Servicio diario - 03 de noviembre de 2019


 

Ángelus: "Zaqueo descubre de Jesús que es posible amar gratuitamente"
Raquel Anillo

Italia: El Papa saluda un acuerdo entre una diócesis y una comuna para jornaleros
Raquel Anillo

Etiopía: La solidaridad del Papa con la Iglesia Ortodoxa Tewahedo
Anne Kurian

México: Mensaje de Francisco al IV Encuentro Mundial de Jóvenes
Redacción

San Carlos Borromeo, 4 de noviembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

03/11/2019-12:12
Raquel Anillo

Ángelus: "Zaqueo descubre de Jesús que es posible amar gratuitamente"

(ZENIT — 3 noviembre 2019) .- A las 12 del mediodía de hoy 3 noviembre 2019, en el 31 domingo del Tiempo Ordinario, el Papa Francisco se asoma a la ventana del estudio del Palacio Apostólico para recitar el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro para la cita habitual de cada domingo.

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Palabras del Papa antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy (cf. Lc 19, 1-10) nos pone en las huellas de Jesús que, en su camino hacia Jerusalén, se detiene en Jericó. Había una gran multitud para darle recibirlo, entre las cuales un hombre llamado Zaqueo, jefe de los "publicanos", es decir, de los judíos que recaudaban los impuestos en nombre del Imperio Romano. Él era rico no por sus ganancias honestas, sino porque pedía el "soborno", y esto aumentaba el desprecio por él. Zaqueo "trataba de ver quién era Jesús" (v. 3); no quería encontrarse con él, pero era curioso: quería ver a aquel personaje del que había oído decir cosas extraordinarias, era curioso. Y siendo de baja estatura, para lograr verlo (ver 4) sube a un árbol. Cuando Jesús llega cerca, levanta la mirada y lo ve (cf. v. 5). Esto es
importante: la primera mirada no es la de Zaqueo, sino la de Jesús, que entre tantos rostros que lo rodeaban, la muchedumbre, busca precisamente ese. La mirada misericordiosa del Señor nos alcanza antes de que nosotros mismos nos demos cuenta de que necesitamos ser salvados. Y con esta mirada del divino Maestro comienza el milagro de la conversión del pecador. De hecho, Jesús lo llama, y lo llama por su nombre: "Zaqueo, baja inmediatamente, porque hoy tengo que quedarme en tu casa" dice Jesús (v. 5). No le reprocha, no le da un "sermón"; le dice que debe ir a él: "debe", porque es la voluntad del Padre. A pesar de los murmullos de la gente, Jesús escoge quedarse en la casa de ese pecador público.

También nosotros nos habríamos escandalizado por este comportamiento de Jesús. Pero el desprecio y la cerrazón hacia el pecador sólo lo aísla y lo endurece en el mal que hace contra sí mismo y contra la comunidad. En cambio, Dios condena el pecado, pero trata de salvar al pecador, va a buscarlo para traerlo de nuevo al camino correcto. Quien nunca se ha sentido buscado por la misericordia de Dios, tiene dificultades para comprender la extraordinaria grandeza de los gestos y de las palabras con las que Jesús se acerca a Zaqueo.

La aceptación y la atención de Jesús llevan a ese hombre a una claro cambio de mentalidad: en un momento se da cuenta de lo mezquina que es una vida totalmente apegada al dinero a costa de robar a los demás y de recibir su desprecio. Tener al Señor allí, en su casa, le hace ver todo con otros ojos, incluso con un poco de la ternura con la que Jesús lo ha mirado. Y también cambia su forma de ver y usar el dinero: el gesto de agarrar es reemplazado por el de dar. De hecho, decide dar la mitad de lo que posee a los pobres y devolver el cuádruple de lo que ha robado (y 8). Zaqueo descubre de Jesús que es posible amar gratuitamente: hasta ese momento era avaro, ahora se vuelve generoso; tenía el gusto de amontonar, ahora se regocija al distribuir. Al encontrar el amor, descubriendo que es amado a pesar de sus pecados, se vuelve capaz de amar a los demás, haciendo de del dinero un signo de solidaridad y comunión.

Que la Virgen María nos obtenga la gracia de sentir siempre sobre nosotros la mirada misericordiosa de Jesús, para salir al encuentro con misericordia de los que se han equivocado, para que ellos también puedan recibir a Jesús, que "ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido" (v. 10).

 

 

 

03/11/2019-13:00
Raquel Anillo

Italia: El Papa saluda un acuerdo entre una diócesis y una comuna para jornaleros

(ZENIT — 3 noviembre 2019).- En el Ángelus de este domingo, 3 de noviembre de 2019, el Papa Francisco elogió un acuerdo entre el municipio y la diócesis de San Severo en la Puglia italiana, para permitir que los trabajadores del "gueto de la Capitanata" obtengan una domiciliación con las parroquias y el registro administrativo.

"La posibilidad de tener sus documentos de identidad y residencia les dará una nueva dignidad y les permitirá salir de una situación de irregularidad y explotación", dijo desde la Plaza de San Pedro.

AK

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Palabras del Papa después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Estoy dolorido por las violencias de las que son víctimas los cristianos de la Iglesia Ortodoxa Tewahedo de Etiopía. Expreso mi cercanía a esta querida Iglesia y su patriarca, mi querido hermano Abuna Matthias, y les pido que recen por todas las víctimas de la violencia en aquella tierra.

 

Recemos juntos.....

 

Deseo expresar mi sincero agradecimiento al ayuntamiento y a la diócesis de San Severo en Puglia, por la firma del acuerdo de protocolo alcanzado el pasado lunes 28 de octubre, que permitirá a los trabajadores de los llamados "gueto de la Capitanata", en la región de Foggia , para obtener una domiciliación cerca de las parroquias e inscribirse en el Registro Municipal. La posibilidad de tener sus documentos de identidad y de residencia les dará una nueva dignidad y les permitirá salir de una situación de irregularidad y explotación.

Muchas gracias al ayuntamiento y a todos los que han trabajado en este plan.

Extiendo mi cordial saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos. En particular, saludo a las corporaciones históricas de los Schützen y de los Cavalieri di San Sebastiano de diferentes países de Europa; y a los fieles de Lordelo de Ouro (Portugal).

Saludo a los grupos de Reggio Calabria, Treviso, Pescara y Sant'Eufemia di Aspromonte; Saludo a los jóvenes de Módena que recibieron la Confirmación, a los de Petosino, en la diócesis de Bérgamo, y los Scouts que vinieron en bicicleta desde Viterbo. Saludo a los miembros del movimiento Hakuna de España.

Os deseo a todos un buen domingo. Por favor, no os olvidéis rezar por mí. Buen almuerzo y adios.

 

 

 

03/11/2019-13:16
Anne Kurian

Etiopía: La solidaridad del Papa con la Iglesia Ortodoxa Tewahedo

(ZENIT — 3 noviembre 2019).- El Papa Francisco expresó su solidaridad con los cristianos de la Iglesia etíope ortodoxa Tewahedo que fueron víctimas de la violencia, durante el Ángelus del 3 de noviembre de 2019.

Confiando su pena por los enfrentamientos intercomunales que mataron a más de 60 personas en pocos días, el Papa expresó su "cercanía a esta amada Iglesia y a su patriarca, (su) querido hermano Abune Matthias".

"Les pido que oren por todas las víctimas de la violencia en esta tierra", agregó el Papa, dirigiéndose a la multitud en la Plaza de San Pedro, con quien rezó un Ave María.

También conocida como la Iglesia copta de Etiopía, la Iglesia Tewahedo es una Iglesia ortodoxa oriental autocéfala. La semana pasada, varias iglesias y una mezquita fueron atacadas en el contexto de una protesta popular contra el primer ministro.

 

 

 

03/11/2019-10:36
Redacción

México: Mensaje de Francisco al IV Encuentro Mundial de Jóvenes

(ZENIT — 3 noviembre 2019).- "Una cultura que olvida la muerte comienza a morir desde dentro. Quien olvida la muerte ya ha comenzado a morir", advierte el Papa Francisco en un mensaje de video con ocasión del IV Encuentro Internacional de Jóvenes, que finalizó el 31 de octubre de 2019 en la Ciudad de México.

"La muerte es lo que permite que la vida siga viva", dice el Papa: "Este es el final que te permite escribir una historia, pintar una cuadro ... Pero cuidado, el fin no está solo al final . Quizás deberíamos prestar atención a cada pequeño final en la vida cotidiana ... el final de cada palabra, el final de todo silencio, de cada página que escribimos".

La muerte, continúa, recuerda "la imposibilidad de ser, de comprender y de comprenderlo todo". "Es una bofetada a nuestras ilusiones de omnipotencia". Nos enseña a "ponernos en contacto con el misterio". Enseña que "por siempre y para siempre hay alguien que nos apoya. Antes y después del final.

El Papa también evoca tres muertes que llenan la vida: "La muerte de cada momento, la muerte del ego y la muerte de un mundo que da paso a un mundo nuevo". "Si la muerte no tiene la última palabra es porque en la vida hemos aprendido a morir por otro", también subraya.

La reunión juvenil, a la que asistieron 250 representantes de 60 ciudades de todo el mundo, fue organizada por la Fundación Pontificia para la Educación, con sede en el Vaticano, Scholas Occurrentes y World Ort.

 

Mensaje del Papa Francisco

Queridos jóvenes de Scholas Occurrentes reunidos de tantas naciones del mundo, celebro con ustedes el final de este encuentro. Quiero quedarme allí, quiero demorarme allí, en el final.

¿Qué sería de este encuentro si no tuviera un final? Quizás no sería un encuentro. ¿Y qué sería de esta vida sino tuviera también su final?

Sé que alguno va a decir: "Padre, no se ponga fúnebre". Pero pensemos bien esto. Sé de buena fuente que mantuvieron encendida, durante toda la experiencia, la pregunta por la muerte. Allí jugaron, pensaron y crearon desde sus diferencias.

Bueno, lo celebro y les agradezco por esto. Porque, ¿Saben una cosa? La pregunta por la muerte es la pregunta por la vida, y mantener abierta la pregunta por la muerte, quizás, es la mayor responsabilidad humana para mantener abierta la pregunta por la vida.

Así como las palabras nacen del silencio y allí terminan, permitiéndonos escuchar sus significados, lo mismo sucede con la vida. Quizás esto suene un tanto paradójico, pero... ¡es la muerte la que permite que la vida permanezca viva!

Es el fin lo que permite que un cuento se escriba, que un cuadro se pinte, que dos cuerpos se abracen. Pero ojo, el fin no está solo al final. Quizás debamos prestar atención a cada pequeño fin de lo cotidiano. No sólo al final del cuento, que no sabemos nunca cuando se termina, sino al final de cada palabra, al final de cada silencio, de cada página que se va escribiendo. Solo una vida consciente este instante se acaba, logra que este instante sea eterno.

Por otro lado, la muerte nos recuerda la imposibilidad de ser, comprender y abarcarlo todo. Es una bofetada a nuestra ilusión de omnipotencia. Nos enseña en la vida a relacionarnos con el misterio. La confianza de saltar al vacío y darnos cuenta de que no caemos, que no nos hundimos; que desde siempre y para siempre hay alguien allí que nos sostiene. Antes y después del fin.

Es el "no saber" de esta pregunta el lugar de la fragilidad que nos abre a la escucha y el encuentro del otro; es ese surgir de la conmoción que nos llama a crear; y del sentido que nos reúne a celebrarlo.

Por último, en la pregunta por la muerte se formaron desde siempre —a lo largo de las épocas y a lo ancho de las tierras— las diferentes comunidades, pueblos y culturas. Los diferentes relatos que luchan en tantos rincones por mantenerse vivos, y otros, que aún no nacieron. Por eso hoy, quizás como nunca, debamos tocar esta pregunta.

El mundo ya está configurado, donde todo está explicado, no hay lugar a la pregunta abierta. ¿Es verdad eso? Es verdad pero no es verdad. Ese es nuestro mundo. Se ha configurado y no hay lugar para la pregunta abierta. En un mundo que le rinde culto a la autonomía, la autosuficiencia y la auto-realización, parece que no hay lugar para lo otro. El mundo de los proyectos y la aceleración infinita, de la rapidación, no permite interrupciones, y por eso, la cultura mundana que esclaviza trata de anestesiamos para olvidar lo que significa detenernos al fin.

Pero el olvido de la muerte es también su comienzo, y también, una cultura que olvida la muerte comienza a morir por dentro. El que olvida la muerte ya empezó a morir. ¡Por eso les agradezco tanto! ¡Porque tuvieron el coraje de abrir esta pregunta y pasar por el cuerpo las tres muertes que vaciándonos llenan la vida! La muerte de cada instante. La muerte del ego. Y la muerte de un mundo que da paso a otro nuevo.

Recuerden, si la muerte no tiene la última palabra, Es porque en vida aprendimos a morir por otro.

Finalmente quiero agradecer muy especialmente a Ort Mundial y a cada una de las personas e instituciones que hicieron posible esta actividad en la que se hace palpable la cultura del encuentro.

Y le pido por favor a cada uno de ustedes, cada cual a su manera, cada cual acorde a sus convicciones: no se olviden de rezar por mi. Gracias.

 

© Copyright — Libreria Editrice Vaticana

 

 

 

03/11/2019-08:00
Isabel Orellana Vilches

San Carlos Borromeo, 4 de noviembre

«Cardenal arzobispo de Milán, otra de las grandes figuras de la Iglesia. Ascendió al cardenalato apenas entrado en la veintena. Ejerció su fecunda misión pastoral sellándola con su gran caridad, ardor apostólico, piedad y devoción»

Entre otros santos, este ilustre cardenal fue contemporáneo de Felipe Neri, Ignacio de Loyola, y Francisco de Borja. Se convertiría en una de las figuras representativas de la Contrarreforma. California honra su memoria con una misión que lleva su nombre gracias al gran apóstol franciscano y santo mallorquín, fray Junípero Serra, que lo eligió para nominar su segunda fundación en 1770. Los restos mortales de este heroico misionero, que fue beatificado por Juan Pablo II el 25 de septiembre de 1988, se custodian en el Duomo de Milán.

Carlos nació el 2 de octubre de 1538 en la fortaleza de Arona, propiedad de sus padres, los nobles Gilberto Borromeo y Margarita de Médicis, hermana del papa Pío IV. Era el tercero de seis vástagos, aunque la familia vivió la tragedia de la desaparición del primogénito que se cayó de un caballo. Precisamente este suceso fue interpretado por el santo como una señal del cielo que le invitaba a centrarse en la búsqueda del bien, para no ser sorprendido por la postrera llamada de Dios sin estar preparado. Fue un niño devoto, prematuro en su vocación, muy responsable, como lo fue en la asunción de las altas misiones que le serían confiadas. Con solo 12 años recibió la tonsura. Luego cursó estudios en Milán y en la universidad de Pavía, formación que completó provechosamente, a pesar de que no era excesivamente brillante, y además tenía una seria dificultad para expresarse. Su conducta intachable, en la que se advertía su gran madurez, le convirtió en modelo para otros estudiantes.

Ya había muerto su hermano mayor, cuando determinó ser ordenado sacerdote después de renunciar a sus derechos sucesorios y a los bienes que llevaba anejos. También se alejó de una vida, que sin ser disipada, era bastante despreocupada, por así decir. El lujo, la música, y el ajedrez formaban parte de su acontecer. Se doctoró a los 22 años. Unos meses antes, en enero de 1560, su tío Giovanni, elegido pontífice Pío IV tras la muerte de Pablo IV, lo designó cardenal diácono. Con posterioridad le encomendó la sede de Milán, a la que ascendió como arzobispo a la edad de 25 años, y en la que permaneció hasta el fin de sus días. Evidentemente, su carrera estaba siendo meteórica. Por si fuera poco, el pontífice añadió nuevas misiones como legado de Bolonia, de la Romagna, de la Marca de Ancona, del protectorado de Portugal, de los Países Bajos, de los cantones de Suiza y otras. Fueron tantas y de tal envergadura las responsabilidades que recayeron sobre él que no pueden sintetizarse en este espacio. Asumió todas con dignidad, y lo más sorprendente: aún sacaba tiempo para ocuparse de asuntos familiares, hacer ejercicio y escuchar música.

Como Pío IV lo retuvo junto a él, inicialmente no pudo afrontar in situ los graves desórdenes que había en Milán. Un día el arzobispo de Braga, Bartolomé de Martyribus, acudió a Roma, y Carlos le confesó: «Ya veis la posición que ocupo. Ya sabéis lo que significa ser sobrino, y sobrino predilecto de un papa, y no ignoráis lo que es vivir en la corte romana. Los peligros son inmensos. ¿Qué puedo hacer yo, joven inexperto? Mi mayor penitencia es el fervor que Dios me ha dado y, con frecuencia, pienso en retirarme a un monasterio a vivir como si solo Dios y yo existiésemos». El consejo que le dio el noble prelado luso fue que se mantuviese fiel a su misión. Pero más tarde, Carlos supo que el motivo del viaje de este obispo había sido renunciar a la suya, y naturalmente le pidió una explicación, que aquél le proporcionó con sumo tacto y delicadeza.

Gracias a su fe, tesón y energía logró que salieran adelante proyectos de gran calado en circunstancias adversas y sumamente difíciles. Fue un hombre de oración, caritativo, exigente y severo consigo mismo, piadoso y misericordioso con los demás, muy generoso con los pobres a los que constantemente daba limosna; un gran diplomático y defensor de la fe, así como restaurador del clero. Convocó sínodos, erigió seminarios y casas de formación para los sacerdotes, construyó hospitales y hospicios donando sus bienes, visitó en distintas ocasiones la diócesis, alentó en la vivencia de las verdades de la fe a todos, etc. Fue un ejemplar pastor entregado a su grey que luchó contra la opresión de los poderosos, e hizo frente también a las herejías, además de cercenar las costumbres licenciosas. «Las almas se conquistan con las rodillas», solía decir, sabiendo el valor incomparable que tiene la oración, siempre bendecida por Dios.

Pío IV murió en 1565 y Carlos pudo regresar a Milán. Desempeñó un papel decisivo en el Concilio de Trento y no tuvo reparos en sujetar a los religiosos y al clero con una severa disciplina. Por este motivo, los violentos se cebaran en él al punto de atentar contra su vida, como hizo Farina en su fallido intento el 26 de octubre de 1569, después de haberla tasado en veinte monedas de oro. Durante la epidemia de peste su objetivo principal fue atender a los enfermos acogidos en su propia casa; palió las carencias que tenían para poder vestirse utilizando los cortinajes del palacio episcopal. En 1572 participó en el cónclave que eligió a Gregorio XIII. Ese mismo año se convirtió en miembro de la Penitenciaría Apostólica.

Cuando en Milán se desató la epidemia de peste en 1576, socorrió a los damnificados, consoló a los afligidos enfermos en los lazaretos y ayudó a dar sepultura a los fallecidos. En 1578 fundó los Oblatos de San Ambrosio, congregación de sacerdotes seculares, las «escuelas dominicanas», una academia en el Vaticano, fundó el Colegio helvético para ayudar a los católicos suizos, y encomendó a Palestrina la composición de la Missa Papae Maecelli, entre otras acciones. Maestro y confesor de san Luís Gonzaga, le dio la primera comunión en julio de 1580. Sus conferencias y reflexiones se hallan compendiadas en la obra Noctes Vaticanae. Murió el 3 de noviembre de 1584. Pablo V lo beatificó el 12 de mayo de 1602, y también lo canonizó el 1 de noviembre de 1610.