Servicio diario - 21 de abril de 2019


 

"¡Cristo vive! Él es la esperanza y la juventud para cada uno" — Mensaje Pascual del Papa Francisco
Rosa Die Alcolea

Sri Lanka: Francisco confía al Señor a quienes han muerto y reza por los heridos
Rosa Die Alcolea

Misa Pascual: 70.000 personas celebran la Resurrección de Cristo en San Pedro
Rosa Die Alcolea

Beato Francisco de Fabriano, 22 de abril
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

21/04/2019-10:44
Rosa Die Alcolea

"¡Cristo vive! Él es la esperanza y la juventud para cada uno" — Mensaje Pascual del Papa Francisco

(ZENIT – 21 abril 2019).- “Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida”, son algunas palabras iniciales del Mensaje de Pascua del Papa Francisco, haciendo referencia a la recién publicada Exhortación Apostólica Christus vivit. “¡Él vive y te quiere vivo! Él está en ti, Él está contigo y nunca se va”.

A las 12 horas, desde el balcón central de la Basílica Vaticana, el Santo Padre Francisco ha dirigido su mensaje de Pascua y la bendición `Urbi et Orbi' a todas las personas presentes en la plaza de San Pedro y a cuantos han seguido la celebración a través de la radio, la televisión y las nuevas tecnologías.

"La resurrección de Cristo es el comienzo de una nueva vida para todos los hombres y mujeres, porque la verdadera renovación comienza siempre desde el corazón, desde la conciencia", ha apelado el Papa a todas las personas del mundo.

Con el deseo de que "Cristo vivo dé su paz", el Santo Padre ha mencionado algunos países en conflicto o guerra: Oriente Medio; Yemen, Libia; también en el continente africano, especialmente Burkina Faso, Mali, Níger, Nigeria y Camerún, y Sudán del Sur. Ucrania, Venezuela y Nicaragua también están en el centro de la plegaria del Papa.

Francisco ha pedido que "ante los numerosos sufrimientos de nuestro tiempo, el Señor de la vida no nos encuentre fríos e indiferentes. Que haga de nosotros constructores de puentes, no de muros".

Así, ha hecho un llamamiento a los líderes por la paz mundial: "Que Él, que nos da su paz, haga cesar el fragor de las armas, tanto en las zonas de guerra como en nuestras ciudades, e impulse a los líderes de las naciones a que trabajen para poner fin a la carrera de armamentos y a la propagación preocupante de las armas, especialmente en los países más avanzados económicamente".

 

Indulgencia plenaria

La Iglesia concede la Indulgencia plenaria a los fieles que participan en esta celebración y reciban la bendición del Pontífice, siempre de acuerdo a las condiciones propuestas: Recibir el Sacramento del Perdón, recibir la Comunión, rezar por el Papa Francisco y experimentar una verdadera conversión del corazón, es decir, profundizar especialmente en el dolor de los pecados y el propósito de la enmienda, un verdadero rechazo del pecado.

RD

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Mensaje Pascual del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz Pascua!

Hoy la Iglesia renueva el anuncio de los primeros discípulos: «Jesús ha resucitado». Y de boca en boca, de corazón a corazón resuena la llamada a la alabanza: «¡Aleluya!… ¡Aleluya!». En esta mañana de Pascua, juventud perenne de la Iglesia y de toda la humanidad, quisiera dirigirme a cada uno de vosotros con las palabras iniciales de la reciente Exhortación apostólica dedicada especialmente a los jóvenes:

«Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. Entonces, las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de los jóvenes cristianos son: ¡Él vive y te quiere vivo! Él está en ti, Él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y esperándote para volver a empezar. Cuando te sientas avejentado por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza» (Christus vivit, 1-2).

Queridos hermanos y hermanas, este mensaje se dirige al mismo tiempo a cada persona y al mundo. La resurrección de Cristo es el comienzo de una nueva vida para todos los hombres y mujeres, porque la verdadera renovación comienza siempre desde el corazón, desde la conciencia. Pero la Pascua es también el comienzo de un mundo nuevo, liberado de la esclavitud del pecado y de la muerte: el mundo al fin se abrió al Reino de Dios, Reino de amor, de paz y de fraternidad.

Cristo vive y se queda con nosotros. Muestra la luz de su rostro de Resucitado y no abandona a los que se encuentran en el momento de la prueba, en el dolor y en el luto. Que Él, el Viviente, sea esperanza para el amado pueblo sirio, víctima de un conflicto que continúa y amenaza con hacernos caer en la resignación e incluso en la indiferencia. En cambio, es hora de renovar el compromiso a favor de una solución política que responda a las justas aspiraciones de libertad, de paz y de justicia, aborde la crisis humanitaria y favorezca el regreso seguro de las personas desplazadas, así como de los que se han refugiado en países vecinos, especialmente en el Líbano y en Jordania.

La Pascua nos lleva a dirigir la mirada a Oriente Medio, desgarrado por continuas divisiones y tensiones. Que los cristianos de la región no dejen de dar testimonio con paciente perseverancia del Señor resucitado y de la victoria de la vida sobre la muerte. Una mención especial reservo para la gente de Yemen, sobre todo para los niños, exhaustos por el hambre y la guerra. Que la luz de la Pascua ilumine a todos los gobernantes y a los pueblos de Oriente Medio, empezando por los israelíes y palestinos, y los aliente a aliviar tanto sufrimiento y a buscar un futuro de paz y estabilidad.

Que las armas dejen de ensangrentar a Libia, donde en las últimas semanas personas indefensas vuelven a morir y muchas familias se ven obligadas a abandonar sus hogares. Insto a las partes implicadas a que elijan el diálogo en lugar de la opresión, evitando que se abran de nuevo las heridas provocadas por una década de conflicto e inestabilidad política.

Que Cristo vivo dé su paz a todo el amado continente africano, lleno todavía de tensiones sociales, conflictos y, a veces, extremismos violentos que dejan inseguridad, destrucción y muerte, especialmente en Burkina Faso, Mali, Níger, Nigeria y Camerún. Pienso también en Sudán, que está atravesando un momento de incertidumbre política y en donde espero que todas las reclamaciones sean escuchadas y todos se esfuercen en hacer que el país consiga la libertad, el desarrollo y el bienestar al que aspira desde hace mucho tiempo.

Que el Señor resucitado sostenga los esfuerzos realizados por las autoridades civiles y religiosas de Sudán del Sur, apoyados por los frutos del retiro espiritual realizado hace unos días aquí, en el Vaticano. Que se abra una nueva página en la historia del país, en la que todos los actores políticos, sociales y religiosos se comprometan activamente por el bien común y la reconciliación de la nación.

Que los habitantes de las regiones orientales de Ucrania, que siguen sufriendo el conflicto todavía en curso, encuentren consuelo en esta Pascua. Que el Señor aliente las iniciativas humanitarias y las que buscan conseguir una paz duradera.

Que la alegría de la Resurrección llene los corazones de todos los que en el continente americano sufren las consecuencias de situaciones políticas y económicas difíciles. Pienso en particular en el pueblo venezolano: en tantas personas carentes de las condiciones mínimas para llevar una vida digna y segura, debido a una crisis que continúa y se agrava. Que el Señor conceda a quienes tienen responsabilidades políticas trabajar para poner fin a las injusticias sociales, a los abusos y a la violencia, y para tomar medidas concretas que permitan sanar las divisiones y dar a la población la ayuda que necesita.

Que el Señor resucitado ilumine los esfuerzos que se están realizando en Nicaragua para encontrar lo antes posible una solución pacífica y negociada en beneficio de todos los nicaragüenses.

Que, ante los numerosos sufrimientos de nuestro tiempo, el Señor de la vida no nos encuentre fríos e indiferentes. Que haga de nosotros constructores de puentes, no de muros. Que Él, que nos da su paz, haga cesar el fragor de las armas, tanto en las zonas de guerra como en nuestras ciudades, e impulse a los líderes de las naciones a que trabajen para poner fin a la carrera de armamentos y a la propagación preocupante de las armas, especialmente en los países más avanzados económicamente. Que el Resucitado, que ha abierto de par en par las puertas del sepulcro, abra nuestros corazones a las necesidades de los menesterosos, los indefensos, los pobres, los desempleados, los marginados, los que llaman a nuestra puerta en busca de pan, de un refugio o del reconocimiento de su dignidad.

Queridos hermanos y hermanas, ¡Cristo vive! Él es la esperanza y la juventud para cada uno de nosotros y para el mundo entero. Dejémonos renovar por Él. ¡Feliz Pascua!

 

© Librería Editorial Vaticana

© Fotografías: Zenit/María Langarica

 

 

 

 

21/04/2019-11:57
Rosa Die Alcolea

Sri Lanka: Francisco confía al Señor a quienes han muerto y reza por los heridos

(ZENIT — 21 abril 2019).- Francisco ha manifestado este mediodía, después de la bendición Pascual `Urbi et Orbi', en el balcón de la Basílica Vaticana, su "afectuosa cercanía" a la comunidad cristiana de Sri Lanka, con motivo de los graves atentados ocurridos hoy, Domingo de Pascua, en algunas iglesias y lugares de encuentro del país.

De momento se sabe que han causado alrededor de 187 muertes, entre ellos 35 extranjeros, y más de 469 heridos. Según señala la prensa internacional, han tenido lugar siete explosiones. Tres de ellas han sido en iglesias: Una en Colombo (la capital), otra en Katana (oeste) y la tercera en Batticaloa (este). Las otras cuatro explosiones han sucedido en algunos hoteles de lujo. El Gobierno ha declarado el estado de emergencia. La población cristiana representa en Sri Lanka solo el 7,4% del total.

Además, el Santo Padre ha recordado el 70 aniversario de la intervención del Papa Pío XII en la televisión francesa, con motivo de la bendición pascual `Urbi et Orbi', lo que la ha dado la oportunidad de "animar a las comunidades cristianas a utilizar todos los instrumentos que la tecnología pone a disposición para anunciar la buena nueva de Cristo resucitado", ha señalado.

A continuación, ofrecemos las palabras ofrecidas por el Papa Francisco este domingo, 21 de abril de 2019, tras la bendición pascual a los fieles en la plaza de San Pedro.

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Palabras después de la bendición ‘Urbi et Orbi’

Queridos hermanos y hermanas:

Me enteré con tristeza y dolor de la noticia de los graves atentados que precisamente hoy, el día de Pascua, han traído luto y dolor a algunas iglesias y otros lugares de encuentro en Sri Lanka.

Deseo manifestar mi afectuosa cercanía a la comunidad cristiana, golpeada mientras se encontraba recogida en oración y a todas las víctimas de tan cruel violencia. Confío al Señor a quienes han muerto trágicamente y rezo por los heridos, y por todos aquellos que sufren a causa de este dramático evento.

Renuevo mis mejores deseos de una feliz Pascua a todos ustedes, procedentes de Italia y diferentes países, así como a los que se unieron a nosotros a través de la televisión, la radio, y otros medios de comunicación.

A este respecto, quisiera recordar que hace 70 años, en la Pascua de 1949, un papa hablaba por primera vez en televisión: el venerable Pío XII se dirigía a los telespectadores de la televisión francesa, subrayando como los ojos del sucesor de Pedro y de los fieles también encontrarse a través de un nuevo medio de comunicación.

Este aniversario me da la oportunidad de animar a las comunidades cristianas a utilizar todos los instrumentos que la tecnología pone a disposición para anunciar la buena nueva de Cristo resucitado.

Iluminados por la luz de la Pascua llevemos el perfume de Cristo resucitado en la soledad, en la miseria, en el dolor de tantos nuestros hermanos. Dando vuelta a la piedra de la indiferencia.

En esta plaza la alegría de la Resurrección está simbolizada por las flores que también este año provienen de los países bajos, mientras que las de la Basílica de San Pedro son de Eslovenia. Un agradecimiento especial a los donantes de estos espléndidos homenajes florales.

Y no se olviden de rezar por mí. ¡Buena comida de Pascua y hasta la vista!

 

 

 

21/04/2019-13:11
Rosa Die Alcolea

Misa Pascual: 70.000 personas celebran la Resurrección de Cristo en San Pedro

(ZENIT — 21 abril 2019).- Por séptima vez, el Papa Francisco ha presidido la Misa Pascual en la plaza de San Pedro, este Domingo de Resurrección, 21 de abril de 2019, rodeado de flores que como marca la particular tradición, son regaladas por Holanda año tras año para esta ocasión, convirtiéndose en la 33ª ocasión.

Cerca de 70.000 personas, procedentes de Roma y de muchos otros países del mundo, han participado en la Liturgia Pascual, informa la gendarmería del Vaticano.

Numerosas familias han asistido a esta Eucaristía, jóvenes y religiosos, laicos, niños… todo el pueblo De Dios se ha querido unir el sucesor de Pedro para festejar la Pascua en la Santa Sede en una liturgia celebrada en diferentes idiomas, y la participación de diferentes fieles en las ofrendas y las peticiones de oración.

El Santo Padre no ha querido dejar de felicitar personalmente a sus hermanos cardenales, obispos y sacerdotes que han concelebrado la Eucaristía, este Domingo Pascual, a quienes se ha acercado al término de la celebración.

 

Bendición ‘Urbi et Orbi’

A las 12 horas, desde el balcón central de la Basílica Vaticana, Francisco ha impartido la bendición ‘Urbi et Orbi’ después de la celebración eucarística y ha pronunciado su mensaje pascual, en lugar de la homilía. El Domingo de Resurrección es una de las dos ocasiones en que el Pontífice realiza este rito, dirigido “a la ciudad de Roma y al mundo entero”.

Minutos antes, mientras el Papa se dirigía a la sala de las bendiciones, en el interior de la Basílica, los cuerpos militares de Italia y del Vaticano formaban filas para saludar al Santo Padre. Al salir al balcón, el Papa Francisco ha sido recibido con el saludo y los himnos de estas formaciones: la banda pontifica y la banda de los carabineros han interpretado los himnos.

 

Más de 50.000 flores holandesas

Más de 50.000 flores y plantas han decorado la plaza de San Pedro para celebrar la Pascua de Resurrección a todo color. Treinta floristas holandeses han dispuesto las flores desde ayer, sábado, 20 de abril de 2019, alrededor de las escaleras, altar y laterales del espacio delante de la Basílica.

Entre las flores hay 25.000 tulipanes, blancos, rojos, amarillos y anaranjados; 7.000 narcisos, amarillos y blancos; y 6.000 jacintos, azules y blancos.

La novedad de este año es la utilización de 1.500 flores de Strelitzia reginae (Ave del paraíso o flor del pájaro) y 1.000 hojas de Strelitzia, que destacan en grandes arreglos florales. Además, este año, entre las flores que decorarán el altar de la Confesión en la Basílica de San Pedro para la Vigilia Pascual de esta noche, se han colocado orquídeas de Eslovenia. Habrá alrededor de 300 de dos tipos y colores diferentes.

 

 

 

21/04/2019-07:00
Isabel Orellana Vilches

Beato Francisco de Fabriano, 22 de abril

«Primer fundador de bibliotecas de la orden franciscana. Impulsor de la creación de un convento, bienhechor de los menesterosos. Sentía especial devoción por la Pasión de Cristo que le afligía profundamente arrancando sus lágrimas»

Nació en Fabriano, Ancona, Italia, en febrero de 1251. Era hijo de Compagno Venimbeni, médico, y de Margarita di Federico. Ésta debió haber prometido mediante voto que si tenía un hijo acudiría a Asís en peregrinación. Y cuando el muchacho tuvo edad de viajar lo llevó consigo. En este recorrido sucedió un hecho significativo para el futuro del pequeño. Tuvieron un encuentro con Angelo Tancredi, uno de los discípulos de san Francisco, quien mirando a los ojos del niño vaticinó: «Tú serás uno de los nuestros». Fue un hecho que el mismo beato narró en su Crónica Fabrianensis redactada en 1319.

Impresionada Margarita por estas palabras, se ocupó de recordar con frecuencia a su hijo que tendría que consagrarse y vincularse a la Orden franciscana, idea con la que creció. Profesionalmente el joven Francisco no quiso seguir los pasos de su padre, y en lugar de cursar medicina eligió la carrera de filosofía. Entre todos los pensadores de la época sintió predilección por san Buenaventura, al que admiraba. En 1267, a los 16 años, ingresó en la Orden de los Hermanos Menores. Mientras hacía el noviciado se le concedió acudir a la Porciúncula donde se hallaba fray León, uno de los primeros seguidores de san Francisco que moriría en 1271. Él, fray Angelo Tancredi y fray Rufino fueron artífices de la Leyenda de los tres compañeros, una de las fuentes capitales para conocer lo que aconteció en torno a la vida del Poverello. Los textos van precedidos de una carta dirigida al ministro general de la Orden, Crescentius de Aesio, fechada en Greccio el 11 de agosto de 1246, que acompaña a las anotaciones tomadas por estos tres discípulos suyos que fueron testigos de sus pasos. Es decir, que ellos no fueron los autores de la obra, pero dieron las claves para conocer la vida de san Francisco.

Una vez que san Buenaventura redactó la Leyenda mayor, reconocida por el capítulo general de París en 1266 (antes había sido aprobada por el capítulo general celebrado en Pisa en 1263), los restantes relatos quedaron fuera de la circulación. Pero indudablemente conocer de primera mano el devenir del fundador, nada menos que a través de fray León, fascinó al beato de Fabriano. Incluso tuvo la fortuna de haber leído los escritos de este fiel seguidor del Seráfico padre, y así lo consignó en la Crónica. «He aquí que yo, fray Francisco de Fabriano, hermano menor inútil e indigno, hago constar en este escrito que he leído y he visto autentificado con el sello del señor obispo de Asís el documento de indulgencia de la Porciúncula... y esto me lo testimonió fray León, uno de los compañeros de san Francisco, hombre de vida probada, al que conocí el año que vine [al convento] y fray León narró haber escuchado de labios de san Francisco cómo la obtuvo [la indulgencia] de nuestro señor y papa Honorio III».

En 1268 Fabriano culminaba su noviciado en el convento de porta Cervera, y justo ese año falleció el padre Raniero, que había sido rector de Santa María di Civita y con el que san Francisco se confesó en algunas ocasiones. También a él le vaticinó —pero en este caso lo hizo el mismo Poverello—, que un día sería franciscano, como así sucedió. Francisco de Fabriano impulsó la construcción de un nuevo convento en su localidad natal. Al poder adquirir el terreno por una cantidad razonable, juzgó que era un milagro de su fundador que en uno de sus viajes a la localidad había predicho a María, esposa de Alberico, que un día los frailes se establecerían en el lugar. El beato Francisco fue nombrado superior de este convento en 1316, y desde 1318 a 1321. En ese periodo, a propósito de la celebración del segundo capítulo provincial, solicitó la generosa ayuda de los ciudadanos para atender a todos los hermanos que participaban en él y que provenían de todas las Marcas, obteniendo su inmediata respuesta. Como buen franciscano no tenía nada propio. El dinero que le legó su padre lo invirtió en construir una valiosa biblioteca en la que custodió importantes manuscritos. De ahí que se le considere el «primer fundador de bibliotecas» de la Orden franciscana.

De su generosidad sabían bien los menesterosos, a los que ayudaba preparándoles la comida y distribuyéndola en la puerta del convento. Vestía una áspera túnica y se infligía duras mortificaciones, apenas descansaba, y lo poco que dormía lo hacía encima de un duro jergón. Pasaba las horas prácticamente en oración, meditando en los misterios de la Pasión de Cristo, por los que sentía especial devoción; le arrancaban amargas lágrimas. Una gran parte de su tiempo transcurría en el confesionario y en la predicación, pero también atendía a los enfermos y les ayudaba a prepararse para un bien morir.

Fue particularmente devoto de las almas del Purgatorio, por las que oraba y ofrecía sus penitencias. Al respecto se cuenta que, en una ocasión, mientras oficiaba la misa por ellas, como solía hacer con frecuencia, aunque la iglesia estaba casi vacía se escucharon muchas voces que alegremente respondían «Amén» a las oraciones de la antigua liturgia de la misa de difuntos; se cree que provenían de ellas. En todo caso, cuando celebraba la misa siempre se podía apreciar el recogimiento y fervor que acompañaba al beato. Llevaba cuarenta y cinco años en la vida religiosa admirablemente sellados por su virtud cuando le fue vaticinado el día de su deceso, hecho que se produjo el 22 de abril de 1322. Pío VI aprobó su culto el 1 de abril de 1775.