malos y cuestan mucho más a la administración es sangrienta.

Quiero concluir con lo que ha dicho el obispo en el cierre, retomando a Papa Francisco: “que no nos roben la esperanza”. Y también recordando lo que nos dijo el papa Francisco: “los pobres de hecho nos recuerdan lo esencial de la vida cristiana”. Lo hacía comentando una bella frase de San Ignacio: “La pobreza es madre y muro. La pobreza genera, es madre, genera vida espiritual, vida de santidad, vida apostólica. Y es muro, defiende. Cuántos desastres eclesiales han comenzado por falta de pobreza”.