Servicio diario - 10 de febrero de 2019


 

Ángelus: "No temas; desde ahora en adelante serás pescador de hombres"
Raquel Anillo

Trata de personas: la oración que el papa invita a recitar
Anne Kurian

Día contra la trata de personas: el llamamiento del Papa a los gobernantes
Anne Kurian

San Pedro de Jesús Maldonado Lucero, 11 febrero
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

10/02/2019-12:09
Raquel Anillo

Ángelus: "No temas; desde ahora en adelante serás pescador de hombres"

(ZENIT — 12 febrero 2019).- Como cada domingo a las 12.00 h el Papa Franciscos se ha asomado a la ventana de su estudio del palacio Apostólico para recitar el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza San Pedro.

 

Palabras del Papa antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy (cf. Lc 5, 1-11) nos ofrece, en el relato de Lucas, la llamada de San Pedro. Su nombre, lo sabemos, era Simón, y era pescador. Jesús, en la orilla del lago de Galilea, lo ve mientras está arreglando las redes, junto con otros pescadores. Lo encuentra fatigado y decepcionado, porque esa noche no habían pescado nada. Y Jesús lo sorprende con un gesto inesperado: se sube a su barca y le pide que se aleje un poco de la tierra porque quiere hablar con la gente desde allí. Entonces Jesús se sienta en la barca de Simón y enseña a la multitud reunida a lo largo de la orilla. Pero sus palabras también reabren el corazón de Simón a la confianza. Entonces Jesús, con otro "movimiento" sorprendente, le dice: "Rema mar adentro y echen sus redes para pescar" (v. 4). Al principio, Simón responde con una objeción: "Maestro, estuvimos bregando toda la noche y no hemos cogido nada ...". Y, como experto pescador, podría haber agregado: "Si no recogimos nada por la noche, mucho menos cogeremos durante el día". En cambio, inspirado por la presencia de Jesús e iluminado por su Palabra, dice: "... pero en tu palabra lanzaré las redes" (v. 5). Es la respuesta de la fe, que nosotros también estamos llamados a dar; Es la actitud de disponibilidad que el Señor pide a todos sus discípulos, sobre todo a aquellos que tienen responsabilidades en la Iglesia. Y la obediencia confiada de Pedro produce un resultado prodigioso: "Así lo hicieron y recogieron una cantidad enorme de peces" (v. 6).

Se trata de una pesca milagroso, signo del poder de la palabra de Jesús: cuando nos ponemos generosamente a su servicio, Él realiza grandes cosas en nosotros. Así actúa con cada uno de nosotros: nos pide que lo acojamos en la barca de nuestra vida, que comencemos de nuevo con él y surcar un nuevo mar, que se revela lleno de sorpresas. Su invitación a salir al mar abierto de la humanidad de nuestro tiempo, para ser testigos de la bondad y de la misericordia, da un nuevo sentido a nuestra existencia, que a menudo corre el riesgo de replegarse sobre sí misma. A veces, nos sorprendemos y dudamos ante la llamada que nos hace el Maestro Divino, y nos sentimos tentados a rechazarla debido a nuestra insuficiencia. Incluso Pedro, después de esa increíble pesca, le dijo a Jesús: "Señor, aléjate de mí, porque soy un pecador" (v. 8), es hermosa esta humilde oración "Señor aléjate de mi porque soy un pecador". Pero lo dijo de rodillas ante Aquel que ahora reconoce como "Señor". Y Jesús lo alienta diciendo: "No temas; desde ahora en adelante serás pescador de hombres "(v. 10), porque Dios, si confiamos en Él, nos libra de nuestro pecado y nos abre un nuevo horizonte: colaborar en su misión.

El mayor milagro realizado por Jesús para Simón y los demás pescadores decepcionados y cansados, no es tanto la red llena de peces, como haberlos ayudado a no ser víctimas de la decepción y el desaliento ante las derrotas. Los abrió para convertirse en anunciadores y testigos de su palabra y del reino de Dios. Y la respuesta de los discípulos fue rápida y total, una vez que subieron las barcas a la tierra firme dejaron todo y lo siguieron (v. 11).

Que la Santísima Virgen, modelo de pronta adhesión a la voluntad de Dios, nos ayude a sentir la fascinación de la llamada del Señor y nos haga disponibles para colaborar con él para difundir su palabra de salvación en todas partes.

 

 

10/02/2019-15:14
Anne Kurian

Trata de personas: la oración que el papa invita a recitar

(ZENIT — 10 febrero 2019).- Esta es la oración que el Papa Francisco invitó a recitar, durante el Ángelus del 10 de febrero de 2019, a raíz de la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Seres Humanos (8 de febrero):

"Sta. Josephine Bakhita, niña, te vendieron como esclava y tuviste que enfrentar dificultades y sufrimientos indecibles. Una vez liberada de tu esclavitud física, encontraste una verdadera redención en el encuentro con Cristo y su Iglesia.

Sta. Josefina Bakhita, ayuda a los presos de la esclavitud. En su nombre, intercede ante el Dios de la misericordia, para que se rompan las cadenas de su prisión. Que Dios mismo libere a todos aquellos que han sido amenazados, heridos o maltratados por la trata y el tráfico de seres humanos.

Aporta alivio a aquellos que sobreviven a esta esclavitud y enséñales a ver en Jesús el patrón de fe y esperanza para que sus heridas puedan sanar. Te suplicamos orar e interceder por cada uno de nosotros para que no caigamos en la indiferencia, para que abramos los ojos y podamos ver las miserias y heridas de todos nuestros hermanos y hermanas privados de su dignidad y su libertad y escuchar el grito de esta llamada. Amén.

Santa Josefina Bakhita, "ruega por nosotros".

© Traduction de Zenit, Raquel Anillo

 

 

10/02/2019-15:47
Anne Kurian

Día contra la trata de personas: el llamamiento del Papa a los gobernantes

(ZENIT — 10 febrero 2019).- Con motivo de la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas (8 de febrero), el Papa Francisco hizo un llamamiento a los gobernantes, "para que las causas de este flagelo sean afrontadas con decisión y que las víctimas sean protegidas".

Durante el Ángelus que presidió en la Plaza de San Pedro este 10 de febrero de 2019, el Papa evocó esta jornada, invitando a todos a "colaborar denunciando los casos de explotación y esclavitud de hombres, de mujeres y niños "y para rezar.

Esta es nuestra traducción de las palabras que el Papa pronunció después de la oración mariana.

 

Palabras del Papa después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, hace dos días, en la memoria litúrgica de Sta. Josefina Bakhita ha tenido lugar el quinto "Día mundial contra la trata de personas". El lema de este año: "Juntos contra la trata", (aplausos en la Plaza san Pedro) Una vez más "juntos contra la trata", no olvidéis esto. Él invita a unir las fuerzas para vencer este desafío. Doy gracias a todos aquellos que combaten en este frente, en particular a muchos religiosos.

Llamo especialmente a los gobiernos para que las causas de este flagelo sean afrontadas con decisión y que las víctimas sean protegidas. Pero todos podemos y debemos colaborar denunciando los casos de explotación y esclavitud de hombres, mujeres y niños. La oración es la fuerza que sostiene nuestro compromiso común. Por este motivo, ahora los invito a recitar juntos la oración a Sta. Josefina Bakhita que se ha distribuido en la Piazza y que también pueden ver en las pantallas gigantes.

Oremos juntos

"Sta. Josephine Bakhita, cuando eras niña, te vendieron como esclava y tuviste que enfrentar dificultades y sufrimientos indecibles. Una vez liberada de tu esclavitud física, encontraste una verdadera redención en el encuentro con Cristo y su Iglesia.

Sta. Josefina Bakhita, ayuda a los presos de la esclavitud. En su nombre, intercede ante el Dios de la misericordia, para que se rompan las cadenas de su prisión. Que Dios mismo libere a todos aquellos que han sido amenazados, heridos o maltratados por la trata y el tráfico de seres humanos.

Aporta alivio a aquellos que sobreviven a esta esclavitud y enséñales a ver en Jesús el patrón de fe y esperanza para que sus heridas puedan sanar. Te suplicamos orar e interceder por cada uno de nosotros para que no caigamos en la indiferencia, para que abramos los ojos y podamos ver las miserias y heridas de todos nuestros hermanos y hermanas privados de su dignidad y su libertad y escuchar el grito de esta llamada. Amén.

Santa Josefina Bakhita, "ruega por nosotros".

Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos! En particular, a los fieles de Verona y al grupo "Mendicanti di Sogni" de Schio.

Les deseo a todos un feliz domingo. Por favor no se olviden de orar por mi. Buen almuerzo y adiós.

© Traduction de Zenit, Raquel Anillo

 

 

10/02/2019-16:26
Isabel Orellana Vilches

San Pedro de Jesús Maldonado Lucero, 11 febrero

«Este mexicano tuvo el corazón en el sagrario y en el cielo. Devoto de Jesús Sacramentado, pasión que difundió en derredor suyo, fue ajusticiado brutalmente por las tropas gubernamentales de su país por su condición sacerdotal»

Hoy, festividad de la Virgen de Lourdes, también se celebra la vida de este gran presbítero. La trayectoria de muchos sacerdotes a quienes segaron la vida los enemigos de la fe siempre ha sido un ejemplo de fidelidad a la vocación que recibieron. Aunque la fortaleza que han exhibido estos testigos de Cristo cuando se enfrentaron a la muerte está alentada por la gracia, no cabe duda de que este don había sido alimentado previamente con una disposición sustentada en la oración, la recepción de los sacramentos, y la silenciosa ofrenda del día a día. Ésta siempre encierra una heroicidad que cada uno y Dios conocen, quedando velada por lo general para los demás. En ella se fragua el abrazo a esa cruz que se mantiene enhiesta apuntando a un cielo único, añorado destino para los seguidores del Redentor.

Pedro era natural de Chihuahua, México, donde nació el 15 de junio de 1892. Mientras estudiaba con los paúles se sintió llamado por Dios, y a los 17 años ingresó en el seminario. Allí germinó esta decisión irrevocable: «He pensado tener mi corazón siempre en el cielo, en el sagrario». Y ciertamente la Eucaristía fue el eje central de su vida y acción apostólica. Eran tiempos agitados porque la ideología política dominante se había propuesto erradicar violentamente todo resquicio espiritual. Al cerrar el seminario, donde todos sus integrantes habían pasado por múltiples penalidades y Pedro salió con un organismo debilitado y expuesto a la enfermedad, regresó a su casa paterna, y allí prosiguió su formación. Inclinado a la música, aprovechó para aprender piano, órgano y violín.

En enero de 1918 fue ordenado sacerdote en El Paso, Texas. Ejerció su labor pastoral en San Nicolás de Carretas, Cusihuiachi y Jiménez. Se ocupó de los indígenas tarahumaras y se afanó en reducir la ingesta de alcohol. Nunca ocultó su predilección por los pobres, a quienes ayudaba en sus necesidades, y llegó a criar y educar a un huérfano indigente. Era bien acogido por los campesinos y las gentes sencillas que le pedían una bendición para librar a sus campos de las temidas plagas de langosta. Muchos atestiguaron cómo había logrado expulsarlas con su oración algunas veces. En el distrito de Jiménez le persiguieron grupos masónicos en distintas ocasiones.

En 1924 fue designado párroco de Santa Isabel. Tenía un don especial para tratar con la gente. Fue significativa su capacidad para formar a niños, jóvenes y adultos, a quienes explicaba la historia de la salvación por medio de la fotografía que se convirtió en fértil instrumento pedagógico. Sus cualidades artísticas y musicales fueron muy útiles en esta labor catequética. Devoto de la Eucaristía puso todo su entusiasmo en difundir el amor a Jesús Sacramentado. Muy significativo fue el desarrollo que bajo su amparo tuvieron la Adoración Perpetua al Santísimo Sacramento, la Adoración Nocturna y las Hijas de María.

Entre 1926 y 1929 la persecución religiosa inundó Chihuahua. Él fue uno de los acosados en medio de hostilidades que desembocaron en la clausura de templos, seminarios y centros de enseñanza católicos, además de la muerte de sacerdotes y creyentes. Este encarnizamiento había tenido ligeros puntos de inflexión con aparentes acuerdos entre el gobierno y la Iglesia. Que no eran tales lo prueba que, a un breve periodo de cierta permisión, le siguiera otro de mayor ferocidad en las prohibiciones. Las de esa franja aludida fueron especialmente virulentas. Pedro pasó esos años como un fugitivo; se hallaba a merced de personas de nobles sentimientos que le abrían las puertas de sus casas. Un frágil impasse le permitió atender a los fieles hasta 1934, mientras las autoridades proseguían con su programa de veto total a la fe. Restricciones y castigos ejemplarizantes contra los que se oponían a las consignas gubernamentales eran caldo de cultivo para los católicos. Ese año de 1934 Pedro fue detenido, sufrió maltrato y amenazas de muerte, aunque en un primer momento lo desterraron a El Paso. Quizá pensaron que amedrentado dejaría a su grey. Pero no fue así.

Regresó a Chihuahua, a la parroquia de Santa Isabel, junto a su pueblo. La fiebre no pudo con su ardor apostólico, y en medio de la enfermedad confirmó a todos en la fe. Dos escenarios últimos de su incansable celo fueron El Pino, un rancho donde tuvo que pasar un año, y Boquilla del Río. En este lugar una familia creyente y valerosa puso su casa a merced de la iglesia para convertirla en un improvisado oratorio en el que el sacerdote daba continuidad a las misas y la celebración de los sacramentos. El 10 de febrero de 1937 había celebrado el miércoles de ceniza y se hallaba confesando. Un grupo de violentos ebrios y portando armas irrumpieron en la casa. Los fieles quisieron protegerle, pero Pedro, a fin de mantener a salvo sus vidas de la brutalidad que preveía se iba a desatar, tomó la Eucaristía consigo y se entregó.

El camino que tuvo que recorrer descalzo y atado con fuertes cuerdas fue un calvario que afrontó rezando el rosario en voz alta. El pistoletazo que recibió en la cabeza fue de tal calibre que afectó de forma irreversible al cráneo. La pérdida de uno de sus ojos que en ese instante se desprendió del rostro, por decirlo suavemente, da idea de la brutalidad del golpe que le asestaron. Previamente, tomaron la Eucaristía que cayó del relicario, y se la ofrecieron sin atisbos de compasión: «¡Cómete esto!». Al día siguiente, entregó su alma a Dios. Fue beatificado por Juan Pablo II el 22 de noviembre de 1992, quien lo canonizó el 21 de mayo de 2000.