Sociedad y Familia

 

‘Nomofobia’ y enganche digital, dos riesgos reales de las nuevas tecnologías

 

“El móvil y las redes son la heroína del siglo XXI”, afirma uno de dos expertos psicólogos que advierten de los efectos negativos del auge digital: miedo irracional a estar sin móvil; acceso al porno o la violencia; pérdida de la conversación y la empatía… y hay muchos más

 

 

5 febrero, 2019 | Víctor Ruiz


 

 

El miedo irracional a no tener el móvil disponible se llama nomofobia y en España lo sufren el 77% de las personas”. Es la afirmación que hace Marc Masip, psicólogo experto en adicción a las nuevas tecnologías que dirige el Instituto Psicológico Desconecta.

Por su parte, la neoyorquina Sherry Turkle, socióloga y psicóloga que lleva treinta años investigando sobre los efectos de las nuevas tecnologías en la sociedad, alerta sobre los peligros del auge digital en detrimento de la conversación.

Así, para estos dos expertos, ‘nomofobia’ y enganche digital son dos de los riesgos reales de las nuevas tecnologías. Entre sus efectos negativos hay que destacar el fácil acceso a la pornografía, la violencia y las apuestas; el bajo rendimiento escolar o laboral si se abusa del móvil; la disminución o pérdida de la empatía y de la conversación interpersonal…  y hay muchos más.

Cabe recordar que el pasado 24 de diciembre ya advertíamos sobre los riesgos de las nuevas formas de relación digital entre los jóvenes, como el ‘Ghosting’, el ‘vamping’, el ‘hikikomori’ o el ‘phubing’; con las que se sustituyen los encuentros reales por un aislamiento donde el contacto es virtual a través del móvil.

Los riesgos en las nuevas formas de relación digital afectan sobre todo a los adolescentes

 

Adicción y ‘nomofobia’, sobre todo adolescente

En la entrevista a Masip que el pasado 23 de enero reproducía La Contra de La Vanguardia, el psicólogo habla sobre las adicciones al móvil y las redes sociales que “especialmente sufren los adolescentes” y que trata en su instituto.

En el caso de la adicción al móvil, la de los jóvenes españoles es la más elevada de Europa: un 32,3% frente al 12,7% de la media europea.

Este experto considera que los 16 años es la edad ideal para que los más jóvenes tengan móvil, “antes no están preparados a nivel de desarrollo madurativo del cerebro”.

Sin embargo, la edad media en que los niños ya tienen su primer móvil es “entre los 10 y los 12 años, y va disminuyendo. La excusa es que todos los niños de la clase lo tienen y que sin él no están integrados. Es falso, un chico sin móvil tiene los mismos amigos y se relaciona mucho más”, afirma.

Además, “en las redes sociales se crean seis perfiles falsos o duplicados por segundo. Colgamos en nuestros perfiles lo que queremos ser o demostrar y no lo que somos en realidad. […] Gran parte de la sociedad está frustrada porque queremos ser algo que no somos, y eso es muy complicado”, añade.

De hecho, “miramos el móvil sin que haya sonado, si no tenemos mensajes nos sentimos vacíos, y si colgamos una foto y no tiene los me gusta que esperábamos nos decepcionamos. Imagine cómo afecta todo eso a un adolescente”.

Así, el móvil es una herramienta “fantástica, pero si se abusa de él tiene consecuencias muy negativas en el rendimiento laboral y escolar; y en las relaciones interpersonales crea muchos conflictos”, advierte.

El acceso a la pornografía o violencia en internet afecta a adolescentes a edades muy tempranas

 

El móvil y las redes, “la heroína del siglo XXI”

Otro de los peligros que corren los más jóvenes con la utilización abusiva del móvil e internet es el “acceso a la pornografía, la violencia, y las apuestas. ¿Cómo queremos que no haya ‘manadas’ si el porno que ven es ese?…, orgías de cuatro tíos y una tía, o cogiéndola por el cuello y azotándola en las nalgas. Los adolescentes se están formando con los vídeos que ven”.

El acceso a ese tipo de imágenes les llega a edades muy tempranas, “a partir de los 9 o 10 años, y el consumo es muy alto. Todos los jóvenes que nos llegan ven pornografía durísima”, asegura, en relación a la gente que acude a su instituto.

Además, “en los adolescentes se dan momentos de impulsividad en los que escriben o cuelgan cosas que van a jugar en su contra y que no tienen marcha atrás. […] El móvil y las redes son la heroína del siglo XXI”, advierte.

La respuesta a todos estos problemas está en gran medida en los propios hogares, en la actitud y medidas que adopten los padres respecto al comportamiento de sus hijos, pero también la Administración debe adoptar medidas.

“Aprobar una ley que marque la edad de tener móvil, como la hay en el consumo de alcohol o el tabaco; prohibir su uso en los colegios, educar en el buen uso de las nuevas tecnologías, prohibir la publicidad de apuestas, y poner en valor las relaciones interpersonales”, son las propuestas con las que Masip concluye su entrevista.

La paradoja en una reunión de amigos: el móvil como sustituto de la conversación

 

La conversación, en el olvido

Por otra parte, la socióloga y psicóloga Sherry Turkle advertía el pasado 24 de enero desde las páginas de La Vanguardia de algunos de los riesgos que conlleva el auge y enganche digital en detrimento de la conversación interpersonal, que está siendo prácticamente relegada al olvido, sobre todo entre los jóvenes.

Autora del ensayo En defensa de la conversación, Turkle comenta la reacción de muchos de los jóvenes que entrevistaba para sus estudios sociológicos: “Los jóvenes sentían pavor al enfrentarse a una conversación, huían de ella, conversar les parecía demasiado esfuerzo, y responder a una llamada de teléfono les desestabilizaba”.

“Mantener una conversación cara a cara exige más que enviar un WhatsApp. Conversar requiere paciencia y, sobre todo, impide que podamos retocar o repetir lo que hemos dicho. Esto genera desasosiego, por eso los adolescentes prefieren mandarse mensajes a entablar una conversación”, explica.

La socióloga y psicóloga aclara que las nuevas tecnologías permiten mantener las distancias y “mostrar solo lo que queremos que los demás vean. […] Prefieren el mensaje porque así muestran el yo que les interesa”.

Sin embargo, Turkle considera que se debe corregir el rumbo y conversar más. “No se trata de desterrar la tecnología de nuestras vidas, sino de crear espacios que propicien la conversación”.

 

Pérdida de empatía y miedo a la soledad

“Hay cosas que solo la conversación nos puede ofrecer, y recuperar la empatía es una de ellas”, asegura.

De hecho, “existen estudios que demuestran que, en los últimos diez años, ha habido un descenso de un 40% en la capacidad de empatía de los estudiantes universitarios. Comunicarnos a través de una pantalla nos aleja de las personas, nos impide ver sus reacciones e intuir sus sentimientos”, añade.

Al mismo tiempo, “esos dispositivos crean una ilusión y es la de que nunca estamos solos. Cuando nos conectamos, se genera la ilusión de que formamos parte de una comunidad y de que esa comunidad nos escucha”.

Sin embargo, esa forma de entender la realidad “genera un problema grave: el miedo a la soledad”. Aunque tendamos a pensar que estando conectados estamos menos solos, “es al revés. Si no somos capaces de estar a gusto en soledad, es más fácil que nos sintamos incomprendidos. Es en soledad cuando reflexionamos sobre cuestiones profundas y nos conocemos”, asegura.

Turkle también advierte sobre el abuso en la utilización de emoticonos: se trata de “algo bastante peligroso de por sí, porque simplifica mucho nuestras emociones, frivoliza nuestra psicología, nos evita reflexionar sobre nuestra emoción real”.

“Las consecuencias son graves, sobre todo en nuestra personalidad. Además de dificultar nuestra capacidad de exponer ideas y emociones en tiempo real y de mantener debates profundos, restamos importancia a las emociones y, al no ser testigos de la reacción del otro, es más difícil que podamos ponernos en su lugar”, concluye respecto a esta cuestión.

Una de las consecuencias de la nueva relación digital es el miedo a la soledad

 

Las claves para entender el fenómeno

En todo el proceso de entrevistas y conversaciones con quienes estaban enganchados al mundo digital, Turkle llegó a una serie de conclusiones clave para entender el fenómeno y riesgos del auge digital; que también comparten otros expertos. Estos son algunas de ellas:

1. Una de las principales consecuencias del enganche digital en niños y adolescentes es que su empatía disminuye o desaparece. Dejan de percibir el dolor en los otros, o minimizan su sufrimiento. Esa falta de atención hacia los demás crea una coraza de frialdad.

La socióloga detectó que niños de apenas 8 años eran incapaces de ponerse en el lugar de un niño lesionado, le aislaban porque ellos no se habían desarrollado emocionalmente.

2. Muchos adolescentes sólo saben gestionar sus sentimientos por vía digital. Solo saben pedir disculpas o cortar sus relaciones sentimentales por WhatsApp, lo que les dejará indefensos, en un futuro, para la vida real.

3. La creación de una personalidad falsa es otra de las secuelas del enganche digital. Fabular genera que cada vez la exageración vaya en aumento, se aleje del verdadero yo y cree dobles personalidades.

4. Aunque en las redes se conoce a mucha gente, se establece una relación muy superficial.

5. Por todo ello, algunos de los consejos de los expertos son practicar con el ejemplo; no dejar el móvil sobre la mesa cuando se está comiendo; no atender al segundo cada WhatsApp; y no mantener los dispositivos abiertos de noche, entre otros.