Servicio diario - 28 de mayo de 2018


 

Santa Marta: La alegría no es "ser divertido", es la "paz del corazón"
Rosa Die Alcolea

Médicos católicos: El Papa los llama a la "defensa de la libertad de conciencia"
Rosa Die Alcolea

Video del Papa: "En cada pueblo, la Iglesia sigue abriéndose a todos"
Redacción

Fundación `Centesimus Annus': Iluminar con la luz del mensaje evangélico
Redacción

Congregación para las Causas de los Santos: Francisco nombra nuevo Prefecto
Rosa Die Alcolea

Alemania: El Papa recibió al alcalde de Berlín, Michael Müller
Anita Bourdin

Santa Úrsula Ledóchowska, 29 de mayo
Isabel Orellana Vilches


 

 

28/05/2018-17:43
Rosa Die Alcolea

Santa Marta: La alegría no es "ser divertido", es la "paz del corazón"

(ZENIT — 28 mayo 2018).- El Papa Francisco ha expresado que la alegría no es "ser divertido" no "vivir de risotada en risotada". La alegría cristiana —ha aclarado— es la paz: La paz que está en las raíces, la paz del corazón, la paz que sólo Dios nos puede dar".

Así lo ha explicado el Santo Padre en la homilía pronunciada en la misa en Santa Marta, esta mañana, 28 de mayo de 2018.

La alegría "es la trascendencia del cristiano", una alegría hecha de paz verdadera y no falaz como la que ofrece la cultura actual, que "inventa tantas cosas para divertirnos", innumerables "pedacitos de dulce vida", ha anunciado el Pontífice en la capilla de Santa Marta.

 

Fruto del Espíritu Santo

"Un cristiano que no es alegre en su corazón no es un buen cristiano", ha indicado el Papa. "Es la trascendencia, el modo de expresarse del cristiano, la alegría. No es una cosa que se compra o que yo hago con mi esfuerzo, no. Es un fruto del Espíritu Santo. Y el que provoca la alegría en el corazón es el Espíritu Santo".

El mundo contemporáneo —continuó el Obispo de Roma— lamentablemente se contenta con una "cultura no gozosa", "una cultura donde se inventan tantas cosas para divertirnos", tantos "pedacitos de dulce vida", pero que no satisfacen plenamente. En efecto, la alegría "no es una cosa que se compra en el mercado", "es un don del Espíritu" y vibra también "en el momento de la turbación, en el momento de la prueba".

"Hay una inquietud buena pero hay otra que no es buena, esa de buscar las seguridades por doquier, esa de buscar el placer por doquier. El joven del Evangelio tenía miedo de no ser feliz si dejaba sus riquezas. La alegría, la consolación, es nuestra trascendencia de cristianos", ha comentado el Pontífice.

 

 

28/05/2018-16:52
Rosa Die Alcolea

Médicos católicos: El Papa los llama a la "defensa de la libertad de conciencia"

(ZENIT – 28 mayo 2018).- Francisco ha llamado a los médicos católicos a comprometerse en los “debates relativos a las legislaciones sobre cuestiones éticas delicadas, como la interrupción del embarazo, el final de la vida y la medicina genética”, así como a involucrarse “en defensa de la libertad de conciencia, de los médicos y de todos los trabajadores de la salud”.

Esta mañana, a las 11:10 horas, en la Sala de los Papas del Palacio Apostólico –ha informado la Santa Sede– el Pontífice de la Iglesia ha recibido a una delegación de la Federación Internacional de las Asociaciones de los Médicos Católicos (FIAMC), con motivo del próximo congreso que se celebrará en Zagreb (Croacia) del 30 de mayo al 2 de junio sobre el tema “La santidad de la vida y la profesión médica de la Humanae vitae a la Laudato si’ ”.

El Papa Francisco ha invitado a los médicos católicos a comprometerse con una “formación permanente espiritual, moral y bioética” con el fin de poner en práctica los principios evangélicos en la práctica médica, a partir de la relación médico-paciente hasta llegar a la actividad misionera de mejorar las condiciones de la salud de las poblaciones en las periferias del mundo.

A favor de la vida

Francisco, en su discurso, ha recordado unas palabras de Pablo VI en su encíclica Humanae Vitae: “La Iglesia está a favor de la vida, y su preocupación es que nada esté en contra de la vida en la realidad de una existencia concreta, aunque sea débil o indefensa, aunque no esté desarrollada o sea poco avanzada”.

En esta línea, el Papa ha continuado con una exhortación: “Ser médicos católicos, por lo tanto, es sentirse profesionales de la salud que, de la fe y de la comunión con la Iglesia reciben el impulso para hacer cada vez más madura su formación cristiana y  profesional, su dedicación incansable, e inagotable la  necesidad de penetrar y conocer las leyes de naturaleza para servir mejor a la vida”.

Publicamos a continuación el discurso dirigido por el Santo Padre a los presentes en la audiencia.

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Discurso del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas:

Me complace daros la bienvenida y saludaros a todos, empezando por el Presidente, el Dr. John Lee, a quien agradezco sus palabras.

Vuestra calificación de “médicos católicos” os compromete a una formación permanente espiritual, moral y bioética con el fin de poner en práctica los principios evangélicos en la práctica médica, a partir de la relación médico-paciente hasta llegar a la actividad misionera de mejorar las condiciones de la salud de las poblaciones en las periferias del mundo. Vuestra obra es una forma peculiar de solidaridad humana y testimonio cristiano; de hecho, vuestro trabajo se enriquece con el espíritu de la fe. Y es importante que vuestras asociaciones se comprometan a sensibilizar sobre esos principios a los estudiantes de medicina y a los médicos jóvenes involucrándolos en las actividades asociativas.
La identidad católica no compromete vuestra colaboración con aquellos que, desde una perspectiva religiosa diferente o sin un credo específico, reconocen la dignidad y la excelencia de la persona humana como el criterio de su actividad. La Iglesia está a favor de la vida, y su preocupación es que nada esté en contra de la vida en la realidad de una existencia concreta, aunque sea débil o indefensa, aunque no esté desarrollada o sea poco avanzada. Ser médicos católicos, por lo tanto, es sentirse profesionales de la salud que, de la fe y de la comunión con la Iglesia reciben el impulso para hacer cada vez más madura su formación cristiana y profesional, su dedicación incansable, e inagotable la necesidad de penetrar y conocer las leyes de naturaleza para servir mejor a la vida (véase PABLO VI, Carta Encíclica Humanae Vitae, 24).

Son conocidas la fidelidad y la coherencia con la que las asociaciones de vuestra Federación, en el curso de los años, han dado fe de su fisonomía católica, poniendo en práctica la enseñanza de la Iglesia y las  directrices de su Magisterio en el ámbito médico-moral. Este criterio de reconocimiento y de acción ha favorecido vuestra colaboración en la misión de la Iglesia para promover y defender la vida humana desde su concepción hasta su fin natural, la calidad de la existencia, el respeto de los más débiles, la humanización de la medicina y su plena socialización.

Esta fidelidad ha conllevado y conlleva fatigas y dificultades que, en circunstancias particulares, pueden exigir mucho coraje. Continuad con serenidad y determinación por  este camino, acompañando las intervenciones magisteriales en los ámbitos de la medicina con la correspondiente conciencia de sus implicaciones morales. Tampoco el campo de la medicina y la salud no se ha librado, efectivamente,  del avance del paradigma tecnocrático, de la adoración del poder humano sin límites, y de un relativismo práctico donde todo se vuelve irrelevante si no sirve a los propios intereses (cf. Lit. enc. Laudato si ‘, 122).

Frente a esta situación, estáis llamados a afirmar la centralidad del enfermo como persona y de su dignidad con sus derechos inalienables, in primis el derecho a la vida. Es necesario enfrentarse a la tendencia de envilecer al enfermo como si fuera una máquina que reparar, sin respetar los principios morales, y de explotar a los más débiles descartando lo que no corresponde a la ideología de la eficiencia y el beneficio. La defensa de la dimensión personal del paciente es esencial para la humanización de la medicina, en el sentido también de la “ecología humana”. Preocupaos por comprometeros en los respectivos países y en el ámbito internacional, interviniendo en los entornos especializados, pero también en los debates relativos a las legislaciones sobre cuestiones éticas delicadas, como la interrupción del embarazo, el final de la vida y la medicina genética. Que tampoco falte vuestra solicitud en defensa de la libertad de conciencia, de los médicos y de todos los trabajadores de la salud. No es aceptable que vuestra función se reduzca a la de un simple ejecutor de la voluntad del enfermo o a las exigencias del sistema sanitario en el que trabajáis.

En vuestro próximo congreso, que se celebrará en Zagreb en unos días, reflexionaréis sobre el tema “La santidad de la vida y la profesión médica, desde la  Humanae vitae a la  Laudato si ‘”. Esto también es un signo concreto de vuestra participación en la vida y la misión de la Iglesia. Esta participación, -como lo subrayó el Concilio Vaticano II, -es tan necesaria que “sin ella el mismo apostolado de los pastores muchas veces no puede conseguir plenamente su efecto” (Decr. Apostolicam Actuositatem, 10). Sed cada vez más conscientes de que hoy es necesario y urgente que la acción del médico católico se presente con un carácter de claridad inconfundible en el ámbito tanto del testimonio personal como asociativo.

En este sentido, es deseable que las actividades de las Asociaciones de médicos católicos sean interdisciplinarias y también involucren otras realidades eclesiales. En particular, sabed armonizar vuestros esfuerzos con los de sacerdotes, religiosos y religiosas y de todos aquellos que trabajan en la pastoral de la salud, estando con ellos junto con las personas que sufren: tienen gran necesidad de  vuestra contribución y de la suya. Sed ministros, además que de curas, de caridad fraterna, transmitiendo a cuantos os acercáis con la aportación de vuestros conocimientos, riqueza de humanidad y de compasión evangélica.

Queridos hermanos y hermanas, muchos os miran, así como a vuestra obra. Vuestras palabras, vuestros  gestos, vuestros consejos, vuestras elecciones tienen un eco que va más allá del campo estrictamente profesional y se convierten, si son coherentes, en un testimonio de fe vivida. La profesión se eleva a la dignidad de un verdadero apostolado. Os animo a continuar el camino asociativo con alegría y generosidad, en colaboración con todas las personas e instituciones que comparten el amor de la vida y se esfuerzan por servirla en su dignidad y sacralidad. ¡Que la Virgen María, Salus infirmorum apoye vuestros propósitos, a los que acompaño con mi Bendición! Y por favor, rezad por mí también. Gracias.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

28/05/2018-15:52
Redacción

Vídeo del Papa: "En cada pueblo, la Iglesia sigue abriéndose a todos"

(ZENIT — 28 mayo 2018).- "¿Por qué son importantes las Obras Misioneras Pontificias? —pregunta el Papa Francisco—. Ante todo son importantes porque debemos rezar por los misioneros y las misioneras, por la acción evangelizadora de la Iglesia. La oración es la primera obra misionera- ¡la primera!- que cada cristiano puede y debe hacer, y también es la más eficaz".

Así ha presentado el Papa Francisco la realidad importante para la misión de la Iglesia—aunque "poco conocida"— en el video mensaje que enviado con motivo de la apertura de los trabajos de la Asamblea general de las Obras Misioneras Pontificias que tiene lugar en la Fraterna Domus de Sacrofano, Roma, hasta el próximo 2 de junio.

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Video mensaje del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas,

Con este breve mensaje me gustaría presentaros una realidad importante, pero poco conocida, para la misión de la Iglesia: las Obras Misioneras Pontificias.

Desde los primeros tiempos el apoyo recíproco entra las Iglesias locales, comprometidas en anunciar y testimoniar el Evangelio, ha sido un signo de la Iglesia universal. Efectivamente la misión, animada por el Espíritu del Señor Resucitado, amplía los espacios de la fe y de la caridad hasta los extremos confines de la tierra.

En el siglo XIX el anuncio de Cristo recibió un nuevo impulso de la fundación de las Obras Misioneras, con el fin específico de rezar y actuar concretamente para sostener la evangelización en los nuevos territorios. Estas obras fueron reconocidas como pontificias por el Papa Pío XI que, de este modo, quería subrayar como la misión de la Iglesia hacia todas las poblaciones importase mucho al Sucesor de Pedro. ¡Y sigue siendo así! Las Obras Misioneras Pontificias continúan hoy este importante servicio comenzado hace casi doscientos años. Están presentes en 120 países con directores nacionales, coordinados por secretarías internacionales ante la Santa Sede.

¿Por qué son importantes las Obras Misioneras Pontificias? Ante todo son importantes porque debemos rezar por los misioneros y las misioneras, por la acción evangelizadora de la Iglesia. La oración es la primera obra misionera- ¡la primera!- que cada cristiano puede y debe hacer, y también es la más eficaz, aunque no se pueda medir. De hecho, el principal agente de la evangelización es el Espíritu Santo, y nosotros estamos llamados a colaborar con Él. Además, estas Obras garantizan en nombre del Papa una distribución equitativa de las ayudas, para que todas las Iglesias en el mundo tengan un mínimo de asistencia para la evangelización, para los sacramentos, para sus sacerdotes, los seminarios, para la obra pastoral, para los catequistas. Ayuda a los misioneros que evangelizan, y ayuda sobre todo con la oración, para que el Espíritu Santo esté presente. Es Él quien hace que la evangelización prosiga.

Por esto animo a todos a colaborar en nuestra tarea común de anunciar el Evangelio y de ayudar a las Iglesias jóvenes por medio de estas Obras Misioneras. Haciendo así, en cada pueblo, la Iglesia sigue abriéndose a todos y a proclamar con alegría la Buena Nueva de Jesucristo, Salvador del mundo.

¡Os doy las gracias de todo corazón!

© Librería Editorial Vaticano

 

 

28/05/2018-12:44
Redacción

Fundación `Centesimus Annus': Iluminar con la luz del mensaje evangélico

(ZENIT – 28 mayo 2018).- “Vuestra Fundación –dijo el Papa– tiene un papel importante que desempeñar para iluminar con la luz del mensaje evangélico estas acuciantes necesidades humanitarias y para ayudar a la Iglesia a cumplir este aspecto esencial de su misión”.

El Papa Francisco recibió en audiencia a los miembros de la Fundación Centesimus Annus – Pro Pontifice en el 25° aniversario de su institución, que participan en la conferencia internacional dedicada al tema: “Nuevas políticas y estilos de vida en la era digital” (Vaticano, 24-26 mayo 2018).

La Santa Sede publicó el sábado, 26 de mayo de 2018, el discurso que les dirigió el Santo Padre en la Sala Regia del Palacio Apostólico Vaticano. Sigue a continuación.

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Discurso del Papa Francisco

Queridos amigos,

Doy la bienvenida a todos, reunidos para la conferencia internacional de la Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice. En particular, en este 25 aniversario de la constitución de la Fundación por San Juan Pablo II, os expreso mi gratitud por el trabajo que hacéis para dar a conocer la sabiduría de la Doctrina Social de la Iglesia a los que forman parte del mundo de los negocios y de los sectores económicos de la sociedad civil. Después de un cuarto de siglo, esta tarea sigue siendo más necesaria que nunca, ya que los desafíos sociales y financieros planteados a la comunidad internacional se han vuelto cada vez más complejos e interconectados.

Las dificultades y crisis actuales en el sistema económico tienen una dimensión ética innegable: están vinculadas a una mentalidad de egoísmo y exclusión que de hecho ha generado una cultura del descarte, ciega a la dignidad humana de los más vulnerables. Lo vemos en la creciente “globalización de la indiferencia” frente a los evidentes desafíos morales que la familia humana está llamada a enfrentar. Pienso especialmente en los numerosos obstáculos al desarrollo humano integral de tantos hermanos y hermanas nuestros, no solo en los países materialmente más pobres sino también cada vez más en medio de la opulencia del mundo desarrollado. También pienso en las urgentes cuestiones éticas relacionados con los movimientos migratorios mundiales.

Vuestra Fundación tiene un papel importante que desempeñar para iluminar con la luz del mensaje evangélico estas acuciantes necesidades humanitarias y para ayudar a la Iglesia a cumplir este aspecto esencial de su misión. A través de vuestro compromiso constante con los líderes de la economía y las finanzas, así como con los líderes sindicales y otros en el sector público, intentáis garantizar que la dimensión social intrínseca de toda la actividad económica esté adecuadamente protegida y activamente promovida.

Con demasiada frecuencia, ha habido una dicotomía trágica y falsa, -análoga a la fractura artificiosa entre la ciencia y la fe- entre la doctrina ética de nuestras tradiciones religiosas y los intereses prácticos de la comunidad comercial actual. Pero hay una circularidad natural entre el beneficio y la responsabilidad social. De hecho, existe un “vínculo indisoluble […]entre una ética respetuosa de las personas y del bien común, y la funcionalidad real de todo sistema económico-financiero” (Oeconomicae et pecuniariae quaestiones, 17 de mayo de 2018, 23). En pocas palabras, la dimensión ética de las relaciones sociales y económicas no puede importarse a la vida y la actividad social desde el exterior, sino que debe surgir desde dentro. Esta es, por supuesto, una meta a largo plazo, que requiere el compromiso de cada persona y de cada institución dentro de la sociedad.

Vuestra conferencia ha elegido este año el tema “Nuevas políticas y nuevos estilos de vida en la era digital”. Uno de los desafíos relacionados con este tema es la amenaza que enfrentan las familias a causa de la incertidumbre de las oportunidades de trabajo y del  impacto de la revolución de la cultura digital. Como destaca el camino de preparación para el Sínodo de este año sobre los jóvenes, este es un ámbito decisiva en el que la solidaridad de la Iglesia es realmente necesaria. Vuestra contribución es una expresión privilegiada de la atención de la Iglesia por el futuro de los jóvenes y de las familias. Además, esta es una actividad en la que la colaboración ecuménica es de especial importancia y la presencia del Patriarca Bartolomé de Constantinopla en vuestra conferencia es una señal elocuente de esta responsabilidad común.

Queridos amigos, compartiendo vuestro conocimiento y experiencia, y transmitiendo  la riqueza de la doctrina social de la Iglesia, queréis formar las conciencias de los líderes en el campo político, social y económico. Os animo a perseverar en este esfuerzo, que contribuye a construir una cultura global de justicia económica, de igualdad y de inclusión. Con gratitud y aprecio por lo que ya habéis logrado, confío en la oración vuestro compromiso futuro a la providencia de Dios. Sobre vosotros, vuestros colegas y vuestras familias, invoco de todo corazón y en abundancia  las bendiciones del Señor.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

28/05/2018-12:10
Rosa Die Alcolea

Congregación para las Causas de los Santos: Francisco nombra nuevo Prefecto

(ZENIT — 28 mayo 2018).- El Santo Padre Francisco ha nombrado Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos a Mons. Giovanni Angelo Becciu: él sucederá al Cardenal Angelo Amato, de 79 años y prefecto de este dicasterio desde 2008.

La Santa Sede publicó un comunicado informando sobre el nombramiento el pasado sábado, 26 de mayo de 2018.

Mons. Giovanni Angelo Becciu tomará posesión del cargo otorgado a finales del próximo mes de agosto, permaneciendo mientras tanto como Sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado hasta el 29 de junio y, continuando como Delegado Especial ante la Soberana Orden Militar de Malta.

El Obispo Becciu fue parte de las "nominaciones de Benedicto XVI" que hoy constituyen la estrecha custodia del Papa Francisco.

En 2011, el Obispo Becciu fue nombrado Sustituto por Benedicto XVI, quien lo nombró Nuncio Apostólico en Cuba en 2009.

Nació en otra isla, Cerdeña, el 2 de junio de 1948. Allí rendimos culto a Nuestra Señora de "Bonaria", título que se convirtió en "Buenos Aires" al otro lado del Atlántico.

Asimismo fue ordenado sacerdote en 1972 para la diócesis de Ozieri. Tiene una Maestría en Derecho Canónico.

Se unió al servicio diplomático de la Santa Sede en mayo de 1984 y ha servido en la República Centroafricana, Sudán, Nueva Zelanda, Liberia, Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos.

El Papa Juan Pablo II le confirió la dignidad de arzobispo —fue consagrado el 1 de diciembre de 2001— nombrándolo nuncio en Angola en 2001. Luego fue nuncio de Santo Tomé y Príncipe.

Con Anita Bourdin

 

 

28/05/2018-14:07
Anita Bourdin

Alemania: El Papa recibió al alcalde de Berlín, Michael Müller

(ZENIT — 28 mayo 2018).- El Papa Francisco recibió a Michael Müller, presidente del Consejo federal alemán y alcalde de Berlín (República Federal de Alemania), el sábado, 26 de mayo de 2018, en el Vaticano.
Müller dijo que estaba sorprendido de ver hasta qué punto el Papa Francisco, "supuestamente tan lejos", estaba bien informado sobre la situación en Alemania y los problemas de una ciudad como Berlín, señaló Vatican News' en alemán.

"Encontré la variedad de temas y la apertura de la conversación particularmente impresionante. Se habló de la situación de los refugiados, de la situación política en Alemania, del éxito del AfD, del populismo en Europa", dijo el alcalde de Berlín.

En particular, el Papa preguntó si, dado el éxito electoral de AfD, la actitud inequívoca de Alemania sobre las cuestiones de migración y de los refugiados cambiaría, "especialmente en Alemania del Este", confió, antes de precisar: "Pude confirmar que también nos preocupa, pero afortunadamente, también hay una gran reacción en nuestro país".

Además, el Papa expresó su preocupación por las tendencias xenófobas en Europa y la tensa situación internacional, dijo el político del SPD (Partido Social Demócrata) a la prensa.

Y agregó: "El Papa está muy preocupado por que la situación internacional no se relaje y hay que seguir contando sobre los cientos de miles de personas que huyen, buscando un país seguro incluido Europa. Eso significa que tendremos que seguir acogiendo a las personas. La forma en que lo gestionamos, no solo en Alemania sino en Europa, también es una cuestión para el Papa".

Müller también fue recibido por el Secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados, el arzobispo Paul Gallagher, con quien discutió los esfuerzos de Berlín para expandir los centros de formación en la teología católica y en coordinación con la teología Protestante y con el Islam.

Él cree que en una ciudad como Berlín, la religión sigue siendo importante y que la "cooperación de las comunidades religiosas" es necesaria para resolver "problemas sociales y culturales", según la misma fuente.

© Traducción ZENIT, Raquel Anillo

 

 

28/05/2018-17:49
Isabel Orellana Vilches

Santa Úrsula Ledóchowska, 29 de mayo

«La pasión por Cristo agonizante movió a esta polaca, apóstol en Rusia y otros países del norte de Europa. Auxilió a los indigentes y llevó a cabo una gran acción con niños y jóvenes para quienes fundó la Cruzada Eucarística juvenil»

«Arda continuamente en vuestros corazones el fuego del amor por las almas. Conducirlas a Jesús y hacer conocer la infinita bondad de su corazón, he aquí el ideal al que tenemos que consagrarnos».Fue la consigna que esta intrépida mujer transmitió a sus hijas reiteradamente. Hoy continua sorprendiendo al mundo por su intenso quehacer con el que demostró a Cristo su amor por Él.

Julia María nació el 17 de abril de 1865 en Loosdorf, Austria. Sus ascendentes directos fueron eclesiásticos, consagrados, militares y hombres de estado. Sus padres eran el conde Anton Halka Ledochowskiy la condesa Josephine Salis-Zizers, de nacionalidad polaca y suiza respectivamente. El cardenal Mieczyslaw, arzobispo de Gniezno-Poznan, que fue primado de Polonia y prefecto de la Congregación para la Propagación de la Fe, era tío paterno suyo. Anton había enviudado de su primera mujer de la que tuvo tres hijos, y luego contrajo nupcias con Josephine. Julia fue la segunda de los seis nuevos vástagos de este segundo matrimonio, entre los cuales hubo religiosos relevantes.

La primogénita, María Teresa, fundadora de las misioneras de San Pedro Claver, fue beatificada por Pablo VI. Su hermano Wladimir fue general de la Compañía de Jesús, y otro de sus hermanos, oficial de alta graduación, murió a manos de los nazis en el campo de concentración de Dora-Nordhausen. Su padre, que se ocupaba de la educación de todos ellos, solía leerles biografías de santos, de héroes polacos, y les introducía en el mundo del arte y de la cultura, completando la formación que les proporcionaban profesores particulares. Josephine aportaba su fortaleza y energía, una alegría que contribuyó a realzar la felicidad y paz características del hogar. Por otro lado, el compromiso eclesial y la solidaridad circulaban por la casa como el aire; la presencia de sacerdotes y religiosos era constante.

Julia tuvo la fortuna de ser educada en este selecto ambiente y crecer instada por sus progenitores a la urgencia del amor. Sus hermanos admiraron en ella su espíritu sensible, generosidad y alegría. Estudió lenguas, pintura y música. Cuando en 1873 se produjo un grave revés financiero y tuvieron que abandonar la idílica villa en la que vivían para afincarse en la localidad germana de St.Pálten,acudió al centro regentado por las religiosas fundadas por Mary Ward. En 1883 se trasladaron a Lipnica Murowana, Polonia.

Al morir su padre en 1885 aquejado de viruela, su tío, el cardenal, se ocupó de todos. Al año siguiente Julia ingresó en el convento de las ursulinas de Cracovia. Allí tomó el nombre de María Úrsula de Jesús. Era audaz, sensible, disciplinada, emprendedora, tenía gran celo apostólico, talento y una visión certera y creativa. Pero, por encima de sus cualidades como estratega en bien del apostolado, sobresalía su donación sin paliativos a Cristo, sin componendas, sin vuelta atrás. Exquisita en su trato, no permitía que las visitas tuvieran que esperarla. Si le sugerían posponer la entrevista por hallarse ocupada, respondía: «Nunca debemos pedir a Jesús que espere». Obtuvo el título de maestra y luego el de capacitación para enseñar en lengua francesa. Fue una gran formadora. De 1904 a 1907 ejerció como superiora en Cracovia, etapa en la que abrió el campo educativo de las ursulinas. A instancias del padre Constantino Budkiewicz, párroco de la iglesia de Santa Catalina,fundó un internado para estudiantes.

Pío X vio que era una mujer de gran empuje, y le propuso evangelizar Rusia. Vistiendo civilmente, Julia partió a San Petersburgo con una hermana. En 1908 sería nombrada superiora de la casa que abrieron. Viviendo en clandestinidad y bajo vigilancia policial, porque el gobierno ruso se había percatado de su intensa actividad, desafió las hostilidades que se cernían sobre la Iglesia actuando a través de varios frentes apostólicos dirigidos a la juventud universitaria y a los adultos. Extendió estas acciones a Finlandia donde puso en marcha una clínica para personas sin recursos. Allí se involucró en el ámbito ecuménico entre católicos de varios ritos y ortodoxos. En 1914 en el fragor de la Primera Guerra Mundial por ser austriaca fue expulsada, y emigró a Suecia, Dinamarca y Estocolmo. Dejaba tras de sí en cada lugar su sello apostólico: centros para huérfanos y niñas, escuelas de idiomas, etc.

En 1915 estableció la primera congregación mariana para universitarios, e impulsó cursos dirigidos por las mentes teológicas más preclaras del momento. En 1918 creó en Aalborg, Dinamarca, una escuela de economía doméstica y un orfanato. Después de regresar a Polonia en 1920, a requerimiento de los padres camilos colaboró con el comité de ayuda a las víctimas de la guerra que había fundado el conocido escritor polaco Henryk Sienkiewicz. Entonces afrontó graves problemas para integrar su casa y su obra educativa en la naciente Unión de las Ursulinas polacas que había concebido para asistir a pobres, enfermos y desamparados. El nuncio apostólico en Polonia, Achille Ratti, futuro Pío XI, la confirmó en esa misión: «Permaneced en el puesto que os ha indicado la misma providencia». Ese año la Santa Sede la autorizó a transformar su convento autónomo de San Petersburgo en la congregación de Hermanas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante.

Trabajó entre los indigentes, abrió numerosos centros de educación, impartió catequesis, compiló ediciones de libros para niños y jóvenes, fue artífice de revistas, dictó conferencias, y fundó en 1925 la Cruzada Eucarística juvenil. De este sacramento extrajo su fortaleza y caridad. Fue un remanso de paz para todos al margen de orientaciones ideológicas, políticas y religiosas. «Mi opinión política es el amor de Dios y de mi país», respondió a un diplomático en una ocasión. Murió en Roma siendo superiora general el 29 de mayo de 1939. Su cuerpo se conserva incorrupto. Juan Pablo II la beatificó el 20 de junio de 1983, y la canonizó el 18 de mayo de 2003.