Colaboraciones

 

Comerse el mundo

 

 

02/10/2018 | por ForumLibertas.com


 

 

Hay casi dos mil millones de jóvenes en el mundo entre 16 y 29 años, un cuarto de la humanidad. Una parte muy importante son cristianos, sobre todo católicos. Son una categoría plural. Algunos son extremadamente generosos e idealistas, buenos y valientes, y también los hay marcados por el individualismo y la inconsciencia. Muchos quieren comerse el mundo. Hay jóvenes alegres y hay jóvenes deprimidos. Hay jóvenes de buena voluntad y hay jóvenes con malas intenciones. Hay tantos jóvenes como personas. Como los viejos, que también pueden ser encantadores y desprendidos, o terriblemente avaros y egoístas. Sus orígenes marcan las diferencias vitales. ¿Qué tiene que ver un joven católico que vive en Nigeria, con un catalán, o un copto católico, un norteamericano con un hindú? A toda esta diversidad social, geográfica y generacional el p apa Francisco tiene ganas de escucharla y acogerla para avanzar juntos por el camino de la fe. Lo hará con motivo del sínodo dedicado a ellos en Roma y durante 3 semanas, junto con obispos de todo el mundo. Puede ser un soplo de esperanza en un momento difícil para la Iglesia, porque ellos forman parte de un presente dinámico, y son el anuncio del futuro.

El Papa convocó el sínodo de los jóvenes con la voluntad de escuchar, que es un verbo que al pontífice le gusta especialmente. Francisco habla, a menudo sin demasiado protocolo, pero en el mes de octubre tiene la voluntad de sentarse y escuchar la adhesión y la crítica, la pasión fervorosa, y el distanciamiento crítico y oír voces discordantes. No se puede abordar el tema de los jóvenes sin abordar los estragos del paro, la falta de oportunidades para crecer como persona, las carencias materiales de unos y las espirituales y morales de otros, la droga, el sexo y el suicidio. El papa Francisco es consciente de que emergerán cuestiones espinosas en las cuales la Iglesia no tiene un pensamiento articulado y convincente, o presenta una práctica defectuosa.

El documento de trabajo de la XV asamblea ordinaria del sínodo de obispos, conocido simplemente como sínodo de obispos sobre los jóvenes, se llevará a cabo entre el 3 y el 28 de octubre para debatir sobre “ Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. El documento preparatorio del sínodo, está estructurado en tres partes: reconocer, interpretar y escoger. Se ha enviado un cuestionario online y han respondido 100.000 jóvenes. La magnitud de la contestación ya da una idea del alcance global del encuentro, y ha servido como termómetro para conocer sus preocupaciones, atenciones y prioridades.

A la Iglesia los jóvenes le preocupan, y le han preocupado siempre. Ahora no hay que enumerar la multitud de entidades educativas que por todo el mundo, a menudo en condiciones difíciles, centran su atención en los jóvenes. A pesar de las limitaciones de formato de un sínodo, en este de los jóvenes se incorporan mecanismos nuevos que facilitarán la participación: habrá unos equipos de comunicación y redes sociales que permitirán hacer aportaciones y apuntes, mientras los miembros del sínodo estén debatiendo. El Papa ha reformado el sínodo para incrementar la sinodalidad, la escucha recíproca.

Se ha preguntado qué quieren, en general, y en concreto, qué esperan y qué buscan en la Iglesia. Han dicho que quieren “una Iglesia auténtica”, que brille por su “ejemplo, competencia, corresponsabilidad y solidez cultural”. Reclaman una Iglesia que comparta su situación de vida a la luz del Evangelio. La quieren “transparente, acogedora, honesta, atractiva, comunicativa, accesible, alegre e interactiva”. O sea, en palabras de ellos mismos, una Iglesia menos institucional y más relacional, “capaz de acoger sin juzgar previamente, amiga y próxima, acogedora y misericordiosa”.

Hay jóvenes que han respondido de manera negativa. No esperan nada de la Iglesia, y quieren que se les deje en paz. La ven como interlocutor “no significativo” e incluso como presencia “irritante”. Las razones son conocidas: la actitud ante los escándalos sexuales y económicos, ante los cuales los jóvenes piden que se refuerce la “tolerancia cero”.

Quizás algunos ministros ordenados no saben captar la sensibilidad de los jóvenes o no saben dar razón de las propias razones doctrinales y éticas ante la sociedad contemporánea. Ante este diagnóstico, el sínodo que viene se puede resumir en siete conceptos: escucha, acompañamiento, conversión, discernimiento, retos, vocación y santidad.

En las paredes del Vaticano se oirá la voz de jóvenes de todo el mundo, se hablará de todo y el Papa ha pedido que la actitud clave sea la de escuchar. También los jóvenes tendrán que escuchar porque teniendo muchas preguntas no van sobrados de respuestas.

En el sínodo se les planteará la santidad como un “horizonte accesible a todos los jóvenes” y se hablará de la vocación de consagrarse plenamente a Dios, y también de la vocación, familiar, académica, profesional o política. Será un sínodo apasionante por la naturaleza de sus miembros, y por los retos de su contenido, y al mismo tiempo será una constatación fehaciente de la fuerza joven que en el mundo encarna la Iglesia.

 

Albert Batlle, Josep Maria Carbonell, Miriam Díaz, Eugeni Gay, David Jou, Jordi López Camps, Margarita Mauri, Josep Miró i Ardèvol, Montserrat Serrallonga i Francesc Torralba.

Publicado en La Vanguardia, el 30 de septiembre de 2018