Solidaridad

 

Los inmigrantes aportan el 10% de los ingresos de la Seguridad Social, pero la mitad de los españoles piensa que reciben más de lo que tributan

 

El VIII informe de la Fundación Foessa arroja datos preocupantes: más de ocho millones de españoles sufre exclusión social, 1,2 millones más que antes de la crisis

 

 

13/06/19


 

 

Cada año, la Fundación Foessa, entidad impulsada por Cáritas para conocer la situación social en España, presenta una investigación exhaustiva, quizás la mejor de España, que arroja resultados concluyentes. Ayer presentó en la sede de la ONG de la Iglesia Católica su VIII Informe sobre exclusión social que ha sido ampliamente divulgado por los medios de comunicación.

Este informe ofrece datos que sorprenden a día de hoy, cuando la mayor parte de los españoles considera que la economía mejora y que la crisis, a pesar de no disfrutar todavía de una época de bonanza como antes del 2007, se ha superado.  Pues no. Una buena parte de la población española sufre hoy las consecuencias "de la crisis en la poscrisis”, ha destacado Guillermo Fernández, coordinador de la investigación.

 

Un 18% de la población sufre exclusión social

La investigación de Foessa muestra que actualmente, un total de 8,5 millones de personas (el 18,4% de la población) sufre exclusión social, 1,2 millones más que antes de la crisis. Este dato es sorprendente. Además, el 14% de personas que trabajan están en exclusión social, y dos millones de ciudadanos viven con la incertidumbre de quedarse sin casa.

A estas cifras se añade otra peor: un 4,1 millones de personas viven en situación de exclusión social severa.

Por exclusión social se entiende la pérdida de integración y de participación del individuo en la sociedad. Es la falta de participación en la vida social, económica y cultural de sus respectivas sociedades debido a la carencia de derechos, recursos y capacidades básicas que hacen imposible una participación social plena.

 

Tres bloques de riesgos sociales

En el VIII Informe FOESSA se identifican tres bloques principales de riesgos sociales, que afectan con más fuerza a la sociedad insegura y a la sociedad estancada: La pérdida de calidad de nuestra democracia (por ejemplo, las personas con bajos ingresos y en exclusión social participan menos en los procesos electorales: se registran tasas de hasta el 75% de abstención en los barrios más desfavorecidos).

Otro riesgo: la desigualdad en sus diferentes dimensiones que se acusa en la vivienda y en el desempleo, (el alquiler ha subido un 30% y dos millones de personas viven con la incertidumbre de quedarse sin vivienda, el 33% de las familias numerosas y el 28% de las familias monoparentales se encuentran en exclusión social y el el 21% de todos los hogares con menores se encuentran en exclusión social).

Y por último, los riesgos sociales derivados de los fenómenos demográficos. En España, a fecha de hoy, la familia, y especialmente las mujeres, es el eje del que se sostienen los cuidados y la sostenibilidad de la vida (1 de cada 3 hogares necesita cuidados bien por crianza, por edad avanzada, por dependencia o por enfermedad).

 

Algunos datos sorprendentes

Este informe Foessa ofrece datos sorprendentes. Enumeramos algunos de ellos. Por ejemplo, hay más personas que están pagando un seguro de salud privado como compensación a las deficiencias del sector público sanitario: el número de personas con cobertura sanitaria privada aumenta del 13,3% en 2012 al 16,3% en 2017.

Existe 1,2 millones más de personas en exclusión social pero es más difícil acceder a una beca educativa.

Las prestaciones familiares y por hijo a cargo han seguido, también, una evolución declinante que les ha incapacitado para hacer frente con eficacia al reto de la pobreza de los hogares con niños, En doce años, la cuantía por prestación por hijo cargo solo ha subido 5 céntimos mensuales (de 24,25 a 24,30 euros mensuales).

Más del 50% de la población expresa que ahora ayudaría menos que hace diez años, aunque seguimos siendo uno de los países donde existe un grupo mayoritario de ciudadanos que piensa que las ayudas sociales no vuelven perezosas a las personas.

Aunque las personas más afectadas por la crisis y que menos se han recuperado en la salida de la misma son las que están en las capas más humildes de la sociedad y quienes necesitarían más esas ayudas, el sentimiento de las clases medias es el de grandes perdedoras, lo que provoca que miren hacia el futuro con gran incertidumbre y pesimismo.

Muchas personas están instaladas en el miedo ante una sociedad del descenso y de pérdida de estatus, que es estimulado desde algunas instancias políticas y mediáticas en un irresponsable juego que genera tensiones y problemas allí donde no los había, como es, por ejemplo, el de la xenofobia.

Y los datos relativos a los inmigrantes también sorprenden: las personas inmigrantes aportan el 10% de los ingresos de la Seguridad Social y sin embargo, el 50% de la población española piensa que reciben más de lo que tributan.

En el espacio de la exclusión social, el 80% de las personas son españolas, sólo el 20% son inmigrantes. Solo aproximadamente el 4% de la población piensa que la inmigración es el primer problema de este país. España es uno de los países donde en menor medida se expresan opiniones abiertamente xenófobas y se producen menos fenómenos de rechazo.

 

Los acomodados que no practican la solidaridad

Ante tanta desgracia, el informe Foessa da un respiro con una buena noticia: el 48% de la población vive de manera digna e integrada, y no tiene dificultades para su supervivencia, es decir, se ha recuperado a los mismos niveles de antes de la Gran Recesión.

Pero cuidado, que en este porcentaje se incluye un grupo de acomodados que consumen en exceso, apenas sin conciencia y tienen capacidad para que se pongan sus necesidades en la agenda política. Muestran cierta fatiga de la solidaridad. "En realidad, los acomodados no practican la empatía, pues suelen echar en cara, a los excluidos, su desafección y su responsabilidad por estar en esa situación y, a los inseguros, que manifiesten su malestar de forma airada". Duras palabras de Foessa.

 

Aviso a los políticos y a la movilización social

Uno de los retos que lanza este informe: es imprescindible un liderazgo social, que, aunque a pequeña escala, puede generar movilización ciudadana y aportar proyectos que pueden ser replicados o repensados en otros lugares. Se trata de una construcción de abajo a arriba, que pueda revertir la senda de desconfianza y aislamiento que las estructuras están promoviendo.

En la rueda de prensa de ayer se apuntó: “Hoy, que se están negociando los pactos que determinarán quién dirigirá el Gobierno, las CC.AA o los Ayuntamientos, tenemos que preguntarnos si queremos afrontar cómo recuperamos para la sociedad a ese 1,8 millones de personas expulsadas, cómo podemos llegar a un acuerdo para evitar la exclusión social grave de 4,1 millones de personas, cuál es nuestra voluntad de construir sociedad o de seguir permitiendo que cada cual, en función de dónde ha nacido, la familia que ha tenido o el patrimonio heredado, resuelva cómo estar integrado”.