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Sudáfrica. Justicia y Paz: sí al salario mínimo garantizado, necesario hacer más

 

Según Justicia y Paz, el debate sobre el salario mínimo nacional está distrayendo la atención del importante debate sobre el salario de subsistencia, el cual difiere del salario mínimo legal en cuanto su determinación

 

 

03 enero 2019, 14:27 | Ciudad del Vaticano


 

 

El Obispo de Kimberly y Presidente de la Comisión episcopal Justicia y Paz de la SACBC (Southern African Catholic Bishop’s Conference) emitió una nota sobre la entrada en vigor el primero de enero de la ley que introduce el salario mínimo garantizado. “Encomiamos al Presidente y al Gabinete por haber dado el primer paso para eliminar las disparidades salariales y abordar la difícil situación de los trabajadores pobres”, afirmó Mons. Abel Gauza.

El prelado subrayó que sin embargo, el departamento del trabajo debe vigilar para que la ley sea respetada por todos, y remarcó que la Comisión encargada de resolver los conflictos entre los empleadores y empleados, “no tiene la capacidad adecuada para satisfacer la creciente demanda de servicios, comprendida la aplicación del salario mínimo nacional. Además, el acceso financiero y geográfico a las oficinas de la Comisión para Conciliación, Mediación y Arbitrio, y al departamento de trabajo sigue siendo un problema, principalmente para los trabajadores de las provincias rurales”.

El problema, según informa la Agencia Fides, se agrava por el hecho de que la ley no introduce medidas adecuadas para castigar a los empleadores que actúan en mala fe, continuando a explotar a las personas más vulnerables.

Según Justicia y Paz, el debate sobre el salario mínimo nacional está distrayendo la atención del importante debate sobre el salario de subsistencia, el cual difiere del salario mínimo legal en cuanto su determinación, da la prioridad a las necesidades fundamentales de los trabajadores y al costo de tenor de vida de base, y no sólo a las exigencias del mercado del trabajo. Un salario de subsistencia garantiza que los trabajadores puedan ganar lo suficiente para llevar adelante una vida decorosa y digna.