Sociedad y Familia

 

El Avangard, la Iglesia y un fin del mundo bien real

 

 

28 diciembre, 2018 | ForumLibertas.com


 

 

La demostración por parte de Rusia de que dispone de un misil hipersónico que puede volar entre 5 y 20 veces a la velocidad del sonido, señala un paso de gigante en la dinámica armamentística en la que vuelve a estar sumergido el mundo. El Avangard, que así ha sido bautizado el nuevo cohete teledirigido, rompe la hegemonía norteamericana, fruto de la “Guerra de las Galaxias” con la que Reagan precipitó el colapso económico soviético al dotar del sistema antimisiles a los Estados Unidos. Se cierra así un periodo de hegemonía militar de este país iniciado en el 2002, que paradójicamente termina con un claro retroceso geoestratégico, una herencia de Obama, que Trump, por otros caminos, tiende a consolidar.

El Avangard significa la capacidad de atacar cualquier punto del globo en escasos minutos llevando una carga nuclear, lo cual llevará a la potencia americana a acelerar sus pasos para disponer de un arma semejante. Pero no se trata solo del cohete, el anuncio del presidente de los Estados Unidos que no quiere prorrogar el Tratado de Armas Estratégicas (New START), que finaliza a principios de 2021, fue la señal de alama para Rusia. Este es el marco para un mundo en el que existen 15.000 cabezas nucleares, mas del 90% en manos rusas y americanas. Con una décima parte de ese arsenal el mundo tal y como lo conocemos puede quedar destruido. No solo eso, la política exterior americana y europea entrega a Rusia al socio chino que le nutre del capital y del mercado que le falta, a cambio del gas y petróleo ruso. Este bloque, más consolidado que nunca, acentúa la capacidad militar rusa, que en términos económicos es una potencia solo algo mayor que España, aunque su imagen sea otra.

En este contexto, Europa vive su peor crisis de unidad desde su fundación, mientras que en Estados Unidos rige un unilateralismo impredecible, lo que acentúa el riesgo en el tablero internacional.

Al mismo tiempo, el nuevo año coincide con tres nuevas y ambiciosas misiones al espacio, dos de Estados Unidos y una China, que persiguen alunizar en su cara oculta. Es un signo de que el espacio no es una entelequia, como lo viene demostrando desde hace años la estación espacial rusa, y que la humanidad no puede permitirse desplegarse por él con el mismo espíritu de beligerancia que puebla la Tierra.

La realidad pura y dura es que vivimos un nuevo tiempo donde la autodestrucción está asegurada. Solo la política puede salvarnos. La necesidad de un gran acuerdo de gobernanza mundial que desnuclearice radicalmente la Tierra, y conduzca unida a la humanidad al espacio exterior. Ante este reto de colaboración humana, única forma además de alcanzar una economía menos depredadora del hombre y el medio, preservar la naturaleza y ordenar las grandes migraciones, la Iglesia debe hablar y actuar como el gran sujeto colectivo que es. Ella es el único agente moral de dimensión realmente universales que carece de intereses materiales geoestratégicos. Hizo este papel en el pasado, no puede dejar de hacerlo ahora que el Mundo esta en juego. Ha de salir de sus propios problemas y dirigirse a una humanidad que está en peligro para contribuir a la construcción de caminos de Paz.