CARTA DEL OBISPO

 

VIVAMOS EN COMUNIÓN Y SOLIDARIDAD CON LA IGLESIA EN TIERRA SANTA

 

 

 

SANTANDER | 14.04.2019


 

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Queridos diocesanos:

 

Un nutrido grupo de fieles de nuestra diócesis acaba de realizar con su Pastor la Peregrinación a Tierra Santa. Allí hemos recorrido las tierras de Jesús, hemos escuchado su Palabra, hemos celebrado la Eucaristía y hemos renovado nuestras promesas sacerdotales, religiosas y matrimoniales. Han sido unas jornadas de vivencia fuerte de nuestra fe, sobre todo en la Hora santa en la noche del Mar de Galilea y en el silencio del desierto. Por eso estos días de la Semana Mayor de los cristianos tienen para nosotros especiales resonancias. Y también para todos.

Centro de todo el año litúrgico es la Semana Santa que se inicia con la entrada gozosa de Jesús en Jerusalén. Le seguimos hasta Betania y allí es ungido con el perfume que es profecía de su pasión, muerte y resurrección. En el Cenáculo instituye la Eucaristía y el sacerdocio, mientras lava los pies de los discípulos y nos deja el mandamiento nuevo del amor. Vivimos con Él la angustia de Getsemaní y le seguimos de lejos con toda nuestra fragilidad, como Pedro, que le niega. A los pies de la Cruz, con María y el discípulo amado presenciamos su muerte, contemplando su costado abierto para que entremos en el misterio de su amor hasta el extremo. Y con María Magdalena acudimos al sepulcro de Jesús la mañana de la Pascua para verle resucitado y nacer a una esperanza nueva.

Para que los cristianos en Tierra Santa puedan sobrevivir y, más aún consolidar su presencia al servicio de las comunidades con las que deben convivir, es necesario que seamos generosos en la colecta y hagamos llegar a esos hermanos nuestros nuestras oraciones y el calor de nuestro apoyo. Fomentemos también las peregrinaciones a la Tierra del Señor. Allí están nuestras raíces, allí está nuestro corazón. Es muy importante la presencia de cristianos en aquellas benditas tierras. Gracias a nuestra generosidad recibirán el apoyo necesario para estar cerca de los pobres y de los que sufren, sin distinción de credo o etnia. Las parroquias podrán sostener las escuelas donde cristianos y musulmanes están preparando un futuro de respeto y colaboración. Seguirán abiertos hospitales y clínicas, hospicios y centros de reunión también en nuestros días. Seamos, pues, generosos.

 

Con mi afecto y mi bendición,

 

+Manuel Sánchez Monge,
Obispo de Santander