Red Iberoamericana de

Estudio de las Sectas

 

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Nº 614

27 de sep. 2018

 

BOLETÍN MONOGRÁFICO: PSEUDOTERAPIAS Y PSEUDOCIENCIAS

 

1. El Gobierno de España alerta a la Unión Europea sobre los riesgos mortales de la homeopatía.

2. La historia de Rosa, una española que murió después de tratar su cáncer con homeopatía.

3. Cientos de médicos y científicos piden al Gobierno español que actúe contra las pseudoterapias.

4. España: una médico de urgencias receta homeopatía a un niño de 11 años con fiebre.

5. Las pseudoterapias y la “transformación del pensamiento” de sus víctimas.

6. Las terapias alternativas, fracasos de la razón humana.

7. Más de 60 médicos españoles, acusados de emplear tratamientos pseudocientíficos.

8. Indignación en las redes sociales por el auge de las pseudoterapias.

9. El Colegio de Médicos de Vizcaya será beligerante contra las terapias sin base científica.

10. Expertos en cáncer revelan los efectos mortales de las pseudoterapias.

 

 

1. El Gobierno de España alerta a la Unión Europea sobre los riesgos mortales de la homeopatía.

FUENTE: El País

 

 

El Gobierno español ha trasladado a la Unión Europea (UE) la conveniencia de cambiar la legislación vigente sobre la homeopatía. Y lo ha hecho con la posición más contundente nunca adoptada por un Estado miembro contra esta terapia, cuyas propiedades no están avaladas por la evidencia científica. España ha denunciado ante la UE que “se han producido casos de fallecimiento de pacientes oncológicos que dejaron tratamientos con evidencia científica por productos homeopáticos”. También que la actual normativa “es un riesgo para la salud” de los ciudadanos y que “la homeopatía forma parte de las terapias basadas en la pseudociencia”. Lo cuenta Oriol Güell en el diario El País.

Así lo recoge un documento interno del Ministerio de Sanidad, al que ha tenido acceso el periódico, que resume la posición que España trasladó a la Comisión Europea y al resto de países en la reunión informal celebrada los días 10 y 11 de septiembre en Viena. Al encuentro acudió el secretario general de Sanidad, Ricardo Campos, que sustituyó a última hora a la ex ministra Carmen Montón, que afrontaba la crisis que desembocó en su dimisión. Tras el relevo de Montón por María Luisa Carcedo, Campos ha sido sustituido por Faustino Blanco. En una entrevista publicada hace unos días por este diario, Carcedo alertó del “daño que puede hacer optar por una terapia alternativa que no ha demostrado evidencia científica”.

Según fuentes de Sanidad, Campos no repartió el documento entre sus interlocutores, pero sí se basó en él para fijar la posición española. El texto sostiene que considerar los productos homeopáticos como “medicamentos” incumple la directiva 2011/83 de la UE, que establece que estos “deben poseer propiedades curativas o preventivas que deben constatarse a través de la evaluación científica”. Según Sanidad, todo ello produce “una confusión en la población en relación a las propiedades de estos productos [...] que puede incluso llegar a ser mortal”, concluye el documento.

La posición de Sanidad está avalada por una serie de estudios realizados por la Universidad de Yale, informa Javier Salas. Tras analizar la evolución de más de 600 pacientes de cáncer, los investigadores concluyen que el riesgo de morir no solo se multiplica si se opta por una terapia alternativa en lugar de por la medicina convencional, sino que esto también ocurre cuando se siguen ambos tratamientos a la vez. El 34 % de pacientes que complementa la oncología con otras terapias no demostradas acaba abandonando la quimioterapia, porcentaje que se reduce al 3,2 % entre quienes solo siguen la primera. En radioterapia, estos porcentajes son del 53 % frente al 2,3 %. Con estos datos, los investigadores concluyen que el uso de las terapias alternativas se asocia a no seguir las recomendaciones de los oncólogos y, por tanto, a un aumento de la mortalidad.

El aviso que lanza España a la UE se suma a la creciente controversia que ha rodeado a la homeopatía en los últimos tiempos. Reino Unido ha dejado de financiarla este mismo año en la sanidad pública. Francia, que financia el 30 % de su coste por el sistema público, ha anunciado que va a evaluar su eficacia. Y en Italia, aún no se han apagado los rescoldos de la polémica que causó en mayo de 2017 la muerte de un niño de siete años por las complicaciones de una otitis tratada con productos homeopáticos y no con antibióticos.

“Hemos estado 25 años vendiendo estos productos como medicamentos en las farmacias, los médicos los recetan, hay universidades públicas que los ofrecen en sus cursos, colegios de médicos con secciones de homeopatía... El mensaje que se ha dado a la población es que esto es algo seguro y respetable. ¿Qué pensábamos? ¿Qué esto no iba a traer consecuencias?”, se lamenta Elena Campos Sánchez, doctora en Biología Molecular y presidenta de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas.

“Se ha instalado la idea de que la homeopatía no hace daño y eso es muy pernicioso. Será azúcar, pero si estás enfermo y lo tomas en lugar de un medicamento avalado por decenas de estudios, estás poniendo tu vida en riesgo”, añade Jesús Fernández. Este farmacéutico, con una oficina en la Gran Vía madrileña, fue obligado a comparecer ante la Comisión Deontológica del Colegio de Madrid por negarse a vender estos productos.

Lo acaecido en España en los últimos años corrobora las denuncias de los críticos con la homeopatía. La Universidad de Barcelona (UB) canceló en marzo de 2016 su máster en homeopatía por “falta de base científica”. Fue uno de los casos más llamativos de la progresiva retirada de la hasta hace poco común oferta académica —posgrados, asignaturas, cátedras financiadas por empresas del sector...— en centros de educación superior como la UNED y las universidades de Valencia, Zaragoza, Córdoba, Sevilla y Salamanca, entre otras.

Entre los Colegios de Médicos, la presencia de secciones de homeopatía era frecuente hasta hace muy poco. Los de Madrid y Las Palmas las cerraron el año pasado, mientras que el de Barcelona aún la mantiene pero ya ha empezado los “trámites para que deje de existir”, aseguró ayer un portavoz. Entre los que siguen apostando por esta disciplina —apenas media docena— destaca el de Valencia (el tercero con más afiliados de España), cuya presidenta, Mercedes Hurtado, no oculta su posición complaciente hacia ella.

Casi todas las fuentes consultadas consideran que la laxitud de la legislación ha ayudado a la homeopatía. Un real decreto dio en 1994 una autorización provisional a estos preparados —la industria inscribió 19.000— a la espera de una orden ministerial que nunca fue aprobada. En 2007, otro real decreto ya no establecía ninguna autorización, por lo que estos productos pudieron seguir vendiéndose. En 2001, una directiva europea reconocía el carácter de “medicamento” de los preparados y, en 2008, Sanidad intentó aprobar la orden pendiente, pero se topó con el rechazo de los laboratorios, a los que obligaba a pagar tasas por cada preparado. Algo parecido ocurrió en 2013.

El resultado ha sido que ahora hay unas 20.000 presentaciones en las farmacias en una especie de limbo legal, lo que les exime de pagar tasas y permite incluir en los envases que tienen indicaciones terapéuticas no avaladas. La orden 425/2018 del Ministerio de Sanidad, publicada en el BOE el pasado mes de abril, viene a poner orden en el sector. Dio tres meses de plazo a las empresas para presentar los dosieres de sus productos a la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS). Los que pretendan tener alguna utilidad terapéutica deben presentar estudios e investigaciones que lo corroboren. Si no, deberán comercializarse informando de que carecen de ella.

Las empresas también deben empezar a pagar al ministerio tasas por cada producto que quieran vender. No es un detalle baladí, porque la homeopatía es un negocio cuyas empresas productoras facturan en España más de 40 millones de euros al año. Una cantidad en descenso —Boiron, la mayor empresa del sector, ha perdido un 20 % de facturación en dos años—, pero que solo supone una pequeña parte de todo el dinero —si se incluye el margen de las farmacias, consultas médicas, cursos, materiales formativos, etcétera. Este diario ha tratado, sin éxito, de recabar la opinión de la Sociedad Española de Medicina Homeopática y otros agentes sobre el documento de Sanidad.

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2. La historia de Rosa, una española que murió después de tratar su cáncer con homeopatía.

FUENTE: El País

 

 

“Todos aprendemos de nuestros errores”, le dijo Rosa a su oncóloga pocas semanas antes de morir. Desde que se notó un bulto en el pecho, decidió poner su salud en manos de médicos que practican pseudoterapias. Al cabo de un tiempo, el bulto había multiplicado por cuatro su tamaño. En un año padecía dolorosas metástasis en los huesos. Dos años después, moría sufriendo nuevos tumores en su deteriorado cuerpo, un declive físico que estremece cuando lo describe su hermana: “Si le hubieran contado y mostrado gráficamente cómo iba a ser el final, tal como se hace en las cajetillas de tabaco, quizás todo habría sido diferente”. Lo cuenta Javier Salas en el diario español El País.

También Mario Rodríguez, que renunció a la quimioterapia, lamentó poco antes de morir: “Papá, me he equivocado”. Rosa no tuvo una segunda oportunidad, Mario tampoco. Pero quizá la sociedad española esté a tiempo de aprender de sus errores. Y no sólo del de Rosa y Mario. Desgraciadamente, conocemos casos de más pacientes que han muerto en circunstancias parecidas, según cuentan familiares y médicos que se encontraron con tumores desbocados por falta de tratamiento médico.

Son casos que afectan a familias de distinta capacidad económica, con circunstancias vitales muy diversas y que se han dado por toda España. Nadie es inmune a caer en el engaño y sus historias lo demuestran, pero se pueden identificar las pautas que les llevaron a ese equívoco que cuesta la vida. Y en algunos de estos casos se repite un denominador común: la homeopatía. “Difundimos su historia con la esperanza de que sirva para evitar otras muertes innecesarias”, explica la hermana de Rosa, que no quiere dar su nombre. Y reclama: “Si la homeopatía no cura el cáncer, los médicos que ejercen como homeópatas deberían estar más vigilados por las autoridades”.

La tragedia de Rosa Morillo comenzó en febrero de 2014, cuando tenía 41 años, tras palparse un bulto de un centímetro en el pecho. En la exploración médica se le recomienda estudiarlo, pero ella opta por buscar una segunda opinión. Economista con brillante expediente y políglota de cuatro idiomas, Rosa llevaba “toda la vida” interesada en pseudoterapias como la homeopatía, e incluso se había formado para practicarlas. Las facturas reflejan que ese mismo mes de febrero visitó a una ginecóloga, médica colegiada, que recomendó que no se hiciera nada más, sólo tratarse con homeopatía.

El tumor creció de forma natural en ese periodo en el que sólo se le combatió con bolitas de azúcar y agua, que es lo que constituyen estos falsos remedios. Rosa fue consciente del error cometido en este momento clave y quiso actuar contra la doctora, porque se sentía víctima de una negligencia: “Haberle hecho caso me va a costar un pecho”, reconoció a su familia. En lugar de atacar el bulto al detectarlo, pasó meses sin hacer nada útil para combatirlo.

Un año después, el cáncer se había extendido a la piel, los huesos y la médula, porque Rosa sí se extirpó el bulto del pecho, pero no se había dado quimioterapia. Sus argumentos contra la quimio surgen de esas publicaciones que ha leído y por eso sigue manifestando preferencia por los tratamientos alternativos (“naturales”) a las recomendaciones de sus médicos del Hospital de La Paz, en Madrid. “La enfermedad había hecho mella en su capacidad para razonar”, señala su hermana.

Los médicos del hospital que siguen su evolución anotan también su relación con la pseudomedicina: “Inicia seguimiento por oncólogo-homeopático (Dr. Martí Bosch)”. Rosa ha sabido de la existencia de este médico a través de Discovery DSalud, una revista de conspiraciones sanitarias que actúa como altavoz y páginas amarillas de todo tipo de curanderos y pseudoterapias peligrosas; ella había comprado hasta los libros que editan. En concreto, había visto allí a Alberto Martí Bosch explicar cómo debe tratarse el cáncer con dieta, suplementos vitamínicos y baños de sal marina. Se le presenta como oncólogo infantil, aunque no está colegiado con esa especialidad. Al contactar con su consulta, aseguran que tiene una gran lista de espera, pero que hará una excepción con ella, una treta habitual que se repite en otros casos. Las fechas de las recetas que este doctor le prepara a Rosa coinciden con lo que ella comunica en el hospital.

Entre agosto y noviembre de 2016, este naturópata le receta siete preparados homeopáticos (para “mama”, “ganglios”, “piel”, “huesos” y “estimulante inmunológico”), seis preparados fitoterapéuticos y cinco ortomoleculares (vitaminas), más “hidroterapia” (bañarse en agua caliente salada) y “tratamiento con oligoelementos”. Entonces llegaron “unos análisis de sangre milagrosos en los que el número de glóbulos rojos había aumentado supuestamente”, según relata su hermana. Le dijeron estar sorprendidos con semejante mejora y que pocas veces habían visto una recuperación así: “La vie en rouge, escribió mi hermana en su WhatsApp junto con una foto de unas células color bermellón”. Un mes después, los médicos de La Paz certifican que en realidad el cáncer se ha extendido más y recomiendan quimioterapia, que Rosa vuelve a rechazar.

En primavera de 2017, la extensión del cáncer y el deterioro físico es tal que acepta tratarse puntualmente con radioterapia. La situación es tan desgarradora que la familia prefiere que no se publiquen los detalles. Rosa fallece en mayo de 2017, tras encadenar pseudomedicinas y tratamientos sin aval científico, aconsejados por dos médicos colegiados que recetan homeopatía a pacientes con tumores. En ese momento, su familia decide denunciar su caso ante la Organización Médica Colegial. Precisamente este órgano de representación de los médicos ha lanzado un Observatorio contra las Pseudociencias donde reciben un goteo diario de denuncias de casos similares.

Otros casos recientes

Lo que le ocurrió a Rosa es muy similar a lo relatado por un médico de familia de la Osakidetza vitoriana, Iñaki Aguirrezabal, que recibió a una paciente de 56 años con un tumor que había consumido por completo el pecho. “Todo era tumor, la mama izquierda había desaparecido. Hasta ella me recordaba tiempo después la cara que puse al verlo”, cuenta Aguirrezabal. La paciente llevaba dos años tratándoselo únicamente con las recomendaciones de su homeópata en Francia, al que ya acudía antes del cáncer. Como Mario y Rosa, se arrepintió de su decisión: “Se echaba la culpa de no haber hecho algo antes y haber usado sólo homeopatía”, explica el médico. “Reconoció que se había equivocado, pero no culpaba a su homeópata”, lamenta. Como en los otros casos, el arrepentimiento llegó tarde: el tumor del pecho respondió bien a la quimio, pero tenía metástasis y falleció pasados unos meses.

Recientemente, un oncólogo de un hospital de Girona relataba una tragedia muy similar: una mujer con el pecho “totalmente putrefacto” por haberse desatendido por completo un tumor (solo consumía pseudoterapias) y que moría poco después de acudir a los médicos. Un caso que está siendo investigado por la Generalitat y el Colegio de Médicos. El mes pasado, una joven de Hondarribia denunciaba a un curandero al que responsabiliza de la muerte de su madre, que no se trató un cáncer de ano por seguir las recomendaciones de este falso terapeuta. En muchos de los casos, el entorno de las víctimas habla de un momento de especial debilidad, tras el diagnóstico, en el que el miedo puede arrastrar a estas personas a tomar una mala decisión.

La madre del joven Mario Rodríguez, que murió en 2013 tras abandonar la quimioterapia, también llegó hasta su curandero por la misma revista de bulos médicos, Discovery DSalud. Y su curandero, que en este caso no cuenta con ninguna titulación sanitaria, también le obligaba a seguir un estricto, amplio y detallado tratamiento de vitaminas y otros preparados completamente ineficaces contra la leucemia y que incluso estaban contraindicados con el tratamiento médico. Mario estudiaba para físico, nada ajeno al método científico, del mismo modo que Rosa era una persona de gran formación intelectual. Caer en el engaño no tiene nada que ver con conocimientos o inteligencia del sujeto.

Al jurista José María Illán, la prescripción de homeopatía estuvo a punto de costarle la vida. Aconsejado por una médica colegiada en Murcia, cercana a su familia, Illán cambió los medicamentos para vigilar su salud cardiovascular que le había recomendado el médico por homeopatía. “A mí me hacía una receta una doctora y yo iba a la farmacia a comprarlo. Cómo iba a saber que me podía costar la vida”, explica. En 2011, Illán sufrió un infarto y, tras recuperarse, se le recetaron unas pastillas que ayudaran a su organismo a mantener la circulación en las arterias.

Pero al cabo de un mes, comenzó a sentirse mal y, tras una revisión de los cardiólogos, le acusaron de no estar tomando la medicación porque no era normal un deterioro arterial de esa magnitud en tan poco tiempo. Él les respondió que sí se estaba medicando, pero no exactamente con la que me recetaron, sino con una alternativa de homeopatía que le recomendó esta doctora. “Usted se está suicidando”, le dijeron. Ahora sufre numerosas secuelas, ha tenido que ser intervenido recientemente y abandonó su profesión por incapacidad total.

Una confusión peligrosa

La mitad de los españoles cree que la homeopatía funciona, al menos, “algo”, según la última encuesta la de Fundación para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Como señala José María Illán en el reportaje, si lo recetan médicos y lo despachan en farmacias, es natural que los pacientes se confundan sobre su verdadera utilidad. Sobre todo si además las autoridades le otorgan la consideración de “medicamento” y no se hace nada por explicar la falta de evidencia de estas pseudomedicinas.

Pero esta confusión puede ser muy peligrosa, a juzgar por una serie de estudios realizados por investigadores de la Universidad de Yale. Tras analizar la evolución de pacientes de cáncer que usan pseudoterapias, las conclusiones no pueden ser más pesimistas: como es natural, optar por pseudociencias en lugar de los tratamientos médicos multiplica enormemente las posibilidades de morir. Pero no solo eso, también aumentan su riesgo de morir los pacientes que optan por ambos tratamientos: el real y el pseudoterapéutico. ¿Por qué? Porque algunos de quienes complementan su cuidado médico con las llamadas 'terapias alternativas', como la homeopatía, terminan abandonando el tratamiento o renunciando a algún procedimiento, ya sea una operación, una serie de quimioterapia, etc.

Así, el 34% de quienes las usan renuncian a la quimio frente al 3,2 % de quienes no las usan; el 53 % no se somete a radioterapia, frente al 2,3 %; y el 33,7 % no se trata con terapia hormonal, frente al 2,8 % de la población normal. Es decir, que es el uso de estas terapias se asocia de una manera importante con la idea de no cumplir con todas las recomendaciones de los médicos que tratan de salvar su vida. Por ello, son los propios investigadores de Yale los que concluyen que el uso de pseudoterapias pone en riesgo la vida de los pacientes de cáncer.

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3. Cientos de médicos y científicos piden al Gobierno español que actúe contra las pseudoterapias.

FUENTE: El País – ABC

 

 

“Seamos claros: las pseudociencias matan”. Así arranca la carta abierta a la ministra de Sanidad, Luisa Carcedo, que a primera hora del pasado 24 de septiembre ya han firmado 400 personas del ámbito científico y sanitario, en la que reclaman que se actúe de manera decidida contra el fenómeno de las pseudociencias. La carta, a la que se siguen sumando adhesiones, surge como respuesta al caso de Rosa Morillo, dado a conocer por El País (y reproducido en la noticia anterior en este mismo boletín InfoRIES): una economista que murió con 43 años tras tratarse un cáncer de mama sólo con homeopatía y otras pseudomedicinas inútiles contra un tumor.

El manifiesto lamenta que se hayan producido tantas muertes como la suya, de pacientes embaucados por curanderos y practicantes de las pseudoterapias. “En algunos casos, como en la muerte de Mario Rodríguez, se trata de personas que no son médicos pero ejercen con impunidad desde centros que incumplen la legislación de centros sanitarios”, denuncian en el texto. “En otros casos, como la muerte de Rosa, son médicos colegiados que actúan con el conocimiento de los colegios de médicos, que les permiten seguir engañando a enfermos graves y llevarlos, en el mejor de los casos, a caer en un engaño, o en el peor, a la muerte”, lamentan.

Los firmantes de la carta —promovida por la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP), el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC), la ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, el Círculo Escéptico, la Red de Prevención Sectaria y del Abuso de Debilidad (RedUNE) y FarmaCiencia— piden a Carcedo que tome medidas también en España y no solo en Europa. Como adelantó El País, Sanidad alertó a la UE del abandono de tratamientos en favor de la homeopatía y por eso reclama que Bruselas cambie su regulación.

“Ministra, este problema no sólo se soluciona en Europa, como usted ha sugerido recientemente, porque va más allá de la homeopatía. Esto también se soluciona en España, haciendo cumplir la ley, creando nuevas leyes y protegiendo los derechos del enfermo y sus familias. Se soluciona luchando contra lo que se está convirtiendo en una plaga que afecta a las mismas raíces del sistema de salud de nuestro país. Porque seamos claros de nuevo: la deontología médica no es un juego”, defiende la carta.

Tras hacer un repaso a los puntos de la deontología médica que estarían vulnerando los sanitarios que practican las pseudociencias, los firmantes reclaman a la ministra “que proponga medidas claras para acabar con tres problemas que son la causa de estas muertes, engaños y perjuicios a la salud y la economía de los enfermos”. Primero, la presencia de médicos colegiados “que infringen el código deontológico médico, con el beneplácito de sus respectivos colegios de médicos, quienes les permiten ofrecer pseudoterapias”. Segundo, la existencia de “no profesionales que, de forma pública, evidente y notoria, infringen la legislación de centros sanitarios” y que ofrecen “servicios y productos que van contra de los derechos de los enfermos”. Por último, exigen que se promueva una legislación o controles que eviten la venta de homeopatía en las farmacias españolas.

Un portavoz del Ministerio señala que son conscientes de que el problema de las pseudoterapias no se arregla únicamente en Europa y que, por ello, se van a tomar muchas medidas en paralelo a la petición de cambiar la regulación de la homeopatía en Bruselas. Se refiere, por ejemplo a su plan para controlar y regular los productos que se están vendiendo en las farmacias. Además, desde Sanidad señalan un plan para controlar la publicidad engañosa sobre el que se estaría trabajando y que también va dirigido a poner coto al problema de los falsos remedios.

El vicepresidente de APETP, Emilio Molina, ha explicado que no es la primera vez que redactan una carta, manifiesto o similar alertando contra las pseudoterapias, pero que el problema es que «están proliferando y están fuera de control». Ha especificado que la APETP «está en contacto» con el gabinete ministerial del departamento que preside María Luisa Carcedo y que confían que las reuniones vayan por buen camino, según leemos en el diario ABC.

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4. España: una médico de urgencias receta homeopatía a un niño de 11 años con fiebre.

FUENTE: El Español – El País

 

 

Carlos Briones, investigador del Departamento de Evolución Molecular del Centro de Astrobiología del CSIC y divulgador, ha denunciado desde su cuenta de Twitter un caso de infiltración de las pseudociencias en la Sanidad Pública. Sucedió cuando acudieron de Urgencias a un Centro de Salud del “noreste de la ciudad de Madrid” con su hijo que sufría un cuadro de 39,2ºC de fiebre y evidencias de sufrir una infección bacteriana, que la pediatra pretendió tratar con homeopatía. Lo cuenta El Español.

Lo que pasó en la consulta

El paciente, de 11 años, presentaba placas “visibles” en la garganta, afirma el Doctor en Ciencias Químicas con especialidad en Bioquímica y Biología Molecular, que le provocaban un fuerte dolor. Al tratarse de una consulta por Urgencias, fueron derivados a una doctora que no conocían. El primer indicio de mala praxis lo pudieron observar cuando la pediatra no tomó la temperatura al paciente con el termómetro sino con la mano.

“Sí está caliente, pero es bueno que tenga fiebre para que lo saque todo” –habría dicho la doctora según relata el investigador. “Así, como lo oís” –se indigna. “Esto además me recuerda historias lamentables que he leído recientemente y prefiero no traer aquí”. Un episodio que trae a la memoria es el de la muerte en Girona de una joven por un cáncer de mama que rechazó el tratamiento médico para ponerse en manos de un curandero. Éste le decía que “era bueno” que su tumor “saliera” porque así se “oxigenaba”.

“Le manda abrir la boca pero no le mira la garganta, ni con palito ni sin él, y no ve las placas”, explica el padre. Tras una inspección superficial que no vio las placas en la garganta del niño, según cuenta Briones, la pediatra concluyó que “podía ser algo vírico”. A continuación les recomendó un producto homeopático con vagas indicaciones, una pastilla para chupar. “Puede tomarse una, bueno, o más… hasta cinco al día”. La falta de rigor escandalizó al científico. “En un caso como éste. Con un niño”.

Las infracciones deontológicas no habían terminado: la doctora tenía en la consulta una caja del producto para promocionarlo en sus pacientes. E incluso les indicó una farmacia cercana (“o bazar” –ironiza Briones citando a otro divulgador, José M. López Nicolás) en la que podía adquirirse: “las pueden comprar en la Farmacia de la calle Emigrantes, que yo sé que ahí las tienen”.

Tras recurrir a otra profesional, el diagnóstico fue que el niño sufría una infección bacteriana severa, y se le prescribieron tanto antitérmicos para bajar la fiebre como antibióticos a diez días. Además de denunciar el caso en las redes, el científico ha elevado una reclamación a la Gerencia Asistencial de Atención Primaria de la Comunidad de Madrid con los detalles y la identidad de la pediatra, que él prefiere mantener en el anonimato porque no busca un “linchamiento”.

“Lo que quiero con este hilo es alzar la voz ante lo que ocurre a veces en la Sanidad pública, en este caso de Madrid” –explica. “Soy un firme defensor de la sanidad pública... Pero esto es una vergüenza. Espero que mi reclamación tenga algún efecto y se tomen medidas frente a esta homeópata oculta tras una bata blanca de médico. Y que se investigue seriamente cuántos casos similares puede haber”.

La administración sanitaria responderá

La Comunidad de Madrid revisará y, en su caso, “adoptará las medidas que correspondan” por la asistencia prestada por una pediatra de la sanidad pública a un niño de 11 años al que, pese a los evidentes síntomas de infección bacteriana que presentaba, recomendó tomar un producto homeopático. Así lo confirmó el pasado 14 de septiembre un portavoz de la Consejería de Sanidad tras hacerse pública la denuncia del padre del menor, Carlos Briones, científico del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), tal como informa Oriol Güell en El País.

Todos los expertos consultados destacan que en el caso denunciado puede existir un error de diagnóstico, pero “lo más preocupante es la recomendación por parte de un facultativo de un producto sobre el que no existe ninguna evidencia científica de su utilidad terapéutica”, explica Juan Berenguer, del equipo de Enfermedades Infecciosas del Hospital Gregorio Marañón. “Ningún artículo publicado en revistas de referencia ni investigación han concluido que la homeopatía cure”, insiste.

Elena Campos, doctora en Biología y presidenta de la Asociación para Proteger al Paciente de las Terapias Pseudocientíficas (APETP), considera que el caso “ilustra el grave problema que supone la infiltración de la homeopatía en algunos estamentos médicos y universitarios”. “No es sólo que no cure, sino que los productos homeopáticos están incumpliendo la normativa porque no incluyen el aviso de que no tienen ninguna utilidad terapéutica”, añade.

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5. Las pseudoterapias y la “transformación del pensamiento” de sus víctimas.

FUENTE: Cadena Ser

 

 

A Paquita (nombre ficticio) le diagnosticaron cáncer de mama hace tres años. Tenía buen pronóstico. El tumor estaba encapsulado. Había que extirparlo y quizá dar alguna sesión de radioterapia. Paquita no se lo contó a nadie. Comenzó a mirar por Internet hasta que encontró la autodenominada nueva medicina germánica. Decidió que se curaría ella sola con las indicaciones de esta secta sanitaria. Sólo tenía que resolver conflictos emocionales y el cáncer desaparecería como por arte de magia. No ha vuelto al médico en todo este tiempo. El tumor ha crecido y se ve a simple vista. Dice que ya está curada. Interpreta como parte del proceso de curación el hecho de que el bulto esté mucho más grande. Lo cuenta Maika Ávila en la Cadena Ser.

Tardó meses en contárselo a la familia y cuando lo hizo fue demasiado tarde. “Me dijo que estaba enferma y me pidió que no me preocupara, que se iba a curar y me dio nombres como el Ryke Geerd Hamer. Cuando miré por Internet pensé: bueno, no hay problema, mañana le digo a mi madre que todo esto es una patraña y que vaya al médico. Lo que nunca imaginé es que no me haría caso. No pude convencerla. Mi madre me ha visto llorar más que cuando era pequeño y le ha dado igual. He sentido pura impotencia, ahí ya me agobié. Estaba cambiando su actitud. Ha sufrido una transformación del pensamiento”, explica su hijo Pedro.

Ahora apenas hablan del cáncer. “Eso haría que nos separáramos, que la relación se resintiera y yo quiero seguir viendo a mi madre. Es un tema tabú”, cuenta. En tratamiento psiquiátrico para poder seguir adelante, Pedro asegura que incluso ha pasado el duelo por su madre aun estando en vida. “Espero el día en que me llamen desde un hospital y me diga que tienen ahí a mi madre y que se va a morir. A veces quiero pensar que el tumor va a seguir encapsulado para siempre, pero la realidad es que no sabemos cómo está”.

Paquita ha tomado agua de mar y lejía diluida (MMS) para curarse. Como seguidora de Hamer es negacionista del Holocausto nazi y opina que la quimioterapia es un plan de los judíos para diezmar a la población. El camino hasta pensar así se recorre con personas afines. La familia y amigos dejan de ser la prioridad. Le llaman cuarentena. La bioneuroemoción bebe de esta nueva medicina germánica. Su principal representante en España es Enric Corbera. En julio una mujer falleció en julio por un cáncer de mama no tratado. Llegó a Urgencias del hospital de Girona. El oncólogo Joaquim Bosch denuncio el caso en las redes. El País contaba el caso de Rosa, fallecida tras tratarse con homeopatía.

Vulnerables y con estudios universitarios: el perfil de las víctimas

La vulnerabilidad es la vía de acceso de las pseudociencias y sectas sanitarias. Una enfermedad, la muerte de un ser querido, el rechazo social o cualquier situación complicada en la vida hace que busquemos soluciones. Y los atajos no existen. El hijo de Paquita es un especialista accidental de este proceso. “Empiezas con las recetas anticáncer de Odile Fernández, luego la dieta alcalina donde escuchan hablar de Josep Pàmies. Éste te recomienda que tomes kalanchoe y agua de mar y que hables con Enric Cerqueda que te va a mandar la lejía diluida MMS porque cura desde el ébola, hasta el autismo y el cáncer”.

Vicente Baos es un médico de familia que lleva años luchando contra las pseudociencias. “A más nivel de formación y socio económico hay más uso de este tipo de terapias. Si no tienes dinero, no te complicas”, explica. Una situación de riesgo es cuando existe vulnerabilidad: la muerte de un ser querido, una enfermedad o el rechazo social. “La vulnerabilidad se basa en que estás deseando escuchar algo que refuerce o que incremente tu margen de esperanza. Te crees que algo se te escapa o te engañan. A más nivel cultural igual te imaginas que sabes algo más”, dice Baos. Si tienes libertad de elección también tienes libertad para ser engañado. “Ese es el problema a nivel penal. La ley no protege al incauto. Viene a decir que si eres tan tonto que no te has dado ni cuenta, lo siento y eso no es así porque esa supuesta tontería se llama vulnerabilidad”.

El caso de José María Illán fue largo en el tiempo y las consecuencias de su relación con las pseudociencias perduran. “Mi madre me dice que tengo siete vidas, pero que ya las he gastado todas”. En 2002 le diagnostican un colesterol muy alto y en el centro de salud le recetan medicamentos para controlarlo. Recomendado por un familiar acude a una médica especialista en homeopatía. Ahí comienza su infierno. La consulta es larga y llena de preguntas personales sobre su vida. Sale con varias recetas y va directo a la farmacia.

“No tenía ninguna razón para dudar. ¿Cómo iba a hacerlo si lo que me mandaba se vendía en la farmacia y me lo había recetado una médica? Dejé los otros medicamentos y pasé a tomarme sólo la homeopatía. La doctora me explicó que era el mismo principio activo que el tradicional y que la única diferencia era que en vez de estar rodeado de excipientes venía en unas costitas más pequeñas y dulces. Me dijo que era para toda la vida. Cada día tomaba varias de distintos tubitos”. José María abandonó el tratamiento que le habían recetado primero en el centro de salud. Para su colesterol sólo tomaba esas bolitas de azúcar. Así estuvo una década. Hasta que sufrió un infarto al corazón.

“En el Hospital de la Fe de Valencia me pusieron varios stent y me mandaron una medicación adecuada. Como tenía mi médica, volví. Me recetó otras bolitas que me tomé y dejé de lado lo que me habían mandado en el hospital”. Al cabo de mes y medio, José María regresó a Urgencias al borde del segundo infarto. “A usted se le han cerrado todos los stent. ¿Se está tomando la medicación?”, le preguntaron. “Me estoy tomando la medicación sustitutiva en homeopatía”, contestó.

“Usted se está suicidando. Si elige el tratamiento de la homeopatía, se muere. Se le cerrarán también los nuevos que le hemos puesto y como ahora ya tiene dos arterias dañadas lo normal es que al siguiente infarto, no lo cuente”, le dijeron los médicos. José María dejó a un lado las bolitas con azúcar. No lo dudó. Nadie la había dicho hasta ese momento y después de estar una década de tratamiento, que la homeopatía no servía para nada. No ha vuelto a tener ningún infarto.

Cuando las pseudoterapias llegan a los niños

“Tengo pacientes que vienen de pasar unas vacaciones en Francia, la patria de Pasteur, y llegan a la consulta con un botecito de homeopatía que le han mandado a su hijo. Tengo que explicarles que eso no vale para nada”. Quien habla es Carlos Casabona, pediatra que ha visto cómo ha aumentado el fervor por las pseudociencias. “Lo grave es el cambio sociocultural. Por ejemplo, el movimiento antivacunas que es terrorífico, gana adeptos en las capas altas de la sociedad. Menos mal que en España tenemos un control de la sanidad pública. Por eso no ha caído la tasa de vacunación”.

El uso de homeopatía en los más pequeños está a la orden del día. Recetada por pediatras en centros de salud como denunció en Twitter el científico Carlos Briones. Acudió con su hijo de 11 años al médico y éste le recetó Homeogene, un producto homeopático. “Para que el niño se encuentre mejor, puede chupar de vez en cuando una pastilla de Homeogene. O sea, homeopatía. En un caso como éste. Con un niño. La dosis, muy clara: “Puede tomarse una, bueno, o más… hasta cinco al día”, denuncia el padre, que presentó una queja ante Atención Primaria de Madrid.

Elena Campos es presidenta de la Asociación para proteger al enfermo de las terapias pseudocientíficas, surgida por la lucha de Julián, el padre del joven Mario, que murió de leucemia tras tratarse con pseudociencias. Hace una semana se reunieron con miembros del gabinete de Presidencia de Pedro Sánchez. Desde la APETP piden una campaña de concienciación y un marco con garantías de amparo para que las propias víctimas puedan denunciar. También demandan más contundencia en una carta abierta a la nueva ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo.

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6. Las terapias alternativas, fracasos de la razón humana.

FUENTE: La Sexta

 

 

Yo tenía una tía que era muy fan del agua imantada. Eran los años 90 y se había comprado por la teletienda un extraño y pesado artilugio, una especie de embudo para pasar el agua por un imán cilíndrico que, supuestamente, la imantaba. Se propuso beber dos litros de agua imantada al día y nos obligó a varios miembros de la familia a acompañarla en esta aventura: el agua imantada, según rezaba su publicidad, tenía grandes ventajas para la salud. Y, en efecto, mi tía se sentía mucho más saludable. Y los demás también. Así comienza el artículo de Sergio C. Fanjul en La Sexta.

Por entonces, siendo un niño, ya sentía cierto recelo hacia aquellos inventos milagrosos, que me parecían un poco cosa de charlatanes. No sé de dónde me venía, tan joven, el escepticismo, pero la cuestión es que me venía. El tiempo confirmó mis sospechas: ya en la Facultad de Ciencias Físicas me explicaron, me demostraron, que el agua no se puede imantar. Todo el asunto del agua imantada era un timo, como me temía.

El bienestar de mi tía y de otros familiares, en cambio, era real. Al fin y al cabo, beber dos litros de agua al día es muy saludable, aunque no es esté imantada, y la propia expectativa de una vida más saludable también ejercía de placebo sobre ellos, sobre nosotros. Pero ellos lo achacaban al aparato imantador, al agua imantada, a lo que les habían vendido. La cosa, de todas maneras, tampoco debía ser para tanto porque, poco a poco, el agua imantada fue cayendo en el olvido en la familia y el aparato imantador acabó en el armario de los trastos, junto a las pulseras magnéticas y el ‘abdominazer’ (que se podía plegar cómodamente y guardar bajo la cama).

Sobre las terapias alternativas (no el agua imantada, pero sí la acupuntura, la homeopatía, la terapia quiropráctica, etc) trata el libro ¿Truco o tratamiento?, de Simon Singh y Edzard Ernst, recientemente publicado por Capitán Swing. Los autores tratan de recopilar toda la evidencia disponible sobre este tipo de terapias, sin ningún tipo de prejuicio, y arrojar luz sobre lo que funciona y lo que no, con todo el rigor posible, sin aferrarse a ninguna trinchera.

Por lo general, según informan Ernst y Singh, las terapias llamadas alternativas no salen bien paradas cuando se las somete a ensayos clínicos y a las revisiones de muchos de estos ensayos, que son la forma científica de saber si algo funciona o no. Aunque una característica común de las terapias alternativas es que dicen poder curar un amplio espectro de dolencias (en realidad dicen curar todo o casi todo), la acupuntura sólo se ha probado útil más allá del placebo en algunos casos de náuseas y dolor, mientras que la terapia quiropráctica sólo sirve para algunos dolores de espalda, e incluso puede llegar a ser bastante peligrosa.

La más popular de estas terapias y la más absurda, la homeopatía, un auténtico fracaso de la razón humana, no sirve absolutamente para nada: tomar un medicamento homeopático es lo equivalente a lanzar una aspirina al océano, coger luego un vaso de agua de ese océano y pretender que su efecto analgésico sea aún más fuerte, cuando no quedan moléculas de principio activo, de ácido acetilsalicílico, en el vaso.

Cualquier persona con conocimientos de ciencia de bachillerato puede darse cuenta de esto. “Es tan inverosímil que después de dos siglos y unos 200 ensayos clínicos todavía no ha podido probarse”, escriben Singh y Edzard. En su apéndice el libro hace pequeñas descripciones de otras terapias locas sin fundamento: reiki, reflexoterapia, osteopatía, magnetoterapia, flores de Bach o medicina antroposófica.

“La industria de la medicina alternativa, con un valor global de varios miles de millones de euros, está fracasando a la hora de proporcionar los beneficios que afirma ofrecer”, concluyen los autores, “por tanto, millones de pacientes están gastando su dinero y arriesgando su salud al mirar hacia la industria del aceite de serpiente”.

Los autores recogen el dato de 45.000 millones de euros en gasto anual en las diferentes terapias alternativas; además es el área de gasto médico de más rápido crecimiento. Entre los culpables de su proliferación señalan a ‘celebrities’, medios de comunicación y gurús alternativos, pero también a la propia comunidad médica, a las universidades y hasta la mismísima Organización Mundial de la Salud (OMS), por su mala praxis a la hora de valorar alguna de estas terapias (por ejemplo, la acupuntura).

La fitoterapia, terapia con plantas, es mejor vista por la comunidad científica, aunque no en todos los casos: al fin y al cabo, buena parte de las medicinas vienen de las plantas. La quinina, para la malaria, viene de la quina, la aspirina (ácido acetilsalicílico) de la corteza del sauce, muchos analgésicos, como la morfina, vienen del opio. Lo que ha hecho generalmente la industria es aislar el principio activo y hacer con él una pastilla, para que no tengamos que hervir corteza de sauce y valga con tomarse una aspirina. He visto gente que, aun así, recela de la farmacia pero no del herbolario.

Pero, pese a todo, será difícil que los creyentes en las terapias alternativas (‘creyente’ es la palabra adecuada) dejen de creer, porque nunca han estado demasiado interesados en la evidencia científica, más bien han preferido los relatos que rodean a estas terapias, las teorías de la conspiración, los casos milagrosos o el “pues a mí me funciona” (doctrina conocida por algunos escépticos como el “amimefuncionismo”.

Es decir, muchas veces es el propio cuerpo el que se cura solo mientras nosotros tomamos pastillas homeopáticas o flores de Bach). He conocido a muchos seguidores de estas terapias, y muchos ni siquiera sabían cuáles eran sus fundamentos, o ignoraban el método científico y porqué es un mejor modo de conocimiento que otros, de hecho, el mejor que tenemos. Algunos pensaban que los científicos se inventan las cosas, como los gurús, o me dijeron que los científicos son unos dictadores porque todo “lo tienen que comprobar”.

En uno de los capítulos Singh y Edzard se preguntan, precisamente, “¿por qué cree la gente inteligente en cosas raras?” (recuerda a otro libro recomendable, ¿Por qué creemos en cosas raras?, del notorio escéptico estadounidense Michael Sheermer, publicado en España por Alba). Las razones que se dan son varias. Una es la falacia “natural”, consistente en suponer que lo “natural” es más sano, cuando el arsénico, el cáncer, el veneno de serpiente o los terremotos también son “naturales”.

Otra es la falacia “tradicional”, consistente en pensar que el conocimiento antiguo y tradicional es mejor cuando, en realidad, suele pasar al revés: la ciencia va depurando su conocimiento hasta aproximarse más a la verdad. Las sangrías o la trepanación son terapias tradicionales nada recomendables.

Otra es la falacia “holística”, que dice que la medicina alternativa trata la salud y el cuerpo como un todo, lo que es preferible. Pero, como argumentan los autores, los médicos de cabecera también son holísticos y consideran el estilo de vida del paciente, el estrés o su historial familiar a la hora de hacer sus diagnósticos. Y también sabemos que muchas enfermedades tienen una base molecular o son producidas por virus o bacterias, lo microscópico más allá de lo holístico.

Todo esto me recuerda aquel chiste: “¿Cómo de llama la medicina alternativa que funciona? Medicina oficial”. Y es que no hay ninguna razón por la que los médicos “oficiales” no quieran aceptar una terapia que funcione, al contrario, abriría nuevos campos de investigación y salvaría a muchas personas. Tal vez quien explicase el fenómeno ganaría un Premio Nobel.

El problema, desafortunadamente, es que no funciona. La elección de estas terapias en vez de un tratamiento científico, por ejemplo en un caso de cáncer, puede conducir a una muerte evitable, como ha pasado en muchas ocasiones que trufan tristemente la hemeroteca.

Mi historia favorita en el a veces hilarante campo de la investigación de las terapias alternativas es la que protagoniza la investigadora estadounidense Emily Rosa. Según el reiki, sus practicantes son sensibles a la energía del cuerpo (el ‘qi’, la fuerza vital universal), pueden manipularla mediante la imposición de manos y así sanar a sus pacientes.

En 1996 Rosa seleccionó a 21 sanadores estilo reiki y les puso al otro lado de una pantalla opaca. A un lado ella colocaba su mano y al otro ellos decidían si la mano estaba o no, percibiendo su energía. Los 21 curanderos tuvieron 280 intentos en total. La probabilidad de acertar al azar, la que tendría cualquiera, sería del 50 %. Los curanderos reiki sólo alcanzaron el 44 % de aciertos, aún más bajo de lo esperado. Después de todo no eran tan sensibles al ‘qi’ como decían. ¿O es que no existe tal cosa? Lo más curioso del caso es lo siguiente: la investigadora Emily Rosa sólo tenía nueve años y esta investigación era un proyecto para una feria de ciencia del colegio. El reiki refutado por una escolar.

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7. Más de 60 médicos españoles, acusados de emplear tratamientos pseudocientíficos.

FUENTE: El País

 

 

Médicos que dicen poder tratar la esterilidad y daños cerebrales con acupuntura, el autismo atiborrando al paciente con vitaminas, las alergias con un invento llamado terapia cuántica, los tumores con plantas comunes, la esclerosis múltiple y el alzhéimer manipulando las orejas, o el lupus y la hepatitis C aplicando imanes. Éstas son algunas de las prácticas pseudocientíficas que están realizando al menos 62 médicos colegiados en Madrid y Valencia y que carecen del más mínimo rigor médico. Por ello, forman parte de dos denuncias conjuntas, derivadas a sus respectivos colegios médicos, por posible vulneración de la deontología médica. Lo cuenta Javier Salas en el diario El País.

“No es ni la punta del iceberg, pero queremos empezar a denunciar ya”, explica Fernando Cervera, biólogo y representante de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP), en cuyo nombre ha presentado las quejas contra todos estos médicos. En concreto son seis facultativos colegiados en el Colegio Oficial de Médicos de Madrid (ICOMEM) y 56 del Colegio Oficial de Médicos de Valencia (ICOMV). “Esperamos que activen los mecanismos sancionadores por incumplir el código deontológico”, asegura Cervera.

En sus escritos, la APETP señala al menos cinco puntos de la deontología médica que estarían vulnerando estos profesionales, como la obligatoriedad de no “perjudicar intencionadamente al paciente” y de no “levantar falsas esperanzas”. Pero la clave se encuentra esencialmente en un punto: “No son éticas las prácticas inspiradas en el charlatanismo, las carentes de base científica y que prometen a los enfermos la curación, los procedimientos ilusorios o insuficientemente probados que se proponen como eficaces, la simulación de tratamientos médicos o intervenciones quirúrgicas y el uso de productos de composición no conocida”, apunta el artículo 26.2 del código deontológico de la Organización Médica Colegial.

Las reclamaciones, que se revisarán en la comisión de Deontología, tendrán dos recorridos muy distintos. Por un lado, en Madrid, la junta actual del ICOMEM se ha mostrado muy beligerante con las pseudociencias, tumbando sus secciones pseudocientíficas nada más acceder a la presidencia. En Valencia, la queja de APETP ya se topó con la junta de la ICOMV, partidaria de las pseudociencias, como se mostró en las recientes elecciones en las que se reeligió a la junta. En ella se sienta como vocal Rafael Torres, presidente nacional de la Asociación Española de Médicos Naturistas, conocido por aplicar lavativas para hacer frente a todo tipo de condiciones, incluido el sida, una pseudoterapia que no funciona llamada hidrocolonterapia.

Entre otras prácticas, los médicos denunciados colegiados en Madrid aseguran a sus pacientes que pueden curar mediante la imposición de manos, insuflando ozono, usando imanes e incluso el cáncer gracias a un jarabe de 95 euros. El ICOMEM explica que en los últimos tres años y medio han recibido diez quejas por médicos que usan pseudoterapias: ocho fueron sobreseídas y archivadas y otras dos están en estudio.

El presidente del ICOMEM, Miguel Ángel Sánchez Chillón, se muestra partidario de actuar contra este fenómeno, pero advierte de las dificultades que supondría denunciar a todos los facultativos que se salgan de los protocolos. Para casos de enfermedades graves en los que médicos recomiendan tratamientos alternativos en lugar de los aconsejados lamenta que haya “poca cultura de denuncia”. Y por eso se han planteado actuar de oficio si se conocieran casos como el que llevó a una mujer a la muerte en Girona, si hubiera un colegiado madrileño detrás. “Eso está a la orden del día. Pero solo se puede actuar en caso de que haya una indicación clara y se secuestre la posibilidad de un tratamiento adecuado”, asegura. En esos casos, la resolución del colegio podría llevar aparejadas distintas sanciones temporales o económicas, en función de la gravedad o la reincidencia.

Coherente con su línea de trabajo, la junta del colegio valenciano rechazó actuar de ningún modo cuando la APETP elevó su queja el año pasado contra estos 56 médicos que aplican pseudociencias como Torres. “No encontramos falta alguna al código deontológico”, respondieron desde la junta que representa a los médicos valencianos, para añadir más adelante que no se pronunciarían sobre la validez científica de la homeopatía y otras pseudoterapias porque no tienen medios para investigarlo. Por ello, Cervera ha presentado la queja en esta ocasión ante el Colegio Oficial de Médicos de Alicante, que es quien está ahora al frente del Consejo de Colegios de Médicos de la Comunidad Valenciana. El colegio alicantino sí se ha mostrado beligerante frente al fenómeno de los falsos remedios y ha llegado a proponerle a la consejería de Sanidad un plan contra las pseudociencias.

La APETP cuenta con un respaldo importante. Consultado por el caso de los médicos valencianos, el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos se pronunció a favor de la reclamación y mostró su “rechazo, por contrarias a la deontología y ética médica, a todas las prácticas invalidadas científicamente, incluyendo la homeopatía”. Es decir, el máximo órgano de representación de los médicos españoles considera que lo que hacen estos facultativos sí vulnera la deontología profesional. Pero la capacidad sancionadora recae en el colegio concreto al que pertenecen.

“Por la confianza especial que depositamos en nuestros médicos debemos exigirles pulcritud y profesionalidad en su trabajo. Lo cual exige que actúen no de acuerdo con su fe o creencia, sino a un código de conducta jurado que especifica aplicar protocolos adecuados”, explica la presidenta de APETP, Elena Campos, que considera una “responsabilidad social denunciar falsas terapias”. Además, Campos reclama que desde el Ministerio de Sanidad y las consejerías sean tajantes: “Si los colegios profesionales fallan en sus competencias, como vigilar el intrusismo y velar por la buena praxis de sus colegiados, habría que tomar otras medidas”.

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8. Indignación en las redes sociales por el auge de las pseudoterapias.

FUENTE: Redacción Médica

 

 

Los caminos de las pseudoterapias son inescrutables. Cada vez más se escuchan comentarios y denuncias de profesionales sanitarios que alzan la voz para luchar contra todos aquellos bulos y teorías que defienden las prácticas 'magufas' y que tanto ponen en peligro la salud de los pacientes. Un último ejemplo de ello ha sido la indignación que ha mostrado un urólogo a través de su cuenta de Twitter tras el avance de la patología de un enfermo y que ahora no puede ser bien tratado, según informa Redacción Médica.

“Un hombre diagnosticado de cáncer de próstata hace dos años sigue sin querer tratarse porque su naturópata le asegura que no tiene nada”, así comenzaba el comentario de Egoitz Tolosa que denunciaba la situación. La reflexión de este facultativo no se quedaba ahí. “Hace dos años era localizado y curable. Hoy tiene metástasis por todo el cuerpo. Morirá por las mentiras de su naturópata”, protestaba en el tuit que supera ya los 1.000 RT y los 1.400 Me Gusta.

“Una cosa es decidir libremente no tratarte y asumir las consecuencias, otra muy distinta morir por una mentira con menos de 55 años”, ha añadido. A lo largo del hilo de Twitter, y tras las críticas de algún otro usuario, este urólogo de Osakidetza dejaba claro que los pacientes son libres de elegir libremente qué tratamiento seguir pero defiende que se tenga toda la información posible y que el paciente conozca y “esté bien informado”.

Por otro lado, el comentario ha provocado la ira y la indignación también entre muchos usuarios de la red que se han posicionado en contra de aquellos profesionales que defienden las teorías sin evidencia científica. “Debería ser denunciable como homicidio imprudente... a ver si con unos cuantos en la cárcel o sanciones importantes, estos desgraciados salen a la luz y se hace pública su incompetencia, porque viven de la ignorancia y que sus ‘diagnósticos’ no salen en los medios de comunicación”, dice un usuario de Twitter.

Otro afirma: “una prima de mi madre murió por un cáncer de pecho tratado por uno de estos granujas”. Un comentarista aboga por “prohibir que los naturista u homeópatas intervengan en diagnósticos médicos, si quieren dar sus cosas que las den, pero que no interfieran con los médicos”. Y una usuaria reclama: “por favor, cárcel ya para todo este magufeo que se está llevando por delante la vida de gente desesperada, además de su dinero”.

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9. El Colegio de Médicos de Vizcaya será beligerante contra las terapias sin base científica.

FUENTE: Diario Médico

 

 

El Colegio de Médicos de Vizcaya adoptará una “actitud beligerante” contra los profesionales sanitarios que lleven a cabo “iniciativas de divulgación sin evidencia científica y que puedan inducir a error a la población”. La institución que preside Cosme Naveda ha hecho público este posicionamiento tras tener conocimiento de dos conferencias programadas en Bilbao para finales de septiembre de un médico naturista colegiado en Gerona, “en las que tiene previsto ofrecer una serie de informaciones sobre la vacunación y sobre el cáncer”. Lo leemos en Diario Médico.

El colegio vizcaíno recuerda, además, que esa postura de beligerancia aparecía expresamente recogida en el documento de posicionamiento publicado el pasado febrero por el Consejo de Colegios de Médicos del País Vasco. El comunicado colegial incide en la idea de que “un mensaje erróneo o confuso puede hacer que las personas receptoras de las pretendidas formaciones lleguen a una serie de conclusiones que les pueden colocar, bien por acción o por omisión, en una seria situación de riesgo para su salud”.

Para la institución que preside Naveda, “nada podría haber más lejos del concepto de la ética que aconsejar a pacientes en situaciones incurables propuestas terapéuticas inviables y sin base científica, o propuestas que puedan provocar el abandono de tratamientos científicamente prescritos o que induzcan a esperanzas inalcanzables”.

Por otro lado, y debido a la conocida opinión en contra de las vacunas del médico naturista a que se refiere el comunicado colegial, la corporación vizcaína recuerda otro documento de posicionamiento, éste publicado en 2015 por parte del colegio, en el que se argumenta que “la vacunación ha demostrado ser una de las mejores armas para combatir las enfermedades infecciosas”.

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10. Expertos en cáncer revelan los efectos mortales de las pseudoterapias.

FUENTE: El Español

 

 

“Es posible que yo a lo largo de mi extensa carrera sólo haya visto 20 casos, pero si sumamos esos a los 20 de otro oncólogo, a los de otro y a los de otro...”, así reflexionaba en voz alta el presidente de la Fundación para Excelencia y Calidad en Oncología (ECO), Vicente Guillem, en la mesa debate sobre bulos más frecuentes en cáncer y sus consecuencias en la consulta que se ha celebrado el pasado 19 de septiembre en el I Simposio #Cancersinbulos. Lo leemos en El Español, en un artículo de Ainhoa Iriberri.

El médico experto en cáncer recordaba cómo a su consulta han llegado mujeres “con un tumor de 15 centímetros y la mama ulcerada después de tres años de recibir tratamiento con medicinas alternativas”. El bulo, en ese caso, es claro: basta un tratamiento X –sustitúyase por bioneuroemoción, hierbas medicinales, homeopatía...– para resolver un cáncer que jamás responderá a los molestos tratamientos convencionales basados en la evidencia científica, léase cirugía, radioterapia y quimioterapia.

En la mesa, en la que han participado varios oncólogos más, ha quedado de manifiesto que los bulos en cáncer son una auténtica epidemia. “Mucho más frecuentes de lo que parecen”, explicó uno de los participantes. José Ángel García, especialista en cáncer de mama del Hospital Clínico San Carlos y miembro de GEICAM, comentó que en su área concreta muchos se refieren a “errores que las mujeres creen que han cometido” para padecer la enfermedad.

Varían según los tipos de cáncer

El hematólogo de la Fundación Jiménez Díaz Raúl Córdoba destacó por su parte que en su especialidad –la de los tumores no sólidos– son menos habituales porque existe una mayor sensación de que la enfermedad se cura. En este sentido, comentó que las creencias que más calan en sus pacientes son las relativas a la mejora de las defensas para que los tratamientos de quimioterapia no tengan que interrumpirse por una bajada de las mismas. “Vienen con un listado de superalimentos que han leído que pueden consumir para evitarlo y no saben que algunos pueden interaccionar con los tratamientos”, recalcó. También subrayó la diferencia entre cómo calan los bulos en pacientes con estadios curables de la enfermedad y los que la tienen más avanzada o incluso en una fase incurable, cuando es más difícil combatirlos.

La ginecóloga y coordinadora de la Unidad de Patología Mamaria del Instituto de Salud de la Mujer del Hospital Clínico San Carlos, María Herrera, señaló otro tipo de bulos de los que se habla menos: los referidos a la detección precoz. “Las mujeres te exigen mamografías desde una edad muy precoz, cuando la eficacia de esta prueba en ese momento no sólo no está demostrada, sino que implica riesgos por las pruebas secundarios que conlleva”, apuntó.

Para el secretario científico de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Guillermo de Velasco, un gran problema de este tipo de bulos es que “parten de una base de verdad”. El médico recordó un caso de un paciente suyo que desarrolló acidosis, un efecto secundario cuyos oncólogos no entendían en su caso. Al final, resultó que el paciente hacía ayuno durante periodos muy largos porque había leído que eso frenaba el crecimiento de las células tumorales. “Y sí, probablemente habría pasado en ratones”, se lamenta el médico.

Otro ejemplo concreto de bulo dañino se refiere al consumo de hongos chinos, recomendados en algunas páginas de internet para evitar retrasos en la quimioterapia y que pasan por alto el mayor riesgo de infecciones de muchos de estos pacientes. Los hongos, organismos vivos, entran en la sangre porque la propia neutropenia –lo que ha hecho que se retrase el tratamiento– y provocan un daño que puede ser fatal. La experta en cáncer de mama nombró otros bulos menos dañinos pero igual o más absurdos, como la creencia de que los sujetadores con aros se asocian al cáncer de mama o incluso que el uso de desodorante –o depilarse las axilas– también.

Posibles soluciones

Una vez reconocido el problema de los bulos en cáncer, los ponentes se plantearon cómo combatirlos. Y quedó de manifiesto que no es nada fácil. García Sáez señaló que no es el papel de los oncólogos denunciar “los casos individuales” que les cuentan algunos pacientes que han caído en manos de curanderos y estafadores. Todos coincidieron en que el tiempo que se dedica a los pacientes es clave para luchar contra estas falsas ideas y que la falta del mismo es un hecho en las consultas españolas.

Por supuesto, y dado que el origen de muchos de estos bulos es internet, se habló de la posibilidad de que los oncólogos se implicaran más en esta lucha en las redes. Sin embargo, todos parecieron coincidir en que ese es el papel de las sociedades científicas, cada vez más concienciadas con el asunto.

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La RIES es una red de expertos y estudiosos católicos sobre el fenómeno sectario y la nueva religiosidad, presentes en España y Latinoamérica, y abarcando las zonas lusoparlantes. Pretende ofrecer, también con este boletín informativo, un servicio a la Iglesia y a toda la sociedad. La RIES no se responsabiliza de las noticias procedentes de otras fuentes, que se citan en el momento debido. La RIES autoriza la reproducción de este material, citando su procedencia.