Red Iberoamericana de

Estudio de las Sectas

 

Contacto

Nº 647

26 de feb. 2019

 

BOLETÍN MONOGRÁFICO: PSEUDOTERAPIAS Y PSEUDOCIENCIAS

 

1. Publican un estudio sociológico sobre el uso de terapias alternativas entre los españoles.

2. España: la Fiscalía investiga a dos curanderos por promover el uso de MMS.

3. Críticas y puntualizaciones al informe español sobre las víctimas de pseudoterapias.

4. España: archivan la investigación de una muerte por el uso de pseudoterapias.

5. Expertos advierten del peligro de la naturopatía para el tratamiento del cáncer.

6. Pseudoterapias: el peligro de los remedios.

7. Terapia Gestalt: un análisis crítico.

8. La terapia Doman-Delacato, nociva para los niños con daño cerebral adquirido.

9. Un hospital de Chile incorpora el reiki como “terapia alternativa y complementaria”.

10. Puerto Rico: una terapeuta asegura sanar a los perros mediante el reiki.

 

 

1. Publican un estudio sociológico sobre el uso de terapias alternativas entre los españoles.

FUENTE: 20 Minutos

 

 

La gran mayoría de los españoles nunca ha acudido a terapias alternativas y su conocimiento sobre ellas tiende a ser escaso. Éstas son algunas de las conclusiones de la décima ola de Ulises, el estudio sociológico del periódico 20 Minutos elaborado por la empresa 40dB, con la colaboración de Ibercaja, que también recoge que, entre quienes las han utilizado alguna vez, el porcentaje de los que lo han hecho para sustituir un tratamiento médico puede llegar hasta el 33 %. Lo cuenta Araceli Guede.

Entre los métodos terapéuticos alternativos a la medicina tradicional, la homeopatía y la acupuntura son los más populares. El 61 % de los encuestados afirma haber oído hablar mucho o bastante de la primera, cifra que se eleva al 69 % en el caso de la segunda. La reflexología, la quiropraxia, el reiki, la cristaloterapia, el biomagnetismo y las flores de Bach gozan de menos repercusión, siendo en estos casos habitual que el conocimiento esté más extendido entre las clases altas y las mujeres.

Así por ejemplo, más del 80 % de los entrevistados ha oído hablar poco o nada del biomagnetismo y más del 90 % apenas tiene información sobre la cristaloterapia. Por comunidades autónomas, existen diferencias considerables en el conocimiento de estas terapias. Cataluña destaca entre las demás como la que más ha oído hablar (mucho o bastante) sobre la reflexología (55,4 %) y las flores de Bach (46,1 %). En Galicia, el 46,4 % ha oído hablar mucho o bastante sobre la quiropraxia y el 19,5 %, de la cristaloterapia, ubicándose en la primera posición de conocimiento. Por último, en el País Vasco, el 80,7 % conoce sobre la homeopatía siendo esta comunidad la de mayor conocimiento.

En la misma línea, más de la mitad de la población que ha escuchado algo sobre las denominadas pseudoterapias se siente poco o nada informada al respecto y nuevamente son la homeopatía y la acupuntura acerca de las que los ciudadanos dicen tener más datos: un 37 % de la gente se siente muy o bastante informada sobre homeopatía, seguida de la acupuntura (34,6 %), las flores de Bach (29,2 %), la quiropraxia (28,5 %), la reflexología (26,3 %), el reiki (24,5 %), la cristaloterapia (19,8 %) y, por último, el biomagnetismo (16,8 %).

Grado de confianza

Con los grupos que responden haber oído mucho, bastante o poco sobre estas terapias como base, el sondeo pregunta sobre el grado de confianza y la que queda en primer lugar, con un 31 %, es la acupuntura. El 29,5 % tiene mucha o bastante fe en la quiropraxia; el 22,2 %, en la reflexología; el 18,2 %, en la homeopatía; el 16,2 %, en las flores de Bach; el 12,3 %, en el reiki; el 9,1 %, en la biomagnetismo, y el 8,5 % en la cristaloterapia.

Por sexos, las mujeres confían significativamente más que los hombres en la homeopatía, la reflexología, la quiropraxia, la cristaloterapia y el reiki. Mientras que, por clase socioeconómica, las altas se fían más de la cristaloterapia que la media de la población. El grupo de estrato social medio que muestra bastante convicción hacia la homeopatía supera también de forma significativa a la media poblacional.

Por otro lado, quienes tienen menos recursos confían más en el reiki que el resto de las clases y la media de la sociedad, y los mayores de 65 años presentan menos fe en esta pseudoterapia que los encuestados más jóvenes. El colectivo de nivel socioeconómico medio tiene más confianza en el biomagnetismo que el resto y la gente de entre 45 y 54 años cree más en esta práctica que en los otros tramos de edad.

En el salto del conocimiento a la utilización, menos del 10 % de los entrevistados dice haber acudido a la homeopatía con frecuencia y un 73 % no la ha usado nunca. Un 13 % de las mujeres afirma que la emplean ocasionalmente, frente al 8 % de los hombres. De los entrevistados con entre 18 y 24 años, un 15 % contesta que ha acudido a ella al menos una vez, más del doble que el grupo de 45 a 54, donde el porcentaje se reduce al 6,8 %.

También es muy elevada, el 76,3 %, la proporción de ciudadanos que nunca han sido tratados con acupuntura. Más alta aún resulta en las flores de Bach (77,3 %), reflexología (79 %), reiki (82,8 %), cristaloterapia (85 %) y biomagnetismo (86,2 %). Ese porcentaje, en el caso de la quiropraxia, roza igualmente el 75 %.

Forma de uso

Respecto a la forma de uso, la mayoría acude a estas prácticas como complemento y refuerzo de tratamientos prescritos por el doctor o como “terapia preventiva para mantenerse saludables”. Sin embargo también hay una cantidad importante de usuarios que las ven como alternativa para sustituir un procedimiento médico que deciden no recibir. En este sentido destaca el biomagnetismo: el 33,3 % de quienes lo utilizan dejan su tratamiento médico convencional.

Por detrás se sitúan la cristaloterapia, con el 24,5 %; y muy próxima a esta, la homeopatía, con casi el 24 %. Por encima del 20 % se encuentran también las flores de Bach. El estudio refleja que los adultos de 24 a 34 años han usado la homeopatía para este fin en una proporción significativamente mayor que la población general, al contrario que los mayores de 65 años, que la han utilizado con este fin en una proporción menor que la media de la ciudadanía. La clase más alta también ha acudido a ella como sustituta de un tratamiento médico en una medida mayor que la media de la población general.

Ficha técnica

Ámbito: Nacional. Universo: Población española de 18 años y más. Tamaño de la muestra: 1.002 entrevistas calibradas por sexo, edad índice socioeconómico, comunidad autónoma y tamaño de hábitat. Error muestral: para un nivel de confianza del 95,5 %, el margen de error de la muestra es del +-3,1 %. Trabajo de campo: entrevistas online a partir de un panel de captación activa (sólo por invitación). Fechas de realización del trabajo de campo: del 10 al 18 de enero de 2019.

ARRIBA

 

2. España: la Fiscalía investiga a dos curanderos por promover el uso de MMS.

FUENTE: El País

 

 

La Fiscalía General del Estado impulsa la mayor investigación llevada a cabo en España hasta la fecha contra famosos curanderos y pseudocientíficos por promover y vender en Internet el clorito de sodio —un tipo de lejía diluida— como si fuera un medicamento milagroso capaz de tratar enfermedades tan graves, y distintas entre sí, como el sida, la malaria, la esclerosis múltiple y el cáncer, entre otras. Lo cuenta Oriol Güell en el diario El País.

Josep Pàmies y Andreas Kalcker, dos de los más conocidos gurús de las pseudoterapias en España, se encuentran entre los investigados por un delito contra la salud pública, según ha podido saber El País. La nota hecha pública el pasado 20 de febrero por la Fiscalía califica de “trama contra la salud pública” a los investigados. Pàmies asegura “no tener constancia” de la investigación en marcha. “Recibo tantas notificaciones que ya no les hago caso”, ha afirmado. Este diario no ha logrado hasta el momento localizar a Kalcker, de origen alemán pero residente en España.

La investigación tiene su origen en una denuncia presentada el pasado octubre por el Ministerio de Sanidad, que alertaba de la “publicación y venta” a través de Internet del clorito de sodio, también conocido como MMS por las iniciales en inglés de solución mineral milagrosa. La denuncia recordaba que el ministerio ya había ordenado en 2010 la retirada del MMS por considerarlo un “medicamento ilegal” que entrañaba graves riesgos para la salud. El riesgo es doble. Por un lado, “existen pruebas” de que el mero hecho de tomar lo que en realidad es un tipo de lejía, aunque sea en dosis muy bajas, “puede resultar perjudicial para la salud”, según Sanidad. Por el otro, las personas que lo consumen en lugar de tomar un fármaco legal incurren en el grave peligro de no tratar su enfermedad.

Sanidad alertó a la Fiscalía de que en Internet existía un enjambre de páginas web, blogs y vídeos dedicados a promover el clorito de sodio como cura milagrosa. Todo este material, además, remitía a “conferencias, libros y otros materiales promocionales” con el mismo objetivo de atribuir “a este producto amplísimas propiedades terapéuticas y preventivas”, según un informe de Sanidad en el que el ministerio basó su denuncia.

Entre las dolencias a tratar con el MMS, además de las ya mencionadas, los investigados proponían el autismo, la hepatitis, la diabetes y la artritis. “El hecho de que un solo producto se proponga para el tratamiento de esta variedad de patologías [...] ya constituye una prueba de la ausencia de fundamento científico” de su uso, remacha Sanidad.

Según un comunicado hecho público hoy por la Fiscalía General del Estado, ha sido la Unidad Central de Criminalidad Informática, con el apoyo de la Guardia Civil, la que ha asumido el caso. La unidad ya “ha acordado remitir copia [de las investigaciones] a las fiscalías provinciales de Lleida [lugar de residencia de Pàmies], Madrid, Castellón y Santa Cruz de Tenerife, a fin de que abran las oportunas diligencias y continúen la práctica de la prueba”.

Según la Fiscalía, las investigaciones en marcha han comprobado “la efectiva publicitación y actividad de intermediación a través de la red, en distintos medios y formas, del producto MMS”. La Generalitat de Cataluña ya multó el pasado octubre a Pàmies con 600.000 euros, por promocionar varios productos, alguno de ellos ilegal en España, como remedios para curar el cáncer.

ARRIBA

 

3. Críticas y puntualizaciones al informe español sobre las víctimas de pseudoterapias.

FUENTE: Hipertextual

 

 

Con motivo del revuelo surgido a raíz de la publicación de su Informe sobre Fallecidos a causa de las Pseudoterapias en España (véase el nº 641 del boletín InfoRIES), la Asociación para Proteger al Pacientes de las Terapias Pseudocientíficas (APETP) publicó el pasado 24 de enero en su página web una serie de datos adicionales, con los que pretenden matizar algunos de los detalles que han generado el conflicto. Lo cuenta Azucena Martín en Hipertextual.

En su documento inicial se extrapolaban los resultados de un gran número de estudios llevados a cabo en el extranjero para calcular, de forma aproximada, cuál sería el número de muertos a causa de las pseudoterapias que se dan cada año en España. Si bien se trata de un trabajo necesario, que da a conocer la magnitud de un problema al que hasta hace poco no se había prestado apenas atención en este país, los métodos utilizados han sido criticados por algunas personas y medios, por aventurarse a dar cifras que son imposibles de calcular.

Puntualizaciones necesarias

En su última publicación, la APETP puntualiza cuatro detalles importantes del informe, aclarando las partes que han sido motivo de discusión durante estos días. Para empezar, se aclara que las cifras aportadas no deben tomarse como dato de referencia, sino como una aproximación plausible del problema. Es imposible realizar un cálculo similar con datos extraídos de estudios españoles y esto es algo que, según se afirma en el comunicado, debe tomarse como reflexión social.

Una de las grandes críticas que recibió el informe inicial fue que las extrapolaciones realizadas estaban llevadas a cabo de forma problemática, por lo que se puede considerar que las conclusiones finales no se han obtenido de forma rigurosa. Esto es algo que también se puntualiza, solicitando que se tome con cautela, como ya previenen en el primer escrito. Finalmente, remarcan que esto no significa que la cifra de fallecidos sea menor, a pesar de la problemática para poder obtener una más sólida.

El problema de dar una cifra

En el informe inicial se aclara repetidas veces que los datos y extrapolaciones utilizados no son óptimos. Sin embargo, se aventuran a dar una cifra, que sitúa las muertes por esta causa entre 1.210 y 1.460 al año. Ahora bien, ¿era necesario dar una cantidad o bastaba con puntualizar el problema aportando datos contrastados, sin necesidad de extrapolar?

“Hace falta dar las primeras cifras para que se busquen cifras mejores y la sociedad entienda que hay un problema que hay que tratar”, explica a Hipertextual uno de los autores del informe, Fernando Cervera. “Es una cuestión problemática, pues se realizan extrapolaciones a partir de datos de estudios en el extranjero, pero creemos que es la única manera actual de acercarse al orden de magnitud del cual estamos hablando”.

El objetivo de todo esto, como remarcan en las dos publicaciones de su página web, es dar constancia del problema y promover que las instituciones españolas lleven a cabo los estudios necesarios para obtener cifras más rigurosas. “En todo caso deberán ser las administraciones públicas y sanitarias quienes tomen constancia del problema y hagan mejores estimaciones con los recursos que ellos tienen, y de los cuales la sociedad civil carece, pues no debemos olvidar que esta es una iniciativa que parte de la sociedad civil”, aclara el biólogo de la APETP. “Hasta ahora este era un problema que era invisible, tanto para la sociedad como para el gobierno”.

Afortunadamente, este es problema al que el gobierno español está comenzando a poner medidas, aunque aún falta muchísimo por hacer, especialmente en lo referente a la concienciación de la sociedad. ¿Lo han hecho bien desde la APETP? Es cuestión de opiniones. Lo que está claro es que el problema que dan a conocer es efectivamente muy importante, que muchísimas personas mueren por su causa y que es triste a la par que preocupante que sea necesario escatimar en rigor para poder dar cifras aproximadas sobre ello.

Algunas críticas

En el mismo medio se pudo leer con anterioridad que como explica el doctor en lógica y filosofía de la ciencia Angelo Fasce en una entrada de su blog, La Venganza de Hipatia, la metodología empleada en los estudios citados no aporta el suficiente apoyo empírico para las conclusiones extraídas en el informe. Es cierto que esto es algo que se menciona en el documento, pero aun así utilizan estas cifras para realizar extrapolaciones imprecisas sobre los casos españoles.

Buen ejemplo de ello es el citado estudio de Johnson y colaboradores, de 2018. Aunque para la realización de este trabajo se partió de una muestra inicial de 1.901.815 pacientes, finalmente solo se tienen en cuenta 281. Esto significa que se centran en un perfil muy concreto, que en la mayoría de casos mostraban el cáncer ya muy avanzado, por lo que podrían haber sido descartados para la puesta en marcha de los tratamientos médicos convencionales.

Por otro lado, también se utilizan estudios realizados a partir de datos recogidos durante los años 90, algo que aporta poca fiabilidad para la realización de un informe sobre un tema que ha variado tanto en las últimas décadas. Finalmente, es importante destacar que el dato extraído de una encuesta de la Federación Española de Ciencia y Tecnología (FCYT) en el que se establece que el 1,7 % de los españoles recurriría a las pseudoterapias como primera opción para tratar un cáncer también está sesgado, por dos razones. En primer lugar, porque puede que ese 1,7 % no contraigan todos un cáncer. En segundo lugar, porque eso es lo que se dice en frío, pero una vez que la persona en cuestión ha enfermado es posible que cambie de opinión, por la influencia de sus seres queridos o el personal médico.

Por todo esto, se leía en Hipertextual, si bien es importante que se dé a conocer a la población el problema de las pseudoterapias, no debe hacerse con datos extraídos sin una metodología rigurosa. Al fin y al cabo, ya nos llegan suficientes noticias terribles que pueden ser utilizadas como ejemplo, como para tener que recurrir a cifras que no se pueden calcular con exactitud. También es importante que seamos escépticos con el escepticismo.

ARRIBA

 

4. España: archivan la investigación de una muerte por el uso de pseudoterapias.

FUENTE: Redacción Médica

 

 

La Consejería de Salud de Cataluña ha archivado la investigación sobre el caso de una mujer que murió por intentar tratarse un tumor de pecho mediante pseudoterapia. La paciente, que acudió al Hospital Josep Trueta de Gerona pocas semanas antes de morir, se había decantado por el uso de terapias alternativas sin obtener ningún resultado positivo, según informa Redacción Médica. El expediente informativo que abrió la Dirección General de Ordenación Profesional y Regulación Sanitaria ha quedado en vía muerta ya que la Generalitat no ha podido determinar quién fue la persona que trató con pseudoterapias a la paciente, según ha desvelado el Diari de Girona.

Joaquim Bosch-Barrera, profesional del Instituto Catalán de Oncología, fue quien denunció en su cuenta de Twitter los hechos, ya que él mismo trató a la paciente en cuanto entró en el Trueta. En ese momento, la mujer ya tenía un cáncer en fase avanzada y metástasis en los huesos, por lo que la supervivencia era muy baja.

El tweet que propició la protesta incluía la escalofriante imagen de un cáncer de mama en estado avanzado y parte de la conversación que el doctor mantuvo con la paciente en el mes de diciembre, cuando esta acudió a Urgencias del Hospital Universitario Doctor Josep “con fiebre” y el pecho completamente infectado. “¿Y tú terapeuta que te dice de tu tumor?”, le preguntó el doctor. “Que si sale hacia fuera es bueno, porque significa que se está oxigenando”, respondió la paciente que, después de las terapias, falleció hace unas semanas.

ARRIBA

 

5. Expertos advierten del peligro de la naturopatía para el tratamiento del cáncer.

FUENTE: ABC

 

 

«Puedes disminuir tu riesgo de cáncer sin tomar una fruta en tu vida». Esta frase de Julio Basulto es provocadora, hace fruncir el ceño, invita a pensar y, por un instante, te vuelve la cabeza del revés. Pero resulta ilustrativa porque con ella sucede algo similar a lo que ocurre durante el proceso de lectura de Dieta y cáncer, el libro que ha escrito junto a Juanjo Cáceres y para el que también han contado con la colaboración del pediatra Carlos González. Lo cuenta Raquel Alcolea Díaz en el diario español ABC.

La obra revela que el papel de la alimentación con relación al cáncer puede ser preventivo o paliativo, pero nunca curativo y alerta sobre el efecto nocivo que pueden causar aquellas voces que pretenden hacernos creer que tanto la alimentación como las pseudoterapias no avaladas por la ciencia tienen la capacidad de curar esta enfermedad.

Acude al encuentro con ABC Familia con su libro bajo el brazo y un montón de notas, apuntes, correcciones y referencias que, según explica, quiere incluir en la tercera edición de la obra. Con una sonrisa amable, se presenta, saluda y pregunta por las impresiones que ha causado su obra. Escucha. Pero en seguida su mente inquieta pregunta con los ojos, deseando empezar a charlar:

- Cuando el cáncer aparece en la vida de una persona, las ganas de «querer creer» son más fuertes que las ganas de «querer saber» (la frase es de una conversación reciente con Boticaria García)...

- Buenísima frase y ella es muy crack...

- Esta expresión conecta con muchas de las ideas que transmitís en ‘Dieta y cáncer’... Ante la enfermedad, ¿cómo podemos caminar del «querer creer» al «querer saber»?

- Hace tiempo, le dije al profesor de una de mis hijas, que es alguien muy sabio, que el sentido común estaba bien, pero que era mejor el sentido crítico. Se lo dije orgulloso, pues era algo que había citado en uno de mis libros, pero él me contestó que no pensaba lo mismo. Y claro, cuando un sabio habla, lo que hay que hacer es callarse y preguntar: - ¿y tú qué piensas entonces, Joan (que así se llama)?, le dije yo. Y él me dijo. - Yo pienso que es mejor tener criterio que tener sentido crítico. Era obvio, pero es algo en lo que no me había parado a pensar.

Pero para tener criterio primero debes ser escéptico de todo, y eso incluye mi libro y también la opinión de cualquier otro sanitario. Tienes derecho a ser escéptico y ese espíritu es saludable. Es cierto que para tener criterio tenemos que dedicar tiempo a informarnos, sí, pero antes de tener criterio tienes que haber dudado de lo que te han dicho o de lo que te han contado. Dudar de todo y no pensar en el «todovalismo» ni dejarte llevar por eso de que «estamos en manos del destino o nos vamos a morir igual» ayuda a empezar ese camino.

- De las alertas en torno a las pseudoterapias que se citan en el libro, ¿cuáles son las más peligrosas para un enfermo de cáncer?

- La naturopatía. Sé que implica hablar de un abanico muy amplio, pero lo peor que tiene el naturópata es que desacredita a la medicina moderna y los tratamientos de probada eficacia. Y ese descrédito es peligroso. La naturopatía no funciona. Si funcionase, se llamaría medicina. Además, el naturópata utiliza complementos, sustancias, terapias.... que pueden poner en riesgo la vida del paciente, o bien porque abandonan el tratamiento médico, o porque no lo hacen correctamente o bien debido a los aspectos adversos o las interacciones que puedan provocar esas sustancias que aconseja.

Si no te gusta tu oncólogo, por la razón que sea, cambia de oncólogo. Si el nutricionista del hospital te ha puesto una dieta que no te parece conveniente, cambia de nutricionista o pide una segunda opinión a un colegiado, pero no vayas al naturópata, al ayurvédico, al del reiki, al homeópata o al acupuntor porque te aconsejarán algo que no está basado en la ciencia y, en el caso concreto del cáncer, hará que corras el riesgo de que esos consejos te lleven antes a la tumba.

- ¿Cómo podemos distinguir una publicación basada en ciencia de un libro de un embaucador?

- Pensaba que no era fácil hasta que me leí el libro de Odile Fernández Mis recetas anticáncer. Tengo todos sus libros. Y al leérmelos me he dado cuenta de cuál es la clave o el truco para descubrirlo. Antes pensaba que si en el libro no había referencias bibliográficas era de pseudociencia. Pero Odile Fernández ha puesto 1.100 referencias bibliográficas en su libro y con superíndice. Sin embargo, para analizarlas tienes que ser un experto en metodología porque puedes ver algo que se ha publicado en Science y piensas que es ciencia. Pero lo que quizá no veas es que se refiere a un ensayo probado en ratones, por ejemplo. O que se trata de un ensayo a corto plazo que ha sido probado en una muestra no representativa de la población o que no está controlado o no está actualizado y quizá es prometedor, pero es preliminar.

El truco para distinguir una buena publicación es detectar si dice alguna barbaridad indiscutible o una atrocidad que va contra el sentido común. Lo explico con un ejemplo. El autor de la «Dieta Dukan» ha ganado con ella millones de euros, pero tengo la teoría de que la gente no se ha leído su libro porque si lo hubiese leído habría descubierto que dice que para adelgazar tienes que masticar hielo o que tienes que ducharte con agua fría por la espalda, pero no por delante o que tienes que caminar de espaldas. Como estas son barbaridades de gran calibre, el resto del libro queda desacreditado. Una persona que dice algo que va contra el sentido común lleva a cuestionar si el resto de lo que ha dicho es verdad o no.

El libro Mis recetas anticáncer tiene cosas muy buenas, pero también cosas peligrosas. ¿Cómo puedes saber que son peligrosas? Cuando detectes una aberración o una salvajada, huye de ese libro porque no sabes si el resto se basa en ciencia o en pseudociencia.

- Aun así, persiste la idea de «querer creer»...

- En realidad lo que queremos es que nos den la fórmula mágica, porque nos cuesta mucho cambiar de hábitos. Preferimos que nos digan cómo curar la enfermedad o cómo prevenirla para siempre, en lugar de escuchar que caminemos 10.000 pasos al día, que pidamos ayuda para dejar de fumar, que tomemos cinco raciones de frutas y verduras al día o que cocinemos y comamos en familia.

Dos de cada diez personas que acude a Atención Primaria están dispuestas a cambiar sus hábitos, las otras ocho no lo están y quieren la pastilla mágica y la dieta del «cajón derecho». Y eso no funciona así. Un cambio de hábitos debe hacerse a largo plazo y poco a poco. Es complicado cambiar de hábitos. No sólo es cuestión de querer, es que a veces no se puede.

- Al hacer referencia a que la ciencia acredita mejor resultado cuando se eliminan malos hábitos que cuando se incluyen hábitos saludables, resulta ilustrativa la frase popular que citas: «No es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia».

- Para explicar esta idea voy a poner un ejemplo que no incluyo en el libro. Si yo a mi pareja le regalo todos los días un anillo y un ramo de flores y una vez al mes le doy un bofetón, además de denunciarme y meterme en la cárcel, ¿qué crees que sucedería?, ¿piensas por un momento que esos regalos pueden compensar el perjuicio que supone darle un bofetón? Lo que quiero decir con esto es que hay perjuicios que no se compensan con beneficios. Y en el caso de la nutrición sucede así. El consumo de bebidas alcohólicas, de bebidas azucaradas, de carnes procesadas, de bollería, de alimentos superfluos en general, no se compensa con que comas aguacate cada día, por ejemplo.

La dieta no tiene por qué ser perfecta, puedes hacer excepciones, pero si esas excepciones son flagrantes y las haces a menudo, no las compensarás si comes ensaladas a diario. El beneficio de evitar comer mal es mejor para la salud que el de comer bien. Es más, los estudios constatan que cuando logro convencer a alguien de que deje de comer mal es más efectivo que cuando convenzo a alguien de que coma bien.

- ¿Existen los alimentos que curan el cáncer?

- No han existido, no existen y jamás existirán.

- ¿Existen los alimentos que prevengan la aparición del cáncer?

- No existen alimentos concretos que prevengan la aparición de cáncer y ni siquiera apostaría por un grupo de alimentos porque no está claro. Lo que sí se sabe, con evidencia convincente, son dos cosas. Una es que un consumo de alimentos no sanos aumenta el riesgo de padecer cáncer. Y otra es que un patrón de alimentación saludable disminuye tu riesgo de cáncer. ¿Qué pasa si en ese patrón de alimentación consumes más frutas que verduras? ¿O más legumbres que frutos secos? ¿O más almendras que avellanas? ¿O más soja que lentejas? Ninguna respuesta a estas preguntas es relevante.

Puedes disminuir tu riesgo de cáncer sin tomar una fruta en tu vida porque tampoco es tan importante tomar fruta. Es mucho más importante que dejes de beber alcohol, por ejemplo; o que no tomes refrescos azucarados. Incluso si no tomas frutas, pero tomas suficiente cantidad de verduras, legumbres, frutos secos, cereales de granos integrales o fruta desecada, que son alimentos saludables, tampoco es relevante el porcentaje que tomes de cada uno de ellos. Hay un grupo de alimentos situado en el marco de la abundante presencia de alimentos de origen vegetal poco procesados, sea cual sea y sea y en la proporción que sea, cuyo consumo puede contribuir a disminuir el riesgo de cáncer. Pero si te preciso el porcentaje o la cantidad necesaria me lo estaría inventando.

- El concepto detox cala hondo en la sociedad... ¿existen los alimentos depurativos que limpian el cuerpo?

- El detox es un negocio que busca tu bolsillo y no tu salud. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria publicó los riesgos dietéticos emergentes para la población europea relacionados con ese concepto y uno de ellos era el consumo de batidos detox porque, según asegura, está relacionado con un mayor riesgo de padecer cálculos renales.

Y es algo que puede resultar paradójico porque supuestamente te lo tomas para depurarte y te acabas dañando el riñón. ¿Por qué? Primero, porque no existen los alimentos depurativos. Eso es una patraña. Si te intoxicas, te vas al hospital y te atienden en urgencias. Y segundo, porque los batidos detox no aportan beneficios, sino que su consumo puede perjudicar al riñón debido a los oxalatos.

Pero a esto hay que añadir un tercer factor al que podríamos denominar el «efecto talismán». Si alguno de estos embaucadores a los que citamos en el libro me dice que las plantas medicinales son cien veces más poderosas que la quimioterapia, quizá lo que haga es dar de lado la quimioterapia porque no es natural, sino química. Y además, como me creeré más fuerte, alentado por la fuerza de ese talismán quizá me aleje de un estilo de vida saludable y no deje el alcohol, no pida ayuda para dejar de fumar, ni deje de ser sedentario... Y esto es algo que también puede suceder con los batidos detox que, por cierto, son calorías líquidas y ayudan a engordar, no a adelgazar, como algunos creen.

- La química nos asusta...

- Para hablar de esto pongo una metáfora en el libro, que quizá sirva ahora. Y esto de las metáforas es algo que he aprendido de Olga, mi pareja, que es brillante con las metáforas y con otras muchas cosas. Voy. ¿Con qué apagarías un incendio enorme causado con algo tan natural como un rayo? ¿Soplando? ¿Con cubos de agua? No, acudirías a profesionales que tienen los conocimientos para apagar ese fuego, que van totalmente equipados con trajes ignífugos y con equipos que incluyen la última tecnología y que además disponen de las herramientas y la química necesaria para apagar un fuego de tales proporciones.

Esto mismo es lo que sucede con el cáncer. Cuando hay una enfermedad tan grave como el cáncer no podemos recurrir a las sustancias naturales porque el cáncer es anti natural. Los tratamientos tienen que ser anti-naturales.

ARRIBA

 

6. Pseudoterapias: el peligro de los remedios.

FUENTE: Muy Interesante México

 

 

Reproducimos a continuación un extenso reportaje que ha sido publicado por la revista Muy Interesante México en su número de febrero de 2019, firmado por Guillermo Cárdenas Guzmán.

La lucha contra las pseudoterapias crece todos los días, las cuales se entienden como una propuesta de cura de enfermedades, sin un sustento científico. Los médicos de un hospital público en la Ciudad de México le dijeron que la solución para eliminar de raíz la miomatosis (formación de miomas o tumores benignos) era extirparle el útero. Pero Ana María Velázquez, quien a sus 33 años ya sufría las secuelas de una cirugía mal practicada que la llevó a perder la visión en el ojo derecho, estaba segura de que no quería someterse a otra operación.

Como alternativa, primero buscó la opinión de un médico particular, quien le dio un margen de cinco años para embarazarse antes de que culminara su edad reproductiva ideal. Si así lo decidía, Ana podría tener un hijo sin poner en riesgo su salud y someterse a la cirugía para extirpar la matriz hasta después del parto, fuese éste natural o por cesárea.

Luego acudió, por recomendación de una amiga suya, a una “Clínica de Recuperación Bioenergética Integral”. Aunque el médico que la atendió se ostentaba como “cirujano y partero”, descartó la cirugía y sólo le recetó dos tipos de inyecciones elaboradas con compuestos homeopáticos diluidos en agua: uno bionergético revitalizante, que le ponía en el brazo, y otro que aplicaba directo en la zona del vientre para tratar los miomas.

Poco después el médico alternativo le detectó hipertensión arterial y comenzó a administrarle otro compuesto con el que supuestamente la controlaría. A pesar de tomar estas dosis, Ana no experimentó ninguna mejoría, sino al contrario: comenzó a sufrir también sangrado vaginal abundante, así que decidió suspender el tratamiento a los tres meses de iniciado.

“Me pareció muy misterioso que nunca decía los nombres de los medicamentos, que pedía a su asistente por medio de claves secretas, como ‘B30’”, refiere Ana, quien confiesa que su suspicacia creció cuando constató las diferencias de enfoques: “El médico regular te dice desde el principio los riesgos que corres o por qué no funciona un medicamento; en cambio, el alternativo siempre lo atribuye a causas desconocidas”.

Curar con lo similar

El caso de Ana María dista de ser aislado: la homeopatía es una de las pseudoterapias que goza de mayor popularidad, no sólo por la cantidad de usuarios que tiene (diversas estimaciones hablan de al menos 500 millones de personas en el mundo), sino por la notoriedad de algunos de ellos. En esta larga lista figuran la actriz Catherine Zeta-Jones, el futbolista David Beckham, la cantante Tina Turner y varios integrantes de la familia real británica.

Las bases de esta práctica fueron establecidas por el médico alemán Samuel Hahnemann a fines del siglo XVIII a partir de la idea de que lo similar cura lo similar, de la cual deriva el nombre, procedente de las raíces griegas homoios (similar) y pathos (padecimiento). Se supone que si una sustancia en grandes dosis provoca ciertos trastornos y síntomas a una persona sana, entonces al ser administrada en dosis mínimas los hará desaparecer en un enfermo.

Es lo que los homeópatas llaman “ley de similitud”, pero existen dos más que sustentan su práctica: la “ley de infinitesimalidad”, la cual señala que entre menor sea la dosis a administrar, más eficaz será su efecto; y la “ley de individualización”, basada en la idea de que cada individuo reacciona en forma diferente y, por lo tanto, su tratamiento debe ser personalizado.

Sobre estas bases, el homeópata realiza su diagnóstico y determina qué remedios debe administrar al paciente, los cuales se obtienen a partir de extractos vegetales, sustancias animales o minerales e incluso cultivos microbianos, que por lo general son diluidos en alcohol, en agua o en azúcares como lactosa y sacarosa.

Las fases sucesivas de dilución pueden expresarse como 1/10 o 1/100, que corresponden a disolver respectivamente una gota del filtrado –obtenido por maceración o por percolación del principio activo en un mortero con alcohol (tintura madre)– en 10 o 100 gotas de disolvente. El proceso se repite una y otra vez, pero tomando una gota no de la mezcla original, sino la dilución precedente.

Una gota en el océano

El número de repeticiones realizadas determina la “potencia” de la disolución, ya sea en decimales o centesimales hahnemannianos (DH o CH). Con este proceso se elaboran los preparados homeopáticos, ya sea en forma artesanal o en grandes volúmenes y en diferentes presentaciones: gránulos, glóbulos, comprimidos, polvos, ampolletas o gotas. Si se usan diluciones centesimales (CH), la concentración a la que queda la “tintura madre” en la segunda dilución es de una gota de la misma en 10,000 gotas de diluyente; la tercera contendría una gota de tintura en 1,000,000 de diluyente; la cuarta una gota en 100,000,000 y así sucesivamente (sólo hay que añadir dos ceros cada vez).

En la decimoquinta potencia, una de las más utilizadas por los homeópatas, sólo existiría una gota de “tintura madre” en 1 x 10 elevado a la 29 gotas de diluyente; es decir, un 10 seguido de 29 ceros si se sigue con las diluciones centesimales. El lector puede corroborar este resultado, expresado en notación exponencial (para simplificar cálculos) nada más agregando dos ceros cada vez a la cifra inicial hasta completar 14 repeticiones.

En la perspectiva homeopática, una dilución tan “potente” debería tener un alto grado de eficacia, de acuerdo con la ley de infinitesimalidad; pero al aplicar ya no digamos la visión científica, sino la simple aritmética, las cifras no cuadran: un preparado sometido a tal cantidad de diluciones sucesivas al final no conserva ni trazas de los principios activos, pues no queda una sola molécula de la sustancia original.

Como afirma Guillermo Murillo Godínez en su artículo ‘Consideraciones sobre algunos sistemas de medicina’, “pretender que esta dosis infinitesimal pueda tener algún efecto es como dejar caer una gota de vino en el océano Pacífico, revolver bien todas sus aguas, después tomar una cucharada de esa mezcla… ¡y quedar borracho!”.

Distintas tendencias

Cuando Ana María acudió a la clínica alternativa, el médico le dijo lo que quería escuchar: que no necesitaba cirugía y que podía prescindir de fármacos o tratamientos hormonales para aliviar sus molestias. Pero después, si no hubiese sospechado de los métodos usados, su tratamiento quizá se habría prolongado indefinidamente, como las diluciones homeopáticas.

Su experiencia dista de ser un caso aislado: como ella, millones de personas angustiadas por no encontrar remedio para los males que sufren ellos o sus familiares, o por no tener acceso a los servicios regulares de salud, recurren a diferentes tratamientos y medicinas alternativas en busca de una salida esperanzadora. “Hay una combinación de razones que podrían justificar el uso de terapias alternativas”, afirma el profesor Antonio Lazcano Araujo, biólogo de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Entre ellas enumera una gran tradición de medicina herbolaria –que en muchos países se remonta a la era prehispánica–, la incapacidad de los sistemas de salud para dar ayuda expedita a quienes los necesitan, además de la persistencia de enfermedades como cáncer o mal de Alzheimer, para los cuales aún no hay solución.

“Por supuesto, es perfectamente legítima la desesperación de quienes buscan recuperar la salud o la de su gente apelando a cualquier tipo de recurso”, reconoce Lazcano. El problema es que bajo el término de medicinas alternativas suelen agruparse en forma ilegítima todas las prácticas fuera de la medicina institucional contemporánea. “Habría que aclarar de qué estamos hablando”, dice el titular del Laboratorio de Microbiología en la Facultad de Ciencias de la UNAM.

La Organización Panamericana de Salud (OPS) da cuenta de este fenómeno en nuestro continente, donde crece la cantidad de personas que recurren, de manera voluntaria o porque no tienen otra salida, a algún tipo de medicina fuera de los sistemas oficiales de salud.

Un artículo publicado por Paulo Cáceres Guido y sus colaboradores en 2015 habla de la existencia de unos 400 millones de usuarios en la región. La misma OPS reconoce que las medicinas tradicionales, así como las terapias complementarias, alternativas e integrativas (MT/TCAI), “se han convertido en elementos centrales para ampliar la prestación de servicios de salud tanto en América Latina como en muchas naciones desarrolladas”. Pero las tendencias son distintas. “Mientras en los países desarrollados el objetivo de usar terapias alternativas es la búsqueda de una mejor atención de salud, en los países en desarrollo esta exigencia tiene que ver con aspectos económicos o porque, como en el caso de la medicina indígena, es la única fuente disponible”, señala en un reporte la OPS.

En el mismo paquete

Esta corriente está tomando fuerza en América Latina no sólo gracias a las iniciativas que ha desplegado la Organización Mundial de la Salud (OMS) para reconocer los aportes de las otras medicinas, como veremos enseguida, sino también a los esfuerzos de los practicantes y defensores de terapias de dudosa o nula eficacia porque se les reconozca como opciones válidas. Por ejemplo, representantes de la Federación Nacional de Medicina Tradicional y Complementaria han hecho pública su intención de que se modifique la Ley General de Salud en el país para dar cabida formalmente a prácticas como la acupuntura o la hidroterapia.

Por su parte, el presidente de la Federación Mexicana de la Industria de Herbolaria y Medicina Alternativa, Tradicional y Naturista, Emmanuel Zúñiga, ha expresado su malestar ante lo que denomina “acoso” por parte de las autoridades sanitarias al clasificar a los tratamientos y artículos asociados con ellas como productos “milagro” y pedirles pruebas de eficacia como lo hace con los laboratorios farmacéuticos.

En apoyo de su argumento, Emmanuel Zúñiga invoca la estrategia sobre medicina tradicional 2014-2023 que la Organización Mundial de la Salud ha difundido y apoyado con miras a ampliar la cartera de opciones para el cuidado de la salud. Sin embargo, es erróneo englobar bajo una misma etiqueta el extenso espectro de las MT/TCAI, que va desde medicinas tradicionales e indígenas con un sólido corpus de conocimientos ancestrales arraigados en sus comunidades de origen, hasta pseudoterapias carentes de sustento, como la homeopatía, la quiropráctica o la bioenergética.

“Estas prácticas son consideradas medicinas alternativas, pero no tienen esquemas de validación científica”, reconoce José Javier Mendoza Velásquez, coordinador de Investigación del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM. Por ello, amplía el experto, antes de avalar su uso debería haber estudios donde se pruebe que sus intervenciones tienen un mayor beneficio que el efecto placebo.

“El término ‘otras medicinas’ es muy ambiguo, pues incluye tanto las prácticas tradicionales que ejercen las parteras en comunidades indígenas, entrenadas para buscar ayuda hospitalaria cuando identifican problemas que ellas no pueden resolver, como el uso de pociones de origen dudoso, que deberían estar prohibidas”, comenta por su parte Lazcano.

Visión integradora

Entre los principales objetivos de la citada estrategia sobre medicina tradicional 2014-2023 de la OMS figuran el desarrollo de una base de conocimientos sobre las MT/TCAI, así como la formulación de políticas para integrar sus servicios a los sistemas nacionales de salud. Haciendo eco a las recomendaciones de la organización mundial, la OPS celebró una reunión en 2017 en Managua, Nicaragua, a la que acudieron representantes de 21 naciones del continente americano para promover una estrategia de salud universal en la región: Argentina, Belice, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Estados Unidos, El Salvador, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú y Puerto Rico.

La OPS recomendó incorporar la discusión de la MT/TCAI a los procesos de transformación y fortalecimiento de los sistemas de salud, además de incrementar la atención institucional que se les brinda a estas prácticas y sus abordajes. “Esto es imprescindible para lograr una atención integral centrada en las personas y comunidades, utilizando marcos interculturales e incluyentes”, expresó en el encuentro Amalia del Riego, jefa de la Unidad de Servicios de Salud y Acceso de la OPS. Y en marzo de 2018, durante el Primer Congreso Internacional de Prácticas Integrativas y Salud Pública celebrado en Río de Janeiro (Brasil), la directora de la OPS, Carissa F. Etienne, pidió a los países de la zona acelerar los esfuerzos para lograr la salud universal hacia 2030.

Para lograr esa meta, añadió la funcionaria, se requiere “prestar atención a las múltiples formas de entender el mundo, las múltiples culturas y tradiciones, incluida su medicina tradicional”. Ahí recordó que Bolivia, Ecuador y México “prometieron en sus constituciones respetar e incluir esas tradiciones en sus sistemas nacionales de salud”.

Otros países como Brasil, Chile, Cuba, Guatemala, Panamá, Perú y Nicaragua –añadió Etienne– “ya han promulgado legislaciones, políticas nacionales o desarrollaron modelos de cuidados que reconocen, protegen, promueven y claman por estudios sobre medicamentos tradicionales y otros sistemas frecuentemente referidos como medicina complementaria, alternativa y/o pseudoterapias”.

En ese congreso de 2018, el ministro brasileño de sanidad, Ricardo Magalhães Barros, también anunció que a las 29 prácticas alternativas avaladas por su Sistema Único de Salud se sumaron otras 10 que, a los ojos de la ciencia, resultan evidentemente poco serias: apiterapia (terapia con abejas), aromaterapia, cromoterapia, geoterapia, hipnoterapia, constelaciones familiares, imposición de manos, ozonoterapia, terapias florales y bioenergética.

No son inocuas

Los esfuerzos de integración son loables en vista del noble objetivo de extender la cobertura de los sistemas de salud, pero en este proceso debe distinguirse entre la medicina o las medicinas con verdadera utilidad terapéutica de las pseudoterapias engañosas. Como reza el popular refrán: el remedio puede ser más costoso que la enfermedad por varias razones. La primera de ellas es que recurrir a las pseudoterapias puede retrasar la aplicación de un tratamiento eficaz o una cirugía cuando esto es vital, como le sucedió al magnate de la industria informática y cofundador de la compañía Apple, Steve Jobs.

En 2003 le detectaron una rara variedad de cáncer de páncreas poco agresivo denominado carcinoma de los islotes pancreáticos, que a decir de los médicos pudo haber sido extirpado sin mayores consecuencias; sin embargo, según cuenta su biógrafo Walter Isaacson, Jobs se negó a someterse a una cirugía y en lugar de eso recurrió a las medicinas alternativas.

Jobs utilizó acupuntura, dietas vegetarianas, hierbas medicinales y otros remedios que vio en internet; incluso consultó a un vidente y recibió atención de un médico que aplicaba enemas, ayunos y otros tratamientos pseudocientíficos. Su negativa a la medicina regular lo condujo a la muerte prematura –a los 56 años– en 2011 debido a una metástasis del cáncer original.

El genio de la era digital no pudo vislumbrar que ni el uso de productos naturistas (que no especifican dosis de uso), las dietas vegetarianas ni las recomendaciones basadas en casos anecdóticos constituyen medicinas propiamente dichas, a diferencia de, por ejemplo, los sistemas tradicionales de las comunidades indígenas.

Pero las pseudoterapias también pueden afectar la salud de forma directa, como sucedió en 1992, cuando fallecieron 21 pacientes argentinos tras ingerir un jarabe homeopático elaborado a partir de propóleo, una resina que las abejas extraen de las plantas y al que se atribuyen propiedades medicinales. El problema no fue la administración de esta sustancia ampliamente recetada por los médicos naturistas, sino que para su dilución se usó etilenglicol (ingrediente primario de los anticongelantes para automóviles) en vez de alcohol (etanol). En México, refiere Guillermo Murillo, se han reportado casos de intoxicación por mercurio y estricnina, severas concentraciones de potasio en la sangre, pancreatitis (inflamación del páncreas) además de riesgo de exposición a plomo u otras sustancias tóxicas en el caso de menores de edad asociados, todos ellos, con el consumo de remedios homeopáticos.

Remedios para todo

Hay abundantes ejemplos de otros tratamientos o pseudoterapias que, por sus principios y práctica, pueden parecer inocuos. Tal es el caso de las terapias naturistas (o mejor dicho naturópatas) que atribuyen gran parte de las enfermedades en las sociedades actuales a factores como una mala dieta, al consumo de sustancias como hormonas o aditivos o la falta de “armonía” con la naturaleza. Es cierto que el consumo excesivo de grasas y azúcares refinados a través de los alimentos procesados, aunado al sedentarismo y la falta de ejercicio, están detonando la aparición de trastornos como diabetes, obesidad e hipertensión, que ya figuran entre las principales causas de mortalidad.

Por esa razón, las diversas corrientes naturistas siguen teniendo gran eco. Como afirma Mario Méndez Acosta en su libro Automedicación y medicinas alternativas: “¿Quién podría oponerse a seguir una dieta balanceada con muchas verduras, a respirar aire fresco, a hacer ejercicios moderados y tomar el sol sin exagerar?”.

Aunado a ello, escribe Méndez Acosta, “nadie podría asegurar que los antibióticos siempre funcionan y que toda la cirugía que se practica es en verdad indispensable”. La propia OMS ha alertado que la resistencia a los medicamentos antimicrobianos constituye una de las mayores amenazas a la salud pública, que está provocando un aumento en las infecciones por neumonía, tuberculosis, salmonelosis y gonorrea.

Pero también es cierto que el uso de antibióticos ha contribuido a elevar la esperanza de vida humana y a controlar infecciones que antes arrasaban comunidades. No puede decirse lo mismo de las pseudoterapias, que incluso niegan la relación causal entre agentes infecciosos y enfermedades. “Tal vez el mayor riesgo que implica el naturismo actual para sus practicantes –reflexiona Méndez Acosta– resida en que, al igual que otras pseudociencias como la homeopatía o la quiropráctica, niega el efecto patógeno de los gérmenes; es decir, no acepta que los microorganismos, bacterias o virus, causen enfermedad alguna”.

Por el contrario, los pilares que sostienen a la medicina moderna –y que le han permitido mejorar su ejercicio– son la teoría microbiana, la patología celular (la idea de que la célula como unidad básica de la vida aloja a la enfermedad), la inmunología, la eficacia (ahora limitada) de los antibióticos, los principios de la anestesia, así como el empleo de herramientas de visualización, desde los rayos X hasta las tomografías.

Ninguna de las pseudoterapias se cimenta en estos puntos cardinales. Entonces, ¿por qué siguen vigentes? José Javier Mendoza explica que muchas de ellas pueden funcionar debido a procesos mentales inconscientes: cuando una persona deposita su esperanza en algo que puede ser potencialmente curativo, disminuye su nivel de estrés y esto, a su vez, genera el efecto placebo que favorece la recuperación de la enfermedad.

Por otro lado, es relativamente fácil propagar falsas creencias basadas no en análisis rigurosos, sino en evidencias anecdóticas. “Siempre hay alguien que dirá que le funcionó la homeopatía o alguna de las pseudoterapias, y otro paciente quizá lo acepte porque no tiene nada que perder”, agrega José Javier Mendoza.

Ante ello, su recomendación es evitar las generalizaciones y fiarse sólo de pruebas y estudios que hayan sido aplicados no a una misma persona, sino a cientos o miles dentro de diferentes grupos de población. “Si nos dicen que algún producto funciona para curar todo, lo más probable es que no sirva para nada”, advierte.

Lo mismo puede aplicarse para revisar de forma crítica todas aquellas terapias que, como la bioenergética, dicen incidir en los flujos de energía vital o corporal para modificar el estado de salud. “No hay nada que pueda funcionar así, salvo la estimulación magnética transcraneal al sistema nervioso central. La comunicación de energía a través de otras vías no tiene ninguna validez científica”, precisa el investigador universitario.

Pseudoterapias: ¿magia a prueba?

Si descontamos el efecto placebo, las medicinas alternativas no parecen ser una opción ni más eficaz, más segura ni más económica que la medicina regular, lo cual echa por tierra otro de los argumentos de sus defensores, que a menudo subrayan los altos costos de los medicamentos o los efectos secundarios de los tratamientos convencionales como motivos para alejarse de ellos.

Por estas razones, Javier Mendoza sostiene que antes de integrar a las otras medicinas a los programas de salud general –no como sustitutos, sino como complementos en los distintos eslabones del cuidado de la salud– es preciso evaluar la utilidad que tienen en sus contextos específicos, además de capacitar a quienes las practican para que puedan referir pacientes a los servicios regulares, como hacen las parteras en México.

Ahora bien: ¿tiene sentido evaluar los fundamentos de aquellos remedios y pseudoterapias cuya estafa ha sido demostrada incesantemente por numerosos estudios científicos? O en todo caso, si algunos de ellos mostraran eficacia terapéutica, ¿seguirían siendo considerados como alternativos? En un artículo de la revista Trends in Molecular Medicine, dos expertos de las universidades de Yale y estatal de Wayne en Detroit, Michigan (Estados Unidos), consideran que hacer este tipo de preguntas carece de sentido, en tanto que equivale a “tratar de demostrar que la magia funciona”.

En un artículo titulado “Análisis clínicos de medicina integrativa: ¿probando si la magia funciona?”, David Gorsky y Steven Novella argumentan que se requiere de una medicina basada en la ciencia. Así, los tratamientos que resulten biológicamente viables podrían avanzar hacia la fase de pruebas clínicas aleatorias con humanos sólo cuando haya suficiente evidencia preclínica que justifique el tiempo, dinero y esfuerzo invertidos. “Estudiar tratamientos altamente inviables es una mala propuesta. Es poco probable que demuestren beneficios y sus proponentes no dejarán de emplearlos aunque los resultados sean negativos. Ese tipo de investigación sólo dará legitimidad a prácticas que de otra forma serían dudosas”, apunta Novella.

Por su parte, Gorsky sostiene que se ha extendido la idea de que “para ser un médico holístico es necesario abrazar pseudoterapias como la homeopatía, el reiki, la medicina tradicional china y otras por el estilo, pero eso es una falsa dicotomía.” Si los sistemas de salud son impersonales y los pacientes son atendidos a toda prisa porque el médico tiene que atender más y más, entonces deben resolverse esos problemas, no recurrir al curanderismo”.

Javier Mendoza reconoce que muchas veces los pacientes “huyen” de los tratamientos convencionales hacia las pseudoterapias porque al médico le falta mejorar su comunicación con ellos. Por tanto, plantea alejarse un poco de la rigidez impuesta por el báculo de Esculapio y acercarse a sus necesidades para paliar el problema: “Ellos no quieren saber cuál tratamiento es más válido o estadísticamente significativo, lo que les interesa es si tendrán algún porcentaje de mejoría con lo que les estoy dando”. La experiencia de Ana María confirma esta apreciación acerca de las pseudoterapias: ahora, cuando escucha que un médico pide a sus pacientes “tener fe” en que una terapia va a funcionar, su respuesta es categórica y definitiva: “No se trata de creer, sino de ver resultados”.

ARRIBA

 

7. Terapia Gestalt: un análisis crítico.

FUENTE: Psicosalud Tenerife

 

 

Reproducimos a continuación un artículo firmado por Sergio García Morilla, integrante de PsicoSalud, Gabinete de Psicología en Tenerife (España).

El presente artículo es un análisis crítico de la Terapia Gestalt donde podrás consultar todas las fuentes originales pinchando los enlaces vinculados. Se ha realizado una profunda revisión de la literatura científica disponible en busca de la evidencia que respalda esta terapia y en función de la misma se sacan una serie de conclusiones sobre su uso. Posteriormente se replican las críticas que este artículo ha suscitado en su primera publicación en Psyciencia, es el apartado que lleva el nombre “Respondiendo a una réplica (Ampliación)”. Espero que sea de tu interés.

¿Qué es la terapia gestalt?

Es difícil encontrar una definición concreta. La Asociación Española de Terapia Gestalt la define como la forma de hacer terapia creada por Fritz Perls (médico neuropsiquiatra y psicoanalista) y su esposa, Laura Posner. La American Psychological Association (APA) la define como uno de los tres tipos de terapia humanista especialmente relevantes, basada en el «holismo organísmico», la importancia de ser consciente del “aquí y ahora” y que cada uno acepte la responsabilidad de sus propios actos.

Tiene una base teórica muy ecléctica que bebe de la filosofía oriental, el psicoanálisis, el psicodrama, la Teoría de la Indiferencia Creativa de S. Friedlander según el cual el comportamiento humano es un proceso de equilibrio entre dos polos opuestos, siendo definida la salud del organismo y su potencial creador como la capacidad de éste de alcanzar el “punto cero”; la Teoría de la Coraza Muscular de W. Reich donde el cuerpo tiene una coraza muscular y existen diferentes zonas de emociones o anillos en los cuales la energía se acumula y se estanca produciendo patologías; la Filosofía Existencial, los Enfoques Fenomenológicos Existenciales y el Sueño Dirigido una técnica basada en el psicoanálisis y en la relajación dinámica que, según sus defensores, permite poner solución a bloqueos psicológicos y crea un proceso de transformación gracias a la simbología de los sueños.

El pensamiento gestalt como tal tiene su origen en la figura de Fritz Perls, a finales de los años 40, y se centra en una perspectiva holística donde dicen integrar las dimensiones múltiples del ser humano: sensorial, intelectual, afectiva, social y espiritual. La terapia presenta un modelo centrado en el aquí y el ahora, donde destaca la importancia de la toma de conciencia, y de distintos aspectos como la integración, la autorrealización y el desarrollo del potencial humano. Sus defensores dicen que es una terapia que ayuda a las personas a plantearse su posicionamiento existencial ante sus vidas, buscando promover una actitud de honestidad, responsabilidad y respeto, así como fomentar un valor de significado sobre la vida y uno mismo.

¿Que nos dicen los estudios sobre la Gestalt?

Es indudable el auge que esta forma de entender y hacer terapia está teniendo. Son muchos los psicólogos que la practican y que defienden su visión. Sin embargo, ¿tenemos pruebas de su eficacia? Al analizar la evidencia disponible hasta este momento nos encontramos con que los estudios de eficacia son escasos y de baja calidad metodológica. Veamos:

1. Existen muy pocos ensayos controlados aleatorizados (ECA) sobre la eficacia de la terapia gestalt y éstos son de muy baja calidad:

Por ejemplo, en un estudio de revisión se encontraron tan sólo 2 ECA: En el primero de Rosner y colaboradores (2000) compararon 21 pacientes con depresión, a los cuales se les aplica terapia de apoyo y expresión en grupo (versión manualizada de terapia gestalt), frente a un grupo control que recibe terapia cognitivo conductual (TCC). Midieron la naturaleza y la intensidad de las emociones, con un seguimiento de 20 semanas. No encontraron diferencias significativas en la aparición de emociones de ira en comparación con la TCC. Como vemos, la muestra es escasa y los autores solo resaltan las diferencias en una medida ¿qué ocurrió con las otras?

En el segundo (Cook, 2000), el tamaño de la muestra es desconocida y se centra en mujeres adolescentes que “se consideran deprimidas”. El tratamiento consiste en una intervención breve en grupo y un periodo de seguimiento de 5 semanas frente a un grupo control en lista de espera. El grupo de terapia gestalt mostró reducción en las escalas de depresión y ansiedad, y mayores puntuaciones en escalas de autoconcepto que en el grupo control.

Otro estudio más actual de Moya, Barranco y Carrascosa (2016) hacen una revisión sobre los niveles de evidencia de la terapia gestalt dentro de la corriente humanista, entre los años 1990 y 2016. En total analizaron 172 estudios con distinto nivel de evidencia, desde metaanálisis de estudios controlados y aleatorizados a estudios de cohorte. Encontraron 7 metaanálisis, 20 revisiones literarias y numerosos estudios controlados, aleatorizados, estudios de cohortes y comparativos.

De todos estos metaanálisis solo se encuentra uno por Schmitz (1995) publicado en alemán, cuyos resultados apoyan la efectividad de la terapia gestalt pero advierten: “no se puede hacer una declaración definitiva sobre las diferencias significativas, la configuración de la terapia individual o las medidas a largo plazo.” Es decir, los resultados no son superiores a no hacer nada.

Merece la pena comentar brevemente el metanálisis de Elliot et al. (2001; 2013) que estudia las psicoterapias humanísticas desde los años 1978 a 2001, y de 2001 a 2013. Observaron que la TCC produce efectos superiores a la terapia gestalt, aunque las diferencias, dicen ellos, desaparecen cuando se tienen en cuenta efectos de la adherencia terapéutica y de los tratamientos alternativos directivos.

2. Las revisiones literarias se basan en medidas cualitativas y estudios de caso siendo más optimistas en sus resultados.

Mendieta (2016) lleva a cabo una revisión literaria sobre 27 revisiones literarias que analizan la terapia gestalt como “medio hacia la recuperación de la función mental y somática”. Encontraron resultados positivos en el tratamiento de trastornos mentales como la depresión (Rude & Bates, 2005; Imes et al., 2002), ansiedad y estrés postraumático (Butollo et al 2016; Balfour, 2013; Imes et al., 2002; Hagl et al., 2015), fobia (McCullough & Andrews, 2001), trastorno de personalidad límite (Knez, Gudelj & Svesko-Visentin, 2013) y trastorno de personalidad esquizoide y paranoide (Llanos, 2010). Así mismo, apunta a un efecto beneficioso de la terapia gestalt en condiciones de tipo físico, como enfermedades crónicas entre las que están la hipertensión arterial (HTA) (De Oliveira & Carneiro, 2015), la enfermedad cardíaca, el cáncer, el dolor de espalda crónico y la artritis reumatoide (Imes et al, 2002), el latigazo cervical (Saferiadis et al. 2016) y el dolor de cabeza crónico Stonnington (Kothari & Davis., 2016).

En todos estos trastornos se destaca que “las técnicas gestálticas crean un clima favorecedor de técnicas de autocuidado”, y se destacan en la revisión aspectos del trabajo del terapeuta gestáltico respecto al cuerpo como: “reconocer las áreas bloqueadas del sí mismo, hacer inteligibles los mensajes del cuerpo físico expresados mediante síntomas somáticos y restablecer los desequilibrios de autorregulación que existen en el organismo, habiendo identificado sus necesidades previamente” (Mendieta, 2016). Se puede acceder a otro resumen del metaanálisis realizado por Elliot y Freire (2008) en el que se afirma que las terapias centradas en la persona, entre las que se encuentra la terapia gestalt, son altamente efectivas. El aporte de pruebas que respalde tal afirmación es otro cantar.

¿Qué conclusiones podemos sacar de los estudios y bibliografía?

Hasta el momento y teniendo en cuenta la evidencia disponible, la terapia gestalt no ha demostrado ser eficaz para ningún problema, trastorno o condición psicológica por varias razones:

- Escasez de estudios de calidad que evalúen la eficacia de la terapia gestalt. Ya hemos visto que apenas existen ensayos controlados aleatorizados (ECA) que como sabemos son uno de los estudios sobre eficacia de más calidad.

- Los estudios presentan deficiencias y limitaciones importantes en su calidad metodológica: Bajos tamaños de las muestras (en algunos casos hasta desconocidos), malos o nulos procesos de aleatorización y uso de grupos control y la escasa o nula concreción en los métodos terapéuticos empleados.

- Dificultades para valorar la metodología de intervención empleada, ya que entre los artículos disponibles, algunos incluyen aproximaciones humanistas globales, mientras que otros utilizan alguna técnica gestalt concreta, encontrándose gran variación entre las intervenciones: terapia expresiva y de apoyo en grupo, terapia breve en grupo, terapia del diálogo con la silla vacía, actividades en grupo, trabajo en grupo centrado en la persona etc.

- Ausencia de una base teórica unificada y sólida en el modelo de la terapia gestalt. Su modelo terapéutico carece de validez clínica real, carece de validez clínica real, falta de rigurosidad y de coordinación en la aplicación de sus métodos terapéuticos.

¿Por qué no hay mejor evidencia en la Terapia Gestalt?

Hay autores que defienden que la terapia gestalt surgió de la necesidad de abordar cuestiones como los estados alterados de conciencia y aspectos humanistas y experienciales que se comportan de maneras poco controlables y predecibles. Para ellos su trabajo no puede ser abarcado por la metodología científica actual: “se trabaja con experiencias y estados de conciencia en los que un modelo fijo de trabajo a nivel terapéutico no es de utilidad” (Naranjo, 1990). Asumir esto es peligroso porque deja demasiado margen a la interpretación, a la ambigüedad, a los sesgos y a la improvisación del terapeuta. Es común observar esta manera de pensar, sobre todo en terapeutas de ramas humanistas, que tienden a hacer un collage que denominan “terapia integradora”, asumiendo que el eclecticismo enriquece, sin entender que muchos aspectos que intentan aunar son incompatibles o incoherentes entre sí.

Algunos autores gestálticos se defienden diciendo que el modelo de psicología basada en la evidencia aplica un criterio influido por el modelo TCC para evaluar la efectividad de una técnica psicológica. No es así, simplemente es la orientación que más se ha preocupado por hacer estudios de eficacia. Argumentan, igualmente, que “una aproximación así impone una sobresimplificación del sistema de la gestalt, y que aunque puede aportar información valiosa, no puede validar o invalidar la efectividad de una práctica terapéutica gestáltica” (Yontef y Jacobs, 2008). Esto podría ser así, si no fuera por el hecho de que los criterios de Chambless y Hollon (1998), los que recomienda la APA para designar el nivel de evidencia son bastante laxos. Aun así, no llegan ni al mínimo. Es decir, la terapia gestalt no llega ni a ofrecer un nivel mínimamente aceptable de investigación sobre su posible eficacia en la práctica clínica.

Conclusiones y reflexiones

La Terapia Gestalt no cuenta con ningún tipo de evidencia para ningún problema o trastorno psicológico. Los estudios realizados son escasos y su calidad metodológica es mala. La dificultad para estudiar los beneficios de una intervención debido a su falta de concreción, sistematicidad, ausencia de protocolos terapéuticos y mezcla de conceptos teóricos e intervenciones clínicas lo ponen muy difícil para saber qué funciona y qué no. Podríamos afirmar sin duda que la terapia gestalt es una forma de pseudoterapia por varias razones:

Presenta un modelo teórico inespecífico, incoherente y ambiguo. Basado en teorías del comportamiento humano que no han sido demostradas o directamente rechazadas por la comunidad científica (como la energía orgónica, la terapia reichiana, los Holones). Mezcla supuestos teóricos del psicoanálisis (Ferenczi, W. Reich, K. Horney) con psicodrama y enfoques filosóficos orientales (como el taoísmo o el budismo Zen), fenomenológicos existenciales, e ideología religiosa. Sin embargo, en su presentación social se muestra como una terapia científica, defensora de un paradigma a la “vanguardia” de la ciencia, el holísmo. Aquí se apropian todo tipo de conceptos y terminología aparentemente científica como las relacionadas con la psicología gestalt (que no es lo mismo que terapia gestalt), el evolucionismo, la teoría de campo de Kurt Lewin y por supuesto la mecánica cuántica, entre otros. El resultado es un batiburrillo de ideas que intentan que suenen científicas, pero que el modelo no consigue integrar –pese a que lo intenta– de manera coherente o consistente y que confunden al usuario. La terapia gestalt es tan abierta a la interpretación, tan subjetiva, que cualquiera –o nadie– puede encontrarle sentido.

El objeto de intervención es igualmente inespecífico o ambiguo. Ya que sin negar la psicopatología no consideran que sea objeto de intervención. Es igualmente complejo concretar y conceptualizar en investigación términos como “el aquí y el ahora” (problema que comparte con el mindfulness), “toma de conciencia”, “darse cuenta o awareness”, “aspectos integrativos”, “autorrealización”, “posicionamiento existencial” y “potencial humano”, entre otros muchos.

En la terapia Gestalt no existen tratamientos protocolizados. Es más, se tiende a evitar preparar o planear en exceso o con antelación un tratamiento o cualquier tipo de intervención. Sus defensores consideran que la terapia evoluciona a medida que avanzan las sesiones, y se orienta hacia la persona y su vida como un ser completo en lugar de intervenciones centradas en sintomatología de manera aislada. Al no haber protocolos de intervención en ningún problema es imposible hacer un análisis pre y post intervención ni en estudios ni en la práctica clínica. Pura subjetividad e improvisación.

Las técnicas terapéuticas utilizada son igualmente inespecíficas, sin evidencia y adquiridas de otros modelos. Por ejemplo, técnicas del psicodrama como la ‘silla vacía’, en la que la persona imagina en la silla vacía a una parte de su personalidad, una persona ausente, un sentimiento o una situación determinada con la que tiene un conflicto, comenzando así un dialogo. Otras técnicas que se suelen realizar son el mindfuness que ayuda a su toma de conciencia, el análisis y técnicas bionergéticas que surgen de la idea de que existen bloqueos energéticos de nuestro cuerpo para acceder a los conflictos latentes no expresados ni resueltos de la persona; la musicoterapia con técnicas concretas como el Inner Sound (terapia de sonido que consigue también crear la expansión o contracción interna necesaria para liberar o integrar bloqueos), o técnicas propias de la terapia regresiva.

Al no contar con una investigación adecuada a sus espaldas tampoco conocen los efectos iatrogénicos de sus intervenciones. Existen voces de alarma sobre los efectos negativos de esta terapia en sus usuarios y el entorno donde se suelen denunciar cambios radicales del comportamiento parecidos a lo que acontecen cuando ingresas en una secta (egocentrismo, anteponiendo deseos personales a las necesidades o deseos de los demás, conflictivos, culpabilizadores, demandantes, antisociales, etc.).

Los terapeutas gestálticos no siempre son psicólogos esto es un importante problema de salud pública ya que este intrusismo profesional (si conoces algún caso por favor denúncialo) supone un peligro para el usuario de estas intervenciones y un desprestigio para la comunidad de psicólogos. A estos últimos son los que expongo esta reflexión: Como profesionales no deberíamos ejercer esta terapia por la falta absoluta de evidencia que la respalde. Recordemos que “…el/la Psicólogo/a no utilizará medios o procedimientos que no se hallen suficientemente contrastados…” (Artículo 18º del código deontológico de psicología) y su ejercicio profesional “…no deberá ser mezclado, ni en la práctica, ni en su presentación pública, con otros procedimientos y prácticas ajenos al fundamento científico de la psicología” (Artículo 21º).

Sueño con el día en que los colegios oficiales de psicología defiendan con contundencia una psicología rigurosa y científica, y prohíban la pseudociencia desde el corazón mismo de nuestras instituciones. Sueño con el día en que la psicología sea psicología y no psicologías alternativas.

Respondiendo a una réplica (ampliación)

Como comenté al comienzo, la publicación del artículo suscito muchos comentarios y críticas de los defensores de la gestalt y la autora de alguna de las referencias que cito en el mismo a favor de esta terapia y columnista de Psyciencia escribió una réplica titulada “La Terapia Gestalt no es una pseudociencia ni una mala ciencia“. Me gustaría dedicar un pequeño análisis a este artículo de “réplica” porque es muy representativo de lo que ocurre en algunas ramas de la psicología cuando analizas críticamente algo.

Para empezar la autora no enlaza estudios que respalden sus argumentos. El único estudio al que hace referencia es un metanálisis de principio de los años ochenta que concluye que “no hay evidencia de que los beneficios de la psicoterapia sean mayores que los del tratamiento con placebo“. Mucho ha cambiado la investigación en estos últimos 35 años como para poner este estudio como ejemplo de “muchos trabajos científicos metodológicamente correctos“. No hay más que dejarse caer por la base de datos de la Cochrane, NICE o la misma APA para ver cómo ha cambiado el panorama.

El recurrir a este estudio se entiende mejor cuando lo que quiere dejar claro la autora es que a pesar de estos resultados (los del estudio que cita) “no me siento agredida, dejo de creer en los beneficios de mi trabajo como terapeuta gestalt, ni tampoco se me ocurre iniciar una cruzada para desprestigiar la metodología científica de unos trabajos por mucho que estos cuestionen la utilidad de mi actividad profesional“. Los que defendemos la psicología basada en evidencia o en pruebas no nos sentimos tampoco agredidos solo que buscamos las últimas y mejores investigaciones que pretenden legitimar tratamientos, técnicas y teorías (sin importar su orientación o modelo) que presenten suficientes pruebas empíricas de calidad que respalden sus resultados.

Lo que más me llama la atención de esta réplica es que comienza diciendo que mi artículo está basado en “dictámenes descalificadores fundamentados en planteamientos encorsetados de quienes esgrimen la metodología científica como único marchamo de calidad para ponderar una terapia psicológica“. La pregunta que rápidamente te viene a la mente es: ¿existe una forma mejor de valorar la calidad de una intervención? ¿Si no es mediante el método científico, cómo pretende la autora valorar la efectividad/eficiencia de una terapia? ¿Quizás con “a mis pacientes le funcionan”, “a mí me funciona” o “hay muchas personas que saben mucho que les funciona”?

Sin embargo continua diciendo: “y sobre todo quienes niegan validez y metodología científica a cualquier psicoterapia que no se ajuste al racionalismo de la terapia cognitivo-conductual (TCC).” Primero niega la validez del método científico para valorar la terapia gestalt e inmediatamente después dice que quien niega la validez y metodología son los defensores de la TCC”. Hay que aclarar que el movimiento de la psicología basada en la evidencia o en pruebas (PBE) es un modelo metodológico, no se casa con ninguna aproximación, no son defensores de la TCC, solo importa la calidad de las pruebas que los investigadores puedan aportar.

En los siguientes párrafos podemos observar como la autora equipara PBE a TCC, habla de “cliché monotemático”. Y después entra en una serie de aspectos hace años superados como que “la terapia cognitiva sublima a la razón frente a las emociones” (nótese el referente psicodinámico en la sublimación), “que las personas sufren por la interpretación que se realizan de los sucesos y no por estos en sí mismos” y una serie de afirmaciones que hablan más de Epicteto que de la TCC actual.

La autora afirma que la terapia cognitiva es la única avalada por la metodología científica dejando entrever una suerte de monopolio, como si los investigadores fueran todos TCC y solo quisieran comprobar sus teorías y expulsar a los otros. Solo tiene que ver las guías de práctica clínica y observar como otras aproximaciones como la terapia de conducta, la terapia dialéctica conductual, la terapia sistémica o la terapia centrada en las emociones entre otras cuentan con cierto respaldo de investigación.

La creencia en este monopolio de los investigadores TCC lo refleja cuando dice que ellos “execran a cualquier otra terapia psicológica e incluyen a la terapia gestalt en el mismo saco que las falsas terapias considerándola una pseudociencia, porque tienen un “rechazo obsesivo, a un absoluto desconocimiento de la TG, a una jactanciosa soberbia de creerse en posesión de la verdad, o también al frecuente vicio de la generalización basada en la ignorancia.” Así tal cual. Si presentas un análisis con estudios y referencias vinculadas, cuando te haces eco de lo que las guías de práctica clínica recomiendan como intervención eficaz execras a los demás, eres soberbio, generalista e ignorante. Lo único que puede explicar este tipo de pensamiento conspiranoico es la ignorancia del proceso en la que se basa la psicología basada en evidencia o la metodología de investigación más elemental.

Posteriormente recurre al argumento de autoridad: “la terapia gestalt cuenta a nivel internacional con eminentes personalidades de reconocido prestigio”, cita a una serie de personas y prosigue; ” cuyos artículos, libros y trayectoria académica hablan por sí solos del prestigio de una terapia seria, eficaz y con un marco teórico que nada tiene de «mala ciencia» como algunos detractores preconizan”. Si eso es así, ¿por qué no hay evidencia de eficacia para ningún problema psicológico en toda la literatura científica? ¿Por qué los estudios que hay metodológicamente son malos? ¿Por qué no existen protocolos de intervención para ningún problema?

La autora al menos dice compartir mi opinión respecto a que «los estudios de eficacia de la TG son escasos y de baja calidad metodológica» y reconoce que “la terapia gestalt mostró muy escaso interés por la realización de artículos científicos que validaran a esta terapia”. Vuelve a equivocarse en el argumento en que la Terapia Cognitivo Conductual “es el único tipo de psicoterapia cuyos resultados son validados por el método científico“. No es cierto, nuevamente tenemos la EMDR para el trastorno de estrés postraumático o la terapia familiar para Anorexia Nerviosa, entre otras muchas.

En el siguiente párrafo afirma que la Terapia Cognitivo Conductual es el único tipo de psicoterapia cuyos resultados son validados por el método científico. Continúa “se entiende que la eficacia de la TCC tiene el aval de gran cantidad de trabajos clínicos realizados con pacientes, algo que escaseó (y sigue escaseando) en la terapia gestalt y que ha condicionado que adolezca del aval científico del que tanto alardea la TCC” ¿Que tanto alardea la TCC? ¿En serio? ¿Alardear de aval científico es hacer ver que es necesario este camino para hacer una psicología con más rigor? Y continúa: “pero no es motivo suficiente para negar de pleno su eficacia y validez como terapia, que la tiene, tanto como contrastada está por la evidencia clínica.” ¿Pero dónde está esa evidencia? ¿Es usted capaz de referenciarla para que todos nosotros podamos comprobar ese argumento más allá del yo creo que funciona o hay montón de autores muy buenos trabajando y escribiendo libros?

Y el sumun de la conspiranoia monotemática de los malvados investigadores de la TCC viene aquí: “La inadvertencia de los psicoterapeutas de la gestalt para realizar y publicar trabajos ajustados al método científico que validen lo que la práctica clínica confirma, se ha utilizado como un arma arrojadiza por el sector más radical de la TCC en un intento de apropiarse en exclusiva de la psicología clínica.” El argumento es buenísimo, primero reconoce que los psicoterapeutas gestálticos han pasado totalmente de realizar y publicar trabajos ajustados al método científico y que por eso los “hooligans” de la TCC arremeten contra ellos para apropiarse en exclusiva de la psicología clínica. Realmente bueno. Los malos son los TCC no nosotros que pasamos de hacer ese engorroso trabajo que supone la investigación científica con metodología de calidad y exigimos que se nos acepte de la misma manera. Aquí todo vale. Los malos son los TCC y no nosotros que violamos sistemáticamente los artículos 18 y 21 del código deontológico de nuestra profesión. Por favor, que pare ya esta caza de brujas a los pobres gestálticos.

En fin, sigamos, porque la cosa no acaba aquí. La autora dice que “censurar la «tremenda variación en la técnica o metodología de gestalt aplicada» no es un argumento de consistencia para incapacitar a la terapia gestalt, ni para desautorizar a ninguna disciplina, pues las discrepancias son muestras de la pluralidad de criterios, pero no premisas de las que se concluya que todo lo que se aleje de una tendencia debe condenarse como anatema o pseudociencia”. A ver, nadie está censurando, se analiza. Cuando se critica la tremenda variación técnica es por lo que muchos autores de metaanálisis advierten: una incapacidad de poder valorar la metodología de trabajo empleada en un problema en concreto. Esto unido a la ausencia de protocolos de actuación porque los terapeutas gestálicos lo consideran innecesario y la falta de concreción hace imposible su adecuado estudio.

El texto continua hablando de las escuelas de la gestalt (no sé muy bien por qué), para volver al discurso de que los terapeutas gestalt “sean descalificados por la ortodoxia omnisciente de sus compañeros de profesión quienes los tildan de acientíficos adscritos a una pseudociencia.” Prácticamente sitúa a la TCC como la Iglesia inquisitorial y ortodoxa que persigue e intenta excomulgar, o algo peor, a los avanzados e incomprendidos terapeutas gestálticos.

Cuidado que vienen curvas, la autora continúa: “Seamos claros y valientes. Yo al menos voy a serlo, como también seré crítica al manifestar que el método científico no puede —ni debe— ser utilizado como patente de corso para validar cualquier práctica —sea la que sea— ” Así tal cual. Y sigue: “sin antes reconocer que es un método susceptible de falibilidad, subjetividades en su interpretación, manipulación y sometimiento a intereses ajenos a la ciencia como, por ejemplo, los intereses económicos.” ¡Toma ya! La autora tira de los problemas relacionados con la investigación (conflicto de intereses o sesgo de publicación) para decir que no puede ni debe ser utilizado el método científico para validar cualquier práctica. Los problemas que cita tienen que ver con hacer mala ciencia, utilizar de forma inadecuada la metodología no con el método científico en sí mismo. Este es una forma de pensar, de acercarse al conocimiento. Cambiante, falsable, en constante evolución. Nunca se habla de la Verdad si no de lo que se sabe hasta este momento basado en las pruebas. La ciencia no es ni de lejos perfecta, pero es la mejor forma que tenemos de conocer nuestro mundo y a nosotros mismos.

La autora cambia su argumentación y alude a la similitud entre psiquiatría y psicología ya que en ambas no se conocen los mecanismos de acción de sus intervenciones terapéuticas. No podemos comparar las dudas respecto a los mecanismos de acción que relacionan ciertos neurotransmisores y trastornos psicológicos concretos con las teorías que defiende la gestalt como la coraza muscular, los bloqueos psicológicos, etc., que sabemos que son falsas. La crítica a la terapia gestalt no se le hace sobre sus mecanismos de acción porque, lamentablemente, la mayor parte de la investigación no se centra en eso. Se la critica porque no cumple los estándares mínimos para considerarse una disciplina científica (modelo teórico coherente y consistente con el resto del corpus científico, objeto de estudio concreto y bien conceptualizado, metodología de investigación rigurosa y de calidad entre otros)

La terapia gestalt no cumple con ninguno de estos criterios pero no se le puede criticar ya que si lo haces se lo toman como un ataque personal. No es así. Se analiza y se critica una idea no a las personas que lo hacen. La psicología es una ciencia, en sus primeros estadios, inmadura quizás pero una ciencia y como tal convive en su origen con parcelas de su conocimiento que no son rigurosos (la química tenía la alquimia o la astronomía la astrología) Nuestro deber como psicólogos es cribar, depurar y afinar nuestro corpus teórico y nuestras intervenciones y para eso debemos estudiar en profundidad y ser autocríticos. Eso es la ciencia, autocrítica, evolución y conocimiento gradual de nuestra disciplina.

Cuando pones en marcha este proceso siempre están los que se ofenden y dicen que es “emprender un ataque contra alguien o algo que no esté en sintonía con las propias directrices y convicciones“, un ataque que según ella “parte de la soberbia de creerse en posesión de la verdad desde un sectarismo que valora la validación, la metodología y la estructura del procedimiento por encima de los resultados obtenidos en el bienestar del paciente.” No compañera, no es así. Que en investigación sea tremendamente importante probar las cosas lo único que busca no es la “posesión de la verdad”, busca garantizar el bienestar de los pacientes/usuarios y que los psicólogos que realizan la intervención cuenten con las mejores herramientas disponibles para su ejercicio profesional respetando y cumpliendo el código deontológico.

Por último la autora acaba diciendo: “La no demostración de la eficacia de un procedimiento terapéutico no implica que éste sea ineficaz y aún menos una pseudociencia.” Totalmente de acuerdo, aunque este es un argumento típico de las personas que no quieren demostrar sus teorías mediante la investigación. Continúa diciendo “Si la terapia cognitivo conductual hubiera prescindido de publicar trabajos científicos en las décadas precedente y hoy siguiera siendo tal cual es, no por ello se convertiría en una mala praxis falaz, engañosa o peligrosa. Del mismo modo, que la terapia gestalt no se prodigara en publicar artículos, no es razón para tildarla de pseudociencia.” La diferencia está en que desde el principio, hace más de medio siglo, la TCC tuvo un tremendo interés en comprobar sus postulados y sus técnicas mediante la investigación y la terapia gestalt a día de hoy todavía no lo considera necesario.

En resumen la terapia gestáltica se puede considerar pseudocientífica porque quiere hacer pasar por científico aspectos de su teoría y técnica que no lo son y tiene una fuerte tendencia acientífica en la negación de la investigación científica para probar sus postulados e intervenciones. La autora reconoce que hay pocos estudios y de baja calidad en la terapia gestalt y solamente se sitúa en la argumentación que la TCC se aprovecha para atacar la terapia por estas deficiencias y porque quiere el monopolio de la psicología clínica. Espero que en el futuro cuando alguien analiza críticamente una aproximación (cosa muy sana si de ciencia estamos hablando) esto no implique, como dice la autora, “iniciar una cruzada para desprestigiar la metodología científica de unos trabajos por mucho que estos cuestionen la utilidad de mi actividad profesional.” Y de esta forma centrarnos en lo importante: la calidad asistencial a nuestros pacientes/usuarios.

ARRIBA

 

8. La terapia Doman-Delacato, nociva para los niños con daño cerebral adquirido.

FUENTE: Jot Down

 

 

El portal español Jot Down ha publicado un artículo titulado “Famosos, pseudoterapias y un cantante de rancheras”, escrito por Alberto García-Salido. Por su interés, lo reproducimos a continuación

Si tomáramos un famoso al azar, por ejemplo, qué sé yo, a Bertín Osborne, y le preguntáramos qué es el «factor h» obtendríamos probablemente una cara de sorpresa, como poco. Puede, que por eso de decir algo, terminara elucubrando que nos referimos al próximo reality cocinado a fuego lento para el éxito. Pero no.

La proyección de los famosos

Para todo investigador, es decir aquel que basa su trabajo no solo en decir que algo funciona u ocurre sino en demostrarlo, el «factor h» es un valor numérico que permite conocer de forma más o menos objetiva el impacto de sus publicaciones y trabajos. Los científicos, individuos profesionales en lo suyo y con mucho «factor h» del bueno, del de verdad, no acostumbran a aparecer en televisión o radio ni ocupan portadas y columnas de algunos periódicos o revistas del corazón. Sabemos que un discurso sin voz puede ser perfecto, pero si no suena no se oye.

De este modo ese impacto invisible se ve en ocasiones engullido por la opinión e impresiones de gente sin base científica. Gente famosa. Gente por ejemplo con un programa de televisión o con muchos seguidores en Instagram que visibiliza terapias y otras excelencias que pueden cambiar, a peor, la vida de determinadas personas. Cae así rendida a un lado la evidencia golpeada por alguien que sabe hablar delante de un micrófono o que atraviesa la cámara con ojos de saber de lo que habla.

Los famosos tienen impacto en la vida de la gente. Son un ejemplo de lo que brilla. Influyen sobre nosotros cuando explican sus dietas, sus viajes o sus nuevos tratamientos de lo que sea. No poseen «factor h» pero abruman con otro tipo de impacto. Es por eso que antes de seguir, y para que nadie confunda a partir de ahora en este texto a un científico con un famoso, utilizaré una denominación particular del impacto de una celebridad hablando de cosas que atañen a la salud o la vida: el «factor f» del famoso (pido perdón por el juego de palabras).

Este «factor f» puede hacer que cambies de banco, que te quites el gluten de la dieta o que decidas probar o abandonar un tratamiento determinado. A propósito de esto último, nadie más dispuesto a probar cualquier cosa que quien sufre una enfermedad limitante o sin cura en el momento actual. En ellos el «factor f» tiene en ocasiones demasiado fácil hacer diana.

La relación de algunos famosos y las pseudoterapias es más que conocida. No la estamos descubriendo en estos párrafos. Las redes sociales han permitido un continuo en el que su vida, y sus cosas particulares, se comparten. Además, el fácil acceso del que disponen a los medios de comunicación les permite realizar afirmaciones sobre la vida, las cosas del comer, las del querer y las de la salud desde un altar estupendo. Ellos, en su distancia, se permiten jugar con determinadas actitudes extrañas creyendo que no solo es lo mejor sino que además dan ejemplo.

Ahí tenemos a Gwyneth Paltrow, con más trucos que un mago, o a la familia real británica hablando maravillas de su homeópata de cabecera… hasta que se ponen enfermos de verdad. Tampoco se escapan los deportistas de élite como por ejemplo Diego Costa. El de Lagarto, lugar donde nació, se fue a Serbia en 2014 para inyectarse placenta de yegua y llegar como nuevo a la final de la Champions. Lo mismo al tiempo estaba Sergio Ramos haciendo una interconsulta a la «Virgen del Mayor Dolor y Traspaso» para asegurarse marcar un gol en el descuento, quién sabe. El caso es que Diego Costa duró diez minutos en el campo y aquello de la yegua quedó en una anécdota que todavía sonroja a los traumatólogos. Lo de Sergio Ramos le ha llevado hasta a tirar los penaltis como Panenka, será que la interconsulta venía con intereses.

En otros casos los famosos o sus familiares sufren enfermedades, tal y como ocurre con el resto de los mortales. En esa situación, y aunque disponen generalmente de más recursos que el ciudadano medio, optan a veces por equivocarse sin saberlo. Un ejemplo prototípico es el de Steve Jobs y su cáncer de páncreas. Al diagnóstico operable, y por lo tanto curable. Pero decidió no escuchar a sus médicos e ignorar a su mujer y amigos. Alguien le convenció para abordar el problema de otra manera.

Los errores saben de disfraces y conversaciones profundas. Él debió tener más de una charla con alguien que cambió su dieta, modificó ciertos hábitos de su vida y acabó con sus posibilidades de curación. No le salieron las cuentas. Jobs no quiso escuchar y cuando lo hizo terminó siendo tarde. Los capítulos dedicados a esto por Walter Isaacson en su biografía son un ejemplo terrible pero matemático.

También nos encontramos con casos en los que no se desprecia la medicina científica, sino que se opta por creer que más allá de la frontera de nuestro país se hacen mejor las cosas. Con esto no quiero decir que aquí en España tengamos la mejor medicina del mundo, que también tenemos nuestros remiendos, con esto quiero decir que en España tenemos la mejor medicina que en el momento actual se puede hacer.

Cuando un famoso se marcha a otro país para tratarse de determinadas enfermedades porque «aquí no se puede» se debe aclarar que generalmente sí que se puede. Lo que ocurre es que el famoso en cuestión o no lo sabía o no se lo han contado o directamente no ha querido hacerlo aquí. Cada uno debe actuar como desea, obviamente, pero el «factor f» aporta en este caso una mezcla agitada y revuelta de desconocimiento que quizá traduzca mensajes equivocados. Y es en este momento cuando regresamos a Bertín.

El daño cerebral adquirido en los niños

Como es conocido Bertín tiene un hijo con daño cerebral adquirido. Una putada, con perdón. Como es lógico todo padre en una situación como esa busca lo mejor para su hijo. Se aplica así un principio de benevolencia que en ocasiones no se corresponde con otro principio: el de beneficencia. El objetivo debe ser no solo querer el bien sino también lograrlo. No es tan sencillo como parece y la distancia entre las dos cosas, buscar el bien y lograrlo, puede ser enorme y hasta tender a infinito. Uno de los trabajos de los buenos médicos es decir la verdad aunque no coincida con lo que el enfermo o su familia creen o quieren creer. Hacer ver a un padre o una madre esa distancia entre lo que proponen y la realidad es sin duda complejo pero también es justo y necesario. Pocas cosas más peligrosas que un médico que calla para dejar que pasen los días. Si hace eso con la información puede terminar haciéndolo también con las expectativas.

En nuestro país la atención al daño cerebral adquirido en la población infantil es muy escasa. La capacidad de recuperación de los niños es amplia y no iniciarla de forma precoz es hacer cicatriz en las posibilidades de mejora. Los recursos de atención temprana son o casi inexistentes o muestran mucho tiempo de espera al encontrarse las unidades especializadas sobrecargadas. Eso convierte a muchos padres en verdaderos cazatratamientos que por nuevos o distintos permitan la mejora de sus hijos. El objetivo muchas veces no es recuperar completamente la función perdida o dañada, se pelea por lograr pequeños avances que sumados permitan cierto grado de independencia. Si hay un caldo de cultivo idóneo para que el «factor f» tenga efecto es en grupos de pacientes como estos. Constituyen además una oportunidad de negocio. La esperanza, que es el motor que mueve a muchas de estas familias, se convierte en cheque al portador y siempre hay alguien que quiere cobrarlo. Siempre.

En el caso de Bertín su «factor f» ha traído a España una terapia para niños con daño cerebral. Con origen en Estados Unidos, esta terapia es recomendada por algunas personas desde su fundación. Recuerden, ya dijimos que estar más allá de la frontera viste mucho cualquier tratamiento. Se trata de una terapia obsoleta y dañina desde el punto de vista sanitario, económico y emocional que ha visitado medios de comunicación, ayuntamientos y reportajes obteniendo una publicidad estupenda. Muchas familias se han visto atraídas y muchas familias han visto que cambiaba su vida pero no como esperaban. Para llevarla a cabo los padres, y sus hijos, primero tienen que ir a Italia para ser aceptados. Después deben viajar al origen de todo, Estados Unidos, donde recibirán las instrucciones necesarias para llevarla a cabo. Todo eso a costa de su tiempo, su dinero y la salud de sus hijos. La hipoteca más cara del mundo. Es por eso que merece la pena realizar un pequeño viaje al interior de esta terapia. Vayan preparados porque está oscuro, hace frío y no descarto que tengan que retirar de vez en cuando la mirada.

La terapia a la que nos referimos es la terapia Doman-Delacato. También se conoce como la terapia Philadelphia dado que es allí donde se encuentra su origen. Como pueden imaginar su nombre es producto de la suma de sus creadores. Los señores Glen Doman, fisioterapeuta, y Carl Delacato, psicólogo educativo. Ambos eran jóvenes en un momento en el que el neurodesarrollo era aún un vacío por describir. La tierra de las oportunidades para la gente con ideas. Así en el año 1955 crean «Los Institutos para el Logro del Potencial Humano» (IAHP). Creo que no es necesario explicar mucho acerca de lo que se proponían si leemos con atención el nombre que le pusieron a su lugar de trabajo.

¿Recuerdan haber escuchado que todos los niños podían ser como Einstein con un abordaje determinado? Pues Doman, creador del IAHP, se hizo un poquito de oro vendiendo libros con eso. En ese instituto se vinieron arriba y lo malo, o lo peor, es que todavía no se han bajado. De este modo, y como algo ineludible, en 1960 dan a conocer un método para mejorar el estado de los niños con daño cerebral de cualquier tipo. Como se hace con los barcos hicieron partir su método desde un puerto rimbombante y con el cielo lleno de confeti. Lo malo de algunos barcos es que no llegan a puerto y el capitán salta por la borda, porque se va a pique, antes de que se den cuenta los viajeros.

Se puede resumir su hipótesis terapéutica en cuatro puntos fundamentales. El primero de ellos está basado en las ideas del neurofisiólogo Temple Fay. El señor Fay explicaba el neurodesarrollo desde un concepto muy de Jumanji: la «filogenia ontogenia recapitulada» o «teoría de la recapitulación». Según este señor el cerebro del ser humano se desarrolla navegando de forma lineal las diversas etapas «animales» que de algún modo nos conforman. Es decir, que en teoría hacemos un flash-forward desde la fase de pez pasando por los reptiles y algunos mamíferos hasta llegar ser como somos, bípedos como un humano. Este razonamiento en los sesenta encontraba su público, pero en el momento actual está más que superado y resulta ya obsoleto. Si tienen un niño cerca dudo mucho que lo hayan visto primero mover las piernas como si fuera una salmón a contracorriente para después reptar como la serpiente de Voldemort, Nagini. Por suerte generalmente somos mucho más complejos. Fíjense que he escrito generalmente.

En segundo lugar añaden al zoo descrito la repetición. Los autores indican que mediante la repetición de movimientos o sonidos se podrían «despertar» las regiones afectadas y por lo tanto su reflejo en el sistema nervioso central. Para ello no solo trabajan haciendo movimientos reiterados sino que también bloquean aquellas regiones que sí se mueven con normalidad. Es decir, si un niño tiene una parálisis o rigidez (espasticidad) de la pierna izquierda lo que se opta es por bloquear la pierna derecha para así recuperar el miembro afectado. Algo nada frustrante y doloroso para el niño, pero al revés. Esta repeticiones con bloqueo se deben realizar por al menos cuatro o cinco personas y atando o sosteniendo al niño como se precise. Según los creadores no sería efectiva de otra manera.

También se debe llevar a cabo varias veces a lo largo del día. Pero ahí no acaba esta tortura disimulada, esperen. Para lograr esa estimulación no solo vale el bloqueo, si la cosa está muy dormida se pueden añadir estímulos dolorosos como un estropajo, pequeñas cucharadas de agua hirviendo o una trompeta en el oído. Lo de la trompeta, aclaro, es porque aseguran que así se puede recuperar la audición en el caso de que esté afectada. Ahora piensen en niños sujetos para lograr el estímulo de aquellas regiones que no mueven con normalidad. Niños sujetos y estimulados por sus padres. Es sobrecogedor para los niños y para los padres. En los años ochenta la Academia Americana de Pediatría publicó varios documentos dejando claro que esto no llevaba a ningún sitio. Yo no había nacido y ya estas prácticas deberían haberse abandonado. Y aquí me tienen escribiendo sobre ello en un presente maravilloso. A veces es terrible descubrir que hay cosas que no han cambiado, ¿verdad?

En tercer lugar los terapeutas, o lo que sean, proponen la retirada de todos los fármacos a estos niños. Críos con espasticidad, trastornos del sueño o epilepsias en ocasiones complejas. Su argumento es aplastante: hay que dejar al cerebro libre de influencias para que muestre su potencial. Que muestre dolor, insomnio o crisis convulsivas de repetición parece que no les importa mucho. La palabra potencial es lo que tiene. Sobre las convulsiones llegan a afirmar que resultan una defensa natural para el cerebro y que por lo tanto no son directamente perjudiciales. Que haya gente que afirme eso, que lo explique y que se lo crea es terrible. Como un pirómano hablando de las bondades del fuego. Pero no se quedan ahí. Aunque con tres patas hay mesas que no se caen ellos requieren de una cuarta para dejar armada su práctica.

Como cuarto y último fundamento he dejado aquel que creo es más extravagante y peligroso. Los señores Doman-Delacato defienden la utilidad del dióxido de carbono como herramienta para mejorar la perfusión del cerebro de un niño enfermo. Lo explico un poco. Nuestro cerebro, como órgano importante que es, tiene una capacidad peculiar y fundamental en cuanto al aporte de sangre y oxígeno se refiere. Se autorregula, es capaz de gestionar el flujo sanguíneo que recibe para así asegurarse estar siempre en las mejores condiciones. Sabe que es un privilegiado y se gestiona como tal. Por ejemplo, en situaciones de tensión arterial baja será capaz de modificar el estado de sus vasos sanguíneos o la tensión arterial a través del latido cardiaco para no quedarse sin gasolina. Usted podrá estar pálido pero notará que el corazón comienza a latir fuerte. Eso no es para avisarle, es para que el cerebro no pase frío o cosas peores. La cara pálida pero las neuronas bien perfundidas es un mantra ahí arriba.

Una de las sustancias que participa en eso es el dióxido de carbono. Si el dióxido de carbono sube los vasos sanguíneos del cerebro se dilatan, si baja lo contrario. Entender esto es fundamental para comprender el homenaje al marqués de Sade que viene a continuación. En la terapia Doman-Delacato lo que se defiende es el efecto beneficioso sobre las neuronas del incremento de flujo sanguíneo cerebral mediante la vasodilatación. Este incremento se logra a través del dióxido de carbono. Como su aumento provoca más flujo de sangre al cerebro, asumen que esto será bueno para mejorar su estado. Asumen terriblemente mal, aclaro. ¿Cómo logran esto? Retirando el tratamiento para las convulsiones o haciendo a los niños respirar en el interior de una bolsa para que retengan dióxido de carbono en su sangre. Pueden volver a leer la oración anterior, no me he equivocado. Bolsa y niños respirando en su interior. Sería un remedo de lo que hacía el personaje de Sigourney Weaver en Copycat, donde para tratar sus ataques de ansiedad por agorafobia respiraba en una bolsa de papel hasta perder el conocimiento. Ahora piensen en plantear a un padre hacer algo así. Esa es otra película, pero esta vez de terror.

En resumen, estos cuatro pilares fundamentan la terapia Doman-Delacato. Reconozco que da vértigo mirar hacia atrás para echar un vistazo. Animales, repeticiones, quitar fármacos y respirar dióxido de carbono. Nada de ello ha demostrado utilidad. Como comentamos esta terapia zarpa en los años sesenta. Si en el momento actual buscamos trabajos que demuestren su utilidad no encontramos ninguno. Es una terapia que hoy navega aun estando ya hundida. Pero no se queda ahí. Reclama a los padres unos recursos económicos que en muchos casos derivan en situaciones precarias. Al tiempo les obliga a convertirse en cuidadores profesionales de sus hijos. Drena los recursos monetarios y emocionales. Hace daño en el daño. Y si no hay mejora, si no hay cambios, solo hay culpa en quien realiza de forma inadecuada lo que ellos les recomiendan allí en el lugar donde se alzan los IAHP. Por supuesto no se puede replicar porque toda la responsabilidad recae en los padres y no en profesionales. Es una red bien tejida que deja escapar la evidencia, pero no los beneficios de vender algo que no funciona.

Probablemente Bertín y su fundación ignoren o no comprendan del todo lo que supone defender una terapia así. Quizá solo ven lo que tiene alrededor, sus circunstancias, y no se han planteado nunca mirar más allá. Pero su «factor f» ha permitido la llegada de esta terapia a nuestro país. Padres que escuchan a alguien famoso, con cierto carisma, con una vivencia similar y que les asegura que funciona. Ahí está el impacto. Ayuntamientos que abren sus puertas para que defensores de este abordaje cuenten las maravillas de lo que no se ve. Porque siempre es sencillo hablar en condicional y decir que todo va a ir a mejor con lo que suena bien. Sencillo pero muy injusto para los que luego tienen que peregrinar a ninguna parte. Los famosos, con su «factor f», disponen de un valor maravilloso cuando transmiten mensajes adecuados y bellos. Pero se transforman en un peligro cuando alimentan bulos o falsos tratamientos.

Este texto no se dirige contra nadie, obviamente, pero sí contra algo. Es muy sencillo opinar sobre salud cuando no sabes lo que ocurre al otro lado de tu discurso. Las caras conocidas, los dueños del «factor f», poseen la capacidad de comunicar y llegar a la gente, algo de lo que no disponen muchos científicos o profesionales sanitarios. Tienen una responsabilidad real en no confundir a familias o enfermos que habitan en la esperanza mientras buscan una luz que les permita seguir hacia delante. Muchas veces esa luz viene de una pantalla de móvil, de una radio o de una televisión. Ellos deben saber que sus palabras no se las lleva el viento por mucho que las digan mientras sonríen. Que no es cuestión de buscar culpables, pero tampoco está demás que alguien de vez en cuando les deje al menos por escrito las consecuencias.

ARRIBA

 

9. Un hospital de Chile incorpora el reiki como “terapia alternativa y complementaria”.

FUENTE: Cooperativa

 

 

El Hospital San Juan de Dios de Los Andes (Hosla), en Chile, implementó el reiki como una terapia alternativa y complementaria a los tratamientos médicos que se realizan a los pacientes del recinto asistencial. Según leemos en Cooperativa, Alexandra Zamora, enfermera del Consultorio del Hosla, explicó que para poder otorgar esta prestación se cuenta con todas las aprobaciones ministeriales, de la autoridad sanitaria y por supuesto de la Dirección del establecimiento.

La terapia complementaria se implementó en octubre pasado y, desde entonces, muchas personas han buscado esta alternativa a sus tratamientos, tal como detalló el hospital de la Región de Valparaíso el pasado 22 de febrero, y precisó que aún hay cupos disponibles. El reiki, explica la terapeuta holística Maritza Aracena, “es una técnica de canalización y transmisión de energía vital a través de la imposición de manos. En el cuerpo humano existen centros de energía llamados chakras, que absorben energía y la transmiten, pero con frecuencia, y por distintos motivos, estos centros energéticos se cierran o desequilibran, llegando a provocar enfermedad”.

Es así que el reiki “ayuda a equilibrar y estabilizar estos desequilibrios energéticos de los chakras. No se enfoca en suprimir la patología o enfermedad, sino en recuperar el estado natural de equilibrio que produce bienestar y felicidad”, acota. Un caso de éxito que presentan es el de Elsa Alarcón, quien está en lista de espera para que le instalen una prótesis de cadera. Según cuenta el hospital, en octubre comenzó con esta terapia y, a la fecha, ya puede desplazarse sin la necesidad de muletas, después de que fueran disminuyendo los dolores. El Hospital de Los Andes destaca que el reiki es una de las terapias reconocidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud desde 2005.

ARRIBA

 

10. Puerto Rico: una terapeuta asegura sanar a los perros mediante el reiki.

FUENTE: El Vocero de Puerto Rico

 

 

Eve Torres, fundadora de Holy Doggie, se dedica hace aproximadamente un año a entrenar y a sanar el campo energético de los perros a través del reiki. “Holy Doggie es un proyecto, que busca sanar la relación de los humanos o los guardianes con sus perritos”, explicó Torres a El Vocero de Puerto Rico. Eve siempre fue amante de los animales y en 2016 rescató a su perro Nose, al que le ayudó a mejorar su comportamiento mediante el reiki. “Él me salvó la vida a mí”, dijo Eve sobre su perro que rescató tras haber sido atropellado en la avenida Baldorioty.

El proyecto surge después de que Torres renunciara a su empleo como publicista y comenzara a buscar lo que verdaderamente la llenaba. Torres se certificó como entrenadora de perros y está en el segundo nivel del reiki, que es una manera de canalizar la energía del universo a otro ser. Torres es fiel creyente de que nuestros perros son un reflejo de nuestra energía.

“Si no está balanceado, el perro se va a portar mal. Pero es un reflejo de las actividades que tú haces o no haces con él y de tus energías también. Si tú eres una persona bien ansiosa, y tienes un perro de 85 libras créeme que va a ser un desastre”, indicó Torres. Por las manos de Eve han pasado un sin número de perros que han mejorado su comportamiento gracias al reiki y a las otras técnicas de sanación que utiliza la entrenadora.

Uno de los casos que más ha impactado a Torres es el de un perro que después de haber sufrido una caída, su familia lo llevo a recibir los servicios de Hoy Doggie. El perrito había sido diagnosticado con osteoporosis y tenía dificultad para caminar y pararse por sí solo. Al recibir las terapias de Holy Doggie, el perrito se paró y al día siguiente comenzó a caminar. “Para mí eso fue un milagro, porque yo he visto progresos pero es poco a poco no así. Yo pensé que después de esto el perro se iba a acostar otra vez y fue algo del momento pero no, el perro se sanó” comentó Torres.

Eve también cuida perros en su casa y va a casa de las personas a entrenar y ofrecer las terapias que cada persona solicite para su mascota. Antes de cualquier procedimiento, Eve orienta a las familias de lo que va a estar haciendo con las mascotas. “(El reiki) Es como un proceso que la gente primero ve que es para el perro pero termina impactando todas las áreas de su vida”, añadió Torres.

ARRIBA

 

La RIES es una red de expertos y estudiosos católicos sobre el fenómeno sectario y la nueva religiosidad, presentes en España y Latinoamérica, y abarcando las zonas lusoparlantes. Pretende ofrecer, también con este boletín informativo, un servicio a la Iglesia y a toda la sociedad. La RIES no se responsabiliza de las noticias procedentes de otras fuentes, que se citan en el momento debido. La RIES autoriza la reproducción de este material, citando su procedencia.