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Notre Dame, la catedral de Nuestra Señora

 

 

16/04/19


 

 

Al ver el incendio de la catedral de Notre Dame, que ha impactado a todo el mundo independientemente de su credo, me viene a la mente libros como "Los pilares de la Tierra" o "La catedral del mar". Aquellas gentes del siglo XII al XIV, cada cual con sus historias, con sus pecados, con sus anhelos y ciertas supersticiones, con una Iglesia quizás más acusadora y menos misericordiosa (hasta que llegó san Francisco de Asís), pero con todo, levantaban catedrales de arquitectura gótica para toda la gloria de Dios y de su madre la Virgen.

Así permanecen Saint Denis, Canterbury, las catedrales de Burgos, León o Toledo y, por su puesto, Notre Dame, que ayer vimos impotentes cómo se derrumbaba la aguja y el techo de la catedral. Las primeras informaciones apuntan que el incendio ha sido provocado por las obras de renovación que realizaban en el templo gótico.

El arzobispo de París se desplazó inmediatamente a la catedral y desde la diócesis se pidió ayer por la tarde que sonaran todas las campanas de las iglesias de París y que rezaran para que no hubiera ni muertos ni heridos y conseguir salvar la mayor parte de la basílica.

En medio de esta tristeza, un monje de la catedral avisó que las obras de arte y las reliquias sagradas se han salvado. A Luis Argüello, secretario general de los obispos españoles, se le "hacen insoportables las imágenes del incendio de Notre Dame. Mis ojos lloran con los parisinos y con la diócesis hermana". Las palabras de Argüello en su perfil de Twitter, resuenan en todos nosotros.

En seguida comenzarán las obras de reconstrucción, no me cabe ninguna duda. Pero hasta que esto suceda, mi mente se dirige a todos aquellos hombres y también mujeres que arrastraron piedras y tallaron esculturas para ver su catedral terminada. Una construcción que duró casi dos siglos. Edificios que se levantaron para transmitir toda la belleza y la gloria de Dios.

 

Zenón de Elea.