Tribunas

Blázquez e Iván Redondo

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

El cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española, no necesita presentación. Pero quizá sí Iván Redondo, el gurú que ha hecho posible que Pedro Sánchez llegue a presidente del gobierno.

Iván Redondo es un consultor político que comenzó a trabajar en el PP de Extremadura. Hizo, en su momento, presidente de la Junta a Monago y trabajo para Albiol y Basagoiti. Y cuando quiso dar el salto a la política nacional, es decir, entrar en los círculos del poder madrileño, llamó a las puertas del PP. Puertas que se le cerraron, después de que le prometieran algo más que el moro y el oro.

En esas estaba cuando Pedro Sánchez le invitó a formar parte de su proyecto de conquistar la secretaría general de PSOE. Desde entonces hasta la cima, paso a paso, análisis tras análisis, mensaje y discurso, gesto, palabra y estrategia. Poco a poco.

Tranquilos. Que sepamos, en los últimos días, el cardenal Blázquez no se ha reunido con Redondo.

Dicen que Iván Redondo es un gurú, “spin doctor”, de lo que ahora se llama la comunicación política. Uno de los mejores. Que su serie favorita es “El ala oeste de la casa blanca”, que no es lo mismo que “Sucesor designado” o “House of cards” no dice mucho. En nuestro caso “The Young Pope” no nos sirve. Iván es el hombre de la forma. Es, por tanto, lo que va a necesitar la Conferencia Episcopal española en este nuevo tiempo.

No nos podemos llevar a engaño. La agenda laicista de Pedro Sánchez está muy clara. Comenzó ya con las proposiciones no de ley que se introdujeron en el Congreso, en meses pasados, y que no han salido hasta ahora. Además, con los ministros nombrados, no cabe duda.

Se llaman, previsiblemente proposiciones ahora sí de ley, con el apoyo de la izquierda radical, que esa será su recompensa: Eutanasia, Ley LGTBI en su más puro estilo Podemita, menores transexuales, escuela concertada y escuela diferenciada, enseñanza de la religión, símbolos religiosos públicos y en centros públicos, y, de postre, la mutación constitucional de los Acuerdos, es decir, iniciar el camino de su deslegitimación social y de vaciamiento de contenido hacia una ley de libertad religiosa nueva que incluya a la Iglesia católica. Ley orgánica por Acuerdos.

Pero la clave no está solo en lo que haga el gobierno, en el tiempo que pueda. Está en lo que va a hacer la Iglesia. Porque ya no estamos en los tiempos de las manifestaciones en calle y en las declaraciones de más de ciento cuarenta caracteres. En lo que se llamaba confrontación. Ahora estamos en el diálogo, buen rollito del que los denominados cristianos socialistas, que por cierto tiene un descriptible peso dentro del partido, van a servir de puentes móviles.

Pero el problema, para no crear más desafección, incomprensión y ruido, está en venderlo. Y aquí, no estaría demás que la Conferencia Episcopal fiche, -ojo, que no es nada barato-, a Iván Redondo. Es solo una sugerencia.

 

José Francisco Serrano Oceja