Tribunas

Lo que nos espera en el nuevo curso

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

 

Comienza un curso eclesial que no nos va a dejar indiferentes. Comienza el nuevo período con no pocas tareas pendientes, por parte de Madrid, la Conferencia Episcopal me refiero, y por Roma.

Vayamos a describir alguna de ellas. Primera, el nombramiento del nuevo Nuncio en España, que va a caernos del cielo, algunos dicen del empíreo de Canadá, en un día de estos. Lo que está claro es que el nuevo Nuncio no se va a aburrir en absoluto. No solo por las cuestiones internas, también por las relaciones con un Estado, un gobierno frente popular. Vamos que le van a deparar días de gloria, esperemos que no de lágrimas.

Llegamos a la provisión de diócesis, que no son pocas, ni poco importantes, a las que se sumarán otras no menos importantes. Si hablamos del curso 2019-2020, nos topamos con los cambios por edad de los arzobispos de Toledo, Zaragoza, Burgos, Madrid, Valencia, Sevilla… Para qué quieren que siga. Más las pequeñas de Ciudad Rodrigo y Astorga y las que vengan.

Esto no quiere decir que se sustituyan este año, ni muchos menos. Hay algunos que pueden seguir ahí mucho tiempo todavía si la salud psíquica y física se lo permiten. Ah, y los cardenales misioneros de origen español, no descarten que aterricen en España.

El proceso de Toledo está muy avanzado y el de Zaragoza le sigue a la zaga. Además, hay que añadir alguna asignatura pendiente de auxiliares que parece se ha atascado. Valladolid, a la espera de que se produzcan las elecciones a presidente de la Conferencia Episcopal, por cierto, que se nos había olvidado… Peor Valladolid parece claro, el auxiliar a titular, y un problema menos.

Y ahí está otro de los grandes temas. En este curso cambia la cúpula de la Conferencia Episcopal y, tal como se están configurando las cosas, aparecerá en escena una nueva generación de obispos al mando.

Aunque es cierto que hay quien pugna con fuerza por el cardenal Omella, arzobispo de Barcelona, como Presidente. Pero no parece que reciba muchos aplausos de determinados sectores que además recuerdan recientes casos públicos en los que el cardenal Omella ha tenido que ir a declarar incluso por la vía civil.

Se dice con demasiada frecuencia que el problema está en la hipotética división entre francisquistas y no francisquistas. Quizá la cuestión se centre entre generaciones episcopales mayores, que ya se sabe qué dan de sí, y generaciones vinientes. No sería descartable que las nuevas generaciones sean más francisquistas que las pasadas que dicen que lo son. Esto indica que se va a producir también un vuelco en las presidencias de las Comisiones Episcopales, en la Comisión Permanente, al fin y al cabo.

Por cierto que hay noticias preocupantes sobre la salud física y psíquica de varios obispos españoles, que puede agravar determinados procesos de cambios.

A esto se añade un macro-Congreso de Laicos que ya veremos, por el Congreso, por los ponentes y por los laicos.

En fin, esto en España solo para abrir el apetito. Todo abierto, todo en proceso de cambio, que, como decía K. Jaspers, permite descubrir las intenciones reales de los sujetos.

 

José Francisco Serrano Oceja