Red Iberoamericana de

Estudio de las Sectas

 

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Nº 690

14 de sep. 2019

 

BOLETÍN MONOGRÁFICO: PSEUDOTERAPIAS Y PSEUDOCIENCIAS

 

1. La Universidad Católica de Murcia suspende un máster repleto de pseudoterapias.

2. La Universidad de Santiago de Compostela incluye el reiki en su oferta de voluntariado.

3. España: una pequeña minoría del personal sanitario apoya la homeopatía.

4. Las autoridades sanitarias de EE.UU. advierten sobre la peligrosidad del MMS.

5. El tantra y la “meditación orgásmica”: no terapias, sino entretenimiento, según los expertos.

6. Cómo los médicos pueden ayudar a los enfermos engañados por sectas y pseudoterapias.

7. La trampa que supone llamar “medicinas” a las pseudoterapias.

8. El engaño de la compasión como razón para aplicar una pseudoterapia.

9. La acupuntura, un engaño que “ha colado al más alto nivel”.

10. Ecuador: el Gobierno introduce reiki y otras pseudoterapias en los hospitales.

 

 

1. La Universidad Católica de Murcia suspende un máster repleto de pseudoterapias.

FUENTE: La Verdad

 

 

La suplementación ortomolecular, una pseudoterapia que según el Ministerio de Ciencia de España «no tiene ningún soporte en el conocimiento científico», ha estado a punto de protagonizar un máster de la Universidad Católica de Murcia (UCAM) de la mano de la Cátedra de Salud y Bienestar Social, vinculada a la empresa Lallita Pharma, según informa Javier Pérez Parra en el diario La Verdad.

El pasado 29 de julio, la responsable de esta cátedra, Sonia Fernández-Durán, firmó un acuerdo con la Escuela de Salud Integrativa (ESI) de Madrid, dedicada a la promoción de diversas pseudoterapias, para la realización del «primer máster universitario en suplementación ortomolecular», según consta en la página de Facebook de Lallita Pharma. Sin embargo, finalmente este título, previsto para el próximo mes de octubre, no llegará a impartirse ante las críticas por su contenido pseudocientífico.

La Escuela de Salud Integrativa borró el pasado 3 de septiembre de su página web toda la información relativa al máster, después de que La Verdad se interesase por este asunto. La ESI está vinculada a la Fundación Vivo Sano, dedicada a la promoción de diversas terapias y teorías sin evidencia científica, entre ellas la suplementación ortomolecular, que parte de la premisa de que grandes dosis de micronutrientes, como la vitamina C, son eficaces en el tratamiento de diversas enfermedades.

En el profesorado del máster de la UCAM, aportado por la ESI, figuraban desde un cirujano que sostiene que es posible la sanación mediante la imposición de manos hasta defensores de la 'medicina energética', la homeopatía y la hidroterapia del colon, entre otras terapias sin evidencia alguna. La Organización Médica Colegial (OMC) considera que la medicina ortomolecular es «potencialmente peligrosa, más aún en el tratamiento del cáncer, donde puede influir negativamente en personas de buena fe o con fragilidad emocional».

La medicina ortomolecular se basa en la premisa de que grandes dosis de micronutrientes, como por ejemplo la vitamina C, pueden prevenir o incluso curar numerosas patologías. El Ministerio de Ciencia la considera una pseudoterapia porque no tiene «ningún soporte en el conocimiento científico». La Organización Médica Colegial señala que «no existen evidencias que demuestren resultados favorables en ninguna enfermedad». La fecha prevista de inicio del Máster era el 5 de octubre. La duración era de 1.650 horas teórico-prácticas (66 créditos) y la matrícula costaba 6.000 euros.

A finales de agosto, la publicación sanitaria Redacción Médica denunció que el Colegio de Farmacéuticos de Madrid publicitaba en su página web el máster de suplementación ortomolecular de la UCAM y la Escuela de Salud Integrativa, previsto para el próximo mes de octubre. A raíz de esta información, la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP) advirtió de que la medicina ortomolecular «es una pseudociencia» que, en el caso del cáncer, «puede llevar a la muerte a alguien que cree estar bajo un tratamiento real». Para la APETP, «seguir haciendo cursos para difundirla, como hace la UCAM, es demencial».

Un portavoz de la UCAM señaló el pasado 3 de septiembre, a preguntas de La Verdad, que «esta universidad ni ha impartido ni oferta el citado curso. Una entidad externa al parecer puntualmente lo anunció en su oferta, habiéndolo retirado a instancias de esta universidad». La Verdad se puso también en contacto con la responsable de la cátedra de salud y bienestar de la UCAM, Sonia Fernández-Durán, quien confirmó que, finalmente, no se impartirá esta titulación.

«Ya se les ha notificado [a la Escuela de Salud Integrativa] que no se va a hacer. No hemos visto la viabilidad del proyecto», afirmó. Fernández-Durán no aclaró si las críticas al contenido pseudocientífico del máster han influido en la decisión, ni concretó cuándo se desestimó el proyecto. La directora de la cátedra aseguró que nunca llegó a cerrarse el acuerdo entre la UCAM y la ESI. Sin embargo, en la página de 'Facebook' de Lallita Pharma figura incluso una foto de la firma de dicho acuerdo, el pasado 29 de julio.

La Fundación Vivo Sano también mantiene en su página web la existencia del «acuerdo de colaboración» con la UCAM y con Lallita Pharma. Tampoco había sido borrado, a primeros de sepriembre, el anuncio de una 'masterclass' sobre «suplementación nutricional integrativa» prevista para el próximo 21 de septiembre en Madrid, con la UCAM como entidad colaboradora.

La Verdad se ha puesto en contacto con la ESI, pero ningún responsable ha querido hacer declaraciones. La entidad habla en la información disponible sobre el máster de «suplementación» ortomolecular, de forma que presenta estos tratamientos como complementarios y no como sustitutivos de los convencionales.

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2. La Universidad de Santiago de Compostela incluye el reiki en su oferta de voluntariado.

FUENTE: La Voz de Galicia

 

 

En el año 2017 la Organización Médica Colegial puso en marcha un Observatorio contra las Pseudociencias y Pseudoterapias y analizó unas 170 terapias naturales. Entre ellas estaba el reiki, desarrollada en 1922 por el budista zen japonés Mikao Usui. De ella dice el observatorio que «no deja de ser una técnica más de relajación que puede tener ciertos efectos beneficiosos». No existen dudas de que no cura enfermedades, pero puede aliviar la ansiedad, mejorar el estado de ánimo o incluso algo el dolor a pacientes con cáncer a través de un efecto relajador. Es una de las pseudoterapias de mayor popularidad, dice el observatorio, que concluye «sin ninguna base científica, ni evidencias de resultados, sin embargo hay gente que lo practica».

Esta técnica o terapia forma parte de uno de los programas que ofrece el voluntariado de la Universidad de Santiago de Compostela (USC). Lo hace a través de una asociación gallega, Wài.Chi Compostela, una entidad sin ánimo de lucro entre cuyos objetivos figura promocionar el bienestar social mediante el uso del reiki y otras terapias. Colaboran con hospitales y clínicas, entidades públicas y privadas y centros educativos, según informa La Voz de Galicia.

Y forma parte de la oferta de voluntariado de la Universidad de Santiago a través de un programa en el que los universitarios que quieran colaborar serán formados para hacer tareas de participación social con personas enfermas de cáncer, jubilados, personas con escasa movilidad o niños con TDAH o trastorno del espectro autista. Pero ¿tiene cabida el reiki en una universidad? El director de la oficina de voluntariado, Javier Agrafojo, defiende este programa y la asociación que lo gestiona, «esta entidade traballa na unidade de desordes de alimentación do hospital e con asociacións de enfermos de cancro porque son elas as que consideran que é unha metodoloxía de traballo interesante».

En ningún caso, insiste, se trata de sustituir ningún tratamiento o terapia médica, sino de un complemento que muchas veces reclaman las asociaciones de pacientes, «eu non son quen para dicirlle a unha asociación que traballa con enfermos de cancro cales son as metodoloxías máis correctas, porque non teño competencias para iso», apunta Agrafojo. En el caso de los enfermos de cáncer, esta terapia se utiliza como técnica de relajación en pacientes con quimioterapia, «o reiki é un modelo para abordar determinadas cuestións que lle pode valer a algunha xente ou non, non obrigamos a ninguén».

El responsable del voluntariado de la USC defiende el proceso de selección de los programas que ampara, «curámonos en saúde de que o que non é correcto non teña a universidade como foro para poder diseminar o seu discurso». El caso del reiki es llamativo en un momento en el que los colegios médicos han emprendido una batalla contra todo tipo de pseudoterapia o pseudociencia. De hecho, en 2017 el servicio madrileño de salud pidió a los hospitales públicos que no publicitasen ni promocionasen el reiki través de una circular interna, meses después de se prohibiese esta práctica en hospitales en los que se proporcionaba. La USC, por su parte, insiste en que es uno de los múltiples programas con los que cuenta, y que son las propias asociaciones de enfermos las que solicitan a esta entidad su presencia.

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3. España: una pequeña minoría del personal sanitario apoya la homeopatía.

FUENTE: Consalud.es

 

 

La palabra mito se refiere a aquella “persona o cosa a la que se atribuyen cualidades que no tiene”, según la RAE. Las falsas creencias sobre el cáncer pueden ser dañinas para el paciente oncológico. Los miedos que provoca la palabra “cáncer” dan sentido a los mitos sobre su tratamiento y curación. La supervivencia de cada paciente con diferente diagnóstico dependerá de factores de la propia salud del sujeto, la velocidad a la que se disemina y la efectividad y toxicidad de los tratamientos, tal y como lo resalta el libro Mitos y Pseudoterapias, publicado por el Grupo Español de Pacientes con cáncer (GEPAC).

Concretamente, según explica Nacho Cortés en Consalud.es, GEPAC en su Informe sobre el cáncer en España analiza las distintas visiones sobre las pseudoterapias y terapias alternativas en el cáncer. La muestra analizada para este estudio, fruto de la Encuesta sobre el cáncer en España, está compuesta por 3.001 personas, separadas en diferentes grupos de población: pacientes que tienen o tuvieron cáncer, cuidadores, familiares y amigos de pacientes, profesionales sanitarios y personas sin ninguna experiencia con el cáncer.

Según la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP), las pseudoterapias, también llamadas terapias alternativas, son prácticas que se ofrecen a las personas como prácticas médicas sin haber demostrado científicamente su efectividad. Además, suponen en el paciente unos riesgos y efectos negativos sobre su salud, llegando a veces a abandonar los tratamientos médicos convencionales. Entre otras podemos señalar las siguientes pseudoterapias: la dieta alcalina, la bioneuroemoción, las Flores de Bach, la hidroterapia de colon o la homeopatía.

En este estudio, el colectivo de pacientes con cáncer revela que actualmente, el mayor porcentaje de la población está de acuerdo en que ningún tipo de dieta que puedan llevar los pacientes va a ser nunca un sustitutivo de los tratamientos médicos en oncología. De igual manera ocurre con la homeopatía: hoy en día existen muchos productos en los que su uso puede interferir con el efecto de la medicación en los pacientes. Por supuesto, no son sustitutivos de ningún tratamiento oncológico médico. Cabe destacar que el grupo poblacional que menos apoya esta opción es el personal sanitario (3,97 % de la población lo apoya).

Según el trabajo elaborado por el GEPAC, la técnica de la bioneuroemoción es una técnica rechazada por la mayor parte de las personas que forman parte de los grupos poblacionales, ya que el tratamiento y cura del cáncer no puede depender únicamente de los conflictos emocionales que tenga el paciente. Más de la mitad de las personas que conforman la muestra de no experiencia con el cáncer piensan que los profesionales sí que informan en consulta de las diferentes terapias alternativas (57,22 %). Sin embargo, el resto de grupos poblacionales obtienen mayores porcentajes en que los profesionales no informan de estos temas en consulta y estos, quizá, sean datos más reales ya que lo viven en primera persona.

Además, según el Informe sobre el cáncer en España, sustituir los tratamientos convencionales en oncología por las terapias alternativas es algo que, sin embargo, bajo el punto de vista de los pacientes (61,46 %), no se explican suficiente los riesgos que suponen cambiar estas terapias con las convencionales, ni los peligros de abandonarlas por ellas, sin embargo, los profesionales sanitarios no están de acuerdo, ya que un 81,82 % asegura que sí que lo hacen.

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4. Las autoridades sanitarias de EE.UU. advierten sobre la peligrosidad del MMS.

FUENTE: EP

 

 

La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) ha advertido el pasado mes de agosto a los consumidores de que no compren o beban un producto vendido a través de Internet conocido como MMS, que se comercializa bajo la falsa premisa de que puede curar el cáncer, el autismo, el VIH/sida, la hepatitis o la gripe, entre otras enfermedades, tal como informa la agencia Europa Press.

“Beber cualquiera de estos productos de dióxido de cloro puede causar náuseas, vómitos, diarrea y deshidratación grave. Algunas etiquetas de los productos afirman que el vómito y la diarrea son comunes después de ingerir el producto. Incluso sostienen que tales reacciones son evidencia de que el producto está funcionando. Esa afirmación es falsa”, defiende el organismo regulatorio estadounidense.

Desde 2010, tanto la FDA como la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), dependiente del Ministerio de Sanidad, han venido alertando de los peligros del producto 'Miracle Mineral Solution', abreviado como MMS, y que también se ofrece directamente como dióxido de cloro (CD), 'Water Purification Solution' (WPS) y otros productos similares.

Los sitios web ilegales que venden MMS describen el producto como un líquido que contiene un 28 por ciento de clorito de sodio en agua destilada. Las instrucciones del producto indican a los consumidores que mezclen la solución de clorito de sodio con ácido cítrico, como el zumo de limón o de lima, u otro ácido antes de beberlo. En muchos casos, el clorito de sodio se vende con un activador de ácido cítrico. Cuando se añade el ácido, la mezcla se convierte en dióxido de cloro, un poderoso agente blanqueador.

“No ha sido aprobado por la FDA para ningún uso, pero estos productos continúan siendo promocionados en Internet y redes sociales como un remedio contra muchas enfermedades. Sin embargo, la solución, cuando se mezcla, se convierte en un blanqueador peligroso que ha causado efectos secundarios graves y potencialmente mortales. Los consumidores no deben usar estos productos, y los padres no deben dar estos productos a sus hijos por ninguna razón”, explica en un comunicado el comisionado interino de la FDA, Ned Sharpless.

La alerta de la FDA se produce después de que la autoridad sanitaria estadounidense haya recibido recientemente nuevos informes de personas que experimentan vómitos graves, diarrea severa, presión arterial baja potencialmente mortal causada por deshidratación e insuficiencia hepática aguda después de beber estos productos.

“No tenemos conocimiento de ninguna evidencia científica que apoye la seguridad o efectividad de los productos MMS, a pesar de las afirmaciones de que es un antimicrobiano, antiviral y antibacteriano. Estos productos tienen el potencial de causar daños graves. Además, en general, cuanto más concentrado está el producto, más severas son las reacciones”, reiteran los expertos de la FDA.

La lucha contra las pseudociencias en España

Además, recuerdan que el uso de estos productos, además de por sus múltiples efectos adversos altamente peligrosos, puede llevar a que muchos pacientes sustituyan sus tratamientos convencionales, seguros y efectivos, como la quimioterapia. Evitar esto es precisamente uno de los grandes desafíos, que en España se está combatiendo desde Sanidad a través de denuncias ante la justicia o el Plan de Lucha contra las Pseudoterapias y las Pseudociencias, puesto en marcha durante el año pasado en colaboración con el Ministerio de Ciencia.

“Estamos trabajando para que la población esté perfectamente informada y para que lo sanitario se limite a tratamientos con influencia en la salud, es decir, con evidencia terapéutica contrastada. Es un supuesto medicamento que no favorece ninguna enfermedad, sino que supone un peligro para la salud”, explicó en febrero la ministra de Sanidad en funciones, María Luisa Carcedo, coincidiendo con el inicio de la investigación de la Fiscalía General del Estado para esclarecer desde qué lugares se publicita y comercializa el MMS en España.

Muchas otras administraciones, principalmente la Generalitat de Cataluña, y asociaciones de pacientes o sociedades científicas, como Autismo España, lideran la lucha contra la difusión de estos peligrosos productos. Por ejemplo, el Consejo de Colegios de Médicos de Catalunya (CCMC) ha manifestado claramente su oposición al MMS: “No sólo es un engaño y a menudo una estafa, sino que representa un riesgo muy grave para la salud”.

La Conselleria de Salud de la Generalitat de Cataluña, además de enumerar sus grandes riesgos, también ha tomado medidas administrativas, como la apertura de tres expedientes sancionadores por 690.000 euros al agricultor Josep Pàmies, infamemente conocido por promocionar productos a base de plantas para curar enfermedades y el uso de MMS para sanar el autismo. En los últimos meses, se han impedido numerosas charlas de Pàmies en distintos puntos de España en los que alababa el uso de estos productos, pero el agricultor sigue promocionando a través de su página web plantas y otros productos para curar leucemias o tumores cerebrales.

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5. El tantra y la “meditación orgásmica”: no terapias, sino entretenimiento, según los expertos.

FUENTE: El País

 

 

Gozar en el camino hacia el nirvana: esta podría ser la descripción más escueta e inteligible de qué es la meditación orgásmica, una corriente que, contrariamente a lo que la experiencia sugiere al común de los mortales, propone que las cotas más altas del placer del sexo están antes de llegar al orgasmo. Nicole Prause, neurocientífica estadounidense y fundadora de Liberos, un laboratorio que intenta medir el orgasmo, confiesa que la primera vez que oyó hablar de ello pensó que era una tontería. ¿Por qué llamar meditación a una práctica que podría definirse como una masturbación centrada en la respiración? Se equivocó, dice, cuando pensó que nada podría ya sorprenderle después de ver Masters of Sex, la serie televisiva sobre el matrimonio que se atrevió a estudiar la conducta sexual humana en los sesenta. Lo explica Marian Benito en el diario español El País.

Una vez superado el pasmo inicial, parece que la meditación orgásmica atrapó a la científica, quien no dudó en incluirla en sus estudios sobre excitación y respuesta sexual. Las imágenes que obtuvo mediante electroencefalogramas en sus investigaciones le han permitido examinar la actividad eléctrica del cerebro durante la masturbación, centrándose en los momentos que preceden al orgasmo, y parecen corroborar la idea de que el viaje es más placentero que llegar al destino. Según sus conclusiones, los momentos más gratos y los que detectan los mayores picos de placer sexual suceden antes del clímax, y no justo en ese momento. Prause cree haber encontrado una similitud con la meditación en ese trance previo. Otros con menos, o ninguna, formación científica también están convencidos de que el mayor placer que pueden extraer del sexo está en ese punto en el que las olas del mar parece que van a romper... pero aún siguen creciendo. ¿Pero podemos fiarnos de ellos?

Una sombra en la tendencia

El orgasmo, ese punto culminante de satisfacción y excitación sexual, lleva a miles de hombres y mujeres de todo el mundo a la meditación orgásmica, pero son las mujeres las que más jugo pueden sacarle: el programa de la empresa One Taste, por ejemplo, se basa en una estimulación del clítoris de 15 minutos a la que atribuyen todo tipo de beneficios. Puede que el orgasmo acabe llegando y puede que no, pero el hecho de que alguien, quien sea, estimule la zona erógena femenina con un guante de látex durante un cuarto de hora, mientras una se centra completamente en sus genitales, es una costumbre que, a la larga, aseguran que aporta felicidad. Lo dicen quienes se han adherido a la tendencia de centrar la atención meditativa en la masturbación, en lugar de, por ejemplo, en la respiración.

Pero la compañía ha generado una gran controversia en torno a esta práctica desde que la publicación Bloomberg Businessweek sacó a la luz una investigación en la que 16 ex miembros de One Taste denunciaban abusos sexuales, violaciones y fraudes financieros y emocionales, en 2018. Según la periodista que firmó la historia, Ellen Huet, hay personas que llegaron a pagar hasta 60.000 dólares al año, uno 54.000 euros, por asistir a las clases y a los retiros de la organización. Algunos clientes de la firma contrajeron deudas milenarias para costearse los cursos que ofrecía la organización, otros declararon que se les forzó a mantener relaciones sexuales entre ellos y con los clientes, unas veces como estrategia de ventas y otras con la excusa del crecimiento espiritual. En la publicación se habla de una especie de red de prostitución que mueve mucho dinero a través de sus clases, programas de entrenamiento y retiros.

La empresa, que se centra en el bienestar y la sexualidad femenina, negó las acusaciones y sigue promocionándose como un estilo de vida destinado a aumentar “la salud, la felicidad y la conexión a través de métodos probados que combinan la meditación y la sexualidad consciente”. Su cofundadora y una de las pioneras de esta técnica es Nicole Daedone, y está considerada una gurú espiritual del sexo que lleva bajo el brazo una nueva forma de vivir el erotismo inspirado en el tantra, en el sexo lento. Dice que su meditación libera tensiones y ayuda a alcanzar la plenitud y la felicidad.

A pesar de la cara oculta expuesta por la investigación de la publicación, Daedone sigue congregando en sus conferencias y sesiones a miles de personas. En sus talleres combina nociones de sexo tántrico, meditación y yoga. El furor creciente por la meditación orgásmica ha permitido la presencia de One Taste en varias ciudades del mundo, aunque algunos de sus centros se han clausurado a raíz de las acusaciones. En todas anuncian esta disciplina como una práctica de bienestar única que coordina la atención plena con el poder de la experiencia humana y del orgasmo.

Sin autoridad para tratar disfunciones

Según la directora del centro Capital Psicólogos de Madrid y una de las personas que más ha investigado en el campo de la sexología, María Padilla, estamos ante una táctica puramente comercial y de entretenimiento, y bastante sensacionalista. “En ningún momento debería plantearse como opción terapéutica, sino como un mero entretenimiento o forma de disfrute indicado sólo para personas o parejas que ya gozan de una vida sexual plena”. Su advertencia toma un tono aún más serio cuando advierte de que ninguna técnica ejercida por personas que no son profesionales de la sexología o la medicina se puede promocionar como terapia para reparar una disfunción sexual o problema de pareja.

Una de las definiciones más simples de la meditación es “la técnica de estar en lo que estás”. Deleitarse en el momento presente, aquí y ahora, con los cinco sentidos, es algo a lo que Padilla no encuentra ninguna objeción. Pero hay que tener cautela, como con otras técnicas similares. “El timo nace cuando hay personas que pagan y confían en ella como una salida profesional para curar o solucionar disfunciones. La meditación orgásmica no puede considerarse un campo de conocimiento ni una disciplina científica”, advierte.

Por eso vale la pena analizar cuáles son nuestros verdaderos propósitos antes de participar en actividades como las de los retiros en la sierra de Gredos que organiza Laura Cárcel, que se basan en prácticas como el tantra, la meditación, el yoga, las técnicas de Osho, danzas, juegos y bioenergética, una disciplina que, como terapia, está considerada una pseudoterapia. “Cada una es importante para tomar conciencia y experimentar ese delicioso encuentro como un juego de goce y disfrute, abriéndose aún más a sentir plenamente la energía sexual”, explica.

Cárcel dirige el centro Tantra Valencia, donde ejercita la meditación orgásmica con grupos de unas veinte personas y organiza retiros que cuestan entre 150 y 300 euros. “La meditación –matiza– no surge de un deseo de intensificar el orgasmo, sino que más bien el orgasmo se intensifica como consecuencia de profundizar en la meditación”. Lo define como un proceso laborioso, profundo, lento, bonito y armonioso, igual que el camino del tantra, e insiste en que el objetivo no es el clímax. “Cuando la conciencia de una persona se va elevando porque hay una práctica continua de meditación que es llevada a todas las áreas de la vida, la sexualidad se transforma. Deja de haber una búsqueda de placer y de orgasmo. Sin embargo, normalmente sucede, la energía sexual se intensifica y los orgasmos cambian. La sexualidad transcurre de otra manera diferente, mucho más plena”.

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6. Cómo los médicos pueden ayudar a los enfermos engañados por sectas y pseudoterapias.

FUENTE: Diario Médico

 

 

Emilio Molina, vicepresidente de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP) y colaborador del Observatorio contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias de la Organización Médica Colegial (OMC), reflexiona en el Diario Médico sobre la autonomía del paciente y la información que recibe desde el ámbito clínico y desde otros ámbitos falsamente vinculados con la medicina.

Me parece importante escribir sobre el asunto de la libertad de elección terapéutica. Tras leer Homicidio de un enfermo, en el que Julián Rodríguez hace un repaso durísimo de los factores que llevaron a la muerte de su hijo Mario tras rechazar su tratamiento, ahora me parece imprescindible tratar el tema desde la perspectiva del paciente envuelto en un entorno donde la pseudociencia y las pseudoterapias campan a sus anchas (es decir, de todos nosotros). En el asunto es fundamental subrayar a los actores clave: el paciente, el profesional sanitario (usaré médico por brevedad), el charlatán, el juez y la sociedad. También vamos a anticipar el argumento estrella que se suele escuchar muy usualmente de boca de los charlatanes: “Los pacientes tienen que tener derecho a elegir con qué terapia quieren tratarse”.

No pienso llevarles la contraria en la afirmación, que me parece totalmente correcta. Incluso voy más allá: los pacientes deben tener derecho a escoger si quieren o no tratarse. ¿Cuál es el problema entonces? Que la integridad de una decisión está supeditada a la calidad de la información en la que se basa. Sin información veraz, no hay autodeterminación, sino la mera ilusión de una elección libre”.

En una sucesión ideal de acontecimientos, lo que nos viene a la mente sería que el paciente acudiera al médico, éste le informara de las diversas posibilidades terapéuticas para su dolencia, explicándole pormenorizadamente pros y contras, y el paciente podría entonces tomar una decisión baremando lo que se le ha explicado.

Parece simple. Por desgracia, está en las antípodas de lo que está ocurriendo con frecuencia, que se parece más a lo siguiente: el paciente, en un estado de aturdimiento psicológico por un diagnóstico grave, recibe una avalancha de propuestas por parte de familiares y amigos sobre todo tipo de falsos remedios que «a mi cuñado le han funcionado» o «lo dice uno que sale en la tele» o hasta «lo dan en un máster de la universidad».

El paciente saca el móvil y echa un ojo a cada propuesta, obteniendo 977.000 resultados con innumerables lugares donde se practica ese falso remedio, incluso profesionales sanitarios que lo aplican en sus clínicas, que lo descubrió nada menos que un premio Nobel, infinidad de testimonios avalando su eficacia, etc. Es posible que hasta le suene el remedio por haberlo ojeado en una revista de salud.

Llama para pedir cita (o alguno de sus familiares o amigos se la piden) y le cuentan lo que ya sabemos: es un método fantástico para curarse seguro al cien por cien si se sigue todo a rajatabla, sin efectos secundarios, natural, que refuerza tus defensas y te ayuda a prevenir que te vuelva a pasar una vez te cures. Que ojo con cosas como la quimioterapia porque pueden interferir (pero cuidado, que yo no te digo que dejes el tratamiento que te paute tu médico; es más, te recomiendo que lo sigas).

Que se le ha curado mucha gente que había sido desahuciada y había rechazado el tratamiento (pero cuidado, que yo no te digo que dejes el tratamiento). Que en fin, la de gente que se muere con lo que le recomienda el médico es una lacra y está muy feo que por su cerrazón no sepan reconocer un remedio simple y barato, porque seguramente los laboratorios farmacéuticos estén detrás y lo que les interese sea cronificar en vez de curar. Y que recuerde que tiene libertad para elegir con qué terapia quiere tratarse.

Con estas, el paciente llega a un médico de verdad en algún momento (o quizá ya ni eso, pero pongamos que lo hace). Éste le cuenta que tiene suerte de haber llegado a tiempo, que hay un porcentaje bastante elevado de curación para su dolencia. Que van a tener que seccionarle tal cosa y tal otra, biopsiarle unas cuantas veces, aplicarle unas cuantas sesiones de quimioterapia y/o radioterapia, y quizá quedarse a la espera de un trasplante para asegurar la curación definitiva. El paciente ha desconectado en «bastante elevado» y lleva desde entonces pensando «o sea, que me puedo morir de esta», y le comenta lo que le ha dicho su «otro doctor».

El médico levanta la ceja y le viene a la mente el concepto social y deontológicamente grabado a fuego: «autonomía del paciente». Le dice quizá que no está probado que ese remedio sea funcional pero que, si no deja el tratamiento, haga lo que le parezca más conveniente para sobrellevar su dolencia (otro día hablaremos del márketing tras las pseudoterapias y cómo decir «complementario» te abre todas las puertas).

El paciente sopesa toda la información que tiene hasta el momento. Ha buscado algunas cosas sobre las propuestas de este último médico y ha palidecido encontrando un aluvión de mensajes críticos sobre una forma tan primitiva y poco eficaz de atajar su problema, que sólo alimenta la voracidad de la oscura farmafia. El paciente concluye, como haría cualquier persona racional, que tiene más posibilidades con su doctor integrativo-holístico-natural. Si hay gente que no ha necesitado el tratamiento oficial para curarse, ¿qué más garantías necesita? Y en algún punto de la función, retrasa, rechaza o interfiere el tratamiento.

Más adelante en la historia el juez le preguntará al familiar del ya fallecido paciente si ese tipo le dijo explícitamente al paciente en algún momento que fuera médico, y la respuesta franca será que no. Aunque tuviera una clínica en la que pasa consulta con una bata y en su web aparezca sonriente frente a un hospital, y se llame especialista en medicina ortomolecular. Le va a preguntar si es que el paciente era tonto. El mismo juez que probablemente, como tampoco hace nadie, se haya molestado en comprobar si su dentista es realmente dentista o esos títulos que adornan su despacho se los ha hecho su sobrino con el «photoshop», porque da por supuesto que las cosas funcionan como deben funcionar.

Y, con esa falsa premisa, le despacha con un «era mayor de edad y ha elegido libremente, la justicia no protege al incauto», y el no-doctor se va de rositas a no-tratar al siguiente de la lista en su no-clínica. La sociedad, por su parte, insistirá en que el paciente tiene derecho a la autodeterminación terapéutica y probablemente coincida en que, si ha tomado una mala decisión, ha sido en virtud de su libertad como individuo. Entre todos le mataron, y él solito se murió.

Como ciudadano y paciente, os contaré una confidencia, queridos profesionales de la salud: por lo general, no tenemos ni remota idea de medicina. Acudiremos a vuestra consulta asustados, llenos de prejuicios y altamente desinformados. Es posible que lleguemos con tal desinformación que vuestro criterio ya no nos parezca tan autoritario como el que hemos encontrado por otras vías.

Pero es posible que aún podáis cogernos de la mano y, sin dejar resquicio para la duda (y a la vez con mucho tacto), dejarnos claro que vuestras propuestas son las únicas válidas y que hay mucho desalmado o desnortado que se gana la vida a costa de los enfermos. En las peores circunstancias, recordadnos que si la medicina (aún la experimental) no ha llegado ahí, es que nadie lo ha hecho. En cualquier caso, incluso si no podéis ayudarnos por nuestro alto grado de manipulación mental (quizá necesitarais formación o asesoría de psicólogos expertos en sectas para ello), tal vez sí podéis indagar sobre quién nos ha engañado de esa manera, y documentar la situación para denunciarla ante la justicia (el tema de cómo corregir la cantinela judicial es otra batalla titánica), igual que probablemente lo haríais ante un paciente que ha sufrido una agresión sexual.

En este asunto, vosotros podéis marcar la diferencia entre un paciente decidiendo en libertad y un paciente sucumbiendo a un engaño en el que se le ha presentado en igualdad de condiciones una terapia real y un fraude terapéutico. No es la opción fácil, ni cómoda, ni agradable, pero es la única que realmente intentaría proteger nuestra libertad. Por favor, leed Homicidio de un enfermo. Lo explica mucho mejor de lo que yo podré hacerlo nunca.

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7. La trampa que supone llamar “medicinas” a las pseudoterapias.

FUENTE: Diario Médico

 

 

En este artículo, Emilio Molina, vicepresidente de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP) y colaborador del Observatorio contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias de la Organización Médica Colegial (OMC), reflexiona sobre las diferentes formas de enmascarar la promoción de las pseudoterapias en medicina. Lo reproducimos tal como ha sido publicado por el Diario Médico.

“Puede elegir el color que desee, siempre y cuando sea negro”, dicen que decía Henry Ford. Voy a pedir la colaboración del lector para este artículo sobre el papel fundamental del marketing en las pseudoterapias. Repasemos algunos trucos lingüísticos que se convierten en palabras mágicas capaces de abrir las murallas de pacientes y profesionales de la salud ante ellas.

Vamos a la raíz: abra un navegador y consulte una lista cualquiera de terapias alternativas. Le recomiendo, para mejorar el propósito argumental de esta entrada, que elija alguna que le proponga un promotor de estas pseudoterapias. El motivo es para que no me crea a mí cuando le diga que muy probablemente va a encontrar en esa lista, entre otras, homeopatía, acupuntura, reflexología, moxibustión (en general, las propuestas de la medicina tradicional china), biomagnetismo, reiki, aromaterapia, flores de Bach, ayurveda, bioenergética, kinesiología, cristaloterapia/gemoterapia, iridología, medicina antroposófica, medicina cuántica, Nueva Medicina Germánica, orinoterapia, agua de mar…

En un listado más exhaustivo encontramos en común (excepto por un puñado de excepciones matizables) que ninguna de ellas ha demostrado eficacia más allá del placebo para sus propuestas, sin tener gran parte de ellas plausibilidad biológica o en algunos casos ni siquiera sentido físico, como es el caso de las propuestas cuánticas o energéticas. El término alternativa, que a todas luces implica que la propuesta supone una vía distinta y suficiente en condiciones iguales o similares a aquello a lo que se propone como alternativa, ocasionó y sigue ocasionando no pocas pérdidas de oportunidad terapéutica.

Este factor es el que ha supuesto, desde hace menos tiempo del que podríamos pensar, que desde el ámbito sanitario (o al menos, parte de él) se haya presentado cierta oposición a estas propuestas. Pero no porque dichas propuestas carezcan de fundamento científico, sino meramente por las connotaciones del apellido. Se habla de terapias holísticas, cuánticas, energéticas, integrativas, naturales…

Ágilmente, surgió la evolución de la nomenclatura: abra el lector un navegador y consulte una lista cualquiera de «terapias complementarias», siguiendo las directivas anteriores. De nuevo homeopatía, acupuntura, reflexología, moxibustión, iridología, kinesiología… Probablemente incluso encuentren entre los resultados varias constataciones de que la nomenclatura es indistinta. De hecho, en inglés directamente se conocen como CAM, de complementary and alternative medicine.

Si con el adjetivo alternativas encontrábamos la tibia oposición de parte del sector sanitario, mágicamente ésta se diluye cual producto homeopático cuando se presenta la misma lista de propuestas con el apellido complementarias. La siguiente declaración de intenciones parece ser perfectamente válida en este contexto: “Aplica lo que te dé la gana, pero no dejes el tratamiento médico”.

Algo a priori que puede parecer sensato o que incluso refuerza una aparente autonomía del paciente. Como ya se comentara en el artículo anterior (la verdad os hará libres), esto genera un espejismo de aval a una desinformación que en no pocos casos acabará pasando factura de modos varios: en el mejor de los casos, como meras estafas económicas al paciente. En el peor, interferencias farmacológicas con dichos tratamientos (por ejemplo, al tomar supuestos remedios naturales que ni siquiera se comunican al médico por considerarlos inocuos).

O, como ocurre en muchísimos otros casos, interferencias psicológicas al servir como puerta de entrada a un caldo de cultivo de creencias interrelacionadas que les llevarán a propuestas quizá mucho más descabelladas y radicalizadas, hasta el punto de convencerles probablemente de que no solo son una alternativa real, sino de que son la única opción y que precisamente lo que no es terapéutico es el tratamiento normativo (ya saben: farmafias, cronificaciones, iatrogenia, atender a los síntomas y no a las causas, y todo ese discurso de recelo hacia la medicina con el que se viene bombardeando a la sociedad día tras día).

Hagan una prueba más con terapias holísticas, ese término que de nuevo el listado anterior ha pretendido usurpar para sí, fingiendo que la medicina no lo es: homeopatía, acupuntura, reiki… O medicina integrativa, que bajo el precioso lema “hay que sumar, no restar” olvidan que a “integrar” sin criterio alguno y no deshacerse de lo inválido se le conoce como Síndrome de Diógenes: reiki, biomagnetismo, iridología, ayurveda, flores de Bach… O terapias naturales, atentando desde el propio nombre contra el apartado 13 del artículo 4 del Real Decreto 1907/1996, de 2 de agosto, sobre publicidad y promoción comercial de productos, actividades o servicios con pretendida finalidad sanitaria: acupuntura, reiki, homeopatía, iridología… O terapias y técnicas no convencionales, tal y como oficialmente se recogen desde hace unos años en España: acupuntura, homeopatía, aromaterapia, ayurveda…

Atajemos de raíz el problema de estos mismos perros con distinto collar: ni son medicina alternativa, ni medicina complementaria, ni medicina natural, ni medicina integrativa, ni medicina holística, ni de ningún otro tipo: si no han demostrado su validez o incluso se ha demostrado su invalidez, no tienen derecho alguno a arrogarse el tratamiento de medicina, terapia o técnica. Como fuera que esto falla, es indiferente el apellido con el que los especialistas de marketing de las pseudoterapias quieran calificar a su invención. Como mucho, deberían denominarse, si se quiere, alternativas a tratamientos válidos. O, por abreviar, pseudoterapias.

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8. El engaño de la compasión como razón para aplicar una pseudoterapia.

FUENTE: Diario Médico

 

 

Emilio Molina, vicepresidente de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP) y colaborador del Observatorio contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias de la Organización Médica Colegial (OMC), reflexiona en este artículo del Diario Médico sobre los efectos negativos que puede tener considerar las pseudoterapias como algo inocuo y aceptable como último recurso y de forma complementaria.

“El tiro por la culata”. En anteriores artículos se ha citado algunos de los elementos que confluyen a la hora de que un paciente caiga en la tela de araña de las pseudoterapias. Esta tela está tejida, entre otras, con los hilos de la desinformación en salud, el recelo hacia el sistema médico, y la explotación de la necesidad básica humana de sentir que tiene control sobre su destino.

Los impresionantes avances en materia médica desde comienzos del siglo pasado, que han llegado al punto de desterrar alguna de las enfermedades más letales o de convertir en crónicas algunas de las que antes eran causas de muerte seguras, se han implantado con tal éxito en la sociedad que se han convertido en víctimas de ese mismo éxito. La población ha perdido el estrecho contacto que se solía tener con la resignación ante un mal diagnóstico o la inevitabilidad de la muerte.

La rutina de multitud de operaciones, que gracias a las mejoras en tecnologías, protocolos y formación concluyen con éxito en la gran mayoría de ocasiones, hace olvidar que todo acto médico no está exento de riesgos. Que, incluso más allá de posibles negligencias o malas praxis, la ciencia está lejos de saberlo todo y la falibilidad humana siempre va a estar presente. El resultado de la suma de lo anterior es que, en casos extremos, se junta el hambre con las ganas de comer y, ante un resultado adverso o nulo de la medicina, se disparan todo tipo de propuestas ilusorias englobadas en un ¿qué mal puede hacer?

En una de mis primeras conversaciones con médicos sobre el tema de las pseudoterapias, un cirujano me decía que, cuando la medicina ya no da más de sí para un paciente, él no se sentía con estómago de despojarle (a él o a los familiares) de sus últimos resquicios irracionales de esperanza: “En ese momento si me dicen: doctor, ¿y si fuéramos a Lourdes?, yo les diría: pues vayan ustedes a Lourdes”. Le expliqué que, si bien era perfectamente comprensible esa postura, la realidad a día de hoy es que darles alas a las ocurrencias de gente en un estado muy vulnerable es poco menos que lanzar carnaza a un estanque de tiburones. Desde aquel entonces ha pasado bastante tiempo y bastantes historias de afectados que no han hecho sino reafirmarme en aquella postura.

Recientemente, un caso mediático ponía en la palestra prácticamente el mismo problema: por negligencia o lo que fuere durante una operación de apendicitis, un chaval quedaba en coma. Ante el pronóstico poco menos que terminal por parte del personal médico, su padre llegaba incluso a nivel de juzgado para intentar que se le tratara con vitamina C y tres productos homeopáticos, a saber: Cerebrum Compositum, Lymphomyosot y Apis Homaccord. En medios de comunicación y redes sociales, división de opiniones: incluso a sabiendas de que aquello no fuera a servir para nada, ¿qué mal podría hacer? ¿Por qué no dejar que al menos el padre se quedara tranquilo vista la situación?

De un tiempo a esta parte, mi lista de respuestas a ese qué mal puede hacer no ha hecho más que agrandarse. Para comenzar, la desinformación en salud ya está causando mal en este caso: está ofreciendo falsas esperanzas a unas personas a quienes lo que se debería aportar es apoyo psicológico para asumir la situación y, sobre todo, para no perder el poco tiempo que pudiera quedarles juntos en este mundo en probar remedios absurdos o en emprender acciones judiciales.

Luego está, por supuesto, el posible daño directo que pudieran causar los supuestos remedios, que incluso en este caso podrían producir un acortamiento del ya de por sí presumiblemente poco tiempo de vida diagnosticado. Por ejemplo, la vitamina C intravenosa se sabe que puede causar efectos secundarios graves en pacientes con enfermedad del riñón, deficiencia de G6PD o hemocromatosis.

De los tres remedios homeopáticos, uno está compuesto a base de abejas machacadas desde diluciones muy bajas (D2, es decir, 1/100) hasta altísimas (D1000, es decir, 1/10^1000). El otro, cerebro, placenta, embriones e hígado de cerdo (todo ello especiado con un puñado de minerales y plantas) a no excesivamente altas diluciones (D8 a D10) para lo acostumbrado en homeopatía. Y el tercero de una serie de plantas a diluciones entre D2 y D12. El efecto intravenoso que pudieran causar (aún diluidos) esos compuestos podrían no ser necesariamente inocuos. Y todo, recordemos, por nada, pues no hay ninguna validación científica de que ninguno de estos compuestos sirviera para recuperar a una persona de un coma.

Aparte del también daño económico de tener que hacerse con estos productos inservibles (que en estas situaciones siempre es lo de menos para una persona vulnerable dispuesta a hacer lo que sea), en general todavía hay un daño extra que mencionar: el peligro de que una remisión espontánea arroje algún tipo de viso de que cualquiera de estas chorradas funciona, generando un efecto multiplicativo en otros afectados por el mismo problema o similares, porque «una vez le pusieron esto a uno en un hospital y le funcionó».

Es por esta misma razón por la que es imperativo sacar las pseudoterapias (o en general la desinformación en salud, si se quiere) del ámbito médico. Por inocuas que parezcan (como el reiki, el air guitar de los falsos remedios) o poco que se pueda hacer ya por el enfermo, la realidad es que siempre hay más margen para empeorar la situación del que podríamos pensar. El buen corazón del profesional sanitario debería intentar, en esos momentos, más que aportarle falsas esperanzas o permitirle probar cualquier cosa a la desesperada, alertarle (con todo el tacto del mundo) de que en esos momentos es cuando más fácilmente puede ser pasto de todo tipo de charlatanerías.

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9. La acupuntura, un engaño que “ha colado al más alto nivel”.

FUENTE: Diario Médico

 

 

En este artículo, Emilio Molina, vicepresidente de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP) y colaborador del Observatorio contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias de la Organización Médica Colegial (OMC), desgrana algunos de los argumentos científicos que desmontan la eficacia de la acupuntura, entre ellos, una pobre metodología. Lo ha publicado el Diario Médico.

“Espina que ha de pinchar, desde chica tiene punta”. A tenor del Plan Ministerial #coNprueba, se han levantado en armas muchos de los previsiblemente afectados por la búsqueda de cierto orden en esta “casa Pepe” actual. Si se siguen los criterios científicos, sus esfuerzos serán vacuos, pero no venderán barata su piel: asociaciones de usuarios, falsas fundaciones, preciosas webs y denuncias varias son el contraataque de quienes detentan negocios basados en fraudes sanitarios. Varios de ellos, por desgracia, médicos.

Uno de los grupos más combativos, el de los acupuntores, está de enhorabuena por varios motivos. El más sonado, la apertura de piernas de la OMS a los intereses chinos de introducirles la Medicina Tradicional China (MTC) como una más entre las propuestas terapéuticas, y el más reciente, la sentencia judicial que obliga al ICOMEM (Colegio de Médicos de Madrid) a reabrir su vergonzosa sección de acupuntura (y esperamos se recurra con éxito). Va siendo hora de repasar en esta columna los motivos que convierten a la acupuntura en un fraude sanitario, recomendando encarecidamente la lectura de los artículos de José Ignacio Landa al respecto del problema general de la MTC, en especial el titulado: “¿Deberemos aceptar la Medicina Tradicional China?”.

Desmenucemos el argumento clásico: “Es una propuesta milenaria que usan millones de personas”. La llamada falacia de antigüedad nos indica que eso no implica necesariamente que sea válida (otras propuestas como la videncia son tan antiguas o más y no lo son). En salud, el hecho de que algo sea muy antiguo significa, de hecho, que es una propuesta ampliamente desfasada por todo el conocimiento moderno sobre salud. Tampoco que mucha gente lo consuma implica que sea beneficioso (pensemos en el tabaco, por ejemplo). En el caso de la acupuntura, nos encontramos con varios factores extra a tener en cuenta.

Un detalle que muchos ignoran sobre los conocimientos chinos acerca de la salud es que, durante una enorme parte de su historia, tuvieron prohibidos so pena de muerte todo contacto con cadáveres, por considerarlos impuros. De ahí que la mayoría de sus propuestas no pasen de “trasteos superficiales”, haciendo suposiciones tan erradas sobre la fisiología que llegaron incluso a inventarse órganos inexistentes. Tampoco está de más señalar que las agujas de precisión actuales distan mucho ya no de las de hace milenios (burdos punzones de madera), sino de las de la revolución industrial, por lo que poco tenían que ver sus tradicionales sesiones con las de hoy en día.

En su cosmovisión, la distinción entre un ser vivo y uno inerte radica en que en el primero fluiría una energía vital (el qi o chi), flujo que en el ser humano se transmitiría por unos “meridianos” y sobre el que se influiría manipulando agujas clavadas en ciertos “puntos de acupuntura” para restablecer el supuesto desequilibrio Yin/Yang que para ellos es el origen de las enfermedades. Un detalle curioso sobre el tema es que existen varias escuelas de acupuntura que ni siquiera coinciden entre sí sobre la posición exacta de lo anterior.

Tener un corpus basado en supersticiones y creencias desfasadas tampoco vuelven necesariamente inválida a una propuesta. ¿Qué dice la ciencia acerca de la acupuntura? Dejemos de lado que en China la esperanza de vida media al nacer no ha superado los 40 años hasta la introducción de la medicina moderna. Hay una profusión de publicaciones sobre acupuntura, dado que el gobierno chino tiene gran conveniencia en su promoción; un sesgo de publicación plagado de artículos con conflictos de interés y escasa calidad metodológica que, al replicarse fuera de sus fronteras, no se acercan ni remotamente a los fabulosos resultados positivos que ellos obtienen. Esto último se entiende mejor al conocer que en China puedes ser encarcelado por traición por hablar en contra de la MTC.

La pobreza metodológica de la acupuntura es intrínseca a su aplicación. Hasta hace apenas unos años no había forma de conseguir un cegado simple del tratamiento (y a día de hoy, ni siquiera hay un cegado doble), con los sesgos que esto comporta. Pero incluso sin el cegado simple, los ensayos han podido comprobar que da igual el grado de conocimiento o preparación del acupuntor ni el lugar donde se pinche la aguja: sus efectos son los mismos que al llevarlo a cabo canónicamente. Tras la invención de agujas retráctiles, los resultados obtenidos en ensayos rigurosos han ido obteniendo resultados cada vez más compatibles con el placebo. A mayor escala, la compilación de la treintena de metaanálisis de la Cochrane sobre el tema no deja lugar a dudas: la acupuntura no tiene mayor validez que el placebo para sus propuestas clásicas.

A cambio de un placebo, no son pocos los problemas que confronta un usuario de estas técnicas; desde oblitus a neumotórax, de transmisiones de ETS o hepatitis por deficiente esterilización del instrumental a dolorosísimas neuritis al pinchar sobre nervios. O la letal perforación del pericardio. En resumen: imaginen que estuvieran al cargo de mil millones de personas sin recursos suficientes para acceder a la medicina actual. Una opción sería ser francos con el asunto y confrontar las probables revueltas. Otra, una huida hacia delante haciéndoles pensar que tienen sus propias propuestas patrias ancestrales igualmente válidas y mucho más baratas. Por de pronto, este engaño ha colado al más alto nivel. ¿Hasta cuándo? Quizá haya que empezar por pedirles a los profesionales sanitarios que la apoyan que hagan mejor sus deberes.

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10. Ecuador: el Gobierno introduce reiki y otras pseudoterapias en los hospitales.

FUENTE: Diario El Norte

 

 

El Ministerio de Salud Pública de Ecuador, a través del distrito 04d01 Huaca Tulcán, certificó a 70 sanadores, durante la primera Convención Latinoamericana de este género, realizada en la ciudad de Tulcán, a la que asistieron representantes de Perú, Ecuador y Colombia el pasado mes de agosto, según informa el Diario El Norte. Esta iniciativa promueve un enfoque intercultural en los servicios de salud de la región.

La propuesta permite que todos los grupos étnicos puedan acceder a los cuidados que necesiten. Además de integrar el conocimiento y las prácticas tradicionales para mejorar la salud de las poblaciones indígenas, afrodescendientes y étnicas. Lorena Quimbiulco, delegada de la coordinación zonal 1 salud, señaló: “La salud intercultural se encuentra enmarcada dentro de la Constitución, por lo que estamos llamados a reforzar e impulsar toda práctica intercultural, como parte del Modelo Integral de Salud que responde a las necesidades de las personas, las familias y la comunidad”.

Al evento asistieron autoridades de la Coordinación zonal 1, distritos y hospitales de la provincia de Carchi, se contó además con la activa participación de representantes de pueblos y nacionalidad de Putumayo, Machala y maestros Reiki de Ecuador y Colombia. El Sistema Nacional de Salud formula y coordina la implementación de políticas, planes, programas y demás herramientas de salud intercultural del Ministerio de Salud Pública, con el fin de garantizar el reconocimiento y respeto de la diversidad de pueblos y nacionalidades, y la articulación de los conocimientos, saberes y prácticas ancestrales de salud.

“Reconocemos el avance y apoyo en el tema de los procesos de interculturalidad en las políticas de salud y fortalecimiento de salud sexual y salud reproductiva con enfoque de derechos interculturales”, expresa Andrea Cabrera, médica del centro de salud 1. La implementación de salas de parto en libre posición en los hospitales del país, como política pública, contribuye a la reducción de la mortalidad materna infantil con enfoque intercultural. Los temas tratados en este encuentro fueron Sanación Reiki, cosmovisión Andina, fitoterapia, entre otros.

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La RIES es una red de expertos y estudiosos católicos sobre el fenómeno sectario y la nueva religiosidad, presentes en España y Latinoamérica, y abarcando las zonas lusoparlantes. Pretende ofrecer, también con este boletín informativo, un servicio a la Iglesia y a toda la sociedad. La RIES no se responsabiliza de las noticias procedentes de otras fuentes, que se citan en el momento debido. La RIES autoriza la reproducción de este material, citando su procedencia.