Tribunas

La originalidad del cardenal Cañizares

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

 

Soy un convencido de que las comparaciones son odiosas. Por lo tanto, no voy a relacionar lo que dice un cardenal con otro cardenal, un obispo con otro obispo, un sacerdote con otro sacerdote, un cristiano con otro cristiano.

Ha pasado demasiada inadvertida la breve carta pastoral, escrito semanal o glosa dominical, del cardenal Antonio Cañizares con motivo de las próximas elecciones.

Se titula “¿A quién votar?”. Y como suele habitual en don Antonio dice las cosas para que se le entienda. Y habla de lo que nadie habla.

¿Qué es lo más llamativo de la carta? La amplitud de cuestiones que pone sobre la mesa.

¿Qué se echa de menos en la carta? Pues poco, por no decir nada. El texto se mantiene en el equilibrio de esa sabiduría común de la Iglesia en la aplicación de su Doctrina Social, que también es antropológica y política.

Destacaría, a modo de elenco de temas de los que no se suele hablar, para que no se nos olviden, los siguientes. Es decir, obvio los clásicos criterios de voto para resaltar los que me parecen novedosos. Y perdónenme los lectores, pero voy a citar literalmente:

- “La unidad de Europa, fiel a sí misma –“sé tú misma”, dijo Juan Pablo desde Compostela apelando a Europa–, está en riesgo y sin esa fidelidad a lo que la constituye, no habrá Europa, como algunos intentan solapadamente y lo que eso significaría para el mundo entero y para Europa”.

- “Pero unidad también amenazada en España, en la que nos estamos jugando nuestro futuro; unidad con un proyecto común, donde podemos y debemos caber todos con nuestras idiosincrasias y particularidades. La unidad de España, bien moral a preservar, es cuestión muy principal”.

- “Algunos analistas, pocos, se atreven a señalar en libertad la aparición de un cripto frente popular o de unidad popular, de movimientos clásicos unidos a emergentes con los cambios sociales y culturales que ellos presagian”.

- “Llamo la atención sobre la crisis, no sólo la crisis económica, cuyos efectos perduran por ejemplo en el mundo del trabajo: el paro juvenil y otros problemas laborales, en el cierre de empresas, en la generación de pobrezas clásicas y nuevas… Pero la crisis va más allá: se trata de una crisis cultural, una crisis de principios y convicciones, de valores universales, válidos en sí mismos y para todos, crisis y quiebra moral y de humanidad; de ahí crisis económicas, crisis sociales y políticas”.

Original siempre don Antonio.

 

José Francisco Serrano Oceja