Cáritas | Nuestro día a día • 31 Octubre 2019

 

Una santidad que humaniza

 

Con motivo del Día de todos los Santos una pequeña reflexión a la luz de Gaudete et exsultate de nuestro delegado episcopal

 

 

Por Vicente Martín, delegado episcopal de Cáritas Española


 

 

 

¡Alegraos y regocijaos! Esta es la llamada que nos hace el Señor a todos los que servimos a los más pobres, pues tal servicio, vivido con amor entregado, se convierte camino para una vida lograda, feliz y plena, nos dice el Papa Francisco.

La santidad es para todos, el “Señor nos quiere santos, felices y espera de nosotros que no nos conformemos con una vida mediocre, aguada”. Dios desea para nosotros una vida lograda y para ello nos ofrece un proyecto de vida, el proyecto del Reino de Dios, que se concreta en el seguimiento de Jesús. La llamada a la santidad es igual para todos, pero es personal y cada uno según su propio camino.

Entre esos caminos está el servicio de caridad. “La santidad no es sino la caridad plenamente vivida”. Lo que mide la santidad en una persona es su grado de caridad porque lo que realmente cuenta es la fe que actúa por el amor (Gal 5,6). Un amor que tiene claramente una dimensión social. Recordemos aquello de “tuve hambre y me diste de comer… (Mt 25, 31-46), donde se nos dice que el amor y la misericordia serán lo decisivo, criterio de santidad.

No se comprende ni se vive la santidad al margen del proyecto del Reino de Dios y de la lucha por la justicia. No se puede plantear un ideal de santidad que ignore las injusticias de este mundo, ni podemos entenderla al margen del reconocimiento de la dignidad y los derechos de cada persona. Esto significa que no basta con hacer obras buenas, que tranquilicen la conciencia, sino de buscar un cambio social. Estamos, por tanto, llamados a un compromiso social que sea transformador de las personas y de las causas de las pobrezas, apostando por un desarrollo humano, integral, solidario y sostenible. ¡Eso es camino de santidad!

Este compromiso requiere espiritualidad, para “vivir la propia entrega de tal manera que tenga un sentido evangélico y nos identifique más y más con Jesucristo”, una espiritualidad que esté centrada en el corazón del Evangelio: Jesús y los pobres, y cuya hoja de ruta está marcada por las bienaventuranzas y el protocolo de santidad de Mateo 25. Quien se compromete desde estas claves en favor de los más necesitados es bendito y está en camino de santidad.

En dicho camino no estamos solos contamos con la fuerza del Espíritu Santo y con el testimonio y el ejemplo de muchas personas que han dedicado su vida, o lo siguen haciendo, a servir a los más pobres y a anunciarles la Buena Noticia del amor de Dios. Son los que el Papa Francisco llama “los santos de la puerta de al lado”.

Te invito a que vivas con pasión tu servicio a los últimos, allí donde estás y en lo que haces, para que tal servicio se convierta en fuente de dicha y santidad.