Papa Juan XXIII aniversario

 

San Juan XXIII, su legado en una caricia

 

Este 11 de octubre la Iglesia celebra la memoria litúrgica de San Juan XXIII. Una fecha que en realidad es un conjunto de celebraciones, desde el primer paso del Concilio Vaticano II hasta la famosa noche del “Discurso a la Luna”.

 

 

11 octubre 2018, 12:01 | Alessandro de Carolis – Ciudad del Vaticano


 

 

Desde Sotto il Monte hasta la cima de la santidad. Nacido entre unas pocas almas para servir a todos. El alfa y omega de Angelo Roncalli, un niño nacido en una granja y destinado, con el nombre de Juan XXIII, a revolucionar la Iglesia. Que a partir del 2014, año de la Canonización, se celebra el 11 de octubre, fecha simbólica del Pontificado del Papa Roncalli, fecha en la que en 1962 se dio inicio al Vaticano II.

 

En Sotto il Monte

Entre mayo y junio del año pasado, los restos del Santo Padre regresaron por un par de semanas a los lugares de la infancia y la juventud. Entre Bérgamo y su ciudad natal, la presencia más que el recuerdo de Juan XXIII se ha convertido en emoción y anécdota, en una reinterpretación de los comienzos y de toda la trayectoria que llevó al hijo de los campesinos a tomar el timón de la barca de Pedro. En esa ocasión, Noticias del Vaticano inauguró su propio formato personal del tipo WebDoc – similar al utilizado en estos días para Pablo VI – publicando en su portal todos los días, del 21 de mayo al 10 de junio, un videoclip centrado tanto en la peregrinación de los restos como en algunos aspectos más o menos conocidos del “Papa bueno”.

 

La Noche de la Luna

El 11 de octubre es también el día de otro aniversario, que el calendario oficial no contempla oficialmente pero que ha pasado a la historia, cristalizado y transmitido a través de 56 años de historias. Esa noche, en la noche de la apertura del Concilio, Juan XXIII domina la ventana que da a la Plaza de San Pedro y pronuncia lo que desde entonces ha pasado a la historia como el “Discurso de la Luna”. Era la noche de la “caricia en mundo visión”, la caricia que el Papa ofrecía a los hijos de los que miraban al Papa esa noche en las antorchas de la multitud o desde el blanco-gris de algún raro televisor.

 

Un pequeño gesto enorme

Nadie ha olvidado esa caricia del 11 de octubre porque es, después de todo, un gran legado. Porque después Juan XXIII hablará eminentemente de paz, ayudando al mundo, que había sido devastado por la Guerra Fría, a redescubrir el calor del sentido común. Y tomará de la mano una Iglesia alejada de ese mundo en fuga, partiendo de sí misma, hacia un renacimiento y una nueva cercanía con el pueblo. Grandes gestos, palabras únicas. En la base de la cual se puede captar la concreción del hijo nacido en Sotto il Monte y que está enraizado en la tierra y en los afectos espontáneos. Los sentimientos de personas como Angelo Roncalli – o el Papa Francisco que a menudo habla de ello – o de aquellos que, cuando una relación se rompe y promete una tormenta, sugieren acercarse y calmar la tormenta, ya sea internacional o sólo doméstica, con una caricia.