Cáritas | Nuestro día a día • 15 Noviembre 2018

 

Llamados a compartir el pan y la vida

 

Vicente Martín, delegado episcopal de Cáritas Española, nos anima a sumarnos a la II Jornada Mundial de los Pobres

 

 

 


 

 

Toda la Iglesia está convocada el próximo día 18 de noviembre a celebrar con alegría y esperanza la II Jornada Mundial de los Pobres, cuyo lema recoge las palabras del Salmo 34: “Este pobre gritó y el Señor lo escuchó”.

Tres verbos contienen la actitud del pobre y la acción misericordiosa de Dios: “gritar, responder y liberar”. La pobreza se convierte en “un grito que sube hasta la presencia de Dios” (punto 2 del mensaje del Papa para esta jornada), el cual no solo lo acoge y escucha, sino que además responde participando de la condición del empobrecido e interviniendo “para curar las heridas […], restituir la justicia y ayudar a retomar la vida con dignidad” (punto 3). Así comienza un proceso de liberación por el que “las cadenas de la pobreza se rompen gracias a la intervención de Dios” (4).

La comunidad cristiana ha de saber conjugar estos verbos para salir, como el Señor, al encuentro de los últimos de la sociedad que siguen gritando, como Bartimeo, y esperando de nosotros la escucha, la respuesta, el ánimo y el acompañamiento para lograr su propia liberación: “Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo” (EG 187).

 

Os animamos a…

Esta jornada de los pobres tiene varios objetivos, que el mismo mensaje señala:

 

1. Redescubrir el valor de estar junto a las personas empobrecidas y vulnerables

Redescubrir el valor de estar junto a las personas empobrecidas y vulnerables de nuestras comunidades, a través de la oración comunitaria y la comida compartida del domingo.

 

2. Volver al espíritu de la Iglesia naciente

Volver al espíritu de la Iglesia naciente que, poniendo a Jesús y a los pobres en el centro de su vida, compartían sus bienes para que ninguno pasara necesidad (cf. Hch 2, 42. 44-45).

 

Efectivamente, es en primer lugar una buena ocasión para hacer revisión de vida: ¿Estamos acogiendo y escuchando el grito de los pobres? Una vez más el Señor nos llama a la conversión, a Él y a los pobres.

 

Acércate y comparte

Es un buen momento para acercarse, acoger, escuchar, y tejer amistad y fraternidad con los más desfavorecidos. Ellos son compañeros de camino. Com-pañero (com-panio) significa “compartir el pan”, y si se comparte el pan, también se comparte la vida, la conversación, los desafíos, los proyectos. “La salvación de Dios toma la forma de una mano tendida hacia el pobre, que ofrece acogida, protege y hace posible experimentar la amistad de la cual se tiene necesidad” (4).

Con esta jornada se nos brinda la oportunidad de reconocer la fuerza salvífica de sus vidas y ponerlos en el centro de la vida de la comunidad cristiana. El encuentro con el hermano empobrecido y su presencia en la Iglesia es un signo de autenticidad de la evangelización. La presencia del pobre en la comunidad tiene una fuerza potente de transformación: cambia a las personas más que un discurso, enseña fidelidad, ayuda a reconocer la fragilidad de la vida, exige oración; en definitiva, conduce a Cristo. En sentido nos evangelizan. Ellos no están ahí para nuestras buenas obras, no son, sin más, objeto de nuestra acción social, sino interlocutores del Evangelio “ayudándonos a descubrir cada día la belleza del Evangelio. No echemos en saco roto esta oportunidad de gracia” (10).

 

 

Desde Cáritas invitamos a toda la comunidad cristiana a vivir esta jornada con entusiasmo y agradecimiento. Puede ser un momento fuerte para dirigir todavía más la mirada hacia los pobres, escuchar su grito y hacerles experimentar nuestra ayuda y cercanía. Los verdaderos protagonistas son el Señor y los pobres.