Tribunas

Efectos de los cambios comunicativos vaticanos

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

La complejidad del entramado mediático, la velocidad con la que se producen y difunden los acontecimientos en un mundo interconectado, entre otros factores, hacen que el ámbito comunicativo se convierta en uno de los retos más importantes para cualquier institución.

En días pasados asistimos a la renuncia de dos grandes profesionales, el norteamericano Greg Burke y la española Paloma García Ovejero, a sus responsabilidades en la Sala de Prensa del Vaticano.

Han sido muchas las interpretaciones de esta doble renuncia. No todas coincidentes. Incuso se ha llegado a decir que no estaban a la altura, que era un órdago al pontificado... Para no repetir, me voy a centrar en algunos aspectos explicativos de contexto desde el análisis de la estructura de la comunicación.

El primero es el hecho de que, durante las crisis comunicativas recientes, la Santa Sede no ha tenido una narrativa dominante. Está claro que el Papa es en sí mismo la narrativa dominante de la comunicación de la Iglesia hoy. También en España.

Pero ese relato no puede dar respuesta a todos los incendios que surgen. Que no haya existido una narrativa dominante, ante casos como el de Viganò, no quiere decir que la responsabilidad fuera de los que se han marchado. No dudo que la relación de equilibrios entre las Curias, en el Vaticano, están complicando, si cabe más, un trabajo ya de por sí difícil. Burke y Ovejero, sin duda, tenían una narrativa, pero no siempre consiguieron el “placet” preceptivo, introducirla en la maquinaria y dejar que produjera sus efectos.

Esta carencia es especialmente sangrante ante el “cisma de hecho” de una parte no desdeñable de la Iglesia católica en los Estados Unidos. No olvidemos que en el sistema mundial de medios, y en sus normas y procesos, Norteamérica lleva siempre la mejor parte, y la delantera. Es muy difícil contrarrestar ese entramado de prácticas comunicativas y los dictados de su estructura empresarial y política.

¿La dominante cultura italiana del nuevo equipo será capaz de contrarrestar el paradigma norteamericano? Veremos.

Y hablando de equipos. Ha entrado uno nuevo y ha salido otro. Es posible, incluso, que quienes han salido, en algún momento, llegaran a pensar que el Papa les iba a encajar en el nuevo puzzle de responsabilidades. Pero, el gobierno es el gobierno.

Del nuevo equipo italiano, -hasta ahora predominantemente italiano, poco internacional, vamos-, la clave está, una vez más, en el “Spin doctor”, el jesuita P. Antonio Spadaro. El ejemplo más claro es el nuevo director del periódico vaticano, un discípulo suyo,  Andrea Monda, del entorno de la asociación cultural BombaCarta, y hasta anteayer profesor de Instituto.

Por cierto, BombaCarta es una de esas geniales creaciones culturales italianas que no se dan por estos predios.

Lo que no cabe duda es que quien también es capaz de construir una narrativa, en la nueva dirección, es el flamante director editorial del Dicasterio de las Comunicaciones, Andrea Tornielli, que va a hacer ahora lo que antes hacía sin cargo alguno y desde una plataforma de gran éxito, Vatican insider.

Es innegable que ese medio, financiado entre otros por la Orden del Santo Sepulcro, era el buque insignia informativo y de prescripción del pontificado. Esperemos que lo siga siendo.

Así las cosas, los compañeros periodistas romanos no dudan en que Burke y Ovejero tienen un amplio futuro profesional por delante. De lo que estoy seguro que los españoles nos aprovecharemos.

 

José Francisco Serrano Oceja