Conferencia Episcopal Española

 

El jesuita Miguel Campo, miembro de la Comisión sobre abusos de la CEE: "Se deberían indagar todos los casos, independientemente del tiempo transcurrido"

 

Segunda jornada del Curso de Protección de Menores: se estima que se produce un abuso sexual en un 7,4% de los niños y un 19,2% de las niñas

 

 

09/04/19


 

 

 

 

El pasado sábado 6 de abril tuvo lugar la segunda jornada presencial del Curso de Protección de Menores del Instituto Teológico de Vida Religiosa a la que acudió Mons. Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid, quien presidió la eucaristía en el santuario del Corazón de María.

Posteriormente, Jesús Vidal inauguró la jornada subrayando la importancia de la petición de un decreto general por parte de la Conferencia Episcopal para legislar en toda España sobre la cuestión del abuso de menores en la Iglesia.

La sesión de la mañana estuvo orientada por el profesor Miguel Campo, jesuita y miembro de la Comisión de trabajo sobre los abusos a la CEE, quien explicó las disposiciones del código de derecho penal español y del código de derecho canónico, además de las últimas leyes emanadas por la Santa Sede a este respecto.

 

 

"El dolor de las víctimas no prescribe”

Miguel Campo afirmó que para la Iglesia la prescripción se podía levantar en determinados casos, conscientes, como el Papa ha repetido en otras ocasiones de que "el dolor de las víctimas no prescribe”. Después de un proceso la resolución a la que habría que llegar debería ser “jurídicamente correcta y pastoralmente acertada. Y si no es así, no sería una buena solución”.

Abogó, en ciertos casos, por la imposición de medidas cautelares al inicio de una investigación “para evitar la reiteración del delito y por el bien de las víctimas”. En su opinión, todos los casos se deberían indagar independientemente del tiempo transcurrido, del modo en que hubiera llegado la noticia y de si se hubiera producido el fallecimiento del presunto agresor.

El jesuita detalló que el conocimiento de los hechos por cualquier vía se podría convertir en “notitia criminis” con la cual comenzar una prudente y razonable investigación por si pudiera tener cierta veracidad o razonabilidad.

Así mismo, explicó cómo en el actual proceso canónico las víctimas no forman parte del proceso por lo que no se las puede entregar la documentación requerida, circunstancia que ha ocasionado algunas veces ciertos desencuentros, pero que estaba ajustada a la ley.

Como mensaje final, abogó por “una seriedad y profesionalidad desde el primer momento porque esto es la manera de mostrar el máximo respeto a las víctimas, además, lógicamente de la escucha a ellas de un modo paciente y empático”.

 

Acompañamiento a las víctimas

La sesión de la tarde estuvo a cargo de Lourdes Azorín, médico y psicoterapeuta que ha sido secretaria general de Acción Católica. Su reflexión se centró en el acompañamiento a las víctimas y, además, a las familias de las víctimas.

"La familia es un elemento fundamental por el sufrimiento que comparten con la víctima y por su función fundamental en la recuperación de la persona. El problema se establece cuando el abuso es intrafamiliar con lo que todas las relaciones saltan por los aires", afirmó.

Además, lanzó algunas cifras estimativas de cierta preocupación: según ciertos estudios se podría estimar que se produce un abuso sexual en la infancia del 7,4% para los niños y del 19,2% para las niñas. La psicoterapia centrada en la persona para estas víctimas, debería buscar “normalizar la vida del menor en un ambiente protegido recuperando las pautas de normalidad y cotidianeidad”.

 

Cuatro pautas

Azorín enumeró cuatro pautas fundamentales para ayudar a las víctimas: poner nombre a lo que ha pasado porque el menor debe conocer el verdadero significado sexual de la experiencia que ha vivido; recalcar que se trata de una experiencia impuesta por poder, engaño o indefensión; reforzar a la víctima en todo momento el hecho de haber revelado el abuso; y por último, que la misma víctima pueda atribuir la responsabilidad de lo ocurrido al agresor. Finalmente, explicó cómo la mejor ayuda para la víctima sería “hacer de la experiencia traumática una fuente de energía y sanación para sí y para otros”.

La jornada concluyó con unas palabras del coordinador del curso, el claretiano Carlos Martínez Oliveras, que invitó a seguir trabajando y reflexionando sobre los temas y recordó cómo la Iglesia afronta aquí un desafío que, como han recordado en otras ocasiones el cardenal O’Malley y el P. Lombardi, afecta a la credibilidad de su misión: la misma tarea evangelizadora.

La próxima jornada presencial tendrá lugar el 25 de mayo para tratar las cuestiones de protocolos, comunicación y gestión adecuada de eventuales casos.