Servicio diario - 02 de junio de 2019


 

Beatificación: "Que seáis testigos de libertad y de misericordia" contra las "nuevas ideologías"
Rosa Die Alcolea

Francisco a la comunidad romaní: "Pido perdón por todo lo que os hemos discriminado"
Rosa Die Alcolea

Rumanía: El Papa saluda el testimonio de fe de los nuevos mártires
Raquel Anillo

Última parada del Papa en Rumanía: Encuentro con la comunidad gitana en Blaj
Rosa Die Alcolea

Proclamación de los 7 nuevos beatos rumanos: Estallido de alegría en Blaj
Rosa Die Alcolea

Testimonio del sacerdote greco-ortodoxo romaní: "Necesitamos sanar esta fractura"
Raquel Anillo

Cardenal Lucian Mureşan, de Rumanía: “Pedro está aquí. Para confirmarnos en la fe”
Redacción

Tercer día del Papa en Rumanía: Beatificación en Blaj y encuentro con la comunidad romaní
Rosa Die Alcolea

San Juan Grande Román, 3 de junio
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

02/06/2019-09:57
Rosa Die Alcolea

Beatificación: "Que seáis testigos de libertad y de misericordia" contra las "nuevas ideologías"

(ZENIT — 2 junio 2019).- "Que seáis testigos de libertad y de misericordia": El Santo Padre ha exhortado en la beatificación de los 7 mártires rumanos a "llevar la luz del Evangelio a nuestros contemporáneos" y "a seguir luchando, como estos beatos, contra estas nuevas ideologías que surgen".

"Nos toca a nosotros luchar ahora como tocó a ellos en aquellos tiempos", ha invitado a las 60.000 personas que han participado en la ceremonia, este domingo, 2 de junio de 2019, en el Campo de la libertad, en Blaj, mientras otras 20.000 personas han seguido la celebración a través de las pantallas instaladas en el centro de la ciudad rumana, según las autoridades locales.

El Pontífice ha destacado dos virtudes de los nuevos beatos, martirizados en los años de régimen comunista en Rumanía, de 1950 a 1970: la libertad y la misericordia, preciosa herencia que han dejado al pueblo rumano.

 

Amor ejemplar hacia su pueblo

Francisco, ha hecho una mención especial al nombre del lugar de la celebración: "Campo de la libertad", y ha comentado que "Ante la feroz opresión del régimen", los siete obispos greco-católicos "manifestaron una fe y un amor ejemplar hacia su pueblo", ha indicado. "Con gran valentía y fortaleza interior, aceptaron ser sometidos a un encarcelamiento severo y a todo tipo de ultrajes, con tal de no negar su pertenencia a su amada Iglesia".

Pensando en la libertad, no puedo dejar de observar que estamos celebrando la Divina Liturgia en el "Campo de la Libertad". Este lugar significativo evoca la unidad de vuestro Pueblo que se ha realizado en la diversidad de las expresiones religiosas. (...) Los nuevos beatos sufrieron y dieron su vida, oponiéndose a un sistema ideológico que rechazaba la libertad y coartaba los derechos fundamentales de la persona humana.

El otro aspecto subrayado por el Pontífice de la "herencia espiritual" de los nuevos beatos es la misericordia. "Ellos compaginaban la tenacidad de profesar la fidelidad a Cristo con una disposición al martirio sin palabras de odio hacia los que los perseguían, ante los que demostraron una profunda mansedumbre".

 

Nuevas ideologías

En este contexto, el Papa ha advertido que también hoy reaparecen "nuevas ideologías" que, "de forma sutil, buscan imponerse y desarraigar a nuestros pueblos de sus más ricas tradiciones culturales y religiosas".

Estas "colonizaciones ideológicas" desprestigian el valor de la persona, de la vida, del matrimonio y la familia y "dañan con propuestas alienantes, tan ateas como en el pasado", especialmente a nuestros jóvenes y niños "dejándolos desprovistos de raíces desde donde crecer".

Así, el Santo Padre ha exhortado a todos los presentes a "llevar la luz del Evangelio a nuestros contemporáneos" y "a seguir luchando, como estos beatos, contra estas nuevas ideologías que surgen". "Nos toca a nosotros luchar ahora como tocó a ellos en aquellos tiempos", ha anunciado.

"Que seáis testigos de libertad y de misericordia, haciendo prevalecer la fraternidad y el diálogo ante las divisiones, incrementando la fraternidad de la sangre, que encuentra su origen en el periodo de sufrimiento en el que los cristianos, dispersos a lo largo de la historia, se han sentido cercanos y solidarios".

***

 

Homilía del Papa Francisco

«Maestro ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?» (Jn9,2). Esta pregunta de los discípulos a Jesús desencadena una serie de movimientos y acciones que acompañará todo el relato evangélico desvelando y dejando en evidencia lo que realmente enceguece el corazón humano.

Jesús, al igual que sus discípulos, ve al ciego de nacimiento, es capaz de reconocerlo y ponerlo al centro. Después de aclarar que su ceguera no era fruto del pecado mezcla el polvo de la tierra con su saliva y lo pone en sus ojos; luego le ordena lavarse en la piscina de Siloé. Cuando se lavó, el ciego recobró la vista. Es interesante notar cómo el milagro se narra en apenas dos versículos, en los demás se pone la atención no en el ciego recuperado, sino en las discusiones que desencadena. Parece que su vida y especialmente su curación se vuelve banal, anecdótica o elemento de discusión, así como de irritación y enojo. El ciego sanado es interrogado en un primer momento por la multitud estupefacta, después por los fariseos; y estos interrogan también a sus padres. Ponen en duda la identidad del hombre sanado; posteriormente niegan la acción de Dios, poniendo como excusa que Dios no actúa en sábado; llegan incluso a dudar que aquel hombre naciera ciego.

Toda la escena y las discusiones revelan lo difícil que resulta comprender las acciones y prioridades de Jesús, capaz de poner en el centro a aquel que estaba en la periferia, especialmente cuando se piensa que el primado lo tiene “el sábado” y no el amor del Padre que busca que todos los hombres se salven (cf. 1 Tm2,4); el ciego tenía que convivir no sólo con su ceguera sino también con la de aquellos que lo rodeaban. Así son las resistencias y hostilidades que surgen en el corazón humano cuando, al centro, en vez de encontrar personas, se ponen intereses particulares, rótulos, teorías, abstracciones e ideologías, que lo único que logran es enceguecer todo a su paso. En cambio, la lógica del Señor es diferente, lejos de esconderse en la inacción o la abstracción ideológica, busca a la persona con su rostro, con sus heridas e historia. Va a su encuentro y no se deja embaucar por discursos incapaces de priorizar y poner en el centro lo realmente importante.

Estas tierras conocen bien el sufrimiento de la gente cuando el peso de la ideología o de un régimen es más fuerte que la vida y se antepone como norma a la misma vida y a la fe de las personas; cuando la capacidad de decisión, la libertad y el espacio para la creatividad se ve reducido y hasta cancelado (cf. Carta enc. Laudato si’, 108). Vosotros habéis sufrido los discursos y acciones basados en el desprestigio que llevan hasta la expulsión y aniquilación de quien no puede defenderse y hacen callar las voces disonantes. Pensamos de manera particular en los siete obispos greco-católicos que he tenido la alegría de proclamar beatos. Ante la feroz opresión del régimen, ellos manifestaron una fe y un amor ejemplar hacia su pueblo. Con gran valentía y fortaleza interior, aceptaron ser sometidos a un encarcelamiento severo y a todo tipo de ultrajes, con tal de no negar su pertenencia a su amada Iglesia. Estos pastores, mártires de la fe, han recuperado y dejado al pueblo rumano una preciosa herencia que podemos resumir en dos palabras: libertad y misericordia.

Pensando en la libertad, no puedo dejar de observar que estamos celebrando la Divina Liturgia en el “Campo de la Libertad”. Este lugar significativo evoca la unidad de vuestro Pueblo que se ha realizado en la diversidad de las expresiones religiosas. Esto constituye un patrimonio espiritual que enriquece y caracteriza la cultura y la identidad nacional rumana. Los nuevos beatos sufrieron y dieron su vida, oponiéndose a un sistema ideológico que rechazaba la libertad y coartaba los derechos fundamentales de la persona humana. En aquel periodo triste, la vida de la comunidad católica fue sometida a una dura prueba por un régimen dictatorial y ateo: todos los obispos y muchos fieles de la Iglesia Greco-Católica y de la Iglesia Católica de rito latino fueron perseguidos y encarcelados.

El otro aspecto de la herencia espiritual de los nuevos beatos es la misericordia. Ellos compaginaban la tenacidad de profesar la fidelidad a Cristo con una disposición al martirio sin palabras de odio hacia los que los perseguían, ante los que demostraron una profunda mansedumbre. Es elocuente lo que el Obispo Iuliu Hossu declaró durante la prisión: «Dios nos ha enviado a estas tinieblas del sufrimiento para dar el perdón y rezar por la conversión de todos». Estas palabras son el símbolo y la síntesis de la actitud con la que estos beatos en el periodo de la prueba sostuvieron a su pueblo en la confesión continua de la fe sin fisuras ni represalias. Esta actitud de misericordia hacia los torturadores es un mensaje profético, porque se presenta hoy como una invitación a todos para superar el rencor con la caridad y el perdón, viviendo la fe cristiana con coherencia y valentía.

Queridos hermanos y hermanas: También hoy reaparecen nuevas ideologías que, de forma sutil, buscan imponerse y desarraigar a nuestros pueblos de sus más ricas tradiciones culturales y religiosas. Colonizaciones ideológicas que desprestigian el valor de la persona, de la vida, del matrimonio y la familia (cf. Exhort. ap. postsin. Amoris laetitia, 40) y dañan con propuestas alienantes, tan ateas como en el pasado, especialmente a nuestros jóvenes y niños dejándolos desprovistos de raíces desde donde crecer (cf. Exhort. ap. Christus vivit, 78); y entonces todo se vuelve irrelevante si no sirve a los propios intereses inmediatos empujando a las personas a aprovecharse de otras y a tratarlas como meros objetos (cf. Exhort. ap. Laudato si’, 123-124). Son voces que, sembrando miedo y división, buscan cancelar y sepultar el más rico de los legados que estas tierras vieron nacer. Pienso por ejemplo al Edicto de Torda en 1568 que sancionaba todo tipo de radicalismo y promovía por primera vez en Europa un acta de tolerancia religiosa.

Deseo animaros a llevar la luz del Evangelio a nuestros contemporáneos y a seguir luchando, como estos beatos, contra estas nuevas ideologías que surgen. Nos toca a nosotros luchar ahora como tocó a ellos en aquellos tiempos. Que seáis testigos de libertad y de misericordia, haciendo prevalecer la fraternidad y el diálogo ante las divisiones, incrementando la fraternidad de la sangre, que encuentra su origen en el periodo de sufrimiento en el que los cristianos, dispersos a lo largo de la historia, se han sentido cercanos y solidarios. Que os acompañen en vuestro camino la materna protección de la Virgen María y la intercesión de los nuevos beatos.

 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

02/06/2019-14:27
Rosa Die Alcolea

Francisco a la comunidad romaní: "Pido perdón por todo lo que os hemos discriminado"

(ZENIT – 2 mayo 2019).- La comunidad “romaní” o gitana de Blaj, en Rumanía, ha recibido la visita del Santo Padre, esta tarde, domingo, 2 de junio de 2019, en el barrio Barbu Lautaru, última visita del Pontífice en su viaje apostólico al país.

Francisco les ha ofrecido un discurso sincero y esperanzador, que ha comenzado con palabras de disculpas: “Llevo un peso en el corazón”, les ha dicho. “Pido perdón –en nombre de la Iglesia al Señor y a vosotros– por todo lo que a lo largo de la historia, os hemos discriminado, maltratado o mirado de forma equivocada”.

En la Iglesia de Cristo “hay un lugar para todos”, ha asegurado Francisco. “Si no fuera así, no sería la Iglesia de Cristo”. Y ha continuado: “La Iglesia es lugar de encuentro y tenemos necesidad de recordarlo no como un bello slogan, sino como parte del carnet de identidad de nuestro ser cristianos”.

 

"Nada de rencor"

"Como ante una encrucijada, a menudo se pone ante nosotros una elección decisiva: recorrer la vía de la reconciliación o la de la venganza. Elijamos la vía de Jesús". El Pontífice ha aclarado que esta es una vía "que comporta fatiga, pero es la vía que conduce a la paz; y pasa a través del perdón".

Así, les ha alentado a "no dejarnos llevar por el odio que brota dentro de nosotros: nada de rencor". "Porque ningún mal resuelve otro mal, ninguna venganza arregla una injusticia, ningún resentimiento es bueno para el corazón, ninguna clausura acerca".

 

Rol principal como pueblo

El Obispo de Roma les ha invitado a tomar su "rol principal" como pueblo: "No debéis tener miedo a compartir y ofrecer esas notas particulares que os constituyen y que señalan vuestro caminar, y de las que tenemos tanta necesidad": El valor de la vida y de la familia en sentido amplio —primos, tíos...— la solidaridad, la hospitalidad, la ayuda, el apoyo y la defensa de los más débiles dentro de su comunidad; la valorización y el respeto a los ancianos; el sentido religioso de la vida, la espontaneidad y la alegría de vivir.

Según el centro de 2011, el 9% de los habitantes de Blaj son romaníes. Al igual que las otras ramas del pueblo gitano, la comunidad "rom" llegó a Rumanía a partir del siglo )(V.

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Palabras del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas: buenos días.

Me alegra encontraros y os doy las gracias por vuestra acogida. Tú, Don loan, no te equivocas en afirmar esa certeza tan evidente como a veces olvidada: en la Iglesia de Cristo hay un lugar para todos. Si así no fuera, no sería la Iglesia de Cristo. La Iglesia es lugar de encuentro y tenemos necesidad de recordarlo no como un bello slogan, sino como parte del carnet de identidad de nuestro ser cristianos. Nos lo has recordado al poner como ejemplo al obispo mártir loan Suciu que supo plasmar con gestos concretos el deseo del Padre Dios de encontrarse con cada persona en la amistad y en el compartir. El Evangelio de la alegría se transmite en la alegría del encuentro y de saber que tenemos un Padre que nos ama. Mirados por él, entendemos cómo hemos de mirarnos entre nosotros. Con este espíritu he deseado estrechar vuestras manos, poner mis ojos en los vuestros, haceros entrar en el corazón, en la oración, con la confianza de entrar yo también en vuestra oración, en vuestro corazón.

Sin embargo, llevo un peso en el corazón. Es el peso de las discriminaciones, de las segregaciones y de los maltratos que han sufrido vuestras comunidades. La historia nos dice que también los cristianos, también los católicos, no son ajenos a tanto mal. Quisiera pedir perdón por esto. Pido perdón —en nombre de la Iglesia al Señor y a vosotros— por todo lo que a lo largo de la historia, os hemos discriminado, maltratado o mirado de forma equivocada, con la mirada de Caín y no con la de Abel, y no fuimos capaces de reconoceros, valoraros y defenderos en vuestra singularidad. A Caín no le importa su hermano. La indiferencia es la que alimenta los prejuicios y fomenta los rencores. ¡Cuántas veces juzgamos de modo temerario, con palabras que hieren, con actitudes que siembran odio y crean distancias! Cuando alguno viene postergado, la familia humana no camina. No somos en el fondo cristianos, ni siquiera humanos, si no sabemos ver a la persona antes que sus acciones, antes que nuestros juicios y prejuicios.

Siempre, están Abel y Caín en la historia de la humanidad. Está la mano extendida y la mano que golpea. Está la apertura del encuentro y el cierre del enfrentamiento. Hay acogida y hay descarte. Está quien ve en el otro a un hermano y quien lo considera un obstáculo en su camino. Está la civilización del amor y está la del odio. Cada día hay que elegir entre Abel y Caín. Como ante una encrucijada, a menudo se pone ante nosotros una elección decisiva: recorrer la vía de la reconciliación o la de la venganza. Elijamos la vía de Jesús. Es una vía que comporta fatiga, pero es la vía que conduce a la paz; y pasa a través del perdón. No nos dejemos llevar por el odio que brota dentro de nosotros: nada de rencor. Porque ningún mal resuelve otro mal, ninguna venganza arregla una injusticia, ningún resentimiento es bueno para el corazón, ninguna clausura acerca.

Queridos hermanos y hermanas: Vosotros como pueblo tenéis un rol principal que tomar y no debéis tener miedo a compartir y ofrecer esas notas particulares que os constituyen y que señalan vuestro caminar, y de las que tenemos tanta necesidad: el valor de la vida y de la familia en sentido amplio —primos, tíos…– la solidaridad, la hospitalidad, la ayuda, el apoyo y la defensa de los más débiles dentro de su comunidad; la valorización y el respeto a los ancianos; el sentido religioso de la vida, la espontaneidad y la alegría de vivir.

No privéis a las sociedades donde os encontréis de estos dones y animaos también a recibir todo lo bueno que los demás os puedan brindar y aportar. Por eso os quiero invitar a caminar juntos, allí donde estéis en la construcción de un mundo más humano, superando los miedos y sospechas, dejando caer las barreras que nos separan de los demás, y favoreciendo la confianza recíproca en la paciente y siempre útil búsqueda de la fraternidad. Luchar para caminar juntos, «con dignidad: la dignidad de la familia, la dignidad del trabajo, la dignidad de ganarse el pan de cada día —esto es lo que te hace avanzar— y la dignidad de la oración. Siempre mirando hacia adelante» (Encuentro de oración con el pueblo gitano, 9 mayo 2019).

Este encuentro es el último de mi visita en Rumanía. He venido a este país bello y acogedor como peregrino y hermano, para encontrar. Os encontré a vosotros y encontré a mucha gente para hacer un puente entre mi corazón y el vuestro. Y ahora regreso a casa, regreso enriquecido, llevando conmigo lugares y momentos, pero sobre todo rostros. Vuestros rostros colorearán mis recuerdos y poblarán mi oración. Os doy las gracias y os llevo conmigo. Y ahora os bendigo, pero antes os pido un gran favor: rezad por mí. Gracias.

 

 

 

02/06/2019-11:22
Raquel Anillo

Rumanía: El Papa saluda el testimonio de fe de los nuevos mártires

(ZENIT — 2 junio 2019).-En Rumanía, el Papa Francisco rindió homenaje a los "hijos de la Iglesia greco católica que, durante tres siglos, han testificado con celo apostólico (su) fe".

En el tercer y último día de su viaje apostólico, el 2 de junio de 2019, el Papa viajó a Transilvania, en Blaj, donde celebró en rito oriental la misa de beatificación de siete obispos mártires, en el "Campo de la Libertad". "Lugar simbólico para la nación rumana y los greco-católicos.

Al final de la celebración, oró el Regina Coeli, que reemplaza al Ángelus en el tiempo pascual, con los más de 80.000 fieles presentes en el lugar o reunidos en varias partes de la ciudad.

AK

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Palabras del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas:

Antes de concluir esta Divina Liturgia, deseo saludaros una vez más a los que estáis aquí presentes y a los que he encontrado durante estos días, asimismo agradezco a todos la cordial acogida.

Saludo respetuosamente al señor Presidente de la República y a las demás autoridades, manifestándoles un sincero agradecimiento por su fructuosa colaboración en la preparación y el desarrollo de mi visita. Estoy agradecido a Su Beatitud el Patriarca Daniel, al Santo Sínodo, al clero y a los fieles de la Iglesia Ortodoxa de Rumanía, que me han acogido fraternalmente. Que el Señor bendiga esta antigua e ilustre Iglesia y la sostenga en su misión.

Dirijo un saludo lleno de afecto y de gratitud a Su Beatitud el Cardenal Lucian Mureşan. Saludo a los fieles de la Iglesia Católica, a los obispos, sacerdotes, religiosos y a los fieles laicos de Bucarest y de Iaşi, así como a los numerosos peregrinos de şumuleu Ciuc. Doy gracias al Señor porque me ha dado la posibilidad de rezar con vosotros y de animar vuestro empeño en la evangelización y en el testimonio de la caridad. Aquí en Blaj, tierra de martirio, libertad y misericordia, rindo homenaje a vosotros, hijos de la Iglesia Greco-Católica, que desde hace tres siglos testimoniáis con ardor apostólico vuestra fe.

Que la Virgen María haga extensiva su protección materna a todos los ciudadanos de Rumanía que a lo largo de la historia han confiado siempre en su intercesión. A ella os encomiendo a todos y le pido que os guíe en el camino de la fe, para avanzar hacia un futuro de auténtico progreso y de paz, y para contribuir en la construcción de una patria cada vez más justa y fraterna.

Regina Coeli ...

 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

02/06/2019-15:10
Rosa Die Alcolea

Última parada del Papa en Rumanía: Encuentro con la comunidad gitana en Blaj

(ZENIT — 2 junio 2019).- El último encuentro del Santo Padre en Rumanía ha sido con un grupo étnico que ha sufrido discriminación a lo largo de la historia, en diferentes zonas del mundo, y se ha visto obligado a emigrar una y otra vez: la comunidad gitana, llamada también "comunidad Rom" o "romaní".

El Papa ha bendecido una placa conmemorativa, colocada al exterior de la iglesia, en la que se manifiesta el "acto de reparación en memoria del exterminio" a la comunidad gitana, y ha saludado a los niños y familias que esperaban con ilusión su llegada en la entrada de la iglesia, en total unas 250.

Un coro de niños con camisetas de vivos colores cantaban para el Santo Padre, miembros de la ONG Concordia, que brinda asistencia social en Bucarest, Sofía, Moldavia y Austria. No es una organización romaní, sino genérica.

En el interior de la pequeña iglesia, con pinturas neobizantinas, el Papa se ha sentado frente a los 60 representantes de la comunidad rom, y los niños se han sentado delante, a los pies del Pontífice. Un sacerdote de etnia romaní ha expresado unas palabras de bienvenida y agradecimiento al Papa.

Después, Francisco les ha ofrecido un discurso sincero y conciso, con palabras de perdón: "Pido perdón —en nombre de la Iglesia al Señor y a vosotros— por todo lo que a lo largo de la historia, os hemos discriminado, maltratado o mirado de forma equivocada", les ha dicho.

 

Custodia para la iglesia

El regalo del Papa para la iglesia dedicada al beato Ioan Sucius en el barrio de Barbu Lăutaru, es una custodia hecha de metal dorado, de un estilo moderno artístico de objetos destinados a la liturgia, marcada por su mano de obra elegante, simple y lineal.

Está adornado con una serie de elementos decorativos en cuarzo ialino, que no solo enmarcan el receptáculo, sino que hacen más ricos y radiantes los rayos que rodean el Cuerpo de Cristo, que mediante la transubstanciación se revela a la adoración precisamente a través de este objeto litúrgico.

 

Comunidad romaní

La comunidad “rom”, o “romaní”, es una rama del pueblo gitano. Así, el término “rom” se utiliza para referirse a los gitanos que tienen como lengua el romaní, idioma de origen indoeuropeo, diferente del rumano, que es de raíz latina.

Al igual que las otras ramas del pueblo gitano, la comunidad “rom” llegó a Rumanía a partir del siglo XV, descendientes de quienes llegaron al viejo continente procedentes del norte de India a partir del siglo XII.

Los romaníes de todo el mundo presentan diferentes características antropométricas, culturales y sociales que dificultan su categorización bajo una sola familia étnica.

En algunos países de Europa se emplea el término “rom” o “romaní” como sinónimo de “gitano”, independientemente de su origen o lengua y con una fuerte connotación peyorativa. La lengua gitana es el romaní, un idioma indoeuropeo surgido del sánscrito.

 

 

 

02/06/2019-10:45
Rosa Die Alcolea

Proclamación de los 7 nuevos beatos rumanos: Estallido de alegría en Blaj

(ZENIT – 2 junio 2019).- Un gran aplauso ha inundado de alegría el Campo de la libertad, en Blaj, al son de las campanas, en torno a las 11:20 horas (10:20 horas en Roma), tras la proclamación por parte del Papa Francisco de los nuevos beatos rumanos, los 7 obispos greco-católicos: Valeriu Traian Frențiu, Vasile Aftenie, Ioan Suciu, Tit Liviu Chinezu, Ioan Bălan, Alexandru Rusu y Iuliu Hossu.

Los mártires, "testigos de la libertad y de la misericordia" —ha descrito el Papa— fueron torturados y encarcelados entre 1950 y 1070, concretamente en los años previos a que Nicolás Ceasucescu se convirtiera en el máximo responsable del país, que asumió en 1967. En este periodo, la Iglesia Greco-Católica siguió funcionando en clandestinidad y en diáspora. El comunismo en Rumanía duró hasta el derrocamiento del dictador Ceausescu en 1989.

Esta mañana, domingo, 2 de junio de 2019, tercer y último día del Papa Francisco en Rumanía, 60.000 personas han participado en la celebración de la "Divina Liturgia", Misa en el rito bizantino, presidida por primera vez por el Santo Padre, y otras 20.000 a través de las pantallas en otras plazas de la ciudad.

Entre las autoridades presentes, se encontraba el presidente, Klaus Werner Iohannis, la primera ministra, Vasilica Viorica Dăncilă, algunos miembros del gobierno y el alcalde de Blaj.

 

Rito de beatificación

La celebración de la Divina Liturgia ha comenzado con el rito de beatificación. El Arzobispo Mayor de Fagaras si Alba Iulia, el Cardenal Lucian Muresan, ha presentado al Santo Padre a los 7 obispos de Rumanía que sufrieron martirios, uno a uno, nombrándolos.

A continuación, el Pontífice ha proclamado en voz alta: “Nosotros, acogiendo el deseo de nuestro hermano Lucian, Cardenal de la Santa Iglesia Rumana, Muresan, Arzobispo Mayor de Fagaras si Alba Iulia, de numerosos hermanos en el episcopado y fieles después de conocer el parecer de la Congregación de las Causas de los Santos con nuestra autoridad apostólica, concedemos que los venerables sean de Dios: Valeriu Traian Frențiu, Vasile Aftenie, Ioan Suciu, Tit Liviu Chinezu, Ioan Bălan, Alexandru Rusu y Iuliu Hossu, obispos y mártires de la Iglesia que está en Rumanía, pastores según el corazón de Cristo, testigos heroicos del Evangelio, del perdón y de la paz, a partir de ahora sean devotamente honrados entre los beatos, y que sean celebrados cada año en los lugares y según las reglas establecidas por el derecho.

 

Tropario de los mártires

Los obispos concelebrantes, vestidos con las tradicionales casullas y mitras orientales, han dedicado unos cantos en honor a los nuevos beatos y se ha mostrado un icono de los mártires, que han colocado a la derecha del altar, mientras sonaban las campanas en la ciudad de Blaj y todas personas aplaudían con entusiasmo.

Dos descendientes de las familias de los nuevos beatos han llevado el relicario de los beatos y lo han colocado junto al icono, y han sido incensados.

Durante la Misa, el coro ha cantado el tropario de los mártires, cuya letra decía: “Beatos mártires, que con valor han luchado y han sido coronados, intercedan ante el Señor, a fin de que tenga piedad de nuestras almas”.

Después, el Cardenal Muresan y el obispo rumano concelebrante han abrazado al Papa, como muestra de agradecimiento y alegría por la reciente beatificación.

 

Ofrenda

En la Divina Liturgia se llama “gran entrada”, proclaman cantando los dones que presentan al Papa Francisco en el altar, rezando por él.

Después de la comunión, ofrecida a los fieles en las dos especies: pan y vino, ha concluido la celebración de la divina liturgia.

 

Reliquias e icono

Al término de la celebración eucarística, el Pontífice ha bendecido y ha escrito en el gran icono de los nuevos beatos mártires Valeriu, Vasile, Ioan, Tit Liviu, Ioan, Alexandru y Iuliu.

Además, el Cardenal Muresan, Arzobispo Mayor de Fagaras si Alba Iulia, ha regalado al Santo Padre una caja de plata con algunas reliquias de los nuevos beatos y un icono de los 7 mártires bajo el manto protector de la Virgen María, representada por encima de los obispos rumanos.

A su vez, el Papa ha donado un cáliz de plata al Cardenal, para la Archidiócesis de Fagaras si Alba Iulia.

 

 

 

 

02/06/2019-15:58
Raquel Anillo

Testimonio del sacerdote greco-ortodoxo romaní: "Necesitamos sanar esta fractura"

(ZENIT — 2 junio 2019).- "¡Bienvenido a la periferia de las periferias!": así ha recibido un sacerdote greco-ortodoxo de etnia gitana, al Papa Francisco en la nueva iglesia dedicada al Apóstol San Andrés y al Beato loan Suciu. "Para nosotros, y para todos los romaníes, su presencia es de fuerte aliento y esperanza".

Aquí, en el barrio de Barbu Lautaru en Blaj, "nosotros, los Rom, vivimos felices porque la Iglesia Greco-Católica Rumana ha entendido bien una cosa importante: Necesitamos sanar esta fractura, necesitamos encontrarnos con estos hermanos, necesitamos ofrecerles el Evangelio de la alegría".

"No podemos dejar de recordar al mártir Mons. loan Suciu, que voluntariamente jugó al fútbol con los pequeños romaníes en las mismas calles donde nos encontramos, en un auténtico espíritu fraterno de amistad y de compartir", ha narrado el sacerdote.

El nuevo mártir "pagó su fidelidad a Cristo con su propia sangre, y ahora celebra la liturgia celestial con los Santos Ángeles", ha contado. "Agradecemos a nuestra Iglesia por haber pensado en una pastoral para los gitanos, con diferentes parroquias dedicadas al acompañamiento espiritual de sus familias y de sus hijos. Y el templo donde estamos aquí en nuestro barrio es un signo concreto de este cuidado y afecto por nosotros".

"Creo que no me equivoco si digo que estamos aquí para mostrar cómo en la Iglesia de Cristo hay lugar para todos", ha insistido el sacerdote rumano al Papa Francisco.

Por esta razón, "la visita y el abrazo que usted, Santo Padre, nos da hoy nos revela a todos lo que es la verdadera vida de los romaníes, y lo auténtico que es su deseo de inclusión y participación en el trabajo de las sociedades en Rumania y en otros lugares, para superar la discriminación y la segregación".

Así, ha concluido con un sincero agradecimiento al Papa por su visita: "Gracias, Santo Padre, por dialogar con nuestro tiempo, por sentirse cerca de nosotros, uno de nosotros. Al acogerte, acogemos al Señor, que ha venido para los últimos, que ama a los marginados, a los incómodos, a los que son difíciles de entender.

 

Con traducción de Raquel Anillo

 

 

 

02/06/2019-12:18
Redacción

Cardenal Lucian Mureşan, de Rumanía: “Pedro está aquí. Para confirmarnos en la fe”

(ZENIT – 2 junio 2019).- “Gracias, Santo Padre, por compartir con nosotros el gozo que solo el Señor nos puede dar, cuando celebramos en la Eucaristía al que nos une: Jesucristo, el Mesías, la luz del mundo”. El Cardenal Lucian Mureşan, de Rumanía, ha agradecido al Pontífice su visita al país, tras la celebración de la beatificación de los 7 obispos greco-católicos torturados durante la dictadura comunista.

Este domingo, 2 de junio de 2019, última jornada del Papa en tierras de los Cárpatos, ha presidido la Divina Liturgia en el Campo de la Libertad, en Blaj. El Arzobispo Mayor de Făgăraş şi Alba Iulia, no ha querido dejar de expresar su gratitud al Santo Padre.

“En nombre de toda la Iglesia católica griega de Rumania y de todos los hombres de buena voluntad en estas tierras, expreso mi más sincero agradecimiento por su presencia entre nosotros y, sobre todo, por haber presidido la Divina Liturgia con la beatificación de nuestros siete obispos mártires, los cuales preferían la muerte en lugar de traicionar su fe católica”.

“Si su venerado predecesor, el Papa Pío XII, en 1952 quiso ‘besar las cadenas de aquellos que, encarcelados injustamente, lloran y son afligidos por ataques a la religión’ en Rumania, hoy este sueño se ha hecho realidad: Pedro está aquí. Para confirmarnos en la fe”, ha expresado.

“Para besar y sanar nuestras heridas”, ha añadido. “Para estimularnos a un impulso renovado a través de una auténtica ‘purificación de la memoria’, aquí en el Campo de la Libertad de Blaj, un lugar histórico de emancipación de nuestra nación”.

Aquí en Blaj, el corazón de nuestra Iglesia late, un pequeño rebaño ubicado en los suburbios existenciales. Aquí, nuestra Iglesia, ferviente en la oración y la acción, recibe a los más pequeños, a los marginados, a los pobres, manifestando su vocación innata a la solidaridad.

El Padre Santo “nos bendice, a nosotros, a nuestra Iglesia, a nuestros enfermos, a los prisioneros, a los ancianos, a las familias en dificultades, pero también a los numerosos fieles que ahora viven en la diáspora”, ha concluido.

 

Con traducción de Raquel Anillo

 

 

 

02/06/2019-07:30
Rosa Die Alcolea

Tercer día del Papa en Rumanía: Beatificación en Blaj y encuentro con la comunidad romaní

(ZENIT — 2 junio 2019).- El Papa Francisco afronta hoy su tercer y último día en Rumanía, su 30° viaje apostólico internacional, con dos de los principales celebraciones: la beatificación de los 7 obispos greco-católicos rumanos, torturados durante los años del régimen comunista, y el encuentro con la comunidad "Rom", una rama de la etnia gitana, autóctona de Rumanía, es española llamada "romaní".

En primer lugar, el Santo Padre llegará a Blaj, a las 10 horas (9 horas en Roma), y alrededor de las 10:25 horas estará en el estadio municipal de Blaj, desde donde se trasladará al Campo de la Libertad, situado a 3 kilómetros, donde presidirá la Divina Liturgia (por primera vez) para la beatificación de los nuevos mártires.

Después, sobre las 15:40 horas (14:40 horas en Roma), el Obispo de Roma visitará el barrio de Barbu Lautaru, donde residen los "Rom", el barrio más antiguo de Blaj, bendecirá la nueva iglesia dedicada al beato loan Suciu, que el Papa proclamará hoy mismo mártir, en el Campo de la Libertad de Blaj.

 

Blaj

Blaj es una ciudad situada a 36 kilómetros de la ciudad de Alba lulia, en el punto de encuentro entre los dos ríos Tarnava (Grande Tarnava y Pequeño Tarnava), cuenta con 20.600 habitantes.

En 1975 se hizo aquí la primera traducción católica al rumano de las Sagradas Escrituras, conocida como "La Biblia de Blaj" y reimpresa en 2000 por la Tipografía Vaticana.

Desde el punto de vista cultural e histórico, los académicos de la Escuela de Transilvania demostraron el origen latino de la lengua rumana y en Blaj se sentaron las bases para el uso del alfabeto latino y para la escritura etimológica en todas las publicaciones. y los libros rumanos.

 

Ciudad episcopal

El poeta rumano Eminescu llamó a la ciudad la "pequeña Roma". Además, en Blaj, se han impreso importantes trabajos teológicos, históricos y lingüísticos que han dado forma a la conciencia nacional de los rumanos de Transilvania y han influido fuertemente en la vida política y cultural de las otras provincias históricas.

En 1737 la ciudad se convirtió en el centro de los católicos romanos de Transilvania, después del traslado de la sede episcopal de Fagaras a Blaj, realizado por el obispo loan Inochentie Micu Klein, es el año que marca prácticamente el nacimiento moderno de la ciudad como un lugar emblemático para la historia, la cultura y la espiritualidad rumana. Por esta razón, en 2018, Blaj fue declarada ciudad episcopal, siendo la primera ciudad de Rumania en beneficiarse de este "estatus".

 

Barrio de Barbu Lautaru

Es el barrio más antiguo de Blaj. El 1 de octubre de 2017, el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias orientales, bendijo la primera piedra de una iglesia y un centro pastoral. El nuevo edificio religioso fue consagrado el 19 de mayo de 2019 y está dedicado a Sant'Andrea Apostolo y al Beato loan Suciu.

Según el último censo de 2011, en Blaj, el 9% de los habitantes son romaníes. La Iglesia greco-católica rumana de la ciudad se ha ocupado de la asistencia pastoral y la asistencia social de la comunidad romaní durante años.

El obispo mártir loan Suciu, nativo de Blaj, creció entre los romaníes y, como prelado, apoyó a su comunidad y promovió iniciativas de evangelización con jóvenes, organizando, entre otras cosas, excursiones y partidos de fútbol. Incluso hoy en día, la Iglesia es sensible y está atenta a los problemas de la comunidad romaní y sus organizaciones sociales llevan a cabo varios programas para apoyar la educación y garantizar a los romaníes un mejor nivel de vida.

 

 

 

02/06/2019-07:00
Isabel Orellana Vilches

San Juan Grande Román, 3 de junio

«Como otro san Juan de Dios, en cuya orden ingresó, este humilde religioso que eligió denominarse pecador, porque así se sentía, tuvo en los enfermos y desvalidos la vía para ejercitar su caridad en los hospitales que fundó»

Este humilde santo, que tomó por sobrenombre «Juan Pecador» dando gloria a Dios y a la Iglesia con su vida, nació en Carmona, Sevilla, España, el 6 de marzo de 1546. Cristóbal, su padre, era herrero y murió cuando él tenía once años dejando a su familia con bienes suficientes para vivir holgadamente. Su madre Isabel al enviudar contrajo nuevo matrimonio con un hombre bueno que trató siempre al muchacho de forma considerada. Su vinculación a la parroquia de san Pedro como «niño de coro» ya había dejado una cierta huella en él, aunque desestimó entonces la vía sacerdotal, como le propusieron.

Pasó por un periodo de reflexión de cuatro años en Sevilla comprobando que ser pañero no era lo suyo, pese a que gozó de la alta estima del propietario del comercio que hubiera querido mantenerlo junto a él. Su madre le reclamó y sin querer desprenderse de este hijo singular puso a su alcance telas para que comerciara con ellas por las calles de la localidad, pero todo fue en vano. En su interior se había ido abriendo paso una imparable vocación. Y no se lo pensó: abandonó a su familia, el negocio, y vivió retirado en la ermita de Santa Olalla, en Marchena, localidad colindante a su ciudad natal, en intensa oración de la que extrajo la clara determinación que marcaría su existencia.

No tuvo dudas de que Dios le llamaba para entregarse a Él plenamente, y después de mendigar para asistir a los pobres, renunció al matrimonio y se vistió con un humilde hábito, adoptando como apellido el de «pecador» que vinculó a su nombre. La atención a un matrimonio de ancianos desvalidos que encontró en estado de abandono, a quienes llevó a su habitación y para los que pidió limosna, le hizo comprender que esa era la vía apostólica que debía seguir. Fue el inicio de un camino sembrado de obras de misericordia.

Dios le señaló Jerez de la Frontera para continuar sirviendo a los necesitados y enfermos. Tenía 19 años cuando partió a esta ciudad. Y allí Juan Pecador, como otro san Juan de Dios, a quien no conocía en ese momento, recogió en 1565 a los primeros enfermos abandonados y pedía limosna para paliar las carencias de los pobres. Entre tanto, frecuentaba la iglesia de los padres franciscanos recibiendo consejo espiritual de uno de los frailes. Y en ese corazón oceánico, forjado por una intensa vida de oración y su indeclinable fe en la divina Providencia, calaron las sugerencias de uno de los frailes que le señalaba a los pobres como objeto concreto de su caridad. De modo que Juan acogió a las mujeres descarriadas, a las que colocaba en hogares cristianos, a los prófugos, presos de la Cárcel Real, y a cualquier persona necesitada.

Un día se le apareció Cristo llagado y le marcó la senda de los enfermos. Entonces se hizo cargo de un pequeño hospital de los Remedios acogiendo enfermos convalecientes e incurables. Eran tantas las necesidades que apreciaba que quiso fundar otro hospital, aunque las numerosas dificultades que le salieron al paso le impidieron materializar el proyecto y aceptó la oferta del hospital de Sebastián que le cedió dos enfermerías.

Pronto Jerez se encariñó con él al ver su heroica entrega, fruto de su fecunda vida interior. Su actuación durante la epidemia de 1574 es memorable. Angustiado al ver a tantos enfermos por las calles sin poder recibir asistencia, urgió a las autoridades locales que se la procuraran. Y viendo que no podía dar abasto a tanta necesidad, con la venia de la Hermandad de San Juan de Letrán, en 1572 fundó su propio hospital en un terreno que le cedieron, con expresa dedicación a Nuestra Señora de la Candelaria.

Ese año, y como había tenido noticias de la labor que llevaba a cabo en Granada Juan de Dios, visitó la Institución creada por él y se unió a ella, acogiéndose a sus reglas que aplicó en su hospital y que consiguió que después fuese transferido a la orden Hospitalaria de San Juan de Dios en la que profesó recibiendo el hábito en 1576. Otro tanto hicieron los compañeros que le ayudaban. A partir de entonces extendió su radio de acción benéfica a otras localidades gaditanas con nuevas fundaciones en Medina Sidonia, Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda, Arcos de la Frontera y Villamartín. Fue un excepcional maestro de novicios a los que formaba con la palabra y el testimonio: dormía en el suelo, era sumamente frugal en la comida, y dedicaba casi todas las horas del día a la oración y a la caridad. Sanaba el cuerpo y el alma. A todos abría las puertas de par en par ejercitando de manera sublime todas las obras de misericordia.

Pero la asistencia que se procuraba en Jerez a los enfermos que no tenían recursos dejaba mucho que desear. Además, las autoridades decidieron suprimir hospitales, entre los que se hallaba también el de Juan. Y entonces confeccionó un informe preciso ( Memorial) consignando la actividad que ellos llevaban a cabo en estos términos: «con diligencia, cuidado y mucha caridad, haciéndose muy buena obra y servicio a Dios nuestro Señor, porque él y sus hermanos de hábito son hombres virtuosos y profesan esta caridad de curar los pobres enfermos». Lo redactó a instancias del arzobispo de Sevilla, cardenal Rodrigo de Castro, quien preocupado por esta determinación de las autoridades le había encargado esa misión. Con todo el dolor de su corazón, y dando muestras de virtud, Juan Grande afrontó la reducción hospitalaria prevista, ofreciendo a Dios sus contrariedades y sufrimientos. Seguramente le consoló también la presencia de su madre que pasó junto a él los últimos años de su vida. En 1600 se desencadenó en Jerez una virulenta epidemia de peste. Contagiado por ella, el santo murió el 3 de junio de ese año mártir de la caridad. Pío IX lo beatificó el 13 de noviembre de 1853. Juan Pablo II lo canonizó el 2 de junio de 1996. En 1986 había sido proclamado patrón de la diócesis de Jerez de la Frontera.