Tribunas

Lo que Remi Brague no dijo en Compostela

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

 

 

Escuchar a Remi Brague, catedrático de La Sorbona y de Munich, premio Ratzinger de Teología, a la sombra de la Catedral de Compostela, cerquita del sepulcro del apóstol del trueno, reconforta. Incluso si el día está gris y lluvioso.

Brague, que ha echado raíces familiares en España, es un bálsamo para la inteligencia. Como buen francés, tiene una finura de estilo que hace que las palabras no entren, se cuelen. Y como buen intelectual, medievalista diríamos, lo que afirma está avalado por cientos de citas que no desvela.

Por eso, cuando señala que "de Europa proceden los males que la devoran actualmente", todo el mundo reparte culpas: a izquierda, el "populismo"; a derecha, la "invasión de los inmigrantes", incluida la "islamización". Pero es el divorcio entre unas élites sordas y la "gente humilde", abandonada a su suerte, lo que ha provocado por reacción la explotación demagógica del descontento popular”.

Para que quede claro: “el hundimiento demográfico del Viejo Continente es lo que motiva por compensación a la juventud magrebí y africana. La miseria espiritual y moral engendrada por el olvido o el rechazo del cristianismo y su fundamento bíblico es de lo que se aprovechan los predicadores islamistas”.

¿Cómo dar una adecuada respuesta a las amenazas de una cultura que reduce todo a mercancía? ¿Cómo hacer que Europa resucite? “No basta –dijo Remi Brague- con alzarse contra el dominio del mercado y de la tecnología puesta a su servicio. Lo primordial es saber y hacer saber lo que es el hombre, cuál es su dignidad, cuáles son sus deberes”.

Por lo tanto, lo que no dijo Remi Bregue es que teníamos que volver a la Europa de los humanistas, no de los políticos, no de los tecnócratas, de los humanistas.

Como escribió un día el también francés Dominique Wolton , “si bien el proyecto siempre ha sido político, este comenzó, como sabemos, por la economía. Por apócrifa que sea, la frase de Jean Monet según la cual ‘si pudiera volver atrás, habría que comenzar por la cultura’ es sumamente reveladora”.

Creo que es de Wolton –por cierto, hoy famoso por las entrevistas al Papa Francisco-, la siguiente frase: “La identidad es, en cierta medida, un cadáver en la trastienda de Europa”.

A Brague no se le olvidó decir que ha llegado la hora de apartar los lamentos, también sobre el papel de la Iglesia en este estado de cosas, y ponernos manos a la obra. Se deducía de sus palabras. Pues a ello.

 

José Francisco Serrano Oceja