Servicio diario - 07 de julio de 2018


 

Bari: El Papa exhorta a ser la "voz que combate el homicidio de la indiferencia"
Redacción

México: Mons. Jaime Calderón Calderón, nombrado obispo de Tapachula
Redacción

Canadá: El Card. Lacroix, enviado especial al 200° aniversario de la evangelización
Redacción

Japón: El Papa nombra obispo de Kagoshima a Francis Xavier Hiroaki Nakano
Redacción

Beato Pedro Vigne, 8 de julio
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

07/07/2018-13:35
Redacción

Bari: El Papa exhorta a ser la "voz que combate el homicidio de la indiferencia"

(ZENIT – 7 julio 2018).- “Recemos unidos, para pedir al Señor del cielo esa paz que los poderosos de la tierra todavía no han conseguido encontrar” ha exhortado el Papa Francisco en la oración ecuménica por La Paz, celebrada esta mañana en Bari.

El Santo Padre Francisco ha salido en helicóptero desde el helipuerto del Vaticano, esta mañana a las 7 horas con destino a Bari para participar en el encuentro con los Jefes de las Iglesias y Comunidades Cristianas de Medio Oriente cuyo tema es: “¡La paz contigo! Cristianos juntos por el Medio Oriente “.

A su llegada, después de aterrizar en la explanada Cristóbal Colón ha sido recibido por el arzobispo de Bari-Bitonto, Mons. Francesco Cacucci, el Presidente de la Región de Apulia, Michele Emiliano, de la Prefecta de Bari, Marilisa Magno, y del Alcalde de la Ciudad, Antonio Decaro. Acto seguido se trasladó en automóvil a la basílica pontificia de San Nicolás mientras los Patriarcas llegaron a la basílica desde sus residencias.

Una vez llegado a la basílica de San Nicolás, el Santo Padre dio la bienvenida a los Patriarcas , saludándolos individualmente. Luego los Patriarcas bajaron a la cripta para venerar las reliquias de San Nicolás. El Papa, que entró por último en la basílica, saludó a los miembros de la comunidad de los Frailes Dominicos y también bajó a la cripta para venerar las reliquias del santo y encender la lámpara de una sola llama.

El Santo Padre y los Patriarcas salieron de la basílica de San Nicolás y, en autobús, llegaron  a la “Rotonda” en el Paseo Marítimo de  Bari donde, a las 9:15 horas, ha tenido lugar el encuentro de  oración. Al final del encuentro de oración común, el Papa y los Patriarcas regresaron en autobús a la basílica de San Nicolás, donde, desde las 10:15 horas, está en curso el diálogo a puerta cerrada.

Publicamos a continuación la monición introductoria del Papa a la oración ecuménica por la paz:

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Monición introductoria del Papa Francisco

Queridos hermanos

Hemos llegado como peregrinos a Bari, ventana abierta al cercano Oriente, llevando en el corazón a nuestras Iglesias, a los pueblos y a tantas personas que viven en situación de gran sufrimiento. A ellos les decimos: «Estamos cerca de vosotros». Queridos hermanos, os agradezco de corazón por haber venido hasta aquí con generosidad y premura. Y estoy muy agradecido a todos vosotros, que nos hospedáis en esta ciudad, ciudad del encuentro, ciudad de la acogida.

En nuestro camino común nos sostiene la Santa Madre de Dios, venerada aquí como Odegitria: la que muestra el camino. Aquí descansan las reliquias de san Nicolás, obispo de Oriente, cuya veneración surca los mares y atraviesa las fronteras entre las Iglesias. Que el Santo milagroso interceda para curar las heridas que tantos llevan dentro. Aquí contemplamos el horizonte y el mar y nos sentimos impulsados a vivir esta jornada con la mente y el corazón dirigidos a Oriente Medio, encrucijada de civilizaciones y cuna de las grandes religiones monoteístas.

Allí nos visitó el Señor, «sol que nace de lo alto» (Lc 1,78). Desde allí, la luz de la fe se propagó por el mundo entero. Allí han surgido los frescos manantiales de la espiritualidad y del monacato. Allí se conservan ritos antiguos únicos e inestimables riquezas del arte sacro y de la teología; allí pervive la herencia de los grandes Padres en la fe. Esta tradición es un tesoro que hemos de custodiar con todas nuestras fuerzas, porque en Oriente Medio están las raíces de nuestras mismas almas.

Pero sobre esta espléndida región se ha ido concentrando, especialmente en los últimos años, una densa nube de tinieblas: guerra, violencia y destrucción, ocupaciones y diversas formas de fundamentalismo, migraciones forzosas y abandono, y todo esto en medio del silencio de tantos y la complicidad de muchos. Oriente Medio se ha vuelto una tierra de gente que deja la propia tierra. Y existe el riesgo de que se extinga la presencia de nuestros hermanos y hermanas en la fe, desfigurando el mismo rostro de la región, porque un Oriente Medio sin cristianos no sería Oriente Medio.

Esta jornada inicia con la oración, para que la luz divina disipe las tinieblas del mundo. Ya hemos encendido, delante de san Nicolás, la «lámpara de una sola llama», símbolo de la unicidad de la Iglesia. Juntos deseamos encender hoy una llama de esperanza. Que las lámparas que colocaremos sean signo de una luz que aun brilla en la noche. Los cristianos, de hecho, son luz del mundo (cf. Mt 5,14), pero no solo cuando todo a su alrededor es radiante, sino también cuando, en los momentos oscuros de la historia, no se resignan a las tinieblas que todo lo envuelven y alimentan la mecha de la esperanza con el aceite de la oración y del amor. Porque, cuando se tienden las manos hacia el cielo en oración y se da la mano al hermano sin buscar el propio interés, arde y resplandece el fuego del Espíritu, Espíritu de unidad, Espíritu de paz.

Recemos unidos, para pedir al Señor del cielo esa paz que los poderosos de la tierra todavía no han conseguido encontrar. Que desde el curso del Nilo hasta el Valle del Jordán y más allá, pasando por el Orontes, el Tigris y el Éufrates, resuene el grito del Salmo: «La paz contigo» (122,8). Por los hermanos que sufren y por los amigos de cada pueblo y religión, repitamos: La paz contigo. Con el salmista, lo imploramos de modo particular para Jerusalén, la ciudad santa amada por Dios y herida por los hombres, sobre la cual el Señor aún llora: La paz contigo.

La paz: es el grito de tantos Abeles de la actualidad que sube al trono de Dios. Pensando en ellos, no podemos ya más permitirnos decir ―ni en Oriente Medio ni en cualquier otra parte del mundo―: «¿Soy yo el guardián de mi hermano?» (Gn 4,9). La indiferencia mata, y nosotros queremos ser una voz que combate el homicidio de la indiferencia. Queremos dar voz a quien no tiene voz, a quien solo puede tragarse las lágrimas, porque hoy Oriente Medio llora, hoy sufre y calla, mientras otros lo pisotean en busca de poder y riquezas. Para los pequeños, los sencillos, los heridos, para aquellos que tienen a Dios de su parte, nosotros imploramos: La paz contigo. Que el «Dios de todo consuelo» (2 Co 1,3), que sana los corazones destrozados y venda las heridas (cf. Sal 147,3), escuche hoy nuestra oración.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

07/07/2018-18:52
Redacción

México: Mons. Jaime Calderón Calderón, nombrado obispo de Tapachula

(ZENIT — 7 julio 2018).- El Santo Padre ha nombrado obispo de Tapachula (México) a Su Excelencia, Mons. Jaime Calderón Calderón, hasta ahora obispo titular de Giomnio y Auxiliar de Zamora.

 

Mons. Jaime Calderón Calderón

Mons. Jaime Calderón Calderón nació en Churintzio, diócesis de Zamora, el 1 de mayo de 1966. Se formó en el Seminario de Zamora, fue ordenado sacerdote el 16 de febrero de1991 e incardinado para la diócesis de Zamora.

Después de la ordenación obtuvo la licenciatura en Filosofía en la Universidad Pontificia de México y luego un doctorado en Filosofía en Roma en la Universidad Gregoriana.

Ha sido vicario parroquial, prefecto, Vice-Rector y Rector del Seminario Mayor de Zamora, coordinador del Consejo Presbiteral, secretario del Colegio de Consultores, juez del Tribunal Eclesiástico y presidente de la Organización de los Seminarios Mexicanos.

El 5 de julio de 2012 fue nombrado obispo titular de Giomnio y Auxiliar de Zamora. Fue consagrado el 5 de octubre de 2012.

 

 

07/07/2018-18:02
Redacción

Canadá: El Card. Lacroix, enviado especial al 200° aniversario de la evangelización

(ZENIT — 7 julio 2018).- El pasado 19 de mayo, el Santo Padre nombró al cardenal Gérald Cyprien Lacroix, arzobispo de Québec, su enviado especial en la celebración del 200° aniversario de la evangelización del Occidente y el Norte de Canadá a partir de la llegada del P. Norbert Provencher y sus compañeros misioneros a la actual archidiócesis de Saint-Boniface, que tendrá lugar el 15 de julio de 2018.

El cardenal Gérald Cyprien Lacroix estará acompañado por una misión pontificia formada por los siguientes eclesiásticos:

-Mons. Albert FRÉCHETTE, Miembro del Colegio de Consultores y Rector de la Catedral de Saint-Boniface.

-Mons. Cari TARNOPOLSK1, Vicario general de la archidiócesis de Saint-Boniface. Publicamos a continuación la carta del Santo Padre al enviado especial:

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Carta del Papa Francisco

Venerabili Fratri Nostro

GERALDO CYPRIANO S.R.E. Cardinali LACROIX, I.S.P.X.,

Archiepiscopo Metropolitae Quebecensi

Mirabilia creata quae contemplamur, glacies et nives, valles et montes excelsi, silvae immensae, lacus et flumina, ubi multa animalia refugium inveniunt et cibum, nos omnino invitant ut Creatori magno stupore confiteamur: "Quam multiplicata sunt opera tua, Domine! Omnia in sapientia fecisti, repleta est terra creatura tua" (Ps 104,24).

Hac ratione, etiamsi Deum verum nescientes, "per ea, quae facta sunt" (Rom 1,20) invisibilia eius intellecta, multi indigenae in harmonia cum universa natura viventes et bonum iuxta conscientiam operantes acceptum cultum el praebuerunt. Ipsis autem liquidius et certius Se revelare cupiens, Dominus lesus «Ecclesiam suam ut sacramentum salutis fundavit, apostolosque in universum mundum misit [...], mandans eis: "Euntes ergo docete omnes gentes, baptizantes eos in nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti, docentes eos servare omnia quaecumque mandavi vobis" (Mt 28,19-20)» (Ad gentes, 5). Quod missionale opus Ecclesia fideliter per saecula explere studet.

Laeto verum animo novimus ducentesimum expletum annum celebrad ab initio evangelizationis in occidentali et septentrionali parte Canadae ferventer inchoatae a missionariis, quos losephus Octavius Plessis, tunc Episcopus Quebecensis, miserat ad novam constituendam missionem. Inter eos eminuit losephus Norbertus Provencher, quem deinde Romae humaniter recepit ac sustinuit Decessor Noster Gregorius XVI, quique ab eodem Pontifice primus dioecesis Sancti Bonifacii factus est Episcopus. Is una cum sociis humiliter et assidue ibidem fidem catholicam cunctis annuntiavit, deinde multum iuvantibus Oblatis Mariae Immaculatae et Sororibus a Caritate, et revera plurimi autochthones eam fidem amplexi sunt ipsamque aliis afferebant.

Ideo accepimus postulatum Venerabilis Fratris Alberti LeGatt, Archiepiscopi Sancti Bonifacii, qui poposcit ut Purpuratum Patrem mitteremus ad Personam Nostram die XV proximi mensis lulii gerendam, in bicentenaria memoria recolenda inceptae evangelizationis. Cum autem primi missionarii de urbe Quebecensi missi essent, iustum visum est inde etiam Legatum eligere. Idcirco Nostrum Missum Extraordinarium ad supra memoratam celebrationem hisce Litteris te constituimus, Venerabilis Frater Noster, qui prudentia spirituque missionali emines atque illarum terrarum amoenitatem et gentium historiam, culturam hodiernaque rerum adiuncta optime cognoscis.

Congrue quidem Nostro nomine omnes hoc felix iubilaeum commemorantes salutabis, maxime populos autochthones, qui quondam in natura multa amoris verba audire valuerant, superioraque autem duo saecula mente et corde patebant bono nuntio aeternae salutis in Christo consequendae. Eos quoque invitare volumus "ut aliquid temporis tribuatur ad serenam harmoniam cum creato recuperandam, ad considerandum nostrum vitae genus ac nostra optata sublimia, ad Creatorem contemplandum, qui inter nos vivit et in iis quae circa nos sunt cuiusque praesentia non debet esse exstructa, sed detecta et revelata" (Laudato si', 225).

Missionarios etiam recordaberis, qui ducentos ante annos illuc pervenerunt Evangelium praedicaturi, ceterosque qui hoc opus sedulo prosecuti sunt. Cohortaberis iuvenes ut vestigia maiorum sequentes culturae et fidei bona denuo detegant et colant. Ne autem careant homines prosequentes hoc evangelizationis opus, constanter orent pro novis vocationibus, ipso Domino monente: "Messis quidem multa, operarii autem pauci; rogate ergo Dominum messis, ut mittat operarios in messem suam" (Lc 10,2).

Nos tuam peculiarem missionem, committimus intercessionibus Immaculatae Virginis Mariae, sancti Francisci de Montmorency-Laval, primi Episcopi Quebecensis, sanctae Mariae Margaritae d'Youville, sanctae Catharinae Tekakwitha et beatae Mariae Elisabethae Turgeon. Denique Benedictionem Nostram Apostolicam imo ex corde tibi, Venerabilis Frater Noster, impertimus, dilectis Pastoribus et Christifidelibus harum regionum cunctisque faustum hunc eventum participantibus amanter communicandam.

Ex Aedibus Vaticanis, die XXI mensis lunii, anno MMXVIII, Pontificatus Nostri sexto.

 

FRANCISCUS

© Librería Editorial Vaticano

 

 

07/07/2018-18:33
Redacción

Japón: El Papa nombra obispo de Kagoshima a Francis Xavier Hiroaki Nakano

(ZENIT — 7 julio 2018).- El Papa Francisco ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Kagoshima (Japón), presentada por Mons. Paul Kenjiro Koriyama, y ??al mismo tiempo ha nombrado obispo de Kagoshima al Rev.do Sac. Francis Xavier Hiroaki Nakano, hasta ahora Rector del Seminario Católico de Japón.

 

Rev.do Sac. Francis Xavier Hiroaki Nakano

El Rev.do Sac. Francis Xavier Hiroaki Nakano nació el 15 de abril de 1951 en Kagoshima. Estudió Filosofía y Teología en el Seminario Mayor de San Sulpizio en Fukuoka. Obtuvo una Licenciatura en Teología Dogmática en la Universidad Pontificia Urbaniana (Roma). Fue ordenado sacerdote el 2 de abril de 1978 para la diócesis de Kagoshima.

Después de su ordenación sacerdotal, ha desempeñado los siguientes cargos: 1978¬1981: Secretario del obispo y redactor del periódico diocesano; 1981-1984: Vicario parroquial de Kamaoike; 1984-1988: Estudios de especialización en Roma; 1988-1993: párroco de Tamazato; 1993-2005: párroco de Naze; 2005-2009: canciller de la diócesis de Kagoshima;2009-2011: párroco de San Francisco Javier; 2011-2013: Formador en el Seminario Católico de Japón; Párroco de Shibushi (solo por algunos meses en 2011); 2013-2017: Vicerrector del Seminario Católico de Japón; desde 2017: Rector del Seminario Católico de Japón.

 

 

07/07/2018-19:50
Isabel Orellana Vilches

Beato Pedro Vigne, 8 de julio

«La cruz y la Eucaristía: claves de este «misionero del clero», artífice de un grandioso Vía Crucis. Es el fundador de la Congregación del Santísimo Sacramento, cuya devoción fue uno de los ejes vertebrales de su vida»

Nació el 20 de agosto de 1670 en Privas, Francia. Su padre regentaba un comercio textil y los tres hermanos que sobrevivieron, de los cinco nacidos en el hogar, no tuvieron excesivos problemas económicos porque se vivía holgadamente. Sus progenitores le proporcionaron una buena educación. Era un muchacho tan despierto que a sus 11 años el párroco le encomendó tareas de cierta responsabilidad en la parroquia de Santo Tomás; actuaba como testigo firmando actas parroquiales de bautismo, matrimonio y sepultura. En su entorno imperaba el calvinismo y en este ambiente enrarecido por los conflictos que generaban creencias dispares, se sintió llamado a seguir a Cristo en el transcurso de una Eucaristía. Toda su vida tuvo como eje central la adoración al Santísimo Sacramento.

En 1690 ingresó en el seminario de Viviers y cuatro años más tarde fue ordenado sacerdote por el prelado de la diócesis. Luego, se trasladó a Saint-Agréve en calidad de coadjutor. Su ministerio estuvo marcado por la reflexión sobre la Palabra de Dios y su devoción a la Sagrada Eucaristía, pilar de su vida sacerdotal e influjo para ejercitar la caridad sin desmayo. Volcado por completo en la misión, afable y cercano, fácilmente se compenetraba con las gentes sencillas. Conocedor de sus carencias, las fortalecía en la fe y conseguía que se involucraran en la defensa de la unidad de la Iglesia. También él iba discerniendo los pasos que debía dar.

Se sentía impulsado a la vida misionera. Los pobres, en particular los campesinos, eran sus predilectos. Por esa razón, en 1700 abandonó Saint-Agréve y se vinculó a la Congregación de la Misión, ya que su carisma estaba orientado a las «misiones populares», y ello le permitiría estar en contacto con este colectivo. Profesó en 1702 y fue destinado a Valfleury. Una de sus tareas consistió en atender a los peregrinos que acudían al santuario de la Virgen au Genét d'Or. En la Congregación aprendió el método seguido por san Vicente de Paúl, que él mismo encarnó y difundió durante seis años de evangelización por los confines de Lyon llegando hasta Béziers. Internamente libraba una lucha difícil de apreciar por los demás; no estaba convencido del camino emprendido. Su experiencia apostólica con la gente del campo corroboró lo que venía intuyendo, que esa era la vía que debía seguir. De modo que, tras dos intensos años dedicados a la misión y a una seria reflexión para dilucidar la voluntad divina, en 1706 dejó a los lazaristas.

Nunca se apagó su sed de llevar la Palabra de Dios por los pueblos. No se cansaba de repetir que había que acudir a ella: «Es necesario alimentarse de la Palabra de Dios, y así alimentar e instruir a los otros». «Quien comete el mal es porque no conoce a Dios. ¿Quién osaría no obedecerlo, no amarle, si lo conociera verdaderamente? ¿Quién osaría ofenderlo? Cuando se tiene el hábito de meditar su amor, se tiene también la certeza de esperar todo de su misericordia».

Con la debida autorización eclesial, continuó predicando por diversos lugares. Administraba los sacramentos, enseñaba a los niños, y prodigaba toda clase de atenciones de forma incansable. Suplicaba fervorosamente: «Señor, que ame con amor verdadero lo que es y concierne el bien de mi prójimo. Haz que te rece por él y que, por Ti, busque siempre serle útil...».Su firme convicción era: «Nuestra parte solo debe ser paciencia y dulce caridad, que es un medio admirable para ganar a los más endurecidos». Se congregaban en derredor suyo multitudes que, a su pesar, premiaban su celo apostólico. Su amor a Cristo hacía años que le había predispuesto a asumir cualquier sacrificio. También la Virgen María fue su baluarte.

En 1712 su ardor misionero le llevó a Boucieu-le-Roi. Esta localidad, en la que se afincó definitivamente, fue su cuartel general. De allí partía para evangelizar los pueblos y regiones vecinas. La Eucaristía y la Pasión marcaban su vida, alumbraban su labor y le ayudaban a posarse en el corazón de los incrédulos. En Boucieu-le-Roi, ayudado por los fieles del entorno, erigió un monumental Vía Crucis. Ingeniosamente aprovechó la escarpada orografía del terreno dándole realce con sus 39 estaciones; una espléndida catequesis que se iniciaba con lo acontecido el Jueves Santo y culminaba con Pentecostés. Él mismo encabezaba las constantes visitas de peregrinos acompañándoles en su reflexión y oración. Además, un grupo de mujeres, instadas por él, le ayudaron en esta tarea apostólica. Así surgió su fundación: la Congregación del Santísimo Sacramento.

El 30 de noviembre de 1715 hizo entrega a las primeras religiosas de los distintivos de la Orden, el hábito y la cruz. «El libro más bello. Jesucristo que sufre y muere en la cruz por nosotros»era el objeto de sus meditaciones. «¿Buscas la humildad? ¡Id a la Cruz!, ¿buscas la pureza? ¡Id a la Cruz!, ¿buscas la esperanza?, ¿eres atraído del orgullo? ¡mira el crucifijo!...». Éstas, y otras muchas, eran las grandes lecciones que ofrecía. En su formación inculcaba a sus hijas el amor a la Eucaristía instruyéndolas para que supiesen educar a niños y a jóvenes; escribía sus reglas y les proporcionaba otros tratados de espiritualidad de su autoría.

Sin abandonar la misión popular, creó nuevas escuelas y un espacio para las maestras, denominado «regentas», en el que podían compartir sus intereses. Pero su búsqueda personal no tenía fin, y terminó vinculándose a la fundación de Sacerdotes del Santísimo Sacramento. Un día, siendo ya septuagenario, cuando predicaba en Rencurel se sintió indispuesto por tantas fatigas. Y mientras oraba acompañado de un sacerdote y dos religiosas de la Orden fundada por él, que acudieron de inmediato a su lecho de muerte, expiró el 8 de julio de 1740. Juan Pablo II lo beatificó el 3 de octubre de 2004.