Editorial

 

Argentina y la dignidad de la vida

 

 

15/06/2018 | por ForumLibertas


 

 

Por solo cuatro votos de diferencia, el Congreso de Argentina ha aprobado declarar libre el aborto durante las primeras 14 semanas. Ahora está despenalizado en los supuestos de violación y riesgo para la salud de la madre. No se trata de una decisión definitiva porque todavía debe pasar por el Senado que, a diferencia de España y a semejanza de Estados Unidos, es una institución con gran peso legislativo. Por consiguiente, no puede afirmarse que se haya legalizado el aborto. Está por ver.

Lo que nunca dejará de sorprendernos de los defensores de la muerte legal del no nacido son sus razones y excesos. Apuntemos como paradigma de estos últimos el artículo de El País (1506) que proclama que, con aquella aprobación, Argentina recupera (?) el liderazgo perdido, y lo equipara a la situación del país a inicios de siglo, cuando era una gran potencia económica. Como el bálsamo de Fierabrás, que aparece en el Quijote, el aborto es para sus promotores el remedio para todos los males. Es absurdo, es una fake news porque deforma reiteradamente la realidad, pero se hace sin rubor por medios de comunicación que se consideran serios.

Los argumentos son una muestra de la ideología que defiende el aborto y de sus contradicciones. “Abajo el patriarcado” gritaban como si el aborto liberara a la mujer de la opresión del hombre, cuando en realidad lo que hace es coadyuvar en hacerlo más irresponsable y favorecer su forma instintiva de cómo se percibe la relación sexual; no como la culminación de un proceso afectivo y el inicio de un proyecto en común, que es propio de la percepción femenina, sino como un “aquí te pillo aquí te mato” y cuanto más, mejor.

La proclamada liberación sexual de la mujer no consiste en que se comporte como lo que no es, como un hombre, sino que se realice plenamente en su condición femenina. El aborto es, en su práctica, el gran aliado del machismo y la irresponsabilidad.  Su única justificación y ventaja es aquella que nunca se aduce: facilitar el máximo de relaciones sexuales más o menos improvisadas, y de impulso, no de maduración afectiva, sin las consecuencias de un hijo. Visten esa sexualización de la relación entre hombres y mujeres, que la reduce solo a eso, con la ideología del género, que está concebida precisamente para esto, para justificar sin mostrarlo, la promiscuidad sexual.

La argumentación del reciente Premio Princesa de Asturias, Michael Sandel, sobre esta cuestión y otras controvertidas como el matrimonio homosexual, deben ser una cuestión central en relación al derecho a matar al no nacido y la aducida neutralidad del estado.

El principal daño del aborto es la muerte de una víctima inocente. Pero también existe otra que es terrible para la propia mujer y la sociedad, la del instinto maternal. Sin él la sociedad implosiona, deriva en individualismo hedonista y cerril, deja de ser comunidad para convertirse simplemente en gentío, un conjunto deshilvanado de individuos fácilmente controlable por el poder, por todo poder. Os dan sexo no ya a cambio de vuestras almas, que eso solo lo conoce Dios, sino de la alienación de vuestras vidas.

La última razón del aborto no es otra que la satisfacción del impulso sexual sin limitaciones. “Fuera vuestros rosarios de nuestros ovarios”. Esa es la idea a la que se contrapone el “sí a la vida”, “salvemos las dos vidas”. Desde la racionalidad no quedan dudas donde se encuentra el futuro de la humanidad, y no solo por razones demográficas, sino por los dos extremos que significan sobre el horizonte de sentido humano.

Los defensores del aborto en Argentina se dedican a enseñar mapas que muestran que los países más desarrollados en lo económico son favorables a una mayor libertad para abortar. Son incompletos. En términos absolutos, y a pesar del aumento del número de países que lo han legalizado, estamos lejos de su máximo, que se alcanzó por la suma del paroxismo abortista en la URSS, la China de Mao y el Japón derrotado y ocupado por Estados Unidos, cuando fue legalizado para las japonesas mientras permanecía prohibido para las estadounidenses durante una década.

No deja de ser una paradoja que en los tiempos en el que los medios de anticoncepción son más eficaces y variados que nunca, el aborto sea exigido como una solución. Esta ecuación muestra un grave desorden interno.

Es visible la relación política, la alianza entre la legislación sobre el matrimonio homosexual y el aborto. Son los mismos grupos de presión que empujan en el mismo sentido, donde la izquierda, y esto es bien visible en Argentina, oculta su impotencia para la transformación económica y social, adoptando este otro tipo de banderas. El aborto en los países donde no existe un buen sistema público de pensiones es una condena adicional para una vejez miserable de los más pobres, porque en los países bajo estas condiciones institucionales son los hijos los proveedores de los padres ancianos. Al menos si la izquierda antepusiera el logro de una pensión de jubilación digna al aborto existiría concordancia con lo que afirma que son sus fines, pero no es así, y solo muestra increencia.

Argentina va a entrar en el declive demográfico en términos de tasa de fecundidad, es decir, en términos de número de hijos por mujer. En el 2016 se situaba en los 2,29, y decrece a un ritmo regular de dos a tres centésimas al año, lo que presagia que muy pronto, a inicios de la próxima década, ya se situará por debajo de la tasa de remplazo (2,1). El aborto que una vez plenamente implantado afecta a uno de cada cuatro nacimientos, acelerará este proceso.

Argentina combinará así unos factores que conducen al desastre: una natalidad insuficiente, que provoca el envejecimiento de la población, una escasa eficiencia económica e institucional, que determina una productividad baja, un elevado porcentaje de población en situación de pobreza, y la ausencia de un sistema público de pensiones que garantice una pensión suficiente. A todo ello se unirá el aumento de mujeres viudas, o solas, sin hijos. ¡Y aun dicen que el aborto es progreso!