Servicio diario - 24 de enero de 2019


 

Papa Francisco: "Tenemos muchas diferencias, pero, por favor juguemos a tener un sueño en común"
Rosa Die Alcolea

El color y el calor de los jóvenes en Panamá reciben al Papa Francisco
Rosa Die Alcolea

Obispos centroamericanos: Es importante "tocar las heridas de nuestra gente"
Rosa Die Alcolea

Panamá: El Papa llama a la apertura de "nuevos canales de comunicación, entendimiento y solidaridad"
Rosa Die Alcolea

Discurso del Papa Francisco a los obispos centroamericanos
Redacción

Venezuela: El Papa sigue con cercanía el desarrollo de la situación
Rosa Die Alcolea

¿Por qué una JMJ en enero?
Rosa Die Alcolea

España: Fallece el Cardenal Fernando Sebastián, Arzobispo emérito de Pamplona y Tudela
Redacción

Presidente Varela al Papa: "Su mensaje trae una voz de aliento, de fe y esperanza a los jóvenes"
Redacción

El Papa recuerda al periodista ruso Alexej Bukalov, fallecido en diciembre
Rosa Die Alcolea

Beato Manuel Domingo y Sol, 25 de enero
Isabel Orellana Vilches

Sobre el futuro del cardenal Fernando Sebastián
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

25/01/2019-00:32
Rosa Die Alcolea

Papa Francisco: "Tenemos muchas diferencias, pero, por favor juguemos a tener un sueño en común"

(ZENIT — 24 enero 2019).- El Papa Francisco ha dicho en su primer encuentro con los jóvenes de más de 150 países, en la JMJ de Panamá: "Tenemos muchas diferencias, hablamos idiomas diferentes, vestimos ropas diferentes pero, por favor, juguemos a tener un sueño en común, un sueño grande, capaz de cobijarnos a todos: Ese sueño por el que Jesús dio la vida en la cruz".

En la tarde del jueves, 24 de enero de 2019, a las 18 horas, el Sucesor de Pedro ha compartido con los jóvenes peregrinos llegados a Panamá de todos los rincones del mundo un mensaje de alegría, de ilusión, de unión y comunión en las diferencias, propias de cada etnia y cada país.

“Un amor que no ‘patotea’ ni aplasta, un amor que no margina ni calla, un amor que no humilla ni avasalla. Es el amor del Señor, un amor de todos los días, discreto y respetuoso, amor de libertad y para la libertad, amor que sana y levanta”, ha anunciado el Papa a todos los jóvenes del mundo, visiblemente emocionado, desde la Ciudad de Panamá.

“Es el amor del Señor que sabe más de levantadas que de caídas, de reconciliación que de prohibición, de dar nueva oportunidad que de condenar, de futuro que de pasado”, ha explicado el Santo Padre.

“Queridos jóvenes”, les ha dicho: “Lo más esperanzador de esta Jornada no será un documento final, una carta consensuada o un programa a ejecutar. No, esa no va a ser. Lo más esperanzador de este encuentro serán vuestros rostros y una oración. Eso será la esperanza. Con el corazón cambiado con el que volverán a sus casas”.

***

 

Discurso del Papa Francisco

Queridos jóvenes, ¡buenas tardes!

¡Qué bueno volver a encontrarnos y hacerlo en esta tierra que nos recibe con tanto color y calor! Juntos en Panamá, la Jornada Mundial de la Juventud es otra vez una fiesta de alegría y esperanza para la Iglesia toda y, para el mundo, un enorme testimonio de fe.

Me acuerdo que, en Cracovia, algunos me preguntaron si iba a estar en Panamá y les contesté: “yo no sé, pero Pedro seguro va a estar. Pedro va a estar”. Hoy me alegra decirles: Pedro está con ustedes para celebrar y renovar la fe y la esperanza. Pedro y la Iglesia caminan con ustedes y queremos decirles que no tengan miedo, que vayan adelante con esa energía renovadora y esa inquietud constante que nos ayuda y moviliza a ser más alegres y disponibles, más “testigos del Evangelio”. Ir adelante no para crear una Iglesia paralela un poco más “divertida” o “cool” en un evento para jóvenes, con algún que otro elemento decorativo, como si a ustedes eso los dejara felices. Pensar así sería no respetarlos y no respetar todo lo que el Espíritu a través de ustedes nos está diciendo.

¡Al contrario! Queremos reencontrar y despertar junto a ustedes la continua novedad y juventud de la Iglesia abriéndonos a un nuevo Pentecostés (cf. SÍNODO SOBRE LOS JÓVENES, Doc. final, 60). Eso solo es posible, como lo acabamos de vivir en el Sínodo, si nos animamos a caminar escuchándonos y a escuchar complementándonos, si nos animamos a testimoniar anunciando al Señor en el servicio a nuestros hermanos; servicio concreto, se entiende.

Sé que llegar hasta aquí no ha sido nada fácil. Conozco el esfuerzo, el sacrificio que realizaron para poder participar en esta Jornada. Muchos días de trabajo y dedicación, encuentros de reflexión y oración hacen que el camino sea en gran medida la recompensa. El discípulo no es solamente el que llega a un lugar sino el que empieza con decisión, el que no tiene miedo de arriesgar y ponerse a caminar. Esa es su mayor alegría, estar en camino. Ustedes no tuvieron miedo de arriesgar y caminar. Hoy podemos “estar de rumba”, porque esta rumba comenzó hace ya mucho tiempo en cada comunidad.

Venimos de culturas y pueblos diferentes, hablamos lenguas diferentes, usamos ropas diferentes. Cada uno de nuestros pueblos ha vivido historias y circunstancias diferentes. ¡Cuántas cosas nos pueden diferenciar!, pero nada de eso impidió poder encontrarnos y sentirnos felices por estar juntos. Eso es posible porque sabemos que hay algo que nos une, hay Alguien que nos hermana. Ustedes, queridos amigos, han hecho muchos sacrificios para poder encontrarse y así se transforman en verdaderos maestros y artesanos de la cultura del encuentro. Con sus gestos y actitudes, con sus miradas, sus deseos y especialmente con su sensibilidad desmienten y desautorizan todos esos discursos que se concentran y se empeñan en sembrar división, en excluir o expulsar a los que “no son como nosotros”. Y esto porque tienen ese olfato que sabe intuir que «el amor verdadero no anula las legítimas diferencias, sino que las armoniza en una unidad superior» (BENEDICTO XVI, Homilía, 25 enero 2006). ¿Saben quién dijo esto? El Papa Benedicto. Que nos está viendo! nos está mirando por la televisión y lo vamos a aplaudir, un saludo, todos con la mano. ¡Un saludo! (Aplausos y saludos). Por el contrario, sabemos que el padre de la mentira prefiere un pueblo dividido y peleado, a un pueblo que aprende a trabajar juntos.

Ustedes nos enseñan que encontrarse no significa mimetizarse, ni pensar todos lo mismo o vivir todos iguales haciendo y repitiendo las mismas cosas, escuchando la misma música o llevando la camiseta del mismo equipo de fútbol. No, eso no. La cultura del encuentro es un llamado e invitación a atreverse a mantener vivo un sueño en común.

Tenemos muchas diferencias, hablamos idiomas diferentes, vestimos ropas diferentes pero, por favor, juguemos a tener un sueño en común, un sueño grande y capaz de cobijar a todos. Ese sueño por el que Jesús dio la vida en la cruz y el Espíritu Santo se desparramó y tatuó a fuego el día de Pentecostés en el corazón de cada hombre y cada mujer, en el tuyo y en el mío, a la espera de que encuentre espacio para crecer y desarrollarse. Un sueño llamado Jesús sembrado por el Padre con la confianza que crecerá y vivirá en cada corazón. Un sueño que corre por nuestras venas, estremece el corazón y lo hace bailar cada vez que los escuchamos: «Ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes. En eso todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros» (Jn 13,34-35). ¿Cómo se llama el sueño nuestro? ¡Jesús! ¡Jesús! ¿ Cómo? ¡¡Jesús!!

A un santo de estas tierras le gustaba decir: «el cristianismo no es un conjunto de verdades que hay que creer, de leyes que hay que cumplir, o de prohibiciones. Así resulta muy repugnante. El cristianismo es una Persona que me amó tanto, que reclama y pide mi amor. ¡El cristianismo es Cristo! Repitámoslo en alto: ¡El cristianismo es Cristo!» (cf. S. OSCAR ROMERO, Homilía, 6 noviembre 1977); es desarrollar el sueño por el que dio la vida: amar con el mismo amor que nos ha amado.

Nos preguntamos: ¿Qué nos mantiene unidos? ¿Por qué estamos unidos? ¿Qué nos mueve a encontrarnos? La seguridad de saber que hemos sido amados con un amor entrañable que no queremos y no podemos callar y nos desafía a responder de la misma manera: con amor. Es el amor de Cristo el que nos apremia (cf. 2 Co 5,14).

Un amor que no “patotea” ni aplasta, un amor que no margina ni calla, un amor que no humilla ni avasalla. Es el amor del Señor, un amor de todos los días, discreto y respetuoso, amor de libertad y para la libertad, amor que sana y levanta. Es el amor del Señor que sabe más de levantadas que de caídas, de reconciliación que de prohibición, de dar nueva oportunidad que de condenar, de futuro que de pasado. Es el amor silencioso de la mano tendida en el servicio y la entrega, es el amor que no se pavonea, que no la juega de pavo real, ese amor humilde (…)

Les pregunto: ¿Creés en este amor? ¡¡Sí!! (Contestan los jóvenes) Les pregunto otra cosa: ¿Es un amor que vale la pena? ¡¡Sí!! (Contestan). Fue la misma pregunta e invitación que recibió María. El ángel le preguntó si quería llevar este sueño en sus entrañas y hacerlo vida, hacerlo carne. María tenía la edad de tantas de ustedes, la edad de tantas chicas como ustedes. Y ella dijo: «He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38).

Cerremos los ojos todos, y pensemos en María. No era tonta. Sabía lo que sentía su corazón, sabía lo que era el amor, y respondió: Hágase en mí la sierva del Señor. Hágase en mí según tu Palabra.

María se animó a decir “sí”. Se animó a darle vida al sueño de Dios. Y es lo mismo que el ángel te quiere preguntar a vos, a vos, a mí: ¿querés que este sueño tenga vida? ¿Querés darle carne con tus manos, con tus pies, con tu mirada, con tu corazón? ¿Querés que sea el amor del Padre el que te abra nuevos horizontes y te lleve por caminos jamás imaginados , jamás pensados, soñados o esperados que alegren y hagan cantar y bailar a tu corazón?

¿Nos animamos a decirle al ángel, como María: he aquí los siervos del Señor, hágase? No contesten, cada uno conteste en su corazón. Hay preguntas que solo se contestan en silencio.

Queridos jóvenes: Lo más esperanzador de esta Jornada no será un documento final, una carta consensuada o un programa a ejecutar. No, esa no va a ser. Lo más esperanzador de este encuentro serán vuestros rostros y una oración. Eso será la esperanza. Con el corazón cambiado con el que volverán a sus casas. Cada uno volverá a casa con la fuerza nueva que se genera cada vez que nos encontramos con los otros y con el Señor, llenos del Espíritu Santo para recordar y mantener vivo ese sueño que nos hermana y que estamos invitados a no dejar que se congele en el corazón del mundo: allí donde nos encontremos, haciendo lo que estemos haciendo, siempre podremos levantar la mirada y decir: Señor, enséñame a amar como tú nos has amado —¿se animan a repetirlo conmigo?—. “Señor, enséñame a amar como tú nos has amado”. ¡Más fuerte! ¿Están roncos? ¡Señor, enséñame a amar como tú nos has amado!

No podemos terminar este primer encuentro sin agradecer. Gracias a todos los que han preparado con mucha ilusión esta Jornada Mundial de la Juventud. ¡Gracias a todos! ¡Fuerte! (Aplausos y gritos de alegría). Gracias por animarse a construir y hospedar, por decirle “sí” al sueño de Dios de ver a sus hijos reunidos. Gracias Mons. Ulloa y todo su equipo por ayudar a que Panamá hoy sea no solamente un canal que une mares, sino también canal donde el sueño de Dios siga encontrando cauces para crecer y multiplicarse e irradiarse en todos los rincones de la tierra.

Amigos y amigas, que Jesús los bendiga y Santa María la Antigua los acompañe y los cuide, para que seamos capaces de decir sin miedo, como ella: «Aquí estoy. Hágase». Gracias

 

 

25/01/2019-01:58
Rosa Die Alcolea

El color y el calor de los jóvenes en Panamá reciben al Papa Francisco

(ZENIT — 24 enero 2019).- Entre palmas y voces de alegría al ritmo del tambor panameño, 350 mil jóvenes —según informes de la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial San Miguel Arcángel— con sus banderas de todos los colores, han acogido al Santo Padre para celebrar el primer encuentro con la juventud, congregada en el campo de Santa María la Antigua, en la Cinta Costera de la Ciudad de Panamá, en la tarde del jueves, 24 de enero de 2019.

Los fuertes vientos del norte, propios de la estación estival panameña favorecían el cálido abrazo del Santo Padre a los peregrinos, llegados de todas las regiones del mundo para participar en la 15ª Jornada Mundial de la Juventud.

 

Hágase

“¿Nos animamos a decirle al ángel, como María: he aquí los siervos del Señor, hágase? No contesten, cada uno conteste en su corazón. Hay preguntas que solo se contestan en silencio”, esta es la invitación que ha dejado el Pontífice a las decenas de miles de chicas y chicos presentes en la JMJ 2019.

Francisco ha pronunciado un discurso con fuerza, entusiasmo y lleno de alusiones a la cultura del encuentro, a la unión en las diferencias, a la inclusión y a la custodia de las tradiciones, de las raíces. En especial, el Papa ha pedido un gran aplauso para los jóvenes indígenas y los afro descendientes, que han celebrado un encuentro en Panamá previo a la JMJ.

 

Enorme saludo a Benedicto

También ha sido particularmente conmovedor el momento en el que el Papa Francisco ha citado una frase de Benedicto: “el amor verdadero no anula las legítimas diferencias, sino que las armoniza en una unidad superior”, y ha dicho a continuación: “¿Saben quién dijo esto? El Papa Benedicto, ¡que nos está viendo!”, pidiendo a todos los jóvenes un saludo para él: “Nos está mirando por la televisión y lo vamos a aplaudir, un saludo, todos con la mano. ¡Un saludo!”.

Al llegar a la cinta costera, han acompañado al Santo Padre varios jóvenes de los diferentes continentes, mientras otros cantaban el himno de la JMJ Panamá 2019 en sus diferentes versiones mientras el Papa llegaba a la tarima.

El Santo Padre ha sido recibido por 2 jóvenes panameños que le han acompañado a pasar a través de una réplica de las compuertas del Canal de Panamá. El Santo Padre ha subido en ascensor y se ha tomado unos minutos en la sacristía.

 

Regalos de los jóvenes

Ya sentado el Santo Padre en la tarima principal, varias parejas de jóvenes se han presentado en sus idiomas y se han acercado al Papa para entregarle unos regalos. Los panameños van vestidos con los trajes típicos: la mujer lleva el vestido de pollera y el chico va con el sombrero pintao. Han regalado al Pontífce una estola blanca bordada con colores de la bandera de Panamá, rojo y azul.

Los jóvenes artistas han cantado en francés, en inglés, portugués, desde diferentes puntos de la tarima, con coreografías de chicos y chicas que visten de vivos colores. También bailan las parejas panameñas con los trajes propios de la tierra transoceánica.

 

Presentación de los patronos

San Juan Pablo II ha sido presentado por la mexicana Ana Lucia Reyescon “su firme decisión de mostrar al mundo el rostro joven de Cristo” y también ha hablado del indio San Juan Diego, como modelo de entrega a Dios en la juventud.

Una chica de Perú: ha introducido a San Martín de Porres, que representa “la belleza morena de un corazón lleno de Dios” y a Santa Rosa de Lima, la “joven alegre que iluminó su vida con la cruz de Cristo”.

En francés, un chico de Haití, ha presentado a San Juan Bosco y a la Beata Sor María Romero, y un muchacho de El Salvador ha presentado al joven José Sánchez Rico y a Óscar Romero, quien “junto al altar, derramó su sangre”.

Al final, jóvenes de diferentes países han leído sus peticiones en español (Venezuela), inglés (Canadá), Francés (Francia), Italiano (Italia), Coreano (Corea), Árabe (Líbano), Portugués (Angola).

 

 

 

25/01/2019-02:41
Rosa Die Alcolea

Obispos centroamericanos: Es importante "tocar las heridas de nuestra gente"

(ZENIT — 24 enero 2019).- "Es importante, hermanos, que no tengamos miedo de tocar y de acercarnos a las heridas de nuestra gente, que también son nuestras heridas, y esto hacerlo al estilo del Señor", las palabras del Papa Francisco a los 80 obispos centroamericanos, con quienes se ha reunido en Ciudad de Panamá, este jueves 24 de enero de 2019, han sido claras y rotundas, a la vez que sencillas y cercanas.

Francisco ha recordado la esencia del ministerio episcopal, y lo ha resumido en 3 puntos: Reconocimiento y gratitud; un amor con sabor a pueblo; y Llevar en las entrañas la kénosis de Cristo, que a su vez, ha detallado en: la juventud, el sacerdocio, y la pobreza.

"El pastor no puede estar lejos del sufrimiento de su pueblo; es más, podríamos decir que el corazón del pastor se mide por su capacidad de dejarse conmover frente a tantas vidas dolidas y amenazadas", ha recordado el Papa.

 

Abandonar la virtualidad

La kénosis de Cristo –ha expresado– implica “abandonar la virtualidad de la existencia y de los discursos para escuchar el ruido y la cantinela de gente real que nos desafía a crear lazos”.

“Y permítanme decirlo”, ha aclarado Francisco: “las redes sirven para crear vínculos pero no raíces, son incapaces de darnos pertenencia, de hacernos sentir parte de un mismo pueblo. Sin este sentir, todas nuestras palabras, reuniones, encuentros, escritos serán signo de una fe que no ha sabido acompañar la kénosis del Señor, una fe que se quedó a mitad de camino”.

Así, ha exhortado a los obispos a promover programas y centros educativos que sepan acompañar, sostener y potenciar a sus jóvenes: “Róbenselos” a la calle antes de que sea la cultura de muerte la que, “vendiéndoles humo” y mágicas soluciones se apodere y aproveche de su imaginación, les ha animado.

 

Como hermanos

“Y háganlo no con paternalismo, de arriba a abajo, porque eso no es lo que el Señor nos pide, sino como padres, como hermanos a hermanos”.

También Francisco ha aconsejado a los prelados a prestar especial atención a los curas: “Es importante que el cura encuentre al padre, al pastor en el que “mirarse” y no al administrador que quiere “pasar revista de las tropas”.

“Es fundamental –ha añadido– que, con todas las cosas en las que discrepamos e inclusive los desacuerdos y discusiones que puedan existir (y es normal y esperable que existan), los curas perciban en el obispo a un hombre capaz de jugarse y dar la cara por ellos, de sacarlos adelante y ser mano tendida cuando están empantanados”.

Asimismo, el Pontífice ha hecho un fuerte llamamiento a conversar las raíces de los pueblos: “Vuestros pueblos no son el ‘patio trasero’ de la sociedad ni de nadie. Tienen una historia rica que ha de ser asumida, valorada y alentada. Las semillas del Reino fueron plantadas en estas tierras. Estamos obligados a reconocerlas, cuidarlas y custodiarlas para que nada de lo bueno que Dios plantó se seque por intereses espurios que por doquier siembran corrupción y crecen con la expoliación de lo más pobres”.

“El mundo descarta, lo sabemos y padecemos; la kénosis de Cristo no, la hemos experimentado y la seguimos experimentando en propia carne por el perdón y la conversión. Esta tensión nos obliga a preguntarnos continuamente: ¿dónde queremos pararnos?”, ha compartido con los obispo de Centroamérica.

 

La kénosis de Cristo es pobre

El Papa ha recordado que “sentir con la Iglesia es sentir con el pueblo fiel, el pueblo sufriente y esperanzador de Dios”.

Y ha compartido una cita de Ignacio de Loyola: «la pobreza es madre y muro». Madre porque nos invita a la fecundidad, a la generatividad, a la capacidad de donación que sería imposible en un corazón avaro o que busca acumular. Y muro porque nos protege de una de las tentaciones más sutiles que enfrentamos los consagrados, la mundanidad espiritual: ese revestir de valores religiosos y “piadosos” el afán de poder y protagonismo, la vanidad e incluso el orgullo y la soberbia.

 

 

 

24/01/2019-18:55
Rosa Die Alcolea

Panamá: El Papa llama a la apertura de "nuevos canales de comunicación, entendimiento y solidaridad"

(ZENIT – 24 enero 2019).- En su prima día de encuentros en Panamá, jueves 24 de enero de 2019, el Pontífice Francisco se ha reunido con las autoridades con las Autoridades, los Miembros del Cuerpo Diplomático y los Representantes de la Sociedad Civil y la Cultura en el Palacio Bolívar de Panamá, a las 10:40 am (hora de Panamá).

A su llegada al Palacio Bolívar, ha sido recibido por el Presidente de la República de Panamá, Juan Carlos Varela Rodríguez, y por la Vicepresidenta de la República, Isabel de Saint Malo de Alvarado, junto con los respectivos Consorcios.

 

Panamá, tierra de sueños

En el interior del salón del Palacio Bolívar de Ciudad de Panamá, después del discurso introductorio del Presidente de la República, el Papa ha pronunciado su discurso, en el que ha hablado de Panamá como una tierra de convocatorias y tierra de sueños, enmarcado en esta Jornada Mundial de la Juventud, que se celebra del 23 al 27 de enero de 2019.

Al final, después de despedirse del Presidente y de las demás autoridades presentes, el Papa se ha dirigido a la iglesia de San Francisco de Asís para encontrarse con los obispos de América Central.

Previamente a este encuentro, el Papa ha conversado de manera privada con el Presidente de la República en el Palacio Presidencial de Las Garzas, ubicado en el Caso Antiguo de la Ciudad de Panamá, donde a primera hora de la mañana ha tenido lugar la ceremonia de bienvenida al Santo Padre.

A continuación publicamos el discurso que el Papa Francisco ha pronunciado antes las Autoridades, con los Miembros del Cuerpo Diplomático, los Representantes de la Sociedad Civil:

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Discurso del Papa Francisco

Le agradezco señor Presidente sus palabras de bienvenida y su amable invitación a visitar esta nación. En su persona quiero saludar y agradecer a todo el pueblo panameño que, desde Darién hasta Chiriquí y Bocas del Toro, han realizado un esfuerzo invalorable para acoger a tantos jóvenes provenientes de todas partes del mundo. Gracias por abrirnos las puertas de la casa.

Comienzo mi peregrinación en este histórico recinto donde Simón Bolívar, afirmando que «si el mundo hubiese de elegir su capital, el istmo de Panamá sería señalado para este augusto destino», convocó a los líderes de su tiempo para forjar el sueño de la unificación de la Patria Grande. Convocatoria que nos ayuda a comprender que nuestros pueblos son capaces de crear, forjar y, sobre todo, soñar una patria grande que sepa y pueda albergar, respetar y abrazar la riqueza multicultural de cada pueblo y cultura. Siguiendo esta inspiración podemos contemplar a Panamá como tierra de convocatoria y sueños.

  1. Tierra de convocatoria

Así lo transparentó el Congreso Anfictiónico, y así también lo transparenta hoy el desembarco de miles de jóvenes que traen consigo el deseo y las ganas de encontrarse y celebrar.

Vuestro País, por su privilegiada ubicación, se vuelve un enclave estratégico no solo para la región sino para el mundo entero. Puente entre océanos y tierra natural de encuentros, Panamá, el país más angosto de todo el continente americano, es símbolo de la sustentabilidad que nace de la capacidad de crear vínculos y alianzas. Esta capacidad configura el corazón del pueblo panameño.

Cada uno de ustedes ocupa un lugar especial en la construcción de la nación y está llamado a velar para que esta tierra pueda cumplir su vocación a ser tierra de convocatorias y encuentros; esto implica la decisión, el compromiso y el trabajo cotidiano para que todos los habitantes de este suelo tengan la oportunidad de sentirse actores de su destino, del de sus familias y de la nación toda. Es imposible pensarel futuro de una sociedad sin la participación activa ―y no solo nominal― de cada uno de sus miembros, de tal modo que la dignidad se vea reconocida y garantizada en el acceso a la educación de calidad y en la promoción de trabajos dignos. Ambas realidades tienen la fuerza de ayudar a reconocer y valorar la genialidad y el dinamismo creador de este pueblo y a su vez, son el mejor antídoto ante cualquier tipo de tutelaje que pretenda recortar la libertad y someta o saltee la dignidad ciudadana, especialmente la de los más pobres.

La genialidad de estas tierras está marcada por la riqueza de sus pueblos originarios: bribri, buglé, emberá, kuna, nasoteribe, ngäbe y waunana, que tanto tienen que decir y recordar desde su cultura y visión del mundo: a ellos mi saludo y mi reconocimiento. (APLAUSOS) Ser tierra de convocatorias supone celebrar, reconocer y escuchar lo específico de cada uno de estos pueblos y de todos los hombres y mujeres que conforman el rostro panameño y animarse a entretejer un futuro esperanzador, porque solo se es capaz de defender el bien común por encima de los intereses de unos pocos o para unos pocos cuando existe la firme decisión de compartir con justicia los propios bienes.

Las nuevas generaciones, desde su alegría y entusiasmo, desde su libertad, sensibilidad y capacidad crítica reclaman de los adultos, pero especialmente de todos aquellos que tienen una función de liderazgo en la vida pública, llevar una vida conforme a la dignidad y autoridad que revisten y que les ha sido confiada. Es una invitación a vivir con austeridad y transparencia, en la responsabilidad concreta por los demás y por el mundo; llevar una vida que demuestre que el servicio público es sinónimo de honestidad y justicia, yantónimo de cualquier forma de corrupción (APLAUSOS) Ellos reclaman un compromiso, en el que todos ―comenzando por quienes nos llamamos cristianos― tengamos la osadía de construir «una política auténticamente humana» (Const. past. Gaudium et spes, 73) que ponga a la persona en el centro como corazón de todo; lo cual impulsa a crear una cultura de mayor transparencia entre los gobiernos, el sector privado y la población toda, como reza esa hermosa oración que tienen ustedes por la patria: «Danos el pan de cada día: que lo podamos comer en casa propia y en salud digna de seres humanos».

  1. Tierra de sueños

En estos días Panamá no solo será recordada como centro regional o punto estratégico para el comercio o el tránsito de personas; se convertirá en un “hub” de la esperanza. Punto de encuentro donde jóvenes provenientes de los cinco continentes, cargados de sueños y esperanzas, celebrarán, se encontrarán, rezarán y reavivarán el deseo y su compromiso por crear un mundo más humano. Así desafiarán las miopes miradas cortoplacistas que, seducidas por la resignación, la avidez, o presas del paradigma tecnocrático, creen que el único camino posible se transita en el «juego de la competitividad, [de la especulación] y de la ley del más fuerte donde el poderoso se come al más débil» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 53), cerrando el mañana a una nueva imaginación de la humanidad. Al hospedar los sueños de estos jóvenes, Panamá se vuelve tierra de sueños que desafía tantas certezas de nuestro tiempo y genera horizontes vitales que señalan una nueva espesura al caminar con una mirada respetuosa y llena de compasión sobre los otros. Durante este tiempo seremos testigos de la apertura de nuevos canales de comunicación y entendimiento, solidaridad, de creatividad y ayuda mutua; canales de medida humana que impulsen el compromiso y rompan el anonimato y el aislamiento en vistas a una nueva manera de construir la historia.

Otro mundo es posible, lo sabemos y los jóvenes nos invitan a involucrarnos en su construcción para que los sueños no queden en algo efímero o etéreo, para que impulsen un pacto social en el que todos puedan tener la oportunidad de soñar un mañana: el derecho al futuro es también un derecho humano.

En este horizonte parecieran tomar cuerpo las palabras de Ricardo Miró que, al cantarle al terruño de sus amores, decía: «Porque viéndote, Patria, se dijera /que te formó la voluntad divina/ para que bajo el sol que te ilumina /se uniera en ti la Humanidad entera» (Patria de mis amores) (APLAUSOS)

Les renuevo mi agradecimiento por todo lo que han hecho para que este encuentro sea posible y expreso a usted, señor Presidente, a todos los aquí presentes, y a quienes siguen por los medios de comunicación, mis mejores deseos de un renovada esperanza y alegría en el servicio al bien común.

Que Santa María la Antigua bendiga y proteja a Panamá.

 

 

 

25/01/2019-02:23
Redacción

Discurso del Papa Francisco a los obispos centroamericanos

(ZENIT — 24 enero 2019).- El segundo día del viaje del Papa a Panamá, jueves, 24 de enero de 2019 —el primero de actividad—, Francisco se ha encontrado con 80 obispos de Centroamérica en la iglesia de San Francisco de Asís, situada en el Casco Antiguo de la Ciudad de Panamá, junto al Palacio Bolívar, donde el Santo Padre se ha reunido con las autoridades civiles de la República momentos antes.

A continuación, ofrecemos el discurso completo del Santo Padre a los prelados de los países de Centro América.

***

 

Discurso del Santo Padre

Gracias Mons. José Luis Escobar Alas, arzobispo de San Salvador, por las palabras de bienvenida que me dirigió en nombre de todos. Me alegra poder encontrarlos y compartir de manera más familiar y directa sus anhelos, proyectos e ilusiones de pastores a quienes el Señor confió el cuidado de su pueblo santo. Gracias por la fraterna acogida.

Poder encontrarme con ustedes es también “regalarme” la oportunidad de poder abrazar y sentirmemás cerca de vuestros pueblos, poder hacer míos sus anhelos, también sus desánimos y, sobre todo, esa fe“corajuda” que sabe alentar la esperanza y agilizar la caridad. Gracias por permitirme acercarme a esa feprobada pero sencilla del rostro pobre de vuestra gente que sabe que «Dios está presente, no duerme, está activo, observa y ayuda» (S. Óscar Romero, Homilía, 16 diciembre 1979).

Este encuentro nos recuerda un evento eclesial de gran relevancia. Los pastores de esta región fueron los primeros que crearon en América un organismo de comunión y participación que ha dado —y sigue dando todavía— abundantes frutos. Me refiero al Secretariado Episcopal de América Central (SEDAC). Un espacio de comunión, de discernimiento y de compromiso que nutre, revitaliza y enriquece vuestras Iglesias. Pastores que supieron adelantarse y dar un signo que, lejos de ser un elemento solamente programático, indicó cómo el futuro de América Central —y de cualquier región en el mundo— pasa necesariamente por la lucidez y capacidad que se tenga para ampliar la mirada, unir esfuerzos en un trabajo paciente y generoso de escucha, comprensión, dedicación y entrega, y poder así discernir los horizontes nuevos a los que el Espíritu nos está llevando[1] (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 235).

En estos 75 años desde su fundación, el SEDAC se ha esforzado por compartir las alegrías y tristezas, las luchas y esperanzas de los pueblos de Centroamérica, cuya historia se entrelazó y forjó con la historia de vuestra gente. Muchos hombres y mujeres, sacerdotes, consagrados, consagradas y laicos, han ofrecido su vida hasta derramar su sangre por mantener viva la voz profética de la Iglesia frente a la injusticia, el empobrecimiento de tantas personas y el abuso de poder. Ellos nos recuerdan que «quien de verdad quiera dar gloria a Dios con su vida, quien realmente anhele santificarse para que su existencia glorifique al Santo, está llamado a obsesionarse, desgastarse y cansarse intentando vivir las obras de misericordia» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 107). Y esto, no como limosna sino como vocación.

Entre esos frutos proféticos de la Iglesia en Centroamérica me alegra destacar la figura de san Óscar Romero, a quien tuve el privilegio de canonizar recientemente en el contexto del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes. Su vida y enseñanza son fuente constante de inspiración para nuestras Iglesias y, de modo particular, para nosotros obispos.

El lema que escogió para su escudo episcopal y que preside su lápida expresa de manera clara suprincipio inspirador y lo que fue su vida de pastor: “Sentir con la Iglesia”. Brújula que marcó su vida en fidelidad, incluso en los momentos más turbulentos.

Este es un legado que puede transformarse en testimonio activo y vivificante para nosotros, también llamados a la entrega martirial en el servicio cotidiano de nuestros pueblos, y en este legado me gustaría basarme para esta reflexión que quiero compartir con ustedes. Sé que entre nosotros hay personas que lo conocieron de primera mano —como el cardenal Rosa Chávez— así que, Eminencia, si considera que me equivoco con alguna apreciación me puede corregir. Apelar a la figura de Romero es apelar a la santidad y al carácter profético que vive en el ADN de vuestras Iglesias particulares.

 

Sentir con la Iglesia

1. Reconocimiento y gratitud

Cuando san Ignacio propone las reglas para sentir con la Iglesia busca ayudar al ejercitante a superar cualquier tipo de falsas dicotomías o antagonismos que reduzcan la vida del Espíritu a la habitual tentación de acomodar la Palabra de Dios al propio interés. Así posibilita al ejercitante la gracia de sentirse y saberse parte de un cuerpo apostólico más grande que él mismo y, a la vez, con la consciencia real de sus fuerzas y posibilidades: ni débil pero tampoco selectivo o temerario. Sentirse parte de un todo, que será siempre más que la suma de las partes (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 235) y que está hermanado por una Presencia que siempre lo superará (cf. Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 8).

De ahí que me gustaría centrar este primer Sentir con la Iglesia, de la mano de san Óscar, como acción de gracias y gratitud por tanto bien recibido, no merecido. Romero pudo sintonizar y aprender a vivir la Iglesia porque amaba entrañablemente a quien lo había engendrado en la fe. Sin este amor de entrañas será muy difícil comprender su historia y conversión, ya que fue este mismo amor el que lo guió hasta la entrega martirial; ese amor que nace de acoger un don totalmente gratuito, que no nos pertenece y que nos libera de toda pretensión y tentación de creernos sus propietarios o los únicos intérpretes. No hemos inventado la Iglesia, ella no nace con nosotros y seguirá sin nosotros. Tal actitud, lejos de abandonarnos a la desidia, despierta una insondable e inimaginable gratitud que lo nutre todo. El martirio no es sinónimo de pusilanimidad o de la actitud de alguien que no ama la vida y no sabe reconocer el valor que esta tiene. Al contrario, el mártir es aquel que es capaz de darle carne y hacer vida esta acción de gracias.

Romero sintió con la Iglesia porque, en primer lugar, amó a la Iglesia como madre que lo engendró en la fe y se sintió miembro y parte de ella.

2. Un amor con sabor a pueblo

Este amor, adhesión y gratitud, lo llevó a abrazar con pasión, pero también con dedicación y estudio, todo el aporte y renovación magisterial que el Concilio Vaticano II proponía. Allí encontraba la mano segura en el seguimiento de Cristo. No fue ideólogo ni ideológico; su actuar nació de una compenetración con los documentos conciliares. Iluminado desde este horizonte eclesial, sentir con la Iglesia es para Romero contemplarla como Pueblo de Dios. Porque el Señor no quiso salvarnos aisladamente sin conexión, sino que quiso constituir un pueblo que lo confesara en la verdad y lo sirviera santamente (cf. Const. dogm.Lumen gentium, 9). Todo un Pueblo que posee, custodia y celebra la «unción del Santo» (ibíd., 12) y ante el cual Romero se ponía a la escucha para no rechazar Su inspiración (cf. S. Óscar Romero, Homilía, 16 julio 1978). Así nos muestra que el pastor, para buscar y encontrarse con el Señor, debe aprender y escucharlos latidos de su pueblo, percibir “el olor” de los hombres y mujeres de hoy hasta quedar impregnado desus alegrías y esperanzas, de sus tristezas y angustias (cf. Const. past. Gaudium et spes, 1) y así escudriñar la Palabra de Dios (cf. Const. dogm. Dei Verbum, 13). Escucha del pueblo que le fue confiado, hasta respirar y descubrir a través de él la voluntad de Dios que nos llama (cf. Discurso durante el encuentro para la familia, 4 octubre 2014). Sin dicotomías o falsos antagonismos, porque solo el amor de Dios es capaz de integrar todos nuestros amores en un mismo sentir y mirar.

Para él, en definitiva, sentir con la Iglesia es tomar parte en la gloria de la Iglesia, que es llevar en sus entrañas toda la kénosis de Cristo. En la Iglesia Cristo vive entre nosotros y por eso tiene que ser humilde y pobre, ya que una Iglesia altanera, una Iglesia llena de orgullo, una Iglesia autosuficiente, no es la Iglesia de la kénosis (cf. S. Óscar Romero, Homilía, 1 octubre 1978).

3. Llevar en las entrañas la kénosis de Cristo

Esta no es solo la gloria de la Iglesia, sino también una vocación, una invitación para que sea nuestra gloria personal y camino de santidad. La kénosis de Cristo no es cosa del pasado sino garantía presente para sentir y descubrir su presencia actuante en la historia. Presencia que no podemos ni queremos callar porquesabemos y hemos experimentado que solo Él es “Camino, Verdad y Vida”. La kénosis de Cristo nosrecuerda que Dios salva en la historia, en la vida de cada hombre, que esta es también su propia historia y allí nos sale al encuentro (cf. S. Óscar Romero, Homilía, 7 diciembre 1978). Es importante, hermanos, que no tengamos miedo de tocar y de acercarnos a las heridas de nuestra gente, que también son nuestras heridas, y esto hacerlo al estilo del Señor. El pastor no puede estar lejos del sufrimiento de su pueblo; es más, podríamos decir que el corazón del pastor se mide por su capacidad de dejarse conmover frente a tantas vidas dolidas y amenazadas. Hacerlo al estilo del Señor significa dejar que ese sufrimiento golpee y marque nuestras prioridades y nuestros gustos, el uso del tiempo y del dinero e incluso la forma de rezar, para poder ungirlo todo y a todos con el consuelo de la amistad de Jesucristo en una comunidad de fe que contenga y abra un horizonte siempre nuevo que dé sentido y esperanza a la vida (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 49). La kénosis de Cristo implica abandonar la virtualidad de la existencia y de los discursos para escuchar el ruido y la cantinela de gente real que nos desafía a crear lazos. Y permítanme decirlo: las redes sirven para crear vínculos pero no raíces, son incapaces de darnos pertenencia, de hacernos sentir parte de un mismo pueblo. Sin este sentir, todas nuestras palabras, reuniones, encuentros, escritos serán signo de una fe que no ha sabido acompañar la kénosis del Señor, una fe que se quedó a mitad de camino.

La kénosis de Cristo es joven

Esta Jornada Mundial de la Juventud es una oportunidad única para salir al encuentro y acercarse aún más a la realidad de nuestros jóvenes, llena de esperanzas y deseos, pero también hondamente marcada por tantas heridas. Con ellos podremos leer de modo renovado nuestra época y reconocer los signos de los tiempos porque, como afirmaron los padres sinodales, los jóvenes son uno de los “lugares teológicos” enlos que el Señor nos da a conocer algunas de sus expectativas y desafíos para construir el mañana (cf. Sínodo sobre los Jóvenes, Doc. final, 64). Con ellos podremos visualizar cómo hacer más visible y creíble el Evangelio en el mundo que nos toca vivir; ellos son como termómetro para saber dónde estamos como comunidad y sociedad.

Ellos portan consigo una inquietud que debemos valorar, respetar, acompañar, y que tanto bien nos hace a todos porque desinstala y nos recuerda que el pastor nunca deja de ser discípulo y está en camino. Esa sana inquietud nos pone en movimiento y nos primerea. Así lo recordaron los padres sinodales al decir: «los jóvenes, en ciertos aspectos, van por delante de los pastores» (ibíd., 66). Nos tiene que llenar de alegría comprobar cómo la siembra no ha caído en saco roto. Muchas de esas inquietudes e intuiciones han crecido en el seno familiar alimentadas por alguna abuela o catequista, o en la parroquia, en la pastoral educativa o juvenil. Inquietudes que crecieron en una escucha del Evangelio y en comunidades con fe viva y ferviente que encuentra tierra donde germinar. ¡Cómo no agradecer tener jóvenes inquietos por el Evangelio! Esta realidad nos estimula a un mayor compromiso para ayudarlos a crecer ofreciéndoles más y mejores espacios que los engendren al sueño de Dios. La Iglesia por naturaleza es Madre y como tal engendra e incuba vida protegiéndola de todo aquello que amenace su desarrollo. Gestación en libertad y para la libertad. Los exhorto pues, a promover programas y centros educativos que sepan acompañar, sostener y potenciar a susjóvenes; “róbenselos” a la calle antes de que sea la cultura de muerte la que, “vendiéndoles humo” y mágicassoluciones se apodere y aproveche de su imaginación. Y háganlo no con paternalismo, de arriba a abajo, porque eso no es lo que el Señor nos pide, sino como padres, como hermanos a hermanos. Ellos son rostro de Cristo para nosotros y a Cristo no podemos llegar de arriba a abajo, sino de abajo a arriba (cf. S. Óscar Romero, Homilía, 2 septiembre 1979).

Son muchos los jóvenes que dolorosamente han sido seducidos con respuestas inmediatas que hipotecan la vida. Nos decían los padres sinodales: por constricción o falta de alternativas se encuentran sumergidos en situaciones altamente conflictivas y de no rápida solución: violencia doméstica, feminicidios—qué plaga que vive nuestro continente en este sentido—, bandas armadas y criminales, tráfico de droga, explotación sexual de menores y de no tan menores, etc., y duele constatar que en la raíz de muchas de estas situaciones se encuentra una experiencia de orfandad fruto de una cultura y una sociedad que se fue “desmadrando”. Hogares resquebrajados tantas veces por un sistema económico que no tiene comoprioridad las personas y el bien común y que hizo de la especulación “su paraíso” desde donde seguir “engordando” sin importar a costa de quién. Así nuestros jóvenes sin hogar, sin familia, sin comunidad, sinpertenencia, quedan a la intemperie del primer estafador.

No nos olvidemos que «el verdadero dolor que sale del hombre, pertenece en primer lugar a Dios» (Georges Bernanos, Diario de un cura rural, 74). No separemos lo que Él ha querido unir en su Hijo.

El mañana exige respetar el presente dignificando y empeñándose en valorar las culturas de vuestros pueblos. En esto también se juega la dignidad: en la autoestima cultural. Vuestros pueblos no son el “patio trasero” de la sociedad ni de nadie. Tienen una historia rica que ha de ser asumida, valorada y alentada. Lassemillas del Reino fueron plantadas en estas tierras. Estamos obligados a reconocerlas, cuidarlas y custodiarlas para que nada de lo bueno que Dios plantó se seque por intereses espurios que por doquier siembran corrupción y crecen con la expoliación de lo más pobres. Cuidar las raíces es cuidar el ricopatrimonio histórico, cultural y espiritual que esta tierra durante siglos ha sabido “mestizar”. Empéñense ylevanten la voz contra la desertificación cultural y espiritual de vuestros pueblos, que provoca una indigencia radical ya que deja sin esa indispensable inmunidad vital que sostiene la dignidad en los momentos de mayor dificultad.

En la última carta pastoral, ustedes afirmaban: «Últimamente nuestra región ha sido impactada por la migración hecha de manera nueva, por ser masiva y organizada, y que ha puesto en evidencia los motivos que hacen una migración forzada y los peligros que conlleva para la dignidad de la persona humana» (SEDAC, Mensaje al Pueblo de Dios y a todas las personas de buena voluntad, 30 noviembre 2018).

Muchos de los migrantes tienen rostro joven, buscan un bien mayor para sus familias, no temen arriesgar y dejar todo con tal de ofrecer el mínimo de condiciones que garanticen un futuro mejor. En estono basta solo la denuncia, sino que debemos anunciar concretamente una “buena noticia”. La Iglesia,gracias a su universalidad, puede ofrecer esa hospitalidad fraterna y acogedora para que las comunidades de origen y las de destino dialoguen y contribuyan a superar miedos y recelos, y consoliden los lazos que las migraciones, en el imaginario colectivo, amenazan con romper. “Acoger, proteger, promover e integrar”pueden ser los cuatro verbos con los que la Iglesia, en esta situación migratoria, conjugue su maternidad en el hoy de la historia (cf. Sínodo sobre los Jóvenes, Doc. final, 147).

Todos los esfuerzos que puedan realizar tendiendo puentes entre comunidades eclesiales, parroquiales, diocesanas, así como por medio de las Conferencias Episcopales serán un gesto profético de la Iglesia que en Cristo es «signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» (Const. dogm. Lumen gentium, 1). Así la tentación de quedarnos en la sola denuncia se disipa y se hace anuncio de la Vida nueva que el Señor nos regala.

Recordemos la exhortación de san Juan: «Si alguien vive en la abundancia, y viendo a su hermano en la necesidad, le cierra su corazón, ¿cómo permanecerá en él el amor de Dios? Hijitos míos, no amemos solamente con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad» (1 Jn 3,17-18).

Todas estas situaciones plantean preguntas, son situaciones que nos llaman a la conversión, a la solidaridad y a una acción educativa incisiva en nuestras comunidades. No podemos quedar indiferentes (cf. Sínodo sobre los Jóvenes, Doc. final, 41-44). El mundo descarta, lo sabemos y padecemos; la kénosis de Cristo no, la hemos experimentado y la seguimos experimentando en propia carne por el perdón y la conversión. Esta tensión nos obliga a preguntarnos continuamente: ¿dónde queremos pararnos?

La kénosis de Cristo es sacerdotal

Es conocida la amistad y el impacto que generó el asesinato del P. Rutilio Grande en la vida de Mons. Romero. Fue un acontecimiento que marcó a fuego su corazón de hombre, sacerdote y pastor. Romero no era un administrador de recursos humanos, no gestionaba personas ni organizaciones, sentía con amor de padre, amigo y hermano. Una vara un poco alta, pero vara al fin para evaluar nuestro corazón episcopal, una vara ante la cual podemos preguntarnos: ¿Cuánto me afecta la vida de mis curas? ¿Cuánto soy capaz de dejarme impactar por lo que viven, por llorar sus dolores, así como festejar y alegrarme con sus alegrías? El funcionalismo y clericalismo eclesial —tan tristemente extendido, que representa una caricatura y una perversión del ministerio— empieza a medirse por estas preguntas. No es cuestión de cambios de estilos, maneras o lenguajes —todo importante ciertamente— sino sobre todo es cuestión de impacto y capacidad de que nuestras agendas episcopales tengan espacio para recibir, acompañar y sostener a nuestros curas, tengan “espacio real” para ocuparnos de ellos. Eso hace de nosotros padres fecundos.

En ellos normalmente recae de modo especial la responsabilidad de que este pueblo sea el pueblo de Dios. Están en la línea de fuego. Ellos llevan sobre sus espaldas el peso del día y del calor (cf. Mt 20,12), están expuestos a un sinfín de situaciones diarias que los pueden dejar más vulnerables y, por tanto, necesitan también de nuestra cercanía, de nuestra comprensión y aliento, de nuestra paternidad. El resultado del trabajo pastoral, la evangelización en la Iglesia y la misión no se basa en la riqueza de los medios y recursos materiales, ni en la cantidad de eventos o actividades que realicemos sino en la centralidad de la compasión: uno de los grandes distintivos que como Iglesia podemos ofrecer a nuestros hermanos. La kénosis de Cristo es la expresión máxima de la compasión del Padre. La Iglesia de Cristo es la Iglesia de la compasión, y eso empieza por casa. Siempre es bueno preguntarnos como pastores: ¿Cuánto impacta en mí la vida de mis sacerdotes? ¿Soy capaz de ser padre o me consuelo con ser mero ejecutor? ¿Me dejo incomodar? Recuerdo las palabras de Benedicto XVI al inicio de su pontificado hablándole a sus compatriotas: «Cristo no nos ha prometido una vida cómoda. Quien busca la comodidad con Él se ha equivocado de camino. Él nos muestra la senda que lleva hacia las cosas grandes, hacia el bien, hacia una vida humana auténtica» (Benedicto XVI, Discurso a los peregrinos alemanes, 25 abril 2005).

Sabemos que nuestra labor, en las visitas y encuentros que realizamos ―sobre todo en las parroquias― tiene una dimensión y componente administrativo que es necesario desarrollar. Asegurar quese haga sí, pero eso no es ni será sinónimo de que seamos nosotros quienes tengamos que utilizar el escasotiempo en tareas administrativas. En las visitas, lo fundamental y lo que no podemos delegar es “el oído”.Hay muchas cosas que hacemos a diario que deberíamos confiarlas a otros. Lo que no podemos encomendar, en cambio, es la capacidad de escuchar, la capacidad de seguir la salud y vida de nuestros sacerdotes. No podemos delegar en otros la puerta abierta para ellos. Puerta abierta que cree condiciones que posibiliten la confianza más que el miedo, la sinceridad más que la hipocresía, el intercambio franco y respetuoso más que el monólogo disciplinador.

Recuerdo esas palabras de Rosmini: «No hay duda de que solo los grandes hombres pueden formara otros grandes hombres […]. En los primeros siglos, la casa del obispo era el seminario de los sacerdotes y diáconos. La presencia y la vida santa de su prelado, resultaba ser una lección candente, continua, sublime, en la que se aprendía conjuntamente la teoría en sus doctas palabras y la práctica en asiduas ocupaciones pastorales. Y así se veía crecer a los jóvenes Atanasios junto a los Alejandros» (Antonio Rosmini, Las cinco llagas de la santa Iglesia, 63).

Es importante que el cura encuentre al padre, al pastor en el que “mirarse” y no al administrador que quiere “pasar revista de las tropas”. Es fundamental que, con todas las cosas en las que discrepamos einclusive los desacuerdos y discusiones que puedan existir (y es normal y esperable que existan), los curas perciban en el obispo a un hombre capaz de jugarse y dar la cara por ellos, de sacarlos adelante y ser mano tendida cuando están empantanados. Un hombre de discernimiento que sepa orientar y encontrar caminos concretos y transitables en las distintas encrucijadas de cada historia personal.

La palabra autoridad etimológicamente viene de la raíz latina augere que significa aumentar, promover, hacer progresar. La autoridad en el pastor radica especialmente en ayudar a crecer, en promover a sus presbíteros, más que en promoverse a sí mismo —eso lo hace un solterón—. La alegría del padre/pastor es ver que sus hijos crecieron y fueron fecundos. Hermanos, que esa sea nuestra autoridad y el signo de nuestra fecundidad.

La kénosis de Cristo es pobre

Hermanos, sentir con la Iglesia es sentir con el pueblo fiel, el pueblo sufriente y esperanzador de Dios. Es saber que nuestra identidad ministerial nace y se entiende a la luz de esta pertenencia única y constituyente de nuestro ser. En este sentido quisiera recordar con ustedes lo que san Ignacio nos escribía a los jesuitas: «la pobreza es madre y muro», engendra y contiene. Madre porque nos invita a la fecundidad, a la generatividad, a la capacidad de donación que sería imposible en un corazón avaro o que busca acumular. Y muro porque nos protege de una de las tentaciones más sutiles que enfrentamos losconsagrados, la mundanidad espiritual: ese revestir de valores religiosos y “piadosos” el afán de poder yprotagonismo, la vanidad e incluso el orgullo y la soberbia. Muro y madre que nos ayuden a ser una Iglesia que sea cada vez más libre porque está centrada en la kénosis de su Señor. Una Iglesia que no quiere que su fuerza esté —como decía Mons. Romero— en el apoyo de los poderosos o de la política, sino que se desprende con nobleza para caminar únicamente tomada de los brazos del crucificado, que es su verdadera fortaleza. Y esto se traduce en signos concretos y evidentes, esto nos cuestiona e impulsa a un examen de conciencia sobre nuestras opciones y prioridades en el uso de los recursos, influencias y posicionamientos. La pobreza es madre y muro porque custodia nuestro corazón para que no se deslice en concesiones y compromisos que debilitan la libertad y parresía a la que el Señor nos llama.

Hermanos, antes de terminar pongámonos bajo el manto de la Virgen, recemos juntos para que ella custodie nuestro corazón de pastores y nos ayude a servir mejor al Cuerpo de su Hijo, el santo Pueblo fiel de Dios que camina, vive y reza aquí en Centroamérica.

Que Jesús los bendiga y la Virgen María los cuide. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Muchas gracias.

 
________________________

[1] Quiero hacer presente la memoria de pastores que, movidos por su celo pastoral y su amor a la Iglesia, dieron vida a este organismo eclesial, como Monseñor Luis Chávez y González, arzobispo de San Salvador, y Monseñor Víctor Sanabria, arzobispo de San José de Costa Rica, entre otros.

 

 

 

24/01/2019-19:42
Rosa Die Alcolea

Venezuela: El Papa sigue con cercanía el desarrollo de la situación

(ZENIT — 24 enero 2019).- El Papa Francisco, informado en Panamá de las noticias provenientes de Venezuela, sigue con cercanía el desarrollo de la situación y reza por las víctimas y por todos los venezolanos.

"La Santa Sede apoya todos los esfuerzos que permitan ahorrar ulterior sufrimiento a la población", ha declarado Alessandro Gisotti, director ad interim de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, este jueves, 24 de enero de 2019.

 

Cardenal Baltazar Porras, en Panamá

El Cardenal Baltazar Porras, Arzobispo Metropolitano de Mérida y Administrador Apostólico de Caracas, se encuentra en Ciudad de Panamá, participando en la Jornada Mundial de la Juventud 2019. Sin embargo, no ha estado presente en el encuentro del Santo Padre con los obispos, este jueves, 24 de enero de 2019, ya que era una reunión exclusiva para los prelados de Centroamérica.

Ayer, 23 de enero de 2019, el Presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó, líder de la oposición a Nicolás Maduro, juró como Presidente encargado: "Ante Dios todopoderoso, Venezuela, juro asumir formalmente las competencias del Ejecutivo Nacional como presidente encargado de Venezuela para lograr el cese de la usurpación, un gobierno de transición y elecciones libres", dijo ante cientos de miles de personas, coincidiendo con la multitudinaria marcha organizada en la capital del país, convocada en contra del gobierno del presidente Nicolás Maduro.

A fecha de hoy, numerosos jefes de estado se han sumado al reconocimiento oficial de Juan Guidó con presidente encargado de la nación venezolana, manifestándole su apoyo.

El primero fue el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Siguieron los representantes de los gobiernos de países reunidos en el foro internacional de Davos como Colombia, Brasil, Costa Rica, Ecuador y Perú.

 

Grupo de Lima

Algunos de los países integrantes del Grupo de Lima, a saber, los Gobiernos de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay y Perú, manifestaron reconocer y expresar "su pleno respaldo al Presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó" quien ha asumido el 23 de enero como "Presidente encargado de la República Bolivariana de Venezuela, en atención a las normas constitucionales y ante la ilegitimidad del régimen de Nicolás Maduro", detalla Vatican News en español.

 

Unión Europea

La Unión Europea, a través de un comunicado del Alto Comisionado, expresó su petición "encarecida" de que se inicie inmediatamente "un proceso político que conduzca a unas elecciones libres y creíbles, de conformidad con el orden constitucional", dando continuidad a su disponibilidad para "apoyar el restablecimiento de la democracia y el Estado de Derecho en Venezuela mediante un proceso político pacífico y creíble, en consonancia con la Constitución venezolana".

"La UE apoya plenamente a la Asamblea Nacional como institución elegida democráticamente, cuyos poderes deben ser restaurados y respetados. Los derechos civiles, la libertad y la seguridad de todos los miembros de la Asamblea Nacional, incluido su Presidente, Juan Guaidó, deben ser observados y respetados plenamente". "El pueblo venezolano tiene derecho a manifestarse pacíficamente, a elegir libremente a sus líderes y a decidir su futuro", escribieron.

 

Organización de los Estados Americanos

Por su parte, Luis Almagro, Secretario General de la Organización de los Estados Americanos, que engloba a 35 países, ha felicitado y alentado en nombre de la OEA al presidente encargado y a la AN, a dar los pasos necesarios para la definitiva democratización de las instituciones del país.

 

Apoyo a Maduro

Mientras que el gobierno de uno de los países más influyentes de la región, aquel de México, — como también Bolivia, Cuba, Turquía, Rusia y China — sigue reconociendo al presidente Nicolás Maduro.

 

 

24/01/2019-20:37
Rosa Die Alcolea

¿Por qué una JMJ en enero?

(ZENIT — 24 enero 2019).- A fecha de hoy, 23 de enero, un total de 110.584 personas han retirado sus acreditaciones de participación a la JMJ. De estos, 85.884 son peregrinos, 450 obispos (algunos de ellos acompañados por sus secretarios), 2.250 sacerdotes, 2.500 periodistas y 19.500 voluntarios, informan los organizadores de la JMJ de Panamá 2019 en un comunicado, el 24 de enero de 2019.

Son 2.445 voluntarios internacionales los que han venido hasta el país centroamericano para participar. Los países con mayores representantes de voluntariado internacional vienen de Colombia, Brasil, Costa Rica, México e Polonia.

Asimismo, 380 estarán dando catequesis en 137 centros de Ciudad de Panamá, en 25 idiomas.

2.500 periodistas están acreditados. 6 periodistas de Panamá van en el vuelo papal. Asimismo, acompañan al Papa 7 periodistas del nuevo equipo de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Aunque actualmente están participando 150.000 personas, como siempre sucede en todas las JMJ, se espera que el número aumente sobre todo en los eventos de cierre, sábado y domingo.

 

150.000 personas en la Apertura de la JMJ

La Ceremonia de Apertura de la Jornada Mundial de la Juventud Panamá 2019, en el Campo Santa María La Antigua (Cinta Costera) reunió a cerca de 150 mil personas de los cuales 75 mil están inscritos como voluntarios, peregrinos, sacerdotes y obispos de más de 156 países, informó el Coordinador de la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial (FTC), Domingo Espitia.

Mientras que desde las 9:00 a.m. hasta las 5:00 p.m. el Parque de la Juventud (Parque Omar) concentró aproximadamente 100 mil personas que participaron en el desarrollo de actividades como Cristonauta, Festival de la Juventud, Feria Vocacional Sígueme, en este lugar permanece la imagen peregrina de Nuestra Señora del Rosario de Fátima.

El Coordinador de la FTC señaló que se implementó un férreo dispositivo de seguridad, atención de salud y emergencias por parte de más de 4 mil unidades de la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial San Miguel Arcángel.

 

¿Por qué una JMJ en enero?

Panamá es un país pequeño, con cerca de 4 millones de habitantes. No han pasado ni tres años desde la JMJ de Cracovia, celebrada en julio de 2016. La razón esencial de que se celebre en Panamá es la temporada.

En este período, los jóvenes panameños —y de muchos países de Latinoamérica— no tienen clases en las escuelas ni en la Universidad, por lo que se espera que la participación en la JMJ sea más fácil. La elección de enero para la JMJ es una atención hacia ellos, los jóvenes latinos, especialmente los centroamericanos.

Por ejemplo, en comparación con la JMJ de Río, los números son mucho más limitados. No se esperan multitudes de jóvenes europeos y norteamericanos. Incluso los movimientos en el área no son simples. Nos desplazamos en bus.

 

55.311 peregrinos entran a Panamá

Hasta ayer, 23 de enero de 2019, a las 7 horas, el balance del Servicio Nacional de Migración indicaba que habían ingresado a Panamá 55.311 peregrinos, reporta el diario La Prensa.

El punto de mayor llegada es el aeropuerto de Tocumen, con 35.590 personas; seguido de Paso Canoas, con 12. 904, y Panamá Pacífico, con 4.221.

 

 

24/01/2019-19:54
Redacción

España: Fallece el Cardenal Fernando Sebastián, Arzobispo emérito de Pamplona y Tudela

Madrid, 24 de enero de 2018.- En la tarde de hoy, 24 de enero, ha fallecido en Málaga el cardenal Fernando Sebastián Aguilar, arzobispo emérito de Pamplona y Tudela.

La eucaristía de funeral por su eterno descanso se celebrará en la S.I. Catedral basílica de la Encarnación de Málaga, este sábado, 26 de enero a las 12 horas y el posterior entierro tendrá lugar en la capilla del Santísimo Sacramento de esta iglesia catedral.

Los restos mortales del cardenal Fernando Sebastián serán velados desde las 10 hasta las 21 horas del viernes 25 de enero en la iglesia del Sagrario, y el sábado desde las 10 h. hasta su traslado a la Catedral para el inicio de la Misa Corpore Insepulto.

La diócesis de Pamplona y Tudela, de la que fue arzobispo entre 1993 y 2007 celebrará también la eucaristía en su memoria.

 

Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela entre 1993 y 2007

Nacido en Calatayud (Zaragoza), el día 14 de diciembre de 1929, ingresó en la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (Misioneros Claretianos) en Vic en 1945. Profesó en ella el 8 de septiembre de 1946. Terminados los estudios filosóficos y teológicos en los seminarios de la congregación, en Solsona y Valls, fue ordenado sacerdote en Valls el 28 de junio de 1953 por el cardenal Arriba y Castro.

Inmediatamente después fue a Roma a especializarse en Teología. En 1956 amplió estudios en la Universidad de Lovaina (Bélgica) sobre Filosofía con-temporánea, Teología fundamental, Teología y Pastoral de los sacramentos.

En 1966 fundó la revista Iglesia Viva. Fue Director de esta revista hasta 1971. Anteriormente había sido miembro de la Sociedad Mariológica Española (1959) y Director de la Revista Ephemerides Mariologicae (1966).

En 1967 comienza su labor docente en la Universidad Pontificia de Salamanca. En 1970 fue elegido Decano de la Facultad de Teología y en septiembre de 1971 fue nombrado Rector de la Universidad, cargo que desempeñó hasta el 17 de julio de 1979.

En agosto de 1979 fue nombrado obispo de la diócesis de León por el Papa Juan Pablo II, siendo consagrado obispo el 29 septiembre de 1979. En septiembre de 1991 fue nombrado por el Papa Juan Pablo II administrador apostólico de la diócesis de Málaga. En 1992 fue designado Gran Canciller de la Universidad Pontificia de Salamanca.

El 26 de marzo de 1993 fue nombrado arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, diócesis de la que tomó posesión el 15 de mayo del mismo año.

Participó en seis Asambleas del Sínodo de los Obispos y formó parte de la comisión preparatoria para la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos dedicada a Europa. En junio de 2001 la Universidad Pontificia de Salamanca le entregó la Medalla de Oro en reconocimiento a sus servicios como catedrático, decano, rector y Gran Canciller.

En julio de 2007 el Santo Padre aceptó su renuncia como arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela que había presentado cuando cumplió los 75 años, dando el relevo a Mons. Francisco Pérez González, el 30 de septiembre de 2007.

El 22 de febrero de 2014 fue creado cardenal por el Papa Francisco en el consistorio celebrado en la Basílica de San Pedro.

 

Secretario General de la CEE

En la Conferencia Episcopal Española fue elegido Secretario General entre 1982 y 1988.

En febrero de 1993 y hasta 1999 fue vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, cargo para el que fue reelegido en los años 1996 y 2002.

El 26 de abril de 2012 le fue impuesta la Medalla de Oro de la Fundación Pablo VI. Desde 2011 era miembro de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales.

 

 

24/01/2019-20:56
Redacción

Presidente Varela al Papa: "Su mensaje trae una voz de aliento, de fe y esperanza a los jóvenes"

(ZENIT — 24 enero 2019).- El presidente de la República de Panamá, Juan Carlos Varela, ha recibido al Santo Padre esta mañana, a las 9:45 hora local, en el Palacio presidencial de las Garzas, donde se ha celebrado una ceremonia de bienvenida al jefe del estado Vaticano.

Tras el acto festivo de bienvenida y la reunión privada del Santo Padre con el Presidente en el Palacio Presidencial, ha tenido lugar el encuentro del Pontífice con las autoridades civiles y del Cuerpo Diplomático de la República de Panamá.

Antes de que el Papa pronunciara su discurso, el presidente Varela le ha dado la bienvenida de manera oficial, y ha ofrecido un discurso. A continuación, ofrecemos su discurso:

***

 

Discurso del Presidente Juan Carlos Varela

Santo Padre: En nombre del pueblo y el Gobierno de la República de Panamá, le damos la más cálida bienvenida a esta hermosa tierra de paz, de diálogo y de unión, donde habita un pueblo que ha sabido usar su privilegiada posición geográfica por más de 500 años para convertirla en un punto de encuentro y de intercambio, de evangelización, de comercio y de puente para los pueblos del mundo.

Desde hace casi 200 años, en este Salón a mi izquierda el Libertador Simón Bolívar tuvo la visión de un continente unido, donde Panamá jugaría un rol de centro del mundo.

En la Carta de Jamaica de 1815, el Libertador manifestó su visión sobre la privilegiada posición geográfica de Panamá: "Parece que si el mundo hubiese de elegir su capital, el Istmo de Panamá sería señalado para este augusto destino, colocado, como está, en el centro del globo, viendo por una parte el Asia, y por la otra el África y la Europa". Hoy, con su presencia y la de cientos de miles de jóvenes, se reafirma y se fortalece esa visión.

Por estas tierras han pasado hombres y mujeres de fe a llevar la palabra de Dios a otras naciones. Nuestras tres ciudades, Panamá La Vieja o Nuestra Señora de la Asunción, con su Camino de Cruces; el Casco Antiguo, donde estamos hoy, con su ferrocarril y luego su Canal; y la nueva Ciudad Moderna con su Canal Ampliado, su centro logístico y financiero han sido testigos de ese llamado "pro mundi beneficio", a ser una nación al servicio del mundo.

Santo Padre, quiero dejar un mensaje plasmado en la historia ante las presentes y futuras generaciones. Ese mensaje es el que usted escribió con motivo de la Cumbre de las Américas celebrada en Panamá en el 2015, que decía:

"...los esfuerzos por tender puentes, canales de comunicación, tejer relaciones, buscar el entendimiento nunca son vanos. La situación geográfica de Panamá, en el centro del continente Americano, que la convierte en un punto de encuentro del norte y el sur, de los Océanos Pacífico y Atlántico, es seguramente una llamada, "pro mundi beneficio", a generar un nuevo orden de paz y de justicia y a promover la solidaridad y la colaboración respetando la justa autonomía de cada nación."

Este poderoso mensaje nos recuerda el rol que nuestro país está llamado a jugar a nivel global como promotor de la paz, el diálogo y el respeto entre los pueblos.

Además, deja un compromiso en los aquí presentes, en los panameños, en todos los que han escogido esta patria como suya y en los que nos escuchan, a seguir esa vocación de nuestra posición geográfica y convertirnos en artesanos de paz con acciones que siempre aporten en la construcción de la casa común.

La obra de la Iglesia Católica y las órdenes Religiosas en estas tierras ha dejado una herencia maravillosa tanto en la atención de los más necesitados como en el cuidado de los enfermos y la educación.

Las edificaciones más emblemáticas de este Casco Antiguo son un testimonio de la obra milenaria de la Iglesia iniciada por aquellos 6 franciscanos que acompañaron en 1514 al primer obispo de Darién, pasando por los dominicos, los hermanos de las escuelas cristianas de La Salle, los agustinos, los salesianos, los mercedarios y, por supuesto, los jesuitas.

Santo Padre, desde la llegada del primer miembro de la Compañía de Jesús a Panamá hace 450 años, el Padre Jerónimo Ruíz del Portillo, la orden ha jugado un rol muy importante en la educación de miles de hombres y mujeres que hoy sirven a nuestro país.

Fue la formación que recibí de sacerdotes jesuitas en el Colegio Javier la que me permitió estar aquí con usted, un Santo Padre latinoamericano, en un evento global como este, en el país que me ha dado la oportunidad de servirle como Presidente.

Le agradezco la bendición que nos ha dado, permitiendo que Panamá sea la sede de este importante evento que trae jóvenes de más de 150 países a escuchar su mensaje de paz, amor y unidad, y a vivir la fe del Evangelio para aplicarla en su vida diaria en la construcción de un mundo mejor.

Su Santidad, En su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium manifestó su petición a Dios por más políticos capaces y honestos, y además se refirió a la política como una altísima vocación, siendo una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común.

Este mensaje transciende los confines del catolicismo. Su visita nos da la oportunidad a todos, creyentes y no creyentes, cristianos, judíos, musulmanes y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, de unirnos por un fin: poner al ser humano por encima, la obligación de velar por nuestros hermanos, por los olvidados y marginados, por el bien común.

Estoy seguro que entre los miles de jóvenes impactados por esta Jornada se encuentran los futuros constructores del orden mundial, que guiados por la fe, trabajarán porque las riquezas de este hermoso planeta lleguen a todos sus habitantes y se les permita vivir una vida digna, sin que nadie se quede atrás.

Su visita a Panamá llega en medio de importantes retos globales, en donde su mensaje trae una voz de aliento, de fe y esperanza a los jóvenes de los países que enfrentan conflictos políticos y sociales, crisis humanitarias, desastres naturales, violencia, desigualdad, problemas relacionados con el crimen organizado y la alternativa de una complicada y dolorosa migración.

Con su mensaje y su presencia, usted deja sembrada una semilla en el corazón de nuestro pueblo, de los jóvenes y de los que han seguido esta jornada, y de ella crecerá un gran árbol que dará sombras de paz, equidad y prosperidad a los habitantes de nuestra hermosa tierra. Por eso, no sólo en nombre de Panamá y Centroamérica, sino de nuestra región, le decimos una vez más: Gracias por estar aquí, Santo Padre.

Nuestro pueblo en unidad abre sus puertas y su corazón para recibir a Su Santidad y a los miles de peregrinos que han venido de 5 continentes a acompañarlo y asegurar que esta Jornada Mundial de la Juventud, en este verano con sus vientos del norte, traiga una nueva era de fe y esperanza a nuestro continente y al mundo entero.

¡Bienvenido a Panamá, Papa Francisco!

 

 

24/01/2019-18:00
Rosa Die Alcolea

El Papa recuerda al periodista ruso Alexej Bukalov, fallecido en diciembre

(ZENIT — 24 enero 2019).- El miércoles, 23 de enero de 2019, por la mañana, el Papa Francisco habló a los periodistas en el avión que lo llevaba a Panamá con motivo de la )000V Jornada Mundial de la Juventud, y como de costumbre, paso a saludar personalmente a los trabajadores de los medios de comunicación que lo acompañaban en el vuelo.

El Santo Padre recordó al periodista ruso Alexej Bukalov, de Tass, fallecido este año. "Un hombre de un gran humanismo, ese humanismo que no le teme a lo humano, hasta en su grado más bajo, y que no le teme a lo divino, hasta lo más alto", recodó el Papa emocionado. "Un hombre que era capaz de hacer síntesis al estilo de Dostoyevski...".

Alexei Bukalov fue considerado una "leyenda en el mundo del periodismo", escribe Vatican News: murió el jueves 27 de diciembre en Roma. Tenía 78 años.

Nacido en Leningrado, fue periodista, escritor y politólogo. Comenzó su carrera como diplomático. A finales de los años ochenta se convirtió en periodista y, desde 1991, dirigió la agencia Tass en Italia. Fue el primer periodista ruso que siguió los viajes del Papa al extranjero, y permaneció como miembro del grupo del Vaticano siguiendo a los Papas durante más de veinte años.

Después de la presentación del Director ad interim de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti, el Papa dirigió algunas palabras a los periodistas. Publicamos a continuación el texto:

***

 

Palabras del Papa Francisco

 

Mons. Mauricio Rueda

Buenos días.

Me complace presentaros al nuevo portavoz ad interim de la Santa Sede, el Dr. Alessandro Gisotti. Estoy seguro que muchos de vosotros ya lo conocen. Así, en este primer viaje suyo como portavoz, le damos la bienvenida.

 

Alessandro Gisotti:

Santo Padre, buenos días. Aquí estamos, para esta ocasión. Buenos días a todos vosotros y buenos días a los colegas de Panamá que viajan con nosotros (en español). Se atraviesa de nuevo el Atlántico, Santo Padre, como en su primer viaje internacional para una Jornada Mundial de la Juventud. ¡Y la juventud del Papa la espera a Panamá, (en español) la juventud del mundo! Santo Padre ...

 

Papa Francisco:

¡Buenos días! Es un placer estar aquí con vosotros. Muchas gracias por haber venido y quiero también agradeceros de antemano el trabajo que haréis.El de hoy es el primer vuelo [se refiere a sus viajes internacional] en el que falta un colega vuestro al que yo quería mucho tanto: Alexej Bukalov, de Tass. Un hombre de un gran humanismo, ese humanismo que no le teme a lo humano, hasta en su grado más bajo, y que no le teme a lo divino, hasta lo más alto. Un hombre que era capaz de hacer síntesis al estilo de Dostoyevski...

Estoy seguro de que todos le echaremos de menos. Y ahora os invito a un momento de silencio y luego a una oración por él. Padre nuestro... Requiem aeternam...

Y ahora, os saludaré para comenzar este viaje.

 

 

24/01/2019-09:06
Isabel Orellana Vilches

Beato Manuel Domingo y Sol, 25 de enero

«Este santo apóstol de las vocaciones, como lo denominó Pablo VI, amó profundamente su vocación sacerdotal y tuteló la de los seminaristas. Es el fundador de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos»

Hoy la Iglesia celebra la conversión de san Pablo apóstol, y entre otros, la vida de este beato.

Es impagable la labor de tantos sacerdotes diocesanos que han nutrido con su oración ante el sagrario (y continúan haciéndolo) la vocación que recibieron encaminada a llevar la fe al corazón de las gentes sencillas, a veces en lugares apartados e inhóspitos, multiplicando el tiempo para atender a varias parroquias y estar presente en los momentos de gozo y de duelo de los fieles. Son albaceas de hermosos sueños y han sido capaces de transitar por las frías veredas de la desidia ajena sin dejarse atrapar por el sentimiento de fracaso. Con su admirable tesón y sacrificio han cosechado numerosos frutos apostólicos a lo largo de los siglos. Manuel, considerado por Pablo VI «santo apóstol de las vocaciones», fue uno de ellos.

Vino al mundo el 1 de abril de 1836 en Tortosa, Tarragona, España. Y creció amando profundamente el sacerdocio en el que veía un campo fecundo de grandes proporciones evangelizadoras. En plena adolescencia ingresó en el seminario, y en 1862 comenzaba a dar rienda a sus anhelos en una modesta población, La Aldea, perteneciente a la demarcación de Tortosa, un destino en el que permaneció un año hasta que tomó posesión de la parroquia de Santiago de esta ciudad en la que había nacido. Combinó su misión pastoral con la atención espiritual a religiosas y la docencia en el Instituto. Entre las obras que emprendió a lo largo de 13 años se hallan tres conventos de clausura para religiosas, un centro juvenil y la fundación de la revista católica dirigida a este colectivo El Congregante, pionera en España. Pero la honda impresión de que podía hacer mucho más le acompañaba y portando este sentimiento en lo más recóndito de su ser, afán que ponía a los pies de Cristo en su oración, un día halló la respuesta.

¡Cuántos seminaristas han malvivido y sufrido carencias de distinto calado para materializar su vocación! En febrero de 1873 Manuel se encontró con un grupo de generosos jóvenes que actuaron en conformidad con el Evangelio despojándose de todo con auténtica fruición para obtener la perla preciosa, fieles al llamamiento de Cristo. El eslabón de este importantísimo hallazgo, de suma trascendencia en su vida, fue el seminarista Ramón Valero, quien informó al beato de la existencia de otros compañeros que se hallaban en su misma situación. Impresiona la grandeza de corazón de este colectivo aspirante al sacerdocio que sobrevivía casi clandestinamente en Tortosa, sin lugar donde guarecerse de forma digna, por haber sido destruido el seminario durante la guerra de 1868, y no tenían más comida que la que obtenían de la caridad ajena o de la que se procuraban en el basurero, ni más luz que una simple vela. Entre tantas necesidades incluían la falta de formadores.

Manuel se puso manos a la obra y en septiembre de ese mismo año ya contaba con un grupo de 24 seminaristas que habían vivido en precarias condiciones y tres años más tarde se había engrosado el número llegando casi al centenar. A este primer centro que denominó «Casa de san José» siguió en 1878 el «Colegio de san José para vocaciones sacerdotales», cuya apertura tuvo lugar en 1879 y en el que se alojaron 300 seminaristas que habían conocido en carne propia la indigencia. A ellos había que sumar otro centenar que tenía acogidos en el palacio de San Rufo.

Pero el horizonte de un apóstol es inmenso, su fe no tiene fronteras, y su oración insistente ante Dios para conocer su voluntad, termina por recibir respuestas. El 29 de enero de 1883, después de oficiar la Santa Misa, tuvo una honda impresión que pocos días más tarde emergió con claridad y dio lugar a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos que se centrarían en la formación de los seminaristas. Desde el primer momento, el espíritu que animó a los sacerdotes que inicialmente se unieron a esta labor era la Reparación al Corazón de Jesús, toda vez que Manuel tenía gran devoción por la Eucaristía que había convertido en el centro de su vida y quehacer apostólico.«Si descendiéramos al fondo, al manantial de los sentimientos de nuestra espiritualidad, tal vez encontraríamos lo que no habíamos reparado ni discurrido: que el origen de nuestro deseo por el bien y promoción de las vocaciones sacerdotales, de que Dios tenga muchos y buenos sacerdotes, ha sido nuestro instintivo amor a Jesús eucarístico», solía decir.

La profunda sensibilidad del beato revertió en los seminaristas que comenzaron a recibir una formación integral extraordinaria. Abarcaba todas las facetas: humanas, espirituales, intelectuales, pastorales, etc., una manera de proceder que signó la tarea de los Sacerdotes Operarios. Manuel vio con inmensa alegría cómo brotaban las vocaciones y llovían las demandas de prelados de distintas diócesis para contar con la inestimable ayuda de la Hermandad.

Siempre con el sello del amor a Jesús Eucaristía recordaba: «una de las cosas que nos avergonzarían en el cielo, si pudiese haber confusión, sería el pensar que le hemos tenido en la tierra, y no nos absorbió toda la vida, todo nuestro corazón». Y con este espíritu siguió trabajando por el reino de Dios sin desfallecer, con la convicción de que entre sus manos tenían la delicadísima tarea de formar sacerdotes revestidos por la auténtica y genuina entrega evangélica: «la formación de los sacerdotes es lo que podríamos decir la llave de la cosecha' en todos los campos de la gloria de Dios. Nosotros, más que apóstoles parciales, hemos de ser moldeadores y formadores de apóstoles». Entre sus grandes sueños alimentó la idea de erigir templos de Reparación en todas las diócesis. Uno de los dos construidos, a instancias suyas, fue el de Tortosa, y en él se custodian sus restos. Murió el 25 de enero de 1909. Juan Pablo II lo beatificó el 29 de marzo de 1987.

 

 

24/01/2019-22:35
Isabel Orellana Vilches

Sobre el futuro del cardenal Fernando Sebastián

(ZENIT 24 enero 2019).- "En esta festividad de san Francisco de Sales, fallecía en Málaga el cardenal Fernando Sebastian Aguilar. Con este motivo ZENIT vuelve a ofrecer un artículo de Isabel Orellana Vilches que ya publicó el 14 de enero de 2014, cuando acababa de ser elegido purpurado por el Papa Francisco".

Hay personas que saltan a la palestra cuando alguien notorio las recuerda. En monseñor Fernando Sebastián se ha fijado nada menos que el papa Francisco, aclamado en el mundo por las más prestigiosas revistas y medios de comunicación que lo han elegido como el personaje más relevante del año 2013. Solamente que el electo cardenal español, cuando el pasado día 12 de enero de este 2014 recién estrenado fue designado por el pontífice para asumir esta alta dignidad, ya era bien conocido y no solo en su país, ni a nivel exclusivamente eclesiástico, aunque indudablemente por su condición religiosa y pastoral, con su mente preclara que nutre su fecunda pluma, ha ido reflejando en los textos que brotan de ella lo que siempre ha sido su única inquietud: Cristo y su Iglesia. Y como «de la abundancia del corazón habla la boca», con ellos viene sembrando el panorama eclesial y social posicionándose de forma inequívoca en defensa de la fe, sin esquivar jamás asuntos tan controvertidos para muchos como es el tema del aborto.

Su fidelidad al papa y al magisterio eclesial hacen de esta figura clave de la nueva evangelización en España desde hace décadas un referente de incalculable valor en una sociedad frecuentemente huérfana de modelos de fidelidad. Su coherencia y autenticidad le confieren la autoridad moral para subrayar, como lo hace, el compromiso que debe asumir todo el que se precie de ser cristiano. Es lo fundamental. De nada valdría el rigor intelectual y la brillantez de una reflexión si la auténtica verdad estuviera prostituida. Gracias a Dios, monseñor Fernando Sebastián, intelectual sobradamente reconocido, une a su extraordinario quehacer académico —es un gran teólogo y profesor, además de aclamado escritor—, muchas virtudes que no pasan desapercibidas y por las cuales recibe un merecido reconocimiento que él, en su humildad, ha acogido sorprendido con la sencillez que le caracteriza. Ha dado lugar a un enjambre de felicitaciones que no cesan de llegar a la casa sacerdotal malacitana en la que reside. La bellísima Universidad Pontificia de Salamanca, de la que fue rector, decano y docente, tienen el orgullo de que su nombre esté cincelado por derecho propio en uno de sus muros y no cesa de reconocer la excepcional labor que desarrolló en ella. Citas de sus obras y conferencias resuenan en distintos auditorios y salpican trabajos diversos incesantemente, dotándoles del rigor que conviene.

Hay que decir que su persona suscita admiración y respeto también en sectores escasamente afines a la Iglesia. Cuando hay disparidad, que también existe, aunque sea menos representativa, y no viene avalada por el respeto, hay que pensar por fuerza que está revestida de flaquezas entre las que se halla la mediocridad. Es perfectamente legítimo discrepar, por supuesto; no lo es cuando las descalificaciones y críticas malhadadas las acompañan. El encasillamiento, la tendencia a prejuiciar lo que se hace y se dice cuando una persona es fiel a principios sustentados por sólidos pilares es un craso error; se caracteriza por una clamorosa esterilidad. Entretanto, los que persiguen esa verdad sin atavíos, verdad que dan a conocer tal como Cristo la entregó, y todo eso hace don Fernando, construyen, trazan sólidos puentes. Muchas veces se busca la aquiescencia ajena para seguir vulnerando el evangelio y la tradición eclesial. Nadie podrá decir que a ello se preste monseñor Sebastián, que se caracteriza, entre otras cosas, por su rotunda claridad. Nunca ha añadido ni una tilde ni una coma a lo que la Iglesia ha declarado. Es algo archisabido por formar parte del magisterio impartido dentro de las diócesis que ha presidido, a través de la Conferencia Episcopal española, en la que ha tenido gran relevancia, y que se detecta claramente en toda su obra porque forma parte de su vida.

El evangelio ya ha sancionado el signo que acompaña a los auténticos seguidores de Cristo: «Por sus frutos los conoceréis». No soy yo quien a estas alturas ha de recordar la impresionante trayectoria de don Fernando. No lo necesita; ahí está. Habla por sí misma. Por algo vienen confiando en él distintos pontífices poniendo bajo su amparo cuestiones sumamente delicadas, contando con su parecer. A sus 84 jóvenes años, como se pone de relieve por su incansable labor que no ha cesado, tiene la gracia de haber sido fiel a su vocación, un anhelo que posee quien determina entregar su vida a Dios, que en él se ha ido cumpliendo. Esto es lo crucial ya que ello da sentido a todo lo demás, incluido esta última elección cardenalicia de la que ha sido objeto, algo, dicho sea de paso, esperado por muchos por lo cual ha suscitado enorme alegría.

En su semblante lleva grabado don Fernando el gozo espiritual que tan fácilmente transmite con su proverbial cercanía. Es un hombre religioso, que se desvive por los demás, de gran reciedumbre, dador de paz, con un peculiar sentido del humor, afable y generoso, entre otras cualidades y virtudes que también le adornan. Nada de ello se improvisa; es fruto de la oración. Conmueve ver que su afán por lo divino fue precoz, y que nada de lo que haya ido llegando a su vida estas largas ocho décadas —que no habrá sido baladí, como Dios y él conocen—, lo ha empequeñecido. Esa fruición nació con fuerza cuando era casi un niño en el privilegiado entorno bendecido por la Virgen del Pilar, ya que Calatayud, su localidad natal, no dista muchos kilómetros de la capital, Zaragoza, la noble tierra aragonesa que tantas vocaciones ha dado a la Iglesia. Ella, María, le ha ido acompañando en su itinerario espiritual y pastoral. Se comprende que ingresara en la orden claretiana que tiene a la Madre del cielo en su centro, y que le dedicara el tema de su tesis doctoral en teología, coronada, por cierto, con su brillantez acostumbrada. Ese rasgo de generosidad que brotó de su corazón entonces, se ha ido incrementando al paso de los años. Podría haberse retirado a descansar. Pero él mismo lo ha dicho poniendo de manifiesto que un apóstol jamás se detiene. Incluso aunque ahora con su nuevo nombramiento reconozca que «le cuesta» meterse en «esta danza», sabe por experiencia, y así lo ha dicho, «que en la Iglesia» se trabaja «a fondo perdido» y, por supuesto, está dispuesto a continuar entregando su vida hasta el fin.

Estamos muy felices en Málaga de contar con su presencia y su sabiduría. Nos alegramos de que en este fecundo otoño de su existencia siga alumbrando los pasajes de nuestra identidad cristiana, en comunión con el papa, como siempre, y de que su sabio consejo pueda continuar enriqueciendo el devenir de la Iglesia. Desde esta privilegiada atalaya de ZENIT le agradecemos el bien que realiza con su vida, le felicitamos y enviamos un entrañable abrazo, recordándole que la oración de todos le acompaña y que contamos también con la suya. Muchas felicidades, querido don Fernando.