Colaboraciones

 

El aborto forzado sigue siendo política demográfica en China

 

 

23/01/2019 | por Carlos Álvarez Cozzi


 

 

Las agencias de noticias digitales dan cuenta que en China comunista continúa la política de obligar a abortar a la mujer cuando traspasa el número de hijos que “se autoriza” a tener por parte del gobierno.

Lo que es parte del derecho natural de toda pareja a determinar el número de su prole, el Estado chino lo vulnera, transformando dicho tema en una regulación estatal obligatoria.

Así nos enteramos recientemente que el gobierno chino, que opera bajo la Política de Dos Hijos, (antes era solamente uno), ha abortado por la fuerza al tercer hijo de una mujer, aunque ella les dijo, «Mi marido es un ciudadano kazajo y yo llevo un ciudadano kazajo».

La mujer, una etnia kazaja, era una viuda con dos hijos que vivían en la región de Xinjiang. Se casó con un ciudadano kazajo, que vive en Kazajstán, al otro lado de la frontera. Le dijeron que, para cancelar su ciudadanía china y convertirse en ciudadana de Kazajstán, tendría que regresar a China.

En este viaje de regreso, los funcionarios chinos la invitaron al hospital para un «chequeo médico». Descubrieron que estaba embarazada y exigieron un aborto, porque este tercer embarazo violó la política de Dos Hijos, a pesar de que ella les dijo, «Mi marido es un ciudadano kazajo y yo llevo un ciudadano kazajo».

Cuando ella se resistió al aborto, amenazaron con que su hermano «sufriera las consecuencias». Ella sabía que esto significaba que sería detenido en un campo de internamiento. Para proteger a su hermano accedió al aborto, refiere la noticia digital.

Los desprevenidos que en Occidente le hacen al juego aún al comunismo, deberían advertir que esta práctica china, de maldad intrínseca, representa de cuerpo entero a esta ideología que sacrifica a las personas en el “altar” de la ideología materialista de Estado. El personalismo se troca por el transpersonalismo absolutista de la razón de Estado. Los sujetos están al servicio del Leviatán!

Y aún es más grave el caso comentado, en el que por nacionalidad el niño abortado por la fuerza, al ser hijo de un ciudadano extranjero, el padre, y trasmitiéndose en general en Europa y en Asia la nacionalidad “iure sanguinis”, esta medida ataca el derecho de dos extranjeros como lo son el padre y el hijo abortado, debiendo haber generado una protesta internacional del Estado Kazajo ante los organismos internacionales, lo que ignoramos si ha sucedido.

Y la frutilla de la torta es que después del aborto, la policía llevó a su hermano al campo de internamiento de todos modos. Más clara queda la maldita política de los funcionarios chinos. Ni siquiera cumplen con su palabra. Pero eso no nos extraña: la mentira es un arma que ya la enseñaron a usar Lenin y Stalin en la Rusia comunista bastante antes de ahora.

La conclusión que nos deja este incidente no puede ser otra que cuando el Estado viola el orden natural, con leyes positivas inicuas, se violan los derechos humanos de las personas, aunque gran parte de Occidente calle ante estos barbarismos, y se pone al dios Estado por encima de las personas y sus legítimos derechos.

Establecen los tratados internacionales de DDHH, tanto los universales como los interamericanos, así como la Convención de los Derechos del Niño, que la familia debe ser protegida por el Estado y que la misma, basada en el matrimonio entre mujer y hombre, tiene derecho a determinar la conformación de sus integrantes.

Baste recordar para concluir el “Artículo 16 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:

  1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia; y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.
  2. Sólo [sic] mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el matrimonio.
  3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.”

La comunidad internacional y los organismos internacionales deberían reaccionar vigorosamente condenando esta política abyecta de China Comunista por ser violatoria de los derechos humanos pero con total sinceridad, mucho dudamos que ello acontezca en un mundo que antepone los intereses comerciales a la dignidad humana.