Servicio diario - 06 de junio de 2018


 

Audiencia general: “El Espíritu nos mueve a salir de nuestro egoísmo”
Rosa Die Alcolea

Guatemala: Los obispos llaman a la contribución y solidaridad
Rosa Die Alcolea

Audiencia general, 6 junio 2018 – Texto completo
Redacción

Cadena COPE: Saludo del Papa a los miembros presentes en la audiencia
Rosa Die Alcolea

Francisco anima a los ancianos y enfermos a ser “personas nuevas”
Rosa Die Alcolea

España y Latinoamérica: Comunicar la alegría del Evangelio con el Espíritu
Rosa Die Alcolea

Tierra Santa, Egipto y Oriente Medio: Testimonio de una vida santa
Rosa Die Alcolea

Mons. Felipe Arizmendi: “Contra inseguridad y corrupción, familia”
Felipe Arizmendi Esquivel

San Antonio María Gianelli, 7 de junio
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

06/06/2018-09:56
Rosa Die Alcolea

Audiencia general: "El Espíritu nos mueve a salir de nuestro egoísmo"

(ZENIT — 6 junio 2018).- "El Espíritu nos mueve a salir de nuestro egoísmo y a ser un don para los demás": El Santo Padre Francisco ha continuado la reflexión sobre la Confirmación considerando los efectos del don del Espíritu Santo en quienes reciben este sacramento.

Así, el Papa ha impartido la 3a catequesis sobre la Confirmación en la audiencia general celebrada el miércoles, 6 de junio de 2018, ante miles de fieles y peregrinos llegados a Roma desde diferentes lugares del mundo.

 

Comunidad eclesial

Francisco ha expresado que al recibir la Confirmación, nos unimos con mayor fuerza a los miembros del Cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia.

"Tenemos que pensar en la Iglesia como un organismo vivo —ha anunciado— compuesto de personas que caminan formando una comunidad junto al obispo, que es el ministro originario de la Confirmación y quien nos vincula con la Iglesia".

 

Signo de la paz

Al final del rito de la Confirmación, el obispo dice a cada confirmado «la paz esté contigo». "Recibir la paz a través del obispo nos impulsa a trabajar por la comunión dentro y fuera de la Iglesia, a mejorar los vínculos de concordia en la parroquia y a cooperar con la comunidad cristiana", ha explicado el Pontífice.

Estas palabras nos recuerdan el saludo de Jesús a sus discípulos en la noche de Pascua y expresan la unión con el Pastor de esa iglesia particular y con todos los fieles, ha aclarado Francisco.

Asimismo, el Papa ha señalado que la Confirmación se recibe una sola vez, pero su fuerza espiritual se mantiene en el tiempo y anima a crecer espiritualmente con los demás.

 

 

06/06/2018-16:17
Rosa Die Alcolea

Guatemala: Los obispos llaman a la contribución y solidaridad

(ZENIT — 6 junio 2018).- Los Obispos de Guatemala manifiestan su "profunda preocupación" ante el sufrimiento de tantos hermanos y hermanas guatemaltecos que han perdido sus seres queridos, sus bienes y su tranquilidad ante la imprevisible fuerza de la naturaleza.

Ante la tragedia causada por la erupción del volcán de fuego, los obispos de la Conferencia Episcopal de Guatemala publicaron el 5 de junio un comunicado de prensa.

"Estamos conscientes que esta tragedia se suma a la ya difícil situación política y social del país y agrava la pobreza y las dificultades de sobrevivencia en que se encuentra la mayor parte de la población", expresan los prelados.

Es en estas situaciones cuando entendemos mejor que "el sufrimiento produce perseverancia, la perseverancia virtud probada y la virtud probada esperanza" (Rm 5,3- 4) —anuncian en el escrito—. "Sabemos desde nuestra fe que las pruebas son ocasión para crecer en la confianza en Dios y en la solidaridad a favor del prójimo".

 

Llamamiento a la solidaridad

En este contexto, los obispos guatemaltecos invitan a todas las comunidades parroquiales y en particular a las instancias de pastoral social a dar lo mejor de sí mismos para contribuir a superar, en la medida de lo posible, la actual situación y a organizar, en colaboración con las diversas instancias oficiales y no oficiales, los programas de ayuda necesarios, sea de modo inmediata como a largo plazo.

"Consideramos que las respuestas a largo plazo son las más desafiantes y esperamos que el gobierno de la República cumpla con su obligación de dar respuestas concretas e integrales", han dicho.

"Con la confianza puesta en Dios que nunca abandona a quienes son sensibles al sufrimiento humano expresamos nuestro compromiso en ayudar y apoyar en todo cuanto esté a nuestro alcance", concluyen el comunicado.

 

 

06/06/2018-15:40
Redacción

Audiencia general, 6 junio 2018 — Texto completo

(ZENIT — 6 junio 2018).- "Por favor, cuando salgáis de la iglesia pensad que la paz recibida es para dársela a los demás: no para destruirla con el chismorreo": El Papa ha advertido de que ninguno recibe la Confirmación solo para sí mismo, sino para cooperar en el crecimiento espiritual de los demás.

Así lo ha dicho el Santo Padre en la 3a catequesis sobre la Confirmación, ofrecida en la audiencia general que se ha celebrado esta mañana, 6 de junio de 2018, en la plaza de San Pedro.

"Exhorto a los confirmados a no 'enjaulara' Espíritu Santo, a no oponer resistencia al Viento que sopla para empujarlos a caminar en libertad, a no sofocar el Fuego ardiente de la caridad que lleva a consumir la vida por Dios y por los hermanos", ha dicho el Papa.

 

¡La Iglesia somos todos!

La Confirmación –ha explicado Francisco– completando en los bautizados la semejanza con Cristo, los une más fuertemente como miembros vivos del cuerpo místico de la Iglesia. Y en este punto, el Pontífice ha destacado que “¡la Iglesia somos todos!”, aunque “algunos piensen que en la Iglesia haya patrones: el Papa, los obispos, los curas y que luego vengan los demás”.

“Cada uno tiene su trabajo en la Iglesia, pero la Iglesia somos todos–ha insistido el Papa–. Debemos pensar en la Iglesia como en un “organismo vivo”, compuesto de personas que conocemos y con quienes caminamos, y no como una realidad abstracta y distante.

 

Acabemos con el “chismorreo”

Nosotros, en la Confirmación, recibimos el Espíritu Santo y la paz: esa paz que debemos dar a los demás. Si hemos recibido el signo de la paz con la fuerza del Espíritu Santo –ha indicado el Santo Padre– tenemos que ser “hombres y mujeres de paz”, y no destruir, con la lengua, la paz que ha hecho el Espíritu.

“El chismorreo no es una obra del Espíritu Santo, no es una obra de la unidad de la Iglesia. El chismorreo destruye lo que Dios hace. ¡Por favor, acabemos con el chismorreo!”, ha exhortado el Papa.

A continuación ofrecemos el texto completo de la catequesis del Papa Francisco.

***

 

Catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Continuando la reflexión sobre el sacramento de la Confirmación, consideramos los efectos que el don del Espíritu Santo hace madurar en los confirmados, llevándolos a ser, a su vez, un don para los demás. El Espíritu Santo es un don. Recordemos que cuando el obispo nos da la unción con el óleo dice: “Recibe el Espíritu Santo que te es dado en don”. Ese don del Espíritu Santo entra en nosotros y nos hace fructificar, para que podamos dárselo luego a los demás. Siempre recibir para dar: nunca recibir y quedarse con las cosas dentro, como si el alma fuera un almacén. No: siempre recibir para dar. Las gracias de Dios se reciben para dárselas a los demás. Esta es la vida del cristiano. Es propio del Espíritu  Santo descentralizarnos de nuestro “yo” para abrirnos al “nosotros” de la comunidad: recibir para dar. No somos nosotros el centro: somos un instrumento de ese don para los demás.

La Confirmación, completando en los bautizados la semejanza con Cristo, los une más fuertemente como miembros vivos del cuerpo místico de la Iglesia (ver Ritual de la Confirmación, n. 25). La misión de la Iglesia en el mundo procede a través de la contribución de todos los que forman parte de ella. Algunos piensan que en la Iglesia haya patrones: el Papa, los obispos, los curas y que luego vengan los demás. No: ¡la Iglesia somos todos!. Y todos tenemos la responsabilidad de santificarnos el uno al otro, de preocuparnos unos de otros. La Iglesia somos todos nosotros. Cada uno tiene su trabajo en la Iglesia, pero la Iglesia somos todos. Debemos pensar en la Iglesia como en un organismo vivo, compuesto de personas que conocemos y con quienes caminamos, y no como una realidad abstracta y distante. La Iglesia somos nosotros que caminamos, la Iglesia somos nosotros que estamos en esta Plaza. Nosotros: esta es la Iglesia. La Confirmación vincula a la Iglesia universal, esparcida por toda la tierra, involucrando activamente a las personas confirmadas en la vida de la Iglesia particular a la que pertenecen, encabezada por el obispo, que es el sucesor de los apóstoles.

Y por eso el obispo es el ministro originario de la Confirmación (véase Lumen Gentium, 26), porque incorpora el confirmado a la Iglesia. El hecho de que, en la Iglesia latina, este sacramento sea normalmente conferido por el obispo pone de relieve su “efecto de  unir a los que la reciben más estrechamente a la Iglesia, a sus orígenes apostólicos y a su misión de dar testimonio de Cristo.”(Catecismo de la Iglesia Católica, 1313).

Y esta incorporación eclesial está bien representada por el signo de la paz que concluye el ritual de la crismación. Efectivamente, el obispo dice a cada confirmado: “La paz sea contigo”. Recordando el saludo de Cristo a sus discípulos en la tarde de Pascua, lleno del Espíritu Santo (cf. Jn 20,19-23), -como hemos escuchado- estas palabras iluminan un gesto que “manifiesta la comunión eclesial con el obispo y con todos los fieles ” (cf. CIC, 1301). Nosotros, en la Confirmación, recibimos el Espíritu Santo y la paz: esa paz que debemos dar a los demás. Pero pensemos: Que cada uno piense, por ejemplo, en su comunidad parroquial. Está la ceremonia de la Confirmación y después nos damos la paz: el obispo se la da al confirmado, y después en la misa la intercambiamos entre nosotros. Esto significa armonía, significa caridad entre nosotros, significa paz. Pero ¿después que pasa? Salimos y empezamos a hablar mal de los demás, a “despellejarlos”. Empiezan los cotilleos. Y los chismes son guerras. ¡No, no está bien! Si hemos recibido el signo de la paz con la fuerza del Espíritu Santo, tenemos que ser hombres y mujeres de paz, y no destruir, con la lengua, la paz que ha hecho el Espíritu. ¡Pobre Espíritu Santo! ¡Qué trabajo tiene con nosotros con esta costumbre del chismorreo! Pensadlo bien: el chismorreo no es una obra del Espíritu Santo, no es una obra de la unidad de la Iglesia. El chismorreo destruye lo que Dios hace. ¡Por favor, acabemos con el chismorreo!

La Confirmación se recibe solo una vez, pero el dinamismo espiritual suscitado por la santa unción es perseverante en el tiempo. Nunca terminaremos de cumplir el mandato de difundir en todas partes el buen olor de una vida santa, inspirada en la fascinante sencillez del Evangelio.

Ninguno recibe la Confirmación solo para sí mismo, sino para cooperar en el crecimiento espiritual de los demás. Solo de esta manera, abriéndonos y saliendo de nosotros mismos para encontrarnos con nuestros hermanos, podemos realmente crecer y no solo engañarnos con que lo estamos haciendo. De hecho, cuando recibimos un don de Dios debemos darlo – el don es para dar- para que sea fructífero, y no enterrarlo, a causa de miedos egoístas como enseña la parábola de los talentos (Mt 25,14-30).  También la semilla, cuando la tenemos en la mano, no es para dejarla allí, en el armario y que ahí se quede: Hay que sembrarla. El don del Espíritu Santo hay que dárselo a la comunidad. Exhorto a los confirmados a no “enjaular” al Espíritu Santo, a no oponer resistencia al Viento que sopla para empujarlos a caminar en libertad, a no sofocar el Fuego ardiente de la caridad que lleva a consumir la vida por Dios y por los hermanos. ¡Que el Espíritu Santo nos conceda el coraje apostólico para comunicar el Evangelio, con las obras y las palabras, a todos los que encontramos en nuestro camino! Con las obras y las palabras, pero las palabras buenas: las que edifican. No las palabras de los chismes que destruyen. Por favor, cuando salgáis de la iglesia pensad que la paz recibida es para dársela a los demás: no para destruirla con el chismorreo. No lo olvidéis.

 

 

 

06/06/2018-10:44
Rosa Die Alcolea

Cadena COPE: Saludo del Papa a los miembros presentes en la audiencia

(ZENIT —6 junio 2018).- El Papa Francisco ha dirigido un saludo especial a los responsables y miembros de la Cadena COPE, con motivo de su convención anual, que han estado acompañados por el Presidente de la Conferencia Episcopal Española, Cardenal Ricardo Blázquez Pérez.

Al final de la audiencia, el Cardenal Ricardo Blázquez y José María Gil Tamayo, Secretario General de la Conferencia Episcopal ha saludado personalmente al Santo Padre.

Los miembros de Cadena COPE han regalado al Pontífice una radio antigua, que funcionándote perfectamente a pesar de ser de los años cincuenta y que probablemente entrará a formar parte del Museo de la Radio del Vaticano, señala la corresponsal de COPE en el Vaticano, Eva Fernández, en Twitter.

 

 

06/06/2018-16:08
Rosa Die Alcolea

Francisco anima a los ancianos y enfermos a ser "personas nuevas"

(ZENIT — 6 junio 2018).- Francisco ha dirigido un pensamiento especial para los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados en la audiencia general celebrada hoy, miércoles, 6 de junio de 2018, en la plaza de San Pedro.

"Tomad del Corazón de Jesús el alimento y la bebida espiritual de tu vida, para que, nutridos por Cristo, seáis personas nuevas, transformadas en lo más profundo por ese amor divino", les ha indicado.

El Santo Padre ha dedicado la catequesis a la Confirmación. Ha expresado que este sacramento "se recibe solo una vez, pero el dinamismo espiritual suscitado por la santa unción es perseverante en el tiempo. Nunca terminaremos de cumplir el mandato de difundir en todas partes el buen olor de una vida santa, inspirada en la fascinante sencillez del Evangelio".

 

 

06/06/2018-15:47
Rosa Die Alcolea

España y Latinoamérica: Comunicar la alegría del Evangelio con el Espíritu

(ZENIT — 6 junio 2018).- El Pontífice ha animado a los peregrinos de lengua española a pedir la "asistencia del Espíritu Santo en sus vidas" para que les conceda la valentía de comunicar y anunciar la "alegría del Evangelio".

En la audiencia general, celebrada este miércoles, 6 de junio de 2018, el Santo Padre ha saludado especialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica.

"Los animo a pedir la asistencia del Espíritu Santo en sus vidas para que les conceda la valentía de comunicar y anunciar la alegría del Evangelio, con palabras y obras, a cuantos encuentran en el camino de la vida", les ha comunicado.

El Santo Padre ha reflexionado en la audiencia de hoy sobre el sacramento de la Confirmación y ha exhortado a los confirmados a "no 'enjaular' al Espíritu Santo", a no oponer resistencia al Viento que sopla para empujarlos a caminar en libertad, a no sofocar el Fuego ardiente de la caridad que lleva a consumir la vida por Dios y por los hermanos.

 

 

06/06/2018-15:58
Rosa Die Alcolea

Tierra Santa, Egipto y Oriente Medio: Testimonio de una vida santa

(ZENIT — 6 junio 2018).- "No debemos tener miedo de ofrecer lo que continuamente recibimos del Espíritu Santo, a través del testimonio de una vida santa y la difusión de la fragancia de su Palabra viviente entre nuestros hermanos", ha invitado el Papa Francisco a los peregrinos de lengua árabe, especialmente a los de Tierra Santa, de Egipto y Oriente Medio.

El Pontífice los ha saludado durante la celebración de la audiencia general, este miércoles, 6 de junio de 2018, en la plaza de San Pedro.

"Nadie recibe el sacramento de la confirmación solo para sí mismo, sino para participar en el crecimiento espiritual de los demás", ha recordado a los visitantes de Oriente Medio.

Los dones de Dios se nos conceden para dárselos a los demás —ha indicado el Papa—porque aumentan cuando son compartidos y desaparecen con el egoísmo.

 

 

06/06/2018-10:10
Felipe Arizmendi Esquivel

Mons. Felipe Arizmendi: "Contra inseguridad y corrupción, familia"

 

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas

 

VER

Estamos casi en la recta final de las campañas electorales, hacia el próximo 1 de julio. Todos los candidatos, sobre todo los presidenciales, prometen acabar con la corrupción, la violencia, la inseguridad, la pobreza y todas las plagas sociales que nos aquejan. Para ello, ofrecen crear empleos, mejorar salarios, atención al campo, apoyos a los menos favorecidos, becas a estudiantes, policías más eficientes, un ejército respetuoso de los derechos humanos, combate frontal a la delincuencia, etc. Todo eso está muy bien. Pero anteriores candidatos han ofrecido lo mismo, y no lo cumplieron a cabalidad; por ello, hay tantas inconformidades y desconfianzas. No hay que dejarse contaminar por la publicidad del que más ofrece, sino analizar la coherencia de su vida y las garantías que nos da de cumplir sus ofrecimientos. Hay que conocer sus aliados, porque si éstos son turbios, violentos e irresponsables, hay que desconfiar.

La inseguridad, la violencia, la corrupción y los demás males no llegan solitos, ni sólo por el atractivo del dinero fácil y rápido, ni sólo por culpa del gobierno, sino que tienen hondas raíces en la falta de familias bien integradas y en una evangelización superficial. Se han propiciado leyes y prácticas contra la vida y la familia, y con ello se ha arruinado nuestra sociedad. Hijos sin padres, hogares violentos, falta de educación en valores morales desde la familia, inestabilidad emocional de los hijos, divorcios al por mayor, separaciones sin razones profundas, infidelidades conyugales, legislaciones abortivas, escenas televisivas de parejas superficiales y libertinas, etc., todo esto ha propiciado que muchos adolescentes y jóvenes se desmoronen, pues no tienen bases sólidas de amor, verdad y servicio, sólo buscan el placer, nada ni nadie les importa más que ellos mismos, se integran a bandas delictivas y son un peligro para la sociedad. Carecen de una familia estable y armoniosa, que los defienda de atractivos falsos que los enganchan y engañan.

Muchas veces he dicho que procedo de una familia sencilla, campesina, trabajadora, unida y con sólidas bases cristianas. En nuestra infancia y juventud, sufrimos carencias y limitaciones, pero siempre contamos con un hogar que nos dio seguridad y futuro. Nunca nos enseñaron nuestros padres a robar, a pelear, a mentir, sino a respetarnos, ayudarnos y solidarizarnos con personas más pobres que nosotros. La familia bien constituida en amor, es la base de una sociedad justa, pacífica y fraterna. Sin esto, ni con más policías, ni con más leyes, ni con más dinero, mejoraría el país.

 

PENSAR

Dijo el Papa Francisco al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, el 8 de enero de 2018: "El derecho a formar una familia, en cuanto elemento natural y fundamental de la sociedad, y que tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado, está reconocido por la misma Declaración Universal de los Derechos Humanos (ONU: 1948). Por desgracia, se sabe que la familia, especialmente en Occidente, está considerada como una institución superada. Frente a la estabilidad de un proyecto definitivo, hoy se prefieren vínculos fugaces. Pero una casa construida sobre la arena de los vínculos frágiles e inconstantes, no se mantiene en pie. Se necesita más bien la roca, sobre la que se establecen cimientos sólidos. Y la roca es precisamente esa comunión de amor, fiel e indisoluble, que une al hombre y a la mujer, una comunión que tiene una belleza austera y sencilla, un carácter sagrado e inviolable, y una función natural en el orden social.

Considero por eso urgente que se lleven a cabo políticas concretas que ayuden a las familias, de las que, por otra parte, depende el futuro y el desarrollo de los Estados. Sin ellas, de hecho, no se pueden construir sociedades que sean capaces de hacer frente a los desafíos del futuro. El desinterés por las familias trae además otra dramática consecuencia -especialmente en algunas regiones- como es la caída de la natalidad. Estamos ante un verdadero invierno demográfico. Esto es un signo de sociedades que tienen dificultad para afrontar los desafíos del presente y que, volviéndose cada vez más temerosas con respecto al futuro, terminan por encerrarse en sí mismas.

Al mismo tiempo, no podemos olvidar la situación de familias rotas a causa de la pobreza, de las guerras y las migraciones. Con demasiada frecuencia, tenemos ante nuestros ojos el drama de niños que cruzan solos los confines que separan al norte del sur del mundo, muchas veces víctimas del tráfico de seres humanos".

 

ACTUAR

¿Quién de los candidatos procede de una familia estable y armónica? ¿Quién garantiza la protección de verdaderas familias? ¿Quién vive con valores confiables, y no sólo de propaganda? Razonemos a quién apoyaremos con nuestro voto.

 

 

06/06/2018-16:19
Isabel Orellana Vilches

San Antonio María Gianelli, 7 de junio

«El santo de hierro, gran confesor y formador, obispo de Bobbio, devoto de María. Fundador de las Hijas de María Santísima del Huerto quiso que extendiesen su labor caritativa en hospitales y hospicios»

Vino al mundo en Cerreta, Italia, el 12 de abril de 1789. Su familia era muy pobre; cultivaban tierras arrendadas en las que él trabajó hasta los 18 años, sin descuidar el estudio, la oración y las obras de caridad. Al plantearse el ingreso en el seminario que sus padres no podían costear en manera alguna, providencialmente recibieron ayuda de una acaudalada y noble viuda, Nicolasa Assereto, quien lo alojó en su mansión de Génova hasta que obtuvo plaza en el seminario. Se incorporó como alumno externo hasta 1808; luego quedó interno. Esta etapa fue, según sus palabras, la más feliz de su vida. Era tal su aplicación que el profesor de retórica, impulsor de la academia literaria «de los Constantes» integrada por alumnos destacados, lo seleccionó para encabezarla. Su lección inaugural sobre la virtud de la constancia mostró su madurez y permitió vislumbrar al santo que llegaría a ser. Participó en una misión y se le encomendó hablar de la muerte, uno de sus temas predicados más sobresalientes y preferidos para él.

Fue ordenado en 1812 tras una formación apresurada. Y, a pesar de ser sacerdote, prolongó un curso más sus estudios en el seminario. Su primera ocupación fue asistir al abad de la parroquia genovesa de San Mateo, que se hallaba impedido. Inició una labor pastoral y apostólica itinerante, que mantuvo toda su vida, y se convirtió en un destacado predicador. En 1814 se unió a los Misioneros Rurales, una congregación eclesial nacida en Génova en 1713, y después de asumir varios cargos, fue designado superior. Al morir el abad, el cardenal Spina, que lo conocía bien, lo nombró vice-abad. Impartió retórica en las Escuelas Pías de Cárcare con tan buenos resultados que el purpurado le encargó la cátedra de esa disciplina en el seminario de Génova. Diez años de docencia marcados por una clara consigna para los futuros sacerdotes: «Sean doctos, sí, pero sobre todo santos».

En 1826 monseñor Lambruschini, arzobispo de Génova, le envió como arcipreste a San Juan Bautista en Chiavari diciendo a sus habitantes: «Os envío la más bella flor de mi jardín». Y a Gianelli: «haga cuenta que emprende una misión, no de pocos días, sino de 10 o 12 años...». Doce años estuvo dejando allí lo mejor de sí, encaminando a todos hacia Cristo con una sublime caridad, ejercitada en medio de contratiempos, rivalidades e injusticias que se cernieron sobre él dentro del seminario. Exquisito en su trato, abrió sus «reglas dispositivas y preparatorias» con una sentencia de oro: «La primera cortesía y la más noble de todas las formas de urbanidad es tolerar y soportar a quien no la tiene».Fueconfesor y director espiritual en el conservatorio de las Hijas de San José para las que redactó sus reglas y costumbres.

Se afilió a la Sociedad económica, de la que hizo una institución nueva ayudado por las mujeres, y se afanó por el hospicio de caridad y trabajo buscando el bien de los necesitados. Cumplió escrupulosamente el sentimiento que expuso a los feligreses cuando se hizo cargo de la parroquia: «Un párroco no es otra cosa, sino un padre de una gran familia, él tiene que regirla, gobernarla y nutrirla, sobre todo en el espíritu, pero como padre de los pobres y como primer custodio del templo y del altar... para converger a tan alto fin ora y predica el Evangelio...».Era muy devoto de María cuyo amparo solía buscar yendo a orar al santuario de la Virgen del Huerto. Y Ella fue su inspiración para instituir en 1829 el Instituto de las Hijas de María Santísima del Huerto con doce primeras mujeres que iban a dedicarse al servicio de hospitales, hospicios para huérfanos y escuelas.

Le urgía la caridad, y le preocupaba que sus hijas la pusieran en práctica con la radicalidad evangélica. De ahí su insistente recomendación: «La dulzura, las buenas maneras, la paciencia no pueden ser nunca excesivas»; «Sabed ejercitar una gran paciencia con las personas de afuera cuando acuden a vosostras. Oídles. Responded con dulzura y buenos modales».En 1835 no escondió su angustia por la tragedia de la peste que segó la vida de gran parte de sus fieles. Con hondo sentido penitencial, ceñido con una corona de espinas, exclamó: «Hiere, oh Señor al pastor, pero deja salva a la grey».

Fue consagrado obispo de Bobbio en 1838 por el cardenal Tadini. El rector del seminario de Génova, antiguo alumno de Gianelli y confidente suyo, al volver de la ceremonia dijo a los clérigos: «Hoy han consagrado obispo a un santo».En su despedida de Chiavari, Gianelli se había excusado pidiendo perdón a sus feligreses, en particular por haber callado alguna vez la denuncia de desórdenes y vicios. Humilde y sencillo, decía «¿Yo, nacido pobre; yo, de baja condición, yo, un don nadie... yo, obispo?». Partió habiendo repartido entre los pobres sus escasas pertenencias. Hasta se fue desprendiendo por el camino del préstamo que le hicieron unos amigos. Llegaba a Bobbio con este sentimiento: «No puedo ser bueno sino estoy dispuesto a morir por vosotros, por cada uno de vosotros».

En abril de 1844 en una de sus cartas develaba su grandeza de espíritu, y prontitud para responder con gozo al peso de la soledad que acompaña a la persona de gobierno; dejaba entrever también su celeste añoranza por lo divino: «Hay que estar alegres. Pero, ¿cómo conseguirlo, cuando todos los vientos traen tristeza y melancolía? Hay que hacer que la alegría surja de la melancolía, de la tristeza misma, aún cuando solo sea porque ha sido fiel compañera de nuestro Señor Jesucristo». Su labor apostólica y entrega tuvo la misma intensidad que había marcado su vida, aunque al recibir el viático se acusó de haber sido «un obispo indulgente y flojo». Murió en Piacenza el 7de junio de 1846 a consecuencia de una tisis. Pío XI lo beatificó el 19 de abril de 1925, y Pío XII lo canonizó el 21 de octubre de 1951. Su biógrafo G. Frediani lo denominó «El santo de hierro».