Cáritas | Acción social • 29 Agosto 2018

 

“Hay que crear espacios de convivencia entre la comunidad migrante y la local”

 

Hemos hablado con Mahecor Mbengue, técnico social de Cáritas Mallorca.

 

 

 


 

 

Mahecor Mbengue es un joven mauritano que vive en Mallorca desde finales de 2006. Su formación, su experiencia y, sobre todo, sus vivencias, le ayudan en el trabajo que desarrolla en Cáritas y que consiste en “acompañar a gente inmigrante que llega a la isla y que no conoce la realidad del entorno”.

“Llegué a Canarias después de partir de Mauritania y de realizar un viaje en patera durante seis días junto con otras 102 personas”, cuenta Mahecor.

Tras pasar por Tenerife, Madrid y Valencia, recaló en Mallorca, donde pronto contactó con Cáritas. “Conocí a Barbara Picornell, una de las técnicas de la entidad a la que expliqué que quería aprender castellano y colaborar con Cáritas. Le ofrecí mis conocimientos de francés e inglés y le conté mi interés en intermediar con colectivos inmigrantes que llegan a Mallorca”, añade.

Actualmente Mahecor trabaja como técnico social de Cáritas Mallorca. Acompaña a migrantes recién llegados que no conocen Mallorca, ni su lengua y que no saben a dónde se tienen que dirigir para tramitar los papeles. Él les orienta y les informa sobre los pasos a seguir. “Este trabajo de mediación con la Administración es una las actividades que realizo”.

 

Facilitar el encuentro entre comunidades

Otra actividad que lleva cabo y con la que también disfruta mucho es la dinamización comunitaria para colectivos que necesitan entrar en contacto con la población local. “Organizamos partidos de fútbol, meriendas y otras actividades colectivas”, apunta.

También realizan actuaciones en el ámbito de la sensibilización en escuelas, institutos y a través de los grupos de acción social. Con esas charlas dan a conocer la realidad del colectivo migrante y la labor que desarrolla Cáritas para intentar dar respuesta a esa situación de exclusión en la que algunos viven.

En su opinión, la relación entre la comunidad local y la migrante es buena – “hay respeto por las dos partes”, argumenta–, pero creo que faltan espacios de convivencia, de encuentro. “Hay que crear lugares o actividades para que ambas realidades se encuentren. Hay que fomentar esos encuentros que enriquecerían a ambas partes”, concluye.