Cáritas | Cooperación internacional • 05 Noviembre 2019

 

Las familias refugiadas esperan la asistencia de Cáritas cada día

 

Compartimos los testimonios de una trabajadora de Cáritas Siria en los refugios de desplazados en Hasakah

 

 

 


 

 

 

 

Tsoleir es trabajadora social de Caritas Siria-Hasakah desde hace cinco años. Actualmente, forma parte del equipo de distribución de agua potable a residentes en uno de los 55 centros de refugiados desplegados por el gobierno a causa de los desplazamientos masivos de kurdos a distintas regiones del interior del país como Ar-Raqqa, Aleppo y Al-Hasakah.

Más de 170.000 familias, incluyendo 74.000 niños, han tenido que dejar sus hogares debido a la incursión del noroeste de Siria por parte del ejército turco –apoyado por milicias sirias–  el pasado 9 de octubre.

La visión que Tsoleir comparte con nosotros del día a día en un centro de refugiados, nos ayuda a comprender la situación de desamparo que viven las personas desplazadas y a conocer la ayuda que Cáritas presta a estas miles de familias que lo han perdido todo.

La operación militar turca fue inesperada. Cuando todo comenzó y fuimos notificados de los desplazamientos, enseguida nos coordinados con otras entidades para saber qué tipo de ayuda íbamos a ofrecer. Desde Caritas Siria-Hasakah decidimos distribuir agua potable a cada persona de forma diaria en cinco refugios, además de instalar tanques de agua, porque los ataques a las estaciones de agua provocaron escasez en este recurso. También proporcionamos equipos de higiene a más de 200 familias que incluyen toallas, jabones, detergentes, champús, cepillos y pastas de dientes…Las condiciones de vida en los refugios, obviamente, no son las mejores. Dos o más familias viven en una sola habitación, hay muchos niños malviviendo y pasando hambre e incluso mujeres han dado a luz en los refugios.

Lo más inquietante cuando estas en los centros con ellos es la mirada de los niños hambrientos. Un día trabajando, una niña se acercó y me preguntó cuándo iba a poder ofrecerle libros para estudiar porque quería pasar de curso; debido a la situación, la pequeña no podía desplazarse hasta la escuela y estaba estudiando por su propia cuenta.

El proceso de distribución de agua se lleva a cabo mediante un listado donde están señaladas las familias del refugio, cuántos miembros las componen y quién es la persona representante de cada una. Cada familia cuenta con una tarjeta de registro y tras cada distribución de agua, el representante de la familia firma la tarjeta, lo que hace que este proceso sea mucho más organizado y ágil. Un alto porcentaje de las familias están formadas por una madre y sus hijos, porque el hombre ha sido asesinado o ha tenido que quedarse en su lugar de origen. También hemos visto casos en que la mujer de una familia se ha hecho cargo de los hijos de otra familia porque la mujer está lejos de sus hijos.

Desde Cáritas trabajamos de forma intensa con los refugiados, por lo que llegamos a conocer a las personas en profundidad. Cada vez que llegamos al refugio los niños corren hacia nosotros y nos preguntan, “¿nos habéis traído agua hoy?”, por lo que las familias refugiadas esperan la asistencia de Cáritas cada día.  Una vez allí, ellos nos ayudan a nosotros a distribuir el agua, siempre en primer lugar a los más mayores y nos dicen continuamente “¡Qué Dios os bendiga!”, algo que personalmente, me conmueve mucho”.