Servicio diario - 12 de mayo de 2019


 

Día de las vocaciones: Seguir a Jesús es “un riesgo”, se necesita “coraje”
Anne Kurian

Día de la Madre: Homenaje del Papa Francisco
Anne Kurian

Regina Coeli: “Viviendo una vida plena”
Raquel Anillo

Ordenaciones en San Pedro: Buscar agradar a Dios, secreto de la alegría sacerdotal
Raquel Anillo

San Andrés Huberto Fournet, 13 de mayo
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

May 12, 2019 17:08
Anne Kurian

Día de las vocaciones: Seguir a Jesús es “un riesgo”, se necesita “coraje”

(ZENIT – 12 mayo 2019).- “Seguir a Jesús siempre es un riesgo”, se necesita “coraje”, subrayó el Papa Francisco durante  el Regina Coeli de este domingo, 12 de mayo de 2019, domingo del “Buen Pastor” y el Día Mundial de Oración por las Vocaciones.

“En todas las comunidades, oramos en particular por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada”, dijo el Papa después de la oración mariana en la Plaza de San Pedro, refiriéndose al tema de este Día: “El coraje para arriesgarse. por la promesa de Dios”.

“Esta mañana, en la Basílica de San Pedro, tuve la alegría de ordenar a nuevos sacerdotes”, agregó: “Mientras saludo con afecto a los nuevos sacerdotes y sus familiares y amigos. Los invito a recordar a todos aquellos a quienes el Señor sigue llamando por su nombre, como lo hizo una vez con los Apóstoles en la orilla del lago de Galilea, para convertirse en “pescadores de hombres”.

Dos de los diecinueve sacerdotes que el Papa acababa de ordenar lo rodeaban, sonrientes, para bendiciones y saludos finales.

 

© Traducción de Zenit, Raquel Anillo

 

 

 

 

May 12, 2019 16:50
Anne Kurian

Día de la Madre: Homenaje del Papa Francisco

(ZENIT – 12 mayo 2019).- Para el Día de la Madre celebrado en varios países el 12 de mayo de 2019, especialmente en Suiza, Canadá y Bélgica, el Papa Francisco invitó a la gente presente en la Plaza de San Pedro para el Regina Coeli que aplaudiera a las madres.

Después de la oración mariana, que de hecho ha planteado esta fiesta: “Me gustaría extender un cordial saludo a todas las madres, dándoles las gracias por su valioso trabajo … en el crecimiento de los niños y en la protección de los valores de la familia”.

El Papa también propuso recordar a las “madres que nos miran desde el cielo y continúan cuidándonos con la oración”.

“Nuestro pensamiento”, agregó, “también se dirige a nuestra Madre celestial, a quien celebraremos mañana, 13 de mayo, bajo el nombre de Nuestra Señora de Fátima. Confiemos en ella para continuar con alegría y generosidad a nuestro camino”.

 

© Traducción de Zenit, Raquel Anillo

 

 

 

May 12, 2019 14:18
Raquel Anillo

Regina Coeli: “Viviendo una vida plena”

(ZENIT – 12 mayo 2019).-  Jesús “nos ofrece la oportunidad de vivir una vida plena sin fin”, dijo el Papa Francisco al celebrar la oración de Regina Coeli el 12 de mayo de 2019, el cuarto domingo de Pascua, llamado “Domingo del Buen Pastor”.

Escuchar y reconocer la voz de Dios “implica una intimidad con Él, que se consolida en la oración, en el encuentro sincero de corazón a corazón con el Divino Maestro y Pastor de nuestras almas”, dijo, al presentar la oración mariana en la plaza San Pedro.

El Papa nos invitó a salir “del laberinto de caminos erróneos”, a abandonar “el comportamiento egoísta”, a “emprender los nuevos caminos de la fraternidad y el don de nosotros mismos, a su imitación”.

Aquí está nuestra traducción de su meditación.

AK

 

Palabras del Papa Francisco antes Regina Coeli

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de hoy (ver Jn 10.27-30), Jesús se presenta a sí mismo como el verdadero Pastor del Pueblo de Dios. Habla de la relación que lo une a las ovejas de la grey, es decir a sus discípulos, e insiste en el hecho que es una relación de conocimiento recíproco. «Mis ovejas – dice él – escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen, yo les doy a ellas la vida eterna y no se perderán “(vv. 27-28).  Leyendo atentamente esta frase, vemos que la obra de Jesús se expresa en algunas acciones: Él habla,
Jesús conoce, Jesús da la vida eterna, Jesús custodia.

El Buen Pastor, Jesús, está atento a cada uno de nosotros, nos busca y nos ama, dirigiéndonos su palabra, conociendo en profundidad nuestro corazón, nuestros deseos y nuestras esperanzas, como también nuestros fracasos y nuestras decepciones. Nos acoge y nos ama como somos, con nuestros defectos y nuestras virtudes. Para cada uno de nosotros, Él “da la vida eterna”: es decir, nos ofrece la posibilidad de vivir una vida plena, sin fin. Además, nos cuida y guía con amor, ayudándonos a atravesar los senderos difíciles y los caminos muchas veces arriesgados que se presentan en el camino de la vida.

A los verbos y gestos que describen en el modo en el cual  Jesús, el Buen Pastor, se relaciona con nosotros, hacen eco los verbos que se refieren a las ovejas: “escuchan mi voz”, “me siguen”. Son acciones que muestran cómo debemos corresponder a las actitudes tiernas del Señor. De hecho, escuchar y reconocer su voz implica intimidad con Él, que se fortalece en la oración, en el encuentro de corazón a corazón con el divino Maestro y Pastor de nuestras almas. Esta intimidad con Jesús fortalece en nosotros el deseo de seguirlo, saliendo del laberinto de caminos equivocados, abandonando las actitudes egoístas, para encaminarnos en el camino de la nueva fraternidad y del don de nosotros mismos, siguiendo la imitación de Jesús. No lo olvidemos, Jesús es el único Pastor que nos habla,nos conoce, nos da la vida eterna y nos custodia. Nosotros somos la única grey y tenemos que esforzarnos por escuchar la voz de Jesús, mientras que con amor, Él profundiza el amor de nuestro corazón y de este diálogo, de este coloquio, surge la alegría de seguirlo, dejándonos conducir a la plenitud de la Vida Eterna.

Ahora nos dirigimos a María, Madre de Cristo, el Buen Pastor. Ella, que respondió con prontitud a la llamada de Dios, ayude de modo particular a todos aquellos que son llamados al sacerdocio y a la vida consagrada para acoger con alegría y disponibilidad la invitación de Cristo a ser sus colaboradores más directos en el anuncio del Evangelio y en el servicio del Reino de Dios en nuestro tiempo.

 

 

 

 

May 12, 2019 12:46
Raquel Anillo

Ordenaciones en San Pedro: Buscar agradar a Dios, secreto de la alegría sacerdotal

(ZENIT – 12 mayo 2019).- “La alegría sacerdotal se encuentra solo en este camino, buscando agradar a Dios que nos ha elegido”, dijo el Papa Francisco a los nuevos sacerdotes que ordenó el 12 de mayo de 2019, en la Basílica de San Pedro.

El obispo de Roma confirió el sacramento del orden a 19 diáconos en este domingo del “Buen Pastor” y 56 ° Día Mundial de Oración por las Vocaciones. Los nuevos sacerdotes proceden de diversas nacionalidades: Austria, Perú, Italia. El más joven tiene 27 años y el más mayor tiene 46 años.

El sacerdocio, les dijo, “no es una asociación cultural, no es una sindicato”. Ustedes serán participantes en el ministerio de Cristo. También los alentó a ser “hombres de oración, hombres de sacrificio” y no a cansarse de ser misericordiosos.

Esta es la homilía que pronunció durante la celebración, sacada en gran parte del ritual romano para la ordenación sacerdotal.

AK

 

Homilía del Santo Padre

¡Queridos hermanos y hermanas!

Estos hijos nuestros han sido llamados a la orden de los presbíteros y es necesario reflexionar con atención a qué ministerio acceden en la Iglesia. Como bien saben hermanos el Señor Jesús es el único Sumo Sacerdote del Nuevo Testamento, aunque en verdad de todo el pueblo santo de Dios que ha sido constituido Sacerdocio Real en Cristo. sin embargo el Gran Sacerdote Jesucristo eligió algunos sacerdotes para que desempeñasen en la Iglesia en su nombre el oficio sacerdotal para bien de todos los hombres, así para que pueda continuar con su misión de Maestro, sacerdote y Pastor.

De hecho, él mismo fue enviado por el Padre, a su vez, él envió a los apóstoles en el mundo para continuar sin interrupción su obra, luego a los obispos y sus sucesores, los presbíteros sus colaboradores con quienes unidos en el ministerio sacerdotal han sido llamados al servicio del Pueblo de Dios.

Después de muchos años de reflexión, reflexión de los superiores, reflexión personal, de aquellos que los han acompañado en este camino, hoy se presentan aquí para que se les confiera el Orden Sacerdotal, ellos serán configurados a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, serán consagrados como verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento y con este título se reúnen y se unen a los obispos en el Orden Sacerdotal, serán Pastores del Pueblo de Dios, dispensarán el culto, especialmente el sacrificio del Señor, es decir, la Eucaristía.

En cuantos a ustedes hermanos queridos, están por ser promovidos al Orden Presbiterial, consideren que ejercitando el ministerio de la Sagrada Doctrina, serán partícipes de la misión de Cristo, como Maestro. Esta no es una asociación cultural, no es un sindicato, no, ustedes serán partícipes del Ministerio y del Misterio de Cristo. Dispensen a todos esa palabra que ustedes mismos han recibido de Cristo, por esto, lean y mediten frecuentemente la Palabra del Señor, porque para creer lo que han leído y enseñar lo que han aprendido y vivir lo que han enseñado. Jamás se puede hacer una homilía, una predicación sin mucha oración, con la Biblia en la mano, no se olviden de esto, que sea de alimento al Pueblo de Dios vuestra doctrina unida a la oración será muy fecunda, que sea de alegría y gozo para los fieles, el perfume de su vida, hombres de oración, hombres de sacrificio, porque con la palabra y el ejemplo, edifican la casa de Dios, la Iglesia y ustedes continuarán así la obra salvadora de Cristo.

Mediante vuestro ministerio y el sacrificio espiritual de los fieles, se unen al sacrificio de Cristo y por sus manos en nombre de toda la Iglesia les es ofrecido el sacrificio cruento en el altar de los sagrados misterios. Estén atentos a la celebración de la Eucaristía, reconozcan ustedes entonces lo que hacen, imiten lo que celebren porque participando en el misterio de la  muerte y resurrección del Señor, puedan llevar la muerte de Cristo a sus miembros y puedan cambiar de vida.

El Señor nos ha querido salvar gratuitamente, él mismo nos han dicho: “den gratis lo que gratis han recibido”.La celebración de la Eucaristía es lo máximo de la gratuidad del Señor, por favor, no la ensucien con intereses mezquinos.

Por el bautismo agregarán nuevos fieles al Pueblo de Dios, con el sacramento de la Penitencia darán el perdón de Cristo, de la Iglesia y por favor les pido, no se cansen de ser misericordiosos, misericordiosos, como el Padre, como Jesús ha sido misericordioso con todos nosotros. Con el Óleo Santo, darán alivio a los enfermos. Pierdan el tiempo visitando a los enfermos. Al celebrar los ritos sagrados y elevar la oración de alabanza y súplica en diferentes momentos del día, se convertirán en la voz del Pueblo de Dios y de toda la humanidad.

Conscientes de haber sido elegidos entre los hombres y constituidos en su favor para ocuparos en las cosas de Dios, ejerciten con alegría y sincera caridad la obra sacerdotal de Cristo, buscando solo agradar a Dios y no a ustedes mismos. La alegría sacerdotal está solo en este camino, buscando agradar a Dios que nos ha elegido. Finalmente, al participar en la misión de Cristo, Jefe y Pastor, en comunión filial con su obispo, comproméntanse a unir a los fieles en una sola familia. Aquí están las proximidades propias de los sacerdotes: próximos de Dios en oración, próximos del obispo que es vuestro padre, próximos del presbiterio, de otros sacerdotes, como hermanos, sin decirse una palabra, y cerca del Pueblo de Dios. Siempre tengan en sus ojos el ejemplo del Buen Pastor, que no vino para ser servido, sino para servir y para buscar y salvar lo que se perdió.

 

 

 

May 12, 2019 09:00
Isabel Orellana Vilches

San Andrés Huberto Fournet, 13 de mayo

«Es inútil huida cuando la voluntad divina prevalece sobre la humana. Andrés, que había asegurado que nunca sería religioso ni sacerdote, que en su juventud mostraba un espíritu poco proclive a la santidad, luego conquistó los altares»

El hombre busca certezas. Dios le ofrece una peana (fe) para que se alce contra sus razones. Andrés, cuya celebración coincide con la de la Virgen de Fátima, nació en la localidad francesa de Saint-Pierre-de-Maillé el 6 de diciembre de 1752. Durante años desterró la idea de consagrarse. Jamás hubiera imaginado, ni lo pensó siquiera, que sería santo. Firmaba sus libros –aventurando temerariamente su futuro, como si tuviera la llave de la vida–, con esta apreciación: «Andrés, que nunca será ni religioso ni sacerdote». Quizá quiso contradecir el vaticinio de su madre asegurando que sucedería lo contrario, como así fue.

Su trayectoria infantil y juvenil era de lo más opuesto a una persona de espíritu religioso: rebelde, de fácil protesta, molestamente inquieto, y nada fervoroso. Hallándose interno en el colegio era tan revoltoso que el rector lo castigó en un cuarto oscuro, pero se escapó. Le esperaba en casa un castigo equiparable a su travesura y se libró porque su paciente madre intercedió por él. Ella hacía todo lo que podía para enderezarlo. Constantemente le encomendaba a Dios en sus oraciones, y seguía realizando obras de caridad con los pobres en medio de los reproches de este díscolo hijo, quien, a pesar de sus ácidas críticas, después recordaría sus enseñanzas. El néctar de esta eficaz pedagogía materna era simple y claro: que a Dios se le entrega siempre lo mejor, no los deshechos, como él pretendía que hiciese ella con los pobres a los que asistía. De todos modos, si le quedaba algún ápice de fervor, el joven lo perdió por completo cuando inició estudios de filosofía en Poitiers. Entonces abrió los brazos a la vida mundana sin reparar en el poso de infelicidad y amargura que iba trazando en su alma. En un momento dado decidió ingresar en la vida militar sin contar con la opinión de su acomodada familia. De nuevo medió su madre para que pudiera entrar en su domicilio, porque hasta eso le vedaron. Esta brava mujer, que con su fe y constancia pensó que encauzaría la vida de su indómito vástago, incluso fue al ejército, pagó la multa correspondiente y lo liberó de su compromiso.

Andrés era algo desastroso para escribir, así que no fue admitido en ninguno de los trabajos a los que acudió en busca de empleo. Pensó dedicarse a la abogacía, pero siguiendo el consejo que le dieron, se trasladó a casa de un tío que era arcipreste d’Hains. Y allí tocó Dios su turbulento corazón. Inició los estudios eclesiásticos y cultivó la oración y la meditación. Durante un tiempo, después de ser ordenado, fue vicario de su tío. Éste, que tenía fama de santo, le observaba predicar con palabras altisonantes. Un día se le olvidó el sermón, y el venerable sacerdote le advirtió que no buscara lucirse ante los demás, que eso no era del agrado de Dios. Andrés tomó buena nota de ello. Pero aún tenía que cercenar otras ataduras.

Como párroco de su ciudad natal comenzó a vivir con cierto lujo y comodidades. Agasajaba a sus invitados con prodigalidad, hasta que un pordiosero le llamó la atención: «Padre Andrés, usted vive más como un rico que como un pobre, como lo manda Cristo». Entonces se desprendió de la rica cubertería, repartió sus bienes entre los necesitados y adoptó para sí el espíritu monacal. El remanente que le dejaba su austera vida lo destinaba a la limosna. Los signos de conversión se traslucían en los sermones, y su sacristán un día le confió: «Su Reverencia predicaba antes con palabras que nadie entendía. Ahora entendemos todo lo que dice».

En 1782 su amistad con el padre Riom que estaba al frente de la iglesia de Saint Phèle, de Maillé, ya desaparecida, le permitió conocer a su sobrino, Pedro Coudrin, futuro fundador de la congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Éste, que entonces era seminarista, tomó al santo como confesor. Pasado el tiempo, además de establecerse entre ambos una entrañable relación, se ayudaron mutuamente. Coudrin, en particular, hizo gestiones de gran calado relacionadas con la fundación instituida por Fournet. Pedro nunca olvidó las prácticas que aprendió junto a él, adoptando como suya la costumbre de Andrés de repetir con frecuencia: Sanctus, Sanctus, Sanctus, y Gloria Patri.

El estallido de la Revolución francesa los separó. Y fue nueva ocasión para que Fournet testimoniara su fe como también haría Coudrin en su momento. La negativa de Andrés a prestar el juramento exigido a los sacerdotes en contra de la Iglesia, le convirtió en prófugo de la justicia. Durante cinco años permaneció como un fugitivo en España donde se refugió a instancias de su obispo. Pero sentía que debía estar junto a sus fieles, y regresó a Maillé a mediados de 1797. El regocijo del pueblo fue inmenso al conocer la presencia del santo, que llegó de improviso burlando el veto que recaía sobre su persona. Nuevamente sufrió el acoso de sus perseguidores. Tuvo que esconderse hasta en armarios, pero nunca le faltó el apoyo incondicional de los feligreses que le libraron astutamente de ser capturado y condenado. Con el cambio de signo político pudo centrarse abiertamente en su ministerio pastoral. Predicó y confesó de forma incansable por las localidades cercanas. Sacerdotes y laicos le buscaban por su agudeza espiritual y sabios consejos. Muchos seminaristas se vieron agraciados por su generosidad. Les instruía directamente o les proporcionaba buenos formadores hasta que hallaba para ellos un lugar adecuado en los seminarios.

En 1804 junto a santa Isabel Bichier des Ages fundó la comunidad de Hijas de la Cruz, denominadas por ella Hermanas de San Andrés, dedicadas a los enfermos y a la juventud. Él fue director espiritual de la santa hasta su muerte que se produjo en La Puye el 13 de mayo de 1834. Tras su deceso el obispo de Poitiers manifestó: «El cielo acaba de enriquecerse con un nuevo miembro y la tierra acaba de perder un modelo de todas las virtudes sacerdotales». Pío XI lo beatificó el 16 de mayo de 1926, y él mismo lo canonizó el 4 de junio de 1933.