Servicio diario - 27 de mayo de 2018


 

Ángelus: El significado de la vida es el amor infinito y concreto de Dios
Raquel Anillo

Con la bienaventurada hermana Leonella, el Papa reza por la paz en África
Anita Bourdin

Beatificación de la Hermana Leonella Sgorbati, mártir del perdón
Anita Bourdin

A los jóvenes de Argentina: "¡Leed el Evangelio dos minutos al día!"
Redacción

Delitos y sanciones. La masacre, el castigo y la esperanza de Capaci
Isabel Orellana Vilches

Beato Luigi Biraghi, 28 de mayo
Isabel Orellana Vilches


 

 

27/05/2018-13:39
Raquel Anillo

Ángelus: El significado de la vida es el amor infinito y concreto de Dios

(ZENIT — 27 mayo 2018).- "El sentido de la vida es el amor infinito y concreto del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo", un "océano de amor", explica el Papa Francisco: el amor de un Dios cercano, que conoce a todos y quiere difundir su vida y amor en todo el mundo, gracias a la misión de los bautizados.

El Papa Francisco presidió la oración del Ángelus del mediodía este domingo, 27 de mayo de 2018, en la fiesta de la Santísima Trinidad, en la Plaza de San Pedro, en presencia de unas 25,000 personas.

El Papa hizo hincapié en la alegría que acompaña a la misión del cristiano: "la alegría es un poco el primer idioma del cristiano".

También enfatizó que la persona bautizada no está sola, no solo porque Dios está con él, sino porque es parte de un "pueblo".

Después del Ángelus, el Papa saludó a varios grupos y se refirió a la beatificación, ayer, sábado, 27 de mayo en Piacenza (Italia), de Sor Leonela, muerta en Somalia en Mogadiscio en 2006. El Papa invitó a orar con él un "Ave María" por la paz en África y ha invocado a Nuestra Señora de África.

Aquí está nuestra traducción de las palabras del Papa Francisco, pronunciadas en italiano, antes de esta oración mariana.

AB

 

Palabras del Papa antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Hoy, domingo después de Pentecostés, celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad. Una fiesta para contemplar y alabar el misterio del Dios de Jesucristo, que es uno en la comunión de tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Para celebrar con asombro siempre nuevo al Dios-Amor, que nos ofrece su vida gratuitamente y nos pide que la divulguemos en el mundo.

Las lecturas bíblicas de hoy nos hacen comprender que Dios no quiere revelarnos que Él existe, sino que Él es el "Dios con nosotros", cercano a nosotros, que nos ama, que camina con nosotros, está interesado en nuestra historia personal y se ocupa de todos, empezando por los más pequeños y los más necesitados. Él "es Dios allá arriba en los cielos" pero también "aquí abajo en la tierra" (Dt 4:39).

Por lo tanto, no creemos en una entidad distante, ¡no! En una entidad indiferente, ¡no! sino, al contrario, en el Amor que creó el universo y engendró un pueblo, se hizo carne, murió y resucitó por nosotros, y en tanto que Espíritu Santo, transforma todo y conduce todo a su plenitud.

San Pablo (Rm 8: 14-17), quien personalmente experimentó esta transformación hecha por el Dio de Amor, nos comunica su deseo de ser llamado Padre, o más bien "Papá" —Dios es "nuestro Papá" -, con la confianza total de un niño que se abandona en los brazos de quien le dio la vida. Al actuar en nosotros, el Espíritu Santo — nuevamente recuerda al Apóstol — se asegura de que Jesucristo no se reduzca a un personaje del pasado, no, sino que lo sentimos cercano, nuestro contemporáneo, y que hacemos la experiencia de la alegría de ser hijos amados por Dios. Finalmente, en el Evangelio, el Señor resucitado promete permanecer con nosotros para siempre. Y es precisamente por su presencia y la fuerza de su Espíritu que podemos cumplir serenamente la misión que nos confía. ¿Cuál es esta misión? Anunciar su Evangelio y testimoniar a todos ellos y así dilatar la comunión con Él y la alegría que de Él se deriva. Al caminar con nosotros, Dios nos llena de alegría y la alegría es un poco el primer idioma del cristiano.

Por lo tanto, la fiesta de la Santísima Trinidad nos hace contemplar el misterio un de Dios que constantemente crea, redime y santifica, siempre con amor y por amor, y que da a cada criatura que lo acoge reflejar un rayo de su belleza, de su bondad y de su verdad. Siempre ha elegido caminar con la humanidad y formar un pueblo que sea una bendición para todas las naciones y para todas las personas, sin excluir a nadie. El cristiano no es una persona aislada, pertenece a un pueblo: este pueblo que Dios forma. No puede haber cristianos sin esta pertenencia ni esta comunión. Somos su pueblo, el pueblo de Dios.

Que la Virgen María nos ayude cumplir con alegría la misión de testimoniar al mundo, sediento de amor, que el sentido de la vida es precisamente el amor infinito y concreto del Padre, el Hijo y del Espíritu Santo

© Traduction de ZENIT, Raquel Anillo

 

 

27/05/2018-14:07
Anita Bourdin

Con la bienaventurada hermana Leonella, el Papa reza por la paz en África

(ZENIT — 27 mayo 2018).- La vida como la muerte de la Hermana Leonella (1940-2006), mártir en Somalia, es una esperanza para África, dice el Papa Francisco, quien pidió rezar por la paz en este continente.

El Papa Francisco presidió la oración del Ángelus del mediodía de este domingo, 27 de mayo de 2018, en la fiesta de la Santísima Trinidad, en la Plaza de San Pedro, en presencia de unas 25,000 personas.

Después del Ángelus, el Papa saludó a varios grupos y se refirió a la beatificación, ayer, sábado, 27 de mayo en Piacenza (Italia), de la hermana Leonela hermana, muerta en Somalia en Mogadiscio en 2006. El Papa invitó a rezar con él un "Ave María" por la paz en África e invocó a Nuestra Señora de África.

"Leonella Sgorbati, hermana misionera de la Consolata, asesinada por odio a la fe en Mogadiscio (Somalia) en 2006, fue proclamada bienaventurada ayer en Piacenza", dijo el Papa Francisco.

"Su vida, dedicada al Evangelio y al servicio de los pobres, así como su martirio, representan un compromiso de esperanza para África y para el mundo", agregó el Papa.

Luego invitó a la multitud a orar con él un Ave María, por África: "Oremos juntos por África, para que haya paz allí". [Ave María ...] Nuestra Señora de África, ruega por nosotros. "

La hermana Leonella, que viajaba con un guardaespaldas, sabía que estaba arriesgando su vida. Ella dijo: "Hay una bala con mi nombre, pero solo Dios sabe cuándo sucederá".

Era domingo, 17 de septiembre de 2006, alrededor del mediodía: la monja había terminado sus clases con los estudiantes de enfermería, estaba regresando a casa con su guardaespaldas, un musulmán, armado. Una bala golpeó a la monja en la espalda y el intento del guardaespaldas de protegerla de su cuerpo fue en vano. Él también fue tocado y murió. En el hospital, la monja tuvo la fuerza para pronunciar la palabra "perdonar tres veces, dijeron testigos.

El Obispo Giorgio Bertin, un franciscano, Obispo de Djibouti y Administrador Apostólico de Mogadiscio y presidente de Cáritas Somalia, subraya en Vatican News, el mensaje de esperanza a extraer de la muerte de la hermana Leonella y de su guardaespaldas: "Para mí la muerte de una italiana y un somalí, una mujer cristiana, un musulmán, una mujer y un hombre, nos dice que si podemos morir juntos, también podemos vivir juntos".

Antes del Ángelus, el Papa había enfatizado que el significado de la vida es "el océano de amor" de la Santísima Trinidad, un "amor infinito y concreto".

Hizo hincapié en la alegría que acompaña a la misión del cristiano: "la alegría es un poco el primer idioma del cristiano".

Agregó que la persona bautizada nunca está sola, no solo porque Dios está con él, sino porque forma parte de un "pueblo".

 

 

27/05/2018-15:37
Anita Bourdin

Beatificación de la Hermana Leonella Sgorbati, mártir del perdón

(ZENIT — 27 mayo 2018).- "En el rencor, el mártir cristiano responde con amor", dice el cardenal Amato que presidió en el nombre del Papa Francisco, este sábado, 26 de mayo de 2018, en Piacenza (Italia) la beatificación de una monja asesinada en Somalia el 17 de septiembre de 2006, la hermana Leonella Sgorbati (1940-2006) apodada cariñosamente "gigante" o "terremoto de tierra".

"El martirio de la Hermana Leonella se convierte en una semilla de esperanza extendida en la tierra de los hombres, y que llevará flores y buenos frutos", dijo el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos en su homilía, reportada por Vatican News en italiano.

Para luchar contra sus debilidades diarias, la hermana Leonella Sgorbati se había dado a sí misma como norma de vida "dar todo", "amar mucho", "amar a todos" y "perdonar siempre".

El cardenal Amato destacó su "gran caridad" y su capacidad de "entregarse por el bien de los demás hasta el sacrificio extremo": "La hermana Leonella vivió plenamente la pasión por Cristo con el corazón de discípulo, en la búsqueda de Dios y Su voluntad, desapego de todo y totalmente disponible para la obediencia. "

Ella sabía que estaba arriesgando su vida. Ella dijo: "Hay una bala con mi nombre, pero solo Dios sabe cuándo sucederá".

Era domingo, 17 de septiembre de 2006, alrededor del mediodía: la monja había terminado sus clases con los estudiantes de enfermería, estaba regresando a casa con su guardaespaldas, un musulmán, armado. Una bala golpeó a la monja en la espalda y el intento del guardaespaldas de protegerla con su cuerpo fue en vano. Él también fue tocado y murió. En el hospital, la monja tuvo la fuerza para pronunciar la palabra "perdonar tres veces, dijeron testigos.

"El asesinato de la Hermana Leonella revela el veneno que está escondido en los corazones de las personas cegadas por el odio", agregó el cardenal Amato. El mártir cristiano no es un destructor fanático, sino un defensor heroico de la vida y un mensajero de la fraternidad, la caridad y el perdón".

Sor Leonella quedó muy impresionada con la historia de los mártires trapenses en Argelia: había distribuido la historia de sus vidas a las comunidades de la región. Ella dijo: "El martirio es parte de nuestra vida diaria aquí. El martirio de la sangre solo si Dios nos lo pide ... "

El Obispo Giorgio Bertin, franciscano, Obispo de Djibouti y Administrador Apostólico de Mogadiscio y presidente de Cáritas Somalia, dijo, siempre según la misma fuente, el mensaje de esperanza a extraer de la muerte de la hermana Leonella y su guardaespaldas " Para mí, la muerte de un italiano y un somalí, un cristiano y un musulmán, una mujer y un hombre, nos dice que si podemos morir juntos, también podemos vivir juntos".

© Traducción para ZENIT, Raquel Anillo

 

 

27/05/2018-17:39
Redacción

A los jóvenes de Argentina: "¡Leed el Evangelio dos minutos al día!"

(ZENIT — 27 mayo 2018).- Haced la historia, sed protagonistas del futuro, inspirándose en las raíces de su país y sus familias: este es el mensaje del Papa Francisco a los jóvenes de Argentina reunidos en Rosario del 25 al 27 de mayo de 2018, para el segundo Encuentro Nacional de Jóvenes, cuyo tema fue "Con Vos renovamos la historia".

El Papa les envió un video mensaje de aproximadamente quince minutos publicado en la noche del sábado 26 al domingo 27 de mayo por el Vaticano, en español.

El Papa articuló su mensaje en torno a tres palabras: "presencia , comunión y misión". Presencia de Cristo, hasta el final de los tiempos, comunión del pueblo de Dios, en la Iglesia, y envío en misión, sin miedo, sin "conformismo", ¡pero con raíces!

Y en particular enraizados en el Evangelio: les pide de llevarlo con ellos y que lo lean durante dos minutos — dos minutos — al día. Para renovar la historia

Aquí está nuestro texto de traducción, rápido, en español.

AB

 

Mensaje del Papa Francisco

Queridos chicos y chicas:

Me alegra hacerme presente a través de este video mensaje en este Encuentro Nacional de Juventud que están viviendo en Rosario. Me lo pidieron mis hermanos obispos, y lo hago con gusto.

Sé que se prepararon con mucho esfuerzo y de muchas maneras para poder estar ahí. Gracias por todo ese trabajo, por ponerse en camino con alegría, con fe y esperanza, con ilusiones compartidas. Cuando uno va a un encuentro de jóvenes siempre hay fe, esperanza, ilusiones que se van compartiendo allí y van creciendo. ¡Gracias por el entusiasmo que contagian —donde hay jóvenes hay lío— por el amor hacia Cristo y los hermanos, que en estos días seguramente va a ir en aumento! Pero que no sea espuma, que no sea solo espuma. Que sea jabón que hace espuma, pero que sea jabón.

Cuando pensaba en ustedes y en qué podía compartirles para este encuentro, se me ocurrieron tres palabras: presencia, comunión y misión.

La primera palabra es presencia. Jesús está con nosotros, está presente en nuestra historia. Si no nos convencemos de esto, no somos cristianos. Él camina con nosotros, aunque no lo conozcamos. Pensemos en los discípulos de Emaús. Jesús se ha hecho nuestro hermano, nos invita también a nosotros a encarnarnos, a construir juntos esa palabra tan linda, la civilización del amor, como discípulos y misioneros suyos, acá y ahora: en tu casa, con tus amigos, en las situaciones que te tocan vivir a diario. Para eso es necesario estar con él, ir a su encuentro en la oración, en la Palabra, en los sacramentos. Dedicarle tiempo, hacer silencio para oír su voz. ¿Vos sabés hacer silencio en tu corazón para escuchar la voz de Jesús? No es fácil. Probé.

Él está con vos, aunque tal vez en algunos momentos te sientas como los de Emaús antes de encontrarse con Jesús resucitado: te sientas triste, decepcionado, bajoneado, bajoneada, sin muchas esperanzas de que las cosas cambien. Y bueno, se ven cada cosa en la vida, que a veces, claro, nos bajoneamos. Vas herido por el camino, y parece que ya no podés más, que las contradicciones son más fuertes de todo lo positivo, de toda la polenta que vos le quieras poner, que no ves la luz al final del túnel. Pero cuando te encontrás con Jesús —es una gracia— el buen samaritano que se acerca a ayudarte, ese Jesús, todo se renueva, vos te renovás y podés con Jesús renovar la historia. "Eh padre no exagere, cómo vamos a renovar la historia". Podés renovar la historia. La renovó una chica de dieciséis años que en Nazaret dijo "sí". Podés renovar la historia.

El buen samaritano es Cristo que se acerca al pobre, al que lo necesita. El buen samaritano también sos vos cuando, como Cristo, te acercás al que está a tu lado, y en él sabés descubrir el rostro de Cristo. Es un camino de amor y misericordia: Jesús nos encuentra, nos sana, nos envía a sanar a otros. Nos envía a sanar a otros. Solamente nos es lícito mirar a una persona de arriba a abajo, desde arriba, solamente para agachamos y ayudarla a levantarse. Si no, no tenemos derecho de mirar a nadie desde arriba. Nada con la naricita así, ¿eh? Si yo miro desde arriba es para agachar y ayudar a levantar.

Pero para recorrer este camino de ayudar a levantar a otros, no lo olvidemos, necesitamos de los encuentros personales con Jesús, momentos de oración, de adoración y, sobre todo, de escucha de la Palabra de Dios. Les pregunto nomás:

¿Cuántos de ustedes leen dos minutos el Evangelio en el día? ¡Dos minutos, eh! Tenés un Evangelio chiquito, lo Ilevás en el bolsillo, en la cartera... Mientras vas en el bus, mientras vas en el subte, en el tren o te parás y te sentás en tu casa, lo abrís y leés dos minutos. Probá. Y vas a ver cómo te cambia la vida. ¿Por qué? Porque te encontrás con Jesús. Te encontrás con la Palabra.

La segunda palabra es comunión. No vamos solos escribiendo la historia; algunos se la creyeron, piensan que solos o con sus planes van a construir la historia. Somos un pueblo y la historia la construyen los pueblos, no los ideólogos. Los pueblos son los protagonistas de la historia. Somos una comunidad, somos una Iglesia. Y si vos querés construir como cristiano tenés que hacerlo en el pueblo de Dios, en la Iglesia, como pueblo. No en un grupito pitucón o estilizado, apartado de la vida del pueblo de Dios. El pueblo de Dios es la Iglesia, con toda la gente de buena voluntad, con sus chicos, sus grandes, sus enfermos, sus sanos, sus pecadores ¡que somos todos! Con Jesús, la Virgen, los Santos que nos acompañan. Caminar en pueblo. Construir una historia de pueblo. Jesús cuenta con vos y también cuenta con él, con ella, con todos nosotros, con cada uno. Sabemos que como Iglesia estamos en un tiempo muy especial, en el año del Sínodo de los obispos que va a tratar el tema de los jóvenes. Ustedes los jóvenes serán el objeto de las reflexiones de este Sínodo. Y además, recibiremos de ustedes los aportes, ya sea de la asamblea pre-sinodal que se realizó en Roma, con 350 chicos y chicas de todo el mundo: cristianos, no cristianos y no creyentes, en la cual también participaron 15.000 a través de las redes sociales, que se iban comunicando con ellos. Ellos han hecho una propuesta, una semana estudiaron: peleando, discutiendo, riéndose. Y ese aporte nos llega al Sínodo. Y ahí estás vos. Con ese aporte vamos adelante.

Los invito a ser partícipes, protagonistas desde el corazón de este acontecimiento eclesial tan importante. No se queden al margen, comprométanse, digan lo que piensan. No sean exquisitos: "Que me miró, que me tocó, que si la piensa distinto, que no estoy de acuerdo con lo que pensás". ¿Vos cómo vivís? ¡Compartí lo que vivís! El Papa quiere escucharlos. El Papa quiere dialogar y buscar juntos nuevos caminos de encuentro, que renueven nuestra fe y revitalicen nuestra misión evangelizadora.

Ustedes saben mejor que yo que las computadoras, los celulares necesitan actualizaciones para funcionar mejor. También nuestra pastoral necesita actualizarse, renovarse, revisar la conexión con Cristo a la luz del Evangelio —ese que desde ahora vas a llevar en el bolsillo y vas a leer dos minutos por día— mirando al mundo de hoy, discerniendo y dando nuevas energías a la misión compartida. Ese es el trabajo que van a tener ustedes en estos días, sobre todo, y que yo acompaño con mi cercanía y mi oración. Y mi simpatía.

Decíamos, entonces, presencia y comunión. La tercera palabra es misión. Se nos llama a ser Iglesia en salida, en misión. Una Iglesia misionera, no encerrada en nuestras comodidades y esquemas, sino que salga al encuentro del otro. Iglesia samaritana, misericordiosa, en actitud de diálogo, de escucha. Jesús nos convoca, nos envía y nos acompaña para acercarnos a todos los hombres y mujeres de hoy. Así lo escucharemos el próximo domingo en el Evangelio: «Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo... Y yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo» (Mt 28, 19-20). ¡Vayan, no tengan miedo! Los jóvenes tienen la fuerza de la inquietud, del inconformismo —sean inconformistas—, hagan lío, no dejen que la historia se escriba fuera, mientras miran por la ventana, "no balconeen la vida", pónganse las zapatillas, salgan, con la camiseta de Cristo y juéguense por sus ideales. Vayan con él a curar las heridas de tantos hermanos nuestros que están tirados al borde del camino, vayan con él a sembrar esperanza en nuestros pueblos y ciudades, vayan con él a renovar la historia.

Muchas veces han oído decir que ustedes son el futuro, en este caso el futuro de la patria. El futuro está en las manos de ustedes, verdad, porque nosotros nos quedamos y ustedes siguen. Pero cuidado: un futuro sólido, un futuro fecundo, un futuro que tenga raíces. Algunos sueñan con un futuro utópico: "No, la historia ya pasó; no, lo de antes no, ahora empieza". Ahora no empieza nada. Te la vendieron. Bernárdez, nuestro poeta, termina un verso diciendo: «Lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado». Volvé a las raíces y armá tú futuro desde las raíces desde donde te viene la savia: no renegués la historia de tu patria, no renegués la historia de tu familia, no niegues a tus abuelos. Buscá las raíces, buscá la historia. Y desde allí construí el futuro. Y aquellos que te dicen: "Que si los héroes nacionales ya pasaron o que no tiene sentido, que ahora empieza todo de nuevo..." Riételes en la cara. Son payasos de la historia.

Y los invito también a mirar en estos días a María, la Virgen del Rosario, que supo estar cerca de su Hijo acompañándolo en sus misterios de gozo y de dolor, de luz y de gloria. Que ella, María, Madre de la cercanía y la ternura, Señora del corazón abierto y siempre disponible para ir al encuentro de quienes la necesitan, sea su maestra en el modelo de la vida de fe. Ustedes busquen allí, que ella les enseña.

Que Jesús los bendiga, que la Virgen Santa los cuide a ustedes, a sus familias, a sus comunidades. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí, para que sepa transmitir las raíces a las nuevas generaciones que las harán florecer en el futuro. Y esos son ustedes. ¡Gracias!

 

 

27/05/2018-14:50
Isabel Orellana Vilches

Delitos y sanciones. La masacre, el castigo y la esperanza de Capaci

(ZENIT — 27 mayo 2018).- 'Esperanza más allá de las rejas'. El nuevo libro de investigación de Angela Trentini y Maurizio Gronchi.

El aniversario de la masacre de Capaci, en la que un bárbaro atentado mató al magistrado antimafia Giovanni Falcone, su esposa Francesca Morvillo y los escoltas (23 de mayo de 1992), hace que sea muy significativa y actual la reflexión propuesta en un libro recientemente publicado titulado "Esperanza más allá de las rejas, Viaje a una prisión de máxima seguridad "(San Paolo, Cinisello Balsamo 2018). Los autores son la periodista Angela Trentini y el teólogo Maurizio Gronchi aportan entrevistas a los asesinos de los jueces Livatino, Falcone y Borsellino además de ofrecer la confrontación de éstas con los familiares de las víctimas.

El título también es la invitación a un viaje, ciertamente incómodo y todavía, a mi juicio valioso, en el pasado reciente de nuestra comunidad civil, para alentar la conciencia acerca de cómo se había relegado con demasiada frecuencia al silencio y al olvido heridas que no han sido olvidadas.

Al mismo tiempo, hojeando las páginas se aprecia cómo en demasiadas ocasiones se ha apuntado más a una justicia vengativa que a una rehabilitación. Sin embargo, se puede condenar con firmeza el mal, ofreciendo a quienes lo cometieron la oportunidad de tomar conciencia, abrirse a caminos de arrepentimiento y alimentar, a pesar de todo, una esperanza para su futuro. Esta apertura al mañana es simplemente negada tras los barrotes de las celdas en las que se encierra al culpable que se encuentra recluido sin atisbos de un posible fin de la pena o de medidas de rehabilitación alternativas (según lo que significa la sentencia de cadena perpetua). Algunas declaraciones de los
prisioneros entrevistados son dramáticas: "La pena de muerte en Italia no existe, pero la muerte de pena sí" (18). La observación del entrevistador es dolorosa: "El castigo más cruel para los que están tras las rejas es que ... para el mundo exterior no existe tal cosa. Desaparece cuando sientes que ya no cuentas para nadie "(36s). Fortísima apelación ética surge de una de las víctimas más brillantes, el juez Rosario Livatino: ""Hacer justicia es autorrealización, es oración, es auto dedicación a Dios ... Al final de la vida no se nos preguntará si éramos creyentes, sino creíbles (47). El testimonio de un periodista siciliano, Enzo Gallo, señala que el sacrificio del joven juez no fue en vano: "Los valores de los que fue portador se han convertido en patrimonio ... muchos de ellos con un efecto multiplicador o en cascada, impredecibles e increíbles" (50) . Este es el verdadero sentido de la batalla contra la mafia: aniquilar la conciencia de fuerza, mostrarnos su vacío moral, la ciega estupidez, la codicia sin sentido y, al final su carácter destructivo para todo el mundo, al tiempo que ofrece ejemplos del bien y de su fecundidad. El mal no es sólo tal, sino que hace mal y deja un surco indeleble, como señalan los autores en relación con los detenidos entrevistados: "Ninguno es capaz de librarse del recuerdo del mal" (66).

Entre las indicaciones más importantes que surgen de las historias de vida recogidas en el libro, hay una que me parece decisiva: las flores del mal surgiendo en donde hay un "humus" fructífero para su cultivo. Cuando se ha sido formado dentro de un mal modelo educativo, hacer el mal parece incluso bueno: "Una conciencia sorda y anclada ??dentro de las propias convicciones y que se fundamenta en una falsa conciencia que te hace sentir"justo" y por lo tanto incapaz de buscar caminos interiores para cambiar "(75). "En ciertos contextos, el destino de los niños es ser actores en un guión ya escrito" (77).

Por lo tanto, acompañar al culpable para que tome conciencia de las raíces del mal hecho y rechazarlas dando un nuevo significado a la vida y las acciones es lo más importante y útil que debe hacer la justicia en una sociedad fundada sobre el derecho y la dignidad de la persona: "No busco descuentos -declara uno de los internos entrevistados-, solo pido ser escuchado y acompañado "(82).

Porque, comentan los autores, "incluso detrás de las rejas puede encenderse un resplandor que permita ver más allá a los otros, y ser visto" (78). A la pregunta "¿existe una forma en que la conciencia madura y alcanza la verdad de uno mismo y de los demás?" (84), una democracia auténtica debe ser capaz de responder que sí, comprometiéndose a señalar esta vía. En el nivel humano -constatado por los entrevistadores-, a menudo se dice que "la soledad y los lazos cortados empujan al prisionero a encontrar dentro de sí mismo ese espacio de libertad que se convierte creativo", mientras la mirada de la fe reconoce que "la gracia de Dios tiene la capacidad de excavar ríos subterráneos, incluso en vidas perdidas, de abrir caminos en los terrenos más accidentado, de florecer en el desierto "(86). Así, "la pintura, la artesanía y el teatro, especialmente en prisión, abren la mente a la belleza y el camino de la belleza es uno de los itinerarios posibles, tal vez el más atractivo y fascinante, para alcanzar la serenidad incluso en prisión y acercarse a un poco a Dios "(89).

Uno de los reclusos dice: "A través de las pinturas, expreso recuerdos y deseos. Sueño con una vida mejor y aquí en prisión es un gran recurso para soñar "(90). Otro dice: "¿Qué sentido tiene seguir viviendo si no hay esperanza de salvación?" (94). Otro más añade: "Nosotros también conservamos la humanidad y tenemos la posibilidad de cambiar. Si soy un condenado a cadena perpetua y no tengo perspectiva de reinsertarme y, por lo tanto, no hay razón para esperar un futuro diferente, entonces, ¿por qué me mantienen con vida? ¿No es esto una condena a muerte? ... La cadena perpetua sin posibilidad de revisión ya me ha matado "(97).

El desafío es pensar en formas de castigo que pueden abrir una verdadera rehabilitación, construido a partir del reconocimiento de la dignidad de toda persona humana, incluso si es culpable de crímenes atroces: "La dignidad nos precede... No proviene de actuar bien o mal . Esta es la razón por la cual nadie tiene el derecho de eliminarla incluso al peor criminal no arrepentido "(103). Afirmó el papa Francisco el 17 de enero de 2017: "Me parece urgente una conversión cultural que no se resigne a pensar que la condena puede escribir la palabra final sobre la vida; donde se rechace la vía ciega de la justicia punitiva y no esté satisfecha solo con una justicia retributiva; que se abra a una justicia reconciliadora y a perspectivas concretas de reinserción; donde la cadena perpetua no sea una solución a los problemas, sino un problema a resolver "(106).

Por eso, concluyen los autores de este libro — testimonio creíble y convincente "un hombre puede cambiar, puede ser diferente, incluso cuando ha dejado detrás un largo rastro de sangre" (130). Como afirma el apóstol Pablo, debemos "vencer el mal con el bien" (Rm 12,21), en la certeza de que ningún mal puede vencer a otro mal.

El libro se presentará el 8 de junio a las 16:00 horas en el Auditorio del Rectorado de la Universidad G. d'Annunzio de Chieti, por Giovanni Legnini, Vicepresidente del Consejo Superior de la Magistratura, Federico Cafiero de Raho, Fiscal Nacional Antimafia, el rector magnífico de la Universidad de Sergio Caputi y el arzobispo de Chieti-Vasto, Bruno Forte. Estarán presentes los autores.

 

 

27/05/2018-06:29
Isabel Orellana Vilches

Beato Luigi Biraghi, 28 de mayo

«Gran pedagogo, pacificador y fundador de las Hermanas Marcelinas. Un excepcional formador del clero que vivía convencido de que la santidad de un sacerdote atraería incontables conversiones. Gozó de la confianza de Pío IX»

Nació en Vignate, Milán, Italia, el 2 de noviembre de 1801. Era el quinto de ocho hermanos de una familia de agricultores. Cuando tenía 3 años se trasladaron a Cernusco sul Naviglio donde los suyos ampliaron su patrimonio. Su padre fue alcalde de esta localidad. A la edad de 12 años, Luigi ingresó como interno en el colegio Cavalleri, de Parabiago y bajo la guía del rector del mismo, el párroco Agostino Peregalli, maduró su vocación al sacerdocio. En su corta vida, y aunque había compartido con los de su edad los afanes propios de la misma teniendo como núcleo capital los juegos, se había dado cuenta de que su mejor amigo era Jesús. Y decidió seguirle de cerca consagrándose a Él.

Estudió en los seminarios de Castello sopra Lecco, Monza y Milán. Como informan las actas era «muy capaz y diligente en todo». En 1815 perdió a sus dos hermanos mayores y su padre fue involucrado en un importante fraude que se detectó en el municipio que presidía. Luigi se aferró a la divina Providencia, como hizo siempre. Era diácono y profesor del seminario menor y tras recibir el sacramento del orden en la catedral de Milán el 28 de mayo de 1825, fue designado vicerrector y profesor de griego en el seminario de Monza. Ejerció la docencia durante ocho años.

En 1833 fue nombrado director espiritual del seminario mayor de Milán, misión que ocupó una década de su vida sellada por la caridad, obediencia y fidelidad eclesial. Alentando a los seminaristas a crecer en la virtud les instaba a dejar su corazón abierto a la voz divina. Lo esencial era amar a Cristo sobre todas las cosas. Así serían fieles a su vocación. Tenía claro que cuanto más santo fuese un sacerdote, más efectivas serían sus súplicas por el pueblo que le hubieran encomendado. La lucha sería efectiva: «con el atractivo de la caridad, con la belleza de la verdad, con la santidad del ejemplo».

Concibió un magnífico itinerario formativo que fue dado a conocer a todo el clero por indicación del cardenal arzobispo Gaisruck. Al tiempo que formaba a los seminaristas, predicaba y se ocupaba de acompañar espiritualmente a los laicos.

En 1837 la Virgen le inspiró la fundación de las Hermanas Marcelinas, que nacieron en 1838 en Cernusco sul Naviglio contando con Marina Videmari. Su objetivo era actuar espiritualmente en la sociedad a través de la formación integral de las jóvenes, futuras madres de familia que podrían construir su hogar sobre pilares cristianos. A la par que defendía la dignidad de la mujer en una sociedad que la minusvaloraba, subrayaba su valía frente a quienes la relegaban a la maternidad exclusivamente. Había elegido el nombre de Marcelina para su obra como homenaje a la santa del mismo nombre que logró educar a sus hermanos menores, igualmente santos: Sátiro y Ambrosio.

Instituir esta congregación fue una decisión orada en soledad y en silencio, presuponiendo el alto costo que iba pagar con ello. Tanto es así, que estuvo al borde de desistir de su empeño. Sintió «repugnancia, pereza», y el peso de la incertidumbre. Entonces acudió a la Virgen de los Dolores y tuvo la certeza de que contaba con su bendición. Con este sentimiento había nacido la obra. Luigi colaboró en la fundación del periódico milanés L'Amico cattolicode acuerdo con el arzobispo Gaisruck y fue redactor del mismo durante unos años. En 1841 abrió un nuevo colegio en Vimercate al que seguirían otros en distintos lugares y países de Europa y América. Al año siguiente, debido a sus problemas de salud, pidió ser relegado de su misión en el seminario, pero no logró su propósito; le mantuvieron en su puesto. Cuando en 1843 se propuso secundar a Luigi Speroni en la fundación de un instituto de sacerdotes misioneros, el arzobispo no dio su visto bueno y aceptó su disposición con obediencia y mansedumbre.

En 1850 el conflicto austro-húngaro propició su destitución en la labor que realizaba en el seminario. Los austriacos determinaron separarle de los seminaristas de Milán. Fue una especie de represalia porque él les había instado de antemano a orar por los enemigos y a huir de cualquier forma de violencia. Era un pacificador que defendía a ultranza la concordia y respeto entre los seres humanos, considerando que ello revertía en un futuro mejor. Pero la acusación de haber participado durante la insurrección de los cinco días que había tenido lugar en 1848 pesó en su contra. Entonces él se había presentado ante el conde Gabrio Casati en nombre del arzobispo con objeto de
preservar los derechos de la Iglesia en aspectos cruciales como la educación, la libertad, la designación de prelados... Y en 1853 tuvo que comparecer en un juicio que tuvo lugar en Viena. Con todo, en 1854 se afincó en Milán. Al año siguiente obtuvo el doctorado y después sucesivamente sería nombrado viceprefecto de la Biblioteca Ambrosiana y canónigo honorario de la basílica de San Ambrosio.

Gozaba de la confianza del papa Pío IX, quien en 1862 le invitó a predicar al clero milanés con la difícil tarea de conciliar corrientes opuestas en un intrincado momento histórico que se dividía entre los que perseguían la unidad nacional del país y los partidarios del poder temporal pontificio. Ello le acarreó juicios desfavorables y diversos ataques que soportó con humildad y serenidad. Estos contratiempos no le impidieron dedicarse a su fundación y a la dirección espiritual de quienes lo solicitaban, así como al estudio y la escritura. Por cualquiera de estas vías transmitió su profunda vida interior durante un cuarto de siglo. Poseedor de una vasta cultura, fue un especialista en patrología y arqueología. Fruto de sus investigaciones se descubrió la urna que contenía las reliquias de san Ambrosio en el transcurso de la restauración de la basílica del mismo nombre, junto a la de los santos Gervasio y Protasio. Ello hizo que en 1873 Pío IX le concediera el título de prelado doméstico de Su Santidad. Murió en Milán el 11 de agosto de 1879. Benedicto XVI lo beatificó el 30 de abril de 2006.