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Recep Tayyip Erdogan gana las elecciones en Turquía e instaura una república presidencialista, tras 15 años en el poder

 

 

29/06/2018 | por Salvador Aragonés


 

 

Las elecciones legislativas y presidenciales de Turquía las ha ganado el actual presidente Recep Tayyip Erdoğan, de 64 años, quien hace un año celebró un referéndum de reforma constitucional para reforzar los poderes presidenciales, suprimir la figura del presidente del Gobierno y tener una presencia cada vez más fuerte de la religión musulmana. La victoria es clara, con el 53,5 por ciento de los votos y a la primera vuelta.

En efecto, el presidente turco, que lleva 15 años en el poder en Turquía, ha ganado estas elecciones aliándose con la extrema derecha y entre los dos han conseguido 350 escaños de un total de 600. Erdoğan, como dice “La Monde”. Será un “hiperpresidente”.

Esta deriva autoritaria en la política queda ahora la deriva económica, para resolver los graves problemas de Turquía, cuya moneda, la libra turca, está cayendo y en un año ha caído un 25 por 100 frente al dólar. Esto implica una inflación de dos dígitos, el endeudamiento de las empresas, la caída del poder adquisitivo de los turcos, etc.

Turquía, o mejor dicho el “Ras” Recep Tayyip Erdoğan, quiere ser una potencia en el Oriente Medio, después de que Europa le ha cerrado las puertas para su entrada en la Unión –por ser un país con una democracia discutida–, aunque le falta tener una economía fuerte y desembarazarse de su dependencia de la OTAN, amén de resolver los conflictos internos con el Kurdistán (los kurdos, que han obtenido un 10 por 100 de los votos) y con sus vecinos: Siria, Irak. Y sobre todo qué solución dar a sus relaciones con Arabia Saudí, Israel y Rusia.

Turquía quiere volar por su cuenta, pero ahora está un tanto desubicada en el contexto internacional, si bien no olvida que fue el Imperio otomano.

Turquía, además, alberga a varios millones de refugiados, especialmente sirios, desde que llegó la fuerte emigración siria a causa de la guerra. Pero los sirios se sienten maltratados en Turquía, hacinados y extraños, pues quieren ir a Europa.

En cuanto a la religión, Turquía para los cristianos tiene lugares de alto significado religioso, pues por allí pasó san Pablo y se crearon las primeras comunidades cristianas. La Iglesia ortodoxa tiene al Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, el más importante de esta religión. También existen otros ritos cristianos, monasterios antiguos, tradiciones que se remontan al nacimiento del cristianismo. Y también hay judíos sefarditas. Todos ellos ven con recelo el aumento del islamismo que quiere ser globalizador y a veces totalizante.

De todas formas, más del 90 por ciento de los 80 millones de habitantes turcos son musulmanes, la mayoría sunitas, religión que se enseña obligatoriamente en las escuelas, aunque el estado se declare “laico”.

El “Ras” Recep Tayyip Erdoğan tiene ante sí un mandato que podrá ejercer sin excesivas trabas, aunque el problema de los kurdos, la complicada situación del Oriente Medio, la guerra de Siria y el terrorismo también de otras facciones islámicas le podrán dar más de un susto y más de una sorpresa.