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Mons. Gallagher: Abolición de la Pena de muerte e igualdad para todos

 

"El respeto por la dignidad de cada persona humana y el bien común son dos pilares por los que la Santa Sede seguirá defendiendo ante la comunidad internacional", afirma Mons. Gallagher en su discurso ante la Asamblea de la ONU

 

 

26 septiembre 2018, 13:16 | José Villanueva – Ciudad del Vaticano


 

 

Cada año durante el mes de septiembre, se reúnen los 193 Estados Miembros que conforman la Asamblea General de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York. En los primeros días se realiza un debate general en el que participan y hablan numerosos Jefes de Estado.

En representación de la Santa Sede, estuvo presente el Arzobispo Paul Richard Gallagher, Secretario para la Relaciones de los Estados de la Santa Sede.

Durante su intervención ante la Asamblea de la ONU, presidida en esta oportunidad por María Fernanda Espinosa Garcés del Ecuador; Monseñor Gallagher, reafirmó la postura de la Iglesia Católica con respecto a los temas de la Pena de muerte y la igualdad de acceso a la justicia para todo ciudadano.

 

Postura de la Santa Sede

“Me complace participar en este evento paralelo de alto nivel sobre la "Pena de muerte: pobreza y derecho a la representación legal" y agregar la voz de la Santa Sede a la de un número cada vez mayor de Estados que apoyan el patrocinio de larga data de la ONU, para la abolición de la pena de muerte. También deseo elogiar a los organizadores de esta reunión - ACNUDH, Italia, Brasil, Burkina Faso, Francia y Timor Leste - por el tema seleccionado:

"garantizar la igualdad de acceso a la justicia para todos" (ODS 16), especialmente para los afectados por la pobreza, las desigualdades sociales y económicas, así como aquellos que enfrentan una posible ejecución”, refirió el Arzobispo en su intervención.

En ese sentido, el Secretario para las Relaciones de los Estados de la Santa Sede, resaltó la importancia de la defensa de la Vida y el papel fundamental que las autoridades civiles tienen para garantizar la justicia para el bien común de la sociedad.

“Como es bien sabido, en el último siglo la Santa Sede ha buscado constantemente la abolición de la pena de muerte y en las últimas décadas esta posición se ha articulado con mayor claridad. De hecho, hace veinte años, el tema se enmarcaba en el contexto ético adecuado para defender la dignidad inviolable de la persona humana y el papel de la autoridad legítima para defender de manera justa el bien común de la sociedad".

"Por esa razón, la autoridad pública debe limitarse a tales medios, porque corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común y están más en conformidad con la dignidad de la persona humana".

 

Respeto a la Vida y Dignidad de la Persona

El Jefe de la Diplomacia del Vaticano, también recordó que tanto el respeto a la Vida y la dignidad de la persona son fundamentales para la Santa Sede y que el mismo Sumo Pontífice ha manifestado reiteradas veces.

“El Papa Francisco ha enfatizado además que la práctica legislativa y judicial de la autoridad del Estado debe guiarse siempre por la "primacía de la vida humana y la dignidad de la persona humana". Ha advertido que existe "la posibilidad de error judicial y el uso", cometido por regímenes totalitarios y dictatoriales ... como un medio para reprimir la disidencia política o para perseguir a las minorías religiosas y culturales. Es exactamente lo que destaca la nueva versión del Catecismo de la Iglesia sobre la pena de muerte cuando dice que - la Iglesia Católica enseña a la luz del Evangelio - que “la pena de muerte es inadmisible porque es un ataque a la inviolabilidad y la dignidad de la persona ", y trabaja con determinación para su abolición en todo el mundo".

 

Abolición de la Pena de Muerte y oportunidad de regeneración

Por último, Mons. Gallagher, concluyó su ponencia exhortante a la ONU, a la depuración de la pena de muerte, haciendo ver que la sociedad está dispuesta a mostrar su humanidad ante estos temas.

“Es por esta razón señora Presidenta, que la abolición universal de la pena de muerte sería una valiente reafirmación de la creencia de que la humanidad puede ser exitosa en su lucha contra el crimen y de nuestra negativa a sucumbir a la desesperación ante los actos del mal, ofreciendo al delincuente una oportunidad de reforma”, finaliza.