Editorial

 

Ayuntamiento de Barcelona, feminismo y porno

 

 

13 septiembre, 2019 | por Josep Miró i Ardèvol


 

 

 

En la presentación, el pasado lunes, de la memoria anual de la Fiscalía General del Estado en el Tribunal Supremo, la fiscal general levantaba la voz de alerta al calificar de «muy inquietante» el aumento de «los delitos de naturaleza sexual ejercida en grupo» entre los jóvenes.

Lo más relevante es la relación que establece con la pornografía al afirmar que es «un fenómeno que guarda relación con el uso de la pornografía a través de las redes, donde se representa a la mujer cosificada».

No es un dato nuevo, por el contrario, es una relación bien conocida por el ámbito académico y científico, que ahora acrecienta su importancia al ser enunciada por la más alta magistratura fiscal del estado. Además, señala que las nuevas tecnologías están produciendo «un importante cambio social» que «influye necesariamente en la forma de manifestarse la violencia».

En concreto, la memoria habla de «nuevas vías de control, persecución o acoso con un resultado que, en muchos casos, es más extenso, dañino y duradero y contra el que es más difícil luchar». Son «nuevas situaciones de dominio y maltrato, físico y psicológico, del varón sobre la mujer que constituyen la esencia de la violencia de género», subrayan.

La máxima autoridad fiscal nos dice ni más ni menos que

  1. La pornografía es responsable del aumento de la violencia sexual
  2. Que influye necesariamente en la forma de manifestar esta violencia.

El paso siguiente ante una evidencia de este calibre sería regularla, y esto debería ser un deber de los partidos políticos, que más bien parecen andar por otros vericuetos.

También es interesante verificar si el gobierno y el Congreso de los Diputados, con el mayor número de mujeres de la historia, se decide a actuar para limitar los daños de la pornografía en nuestra sociedad, y no solo en las mujeres y los jóvenes, como bien señala la fiscal, sino en los adolescentes que acceden a ella con 13 años, incluso antes, y en los hombres de todas las edades que han quedado apresados por esta adicción degradante.

 

Barcelona a la cabeza

Barcelona es noticia, en este caso mala, por la inseguridad, 12 homicidios en lo que va de año, robos con violencia, que llegan a ser agresiones en grupo para robar un reloj o un móvil, peleas callejeras, peleas colectivas, y de manera destacada, agresiones sexuales. Cada día hay entre una y dos agresiones sexuales según el SAPOL, el sindicato mayoritario de la Guardia Urbana.

Y esto se produce después de cuatro años de gobierno de Ada Colau que se ha definido hasta la saciedad como feminista, y no una cualquiera sino que según ella misma- las autocitas son uno de sus fuertes- el suyo es el auténtico, porque el feminismo significa la revisión de toda la agenda política y el replanteamiento de todas las actuaciones de la administración.

Y seguramente por eso, como cada año, el Ayuntamiento le concede a lo largo de 4 días una gran instalación municipal, el Pabellón de la Vall d’ Hebrón para celebrar el Salón del Porno del 3 al 6 de octubre. Y que no es una celebración cualquiera, sino que además constituye un gran negocio para el porno en un doble plano en la búsqueda de su normalización, “el porno es salud” según sus promotores: promoverlo y ganar dinero, que en definitiva este es el fin principal. Mucho dinero. El porno es una clara expresión del capitalismo liberal. Y Ada Colau lo fomenta.

El salón del porno de Barcelona, que usa grandes locales municipales, ofrece nada menos que “espectáculos en 10 escenarios con más de 200 estrellas nacionales e internacionales del mundo erótico. Alrededor de 200 artistas, 10 escenarios, 2000 espectáculos eróticos

Incluyendo además espacios para masajes eróticos y lap dance, que consiste en que una señora más o menos despelotada se refriegue en el regazo de sus espectadores, que para eso están las instalaciones municipales.

Cuenta además con la Swinger zona que se anuncia como una alternativa a la monogamia y donde se celebran fiestas swinger, con intercambio de parejas, y el añadido o no, de profesionales.

Y si la fiscal general del estado establecía la relación entre violencia sexual y pornografía, ¿qué decir de la práctica en vivo del bondage en su vertiente japonesa, el  Shibari, que se anuncia como una de las nuevas actividades del Salón? Se trata de atar a la mujer siguiendo ciertos principios técnicos, empleando cuerdas, que eso sí, son de fibras naturales, faltaría más. Y que se promueve en estos términos: Más allá del BDSM, (es decir, bondage y sadomasoquismo) más allá de un juego de poder, el shibari va extendiendo sus nudosos tentáculos entre cada vez más aficionados. ¿Se quiere mayor perversión de la mujer que convertirla en un objeto, atarla de forma más o menos perversa y mostrarla para satisfacción de los voyeurs? ¿No es esta práctica un atentado a su dignidad y la puerta a la incitación de los instintos más primarios?

Y por si fuera poco te ofrecen Extreme, que se vende así: “Si te van las emociones fuertes y prefieres usar todos tus sentidos en lugar de mirar un escenario, el Extreme escape del SEB es para ti. Un room escape extremo, un juego al límite. Una experiencia adrenalínica en la que (casi) todo vale. ¿Te atreves? La experiencia más extrema. Solo para valientes.

El Salón es una manifestación de la decadencia que vive la ciudad, de la mano de la trasgresión moral como sistema, que en el caso del porno cuenta con eficaces colaboradoras en el equipo municipal.

Colau debe rectificar. No puede alquilar una instalación municipal y olímpica emblemática como el Velódromo de la Vall d’Hebrón para el fomento del porno y las prácticas que denigran y violentan a las mujeres y las convierten en objetos de disfrute sexual. No es compatible el feminismo con la pornografía.

Colau se define como feminista y contraria al capitalismo. Es pura hipocresía cuando facilita el cruce perfecto entre fomento de la pornografía y capitalismo.  ¿Así protege a la persona y a la dignidad de la mujer? ¿Así previene las agresiones sexuales en Barcelona?

Porque, seamos claros, a quien este tipo de prácticas y espectáculos atrae especialmente es al conjunto de obsesos y salidos sexuales para excitarlos. Solo le falta esto a la baqueteada Barcelona.

Pero, la responsabilidad, siendo suya en primer término, no es solo de la alcaldesa. Su socio de gobierno, el PSC, y el pequeño partido de Units, surgido de una parte de la desaparecida Unió Democrática, son también responsables si el Salón se mantiene en las instalaciones municipales.

Como lo será también para toda la oposición Valls, Ciudadanos, PP, ERC si, como mayoría alternativa que son, no actúan para impedirlo.