Cáritas | Noticia • 07 Noviembre 2019

 

Informe FOESSA en Cantabria: Menos exclusión social que en el resto de CC.AA., pero más grave que la del conjunto del país

 

Aunque cuenta con un elevado índice de integración social, en Cantabria se da un enquistamiento de la exclusión más severa

 

 

 


 

 

 

 

El Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en Cantabria presentado esta mañana en Santander es un relato del momento de incertidumbre en el que nos encontramos y una mirada a nuestra cohesión social para analizar cómo vivimos y reaccionamos ante la gran recesión, cómo estamos enfocando la salida y cuáles son las consecuencias de la crisis en la post-crisis.

Este VIII Informe ha sido construido por más de 500 personas. Un equipo de investigación solvente y comprometido con la realidad de los más pobres, 125 investigadores de 30 universidades y 13 organizaciones de acción e investigación. Un equipo de encuestadores profesional de más de 350 personas que, en el caso de Cantabria, han entrevistado a una muestra representativa de los hogares y la población repartida por el conjunto de su territorio. En dichas entrevistas los encuestados han compartido más de hora y media de su tiempo para poder conocer a fondo su situación y han expuesto, de forma gratuita, las vicisitudes de su vida cotidiana al servicio de la investigación.

 

 

¿Qué está sucediendo en Cantabria? Algunos datos

 

Primera idea

– Cantabria presenta una de las cifras más elevadas en el espacio de la integración social del conjunto de España (casi 9 de cada 10 personas). Es lo que denominamos la sociedad de las oportunidades (un mercado de trabajo que genera empleo, unos mecanismos de protección social pública que cumplen su función y unas familias que apoyan ante las dificultades).

Sin embargo, pesar de esta buena situación, la exclusión social se encuentra enquistada tanto en la estructura social de Cantabria como en el resto de España:

– Hoy el número de personas en exclusión social en Cantabria es de 68.000 personas (el 11,8% de la población de la comunidad autónoma, presentando una de las cifras de exclusión social más bajas de España).

– Unas 25.000 personas, el 4,3% de la sociedad cántabra, se encuentran en la exclusión más extrema. Son las personas y los hogares sobre las que se ceba la desigualdad y la precariedad en sus diferentes formas: vivienda insegura e inadecuada, desempleo persistente, precariedad laboral extrema e invisibilidad para los partidos políticos, son algunas de sus características.

 

Segunda idea

La fotografía ofrece algunos elementos de preocupación en relación al futuro que tenemos que considerar. Queremos resaltar principalmente dos.

– Hay un grupo de unas 80.000 personas que, aun estando en el espacio de la integración, se encuentran en una situación de inseguridad debido a que su colchón de resistencia es débil (serán los primeros en incorporarse al espacio de la exclusión si se produce una desaceleración de la economía). Este grupo de personas y hogares es proporcionalmente mayor al del conjunto de España. Representan el 13,7% de la población.

– Se está produciendo un proceso de acumulación de grandes dificultades en los hogares más excluidos. Es un grupo de 9.000 personas que acumulan tal cantidad de dificultades que lo denominamos la sociedad expulsada. El agravamiento de su situación supone un reto para los sistemas públicos de atención y también para las entidades sociales.

Cantabria presenta un enquistamiento de la exclusión más severa produciéndose un proceso de acumulación de dificultades en la parte más débil de la sociedad.

 

Tercera idea

Se refiere a la situación de desigualdad que es la distancia que tenemos entre los ciudadanos.

Si tenemos en cuenta dimensiones de la vida cotidiana muy relevantes como la vivienda, la salud, la educación, la capacidad de las familias para hacer frente a problemas, etc. la fotografía que nos da es que Cantabria es la Comunidad Autónoma más desigual de España. Esa desigualdad multidimensional, que es un dato que ofrecemos por primera vez en nuestros informes, es en Cantabria más elevada que en el resto del país. ¿Eso qué significa? Por un lado que la población en exclusión social tiende a estar cada vez más alejada del conjunto de la población de la comunidad (cada vez se parece menos al conjunto de la sociedad) y por otro, que los niveles de acumulación de dificultad de los hogares son cada vez mayores, lo que redunda aún más en el reto de futuro al que nos enfrentamos.

 

Cuarta idea

En el Informe se identifican los tres bloques principales de riesgos sociales que afectan con más fuerza en Cantabria.

 

Primer bloque de riesgo social: vivienda

En Cantabria la vivienda ocupa el primer lugar como generador de dificultades en la sociedad. El 20,6% del conjunto de la población estaría afectado por esta dimensión.

Algunos de los indicadores más destacados serían:

• Hay 38.000 personas residiendo en viviendas con situaciones de insalubridad.

• Hay 36.000 personas en hogares con gastos excesivos en la vivienda: bien presentan deudas de suministros, de pagos de alquiler o de hipoteca; o bien una vez pagados se quedan bajo el umbral de la pobreza severa. No olvidemos que la pobreza severa, representa el 3,1 de la población en Cantabria.

• En 6.000 hogares se convive con situaciones de hacinamiento

Específicamente, ponemos el foco en dos situaciones de exclusión residencial que vienen definidas desde las organizaciones europeas en relación a la exclusión residencial y para las cuáles no existen mediciones públicas:

1. El primero el de la situación de vivienda insegura. Si preguntáramos a una persona que la padece qué es vivir en una vivienda insegura nos diría: “Lo que me pasa es que no se si el próximo mes me voy a ver en la calle” (vivir temporalmente sin contrato de arrendamiento, vivir bajo la amenaza de la violencia, o con notificación de desahucio…). En esta situación se encontrarían en Cantabria unos 7.800 hogares (3,3%) con unas aproximadamente 22.000 personas.

2. El segundo foco lo ponemos en la situación de vivienda inadecuada. También, si preguntáramos a una persona que la padece qué es vivir en una vivienda inadecuada nos diría: “La casa no reúne condiciones para vivir. Nos gustaría cambiar, pero no podemos” (espacio que no reúne condiciones adecuadas para la habitabilidad, con hacinamiento, sin acceso a suministros…). En esta situación se encontrarían en Cantabria unos 13.300 hogares (5,5%), lo que alcanzaría a unas 45.000 personas.

 

Segundo bloque de riesgo social: el empleo como factor de integración

Afecta al 19,6% del conjunto de la población.

La desigualdad en el mercado de trabajo está imponiendo el discurso de que el éxito final reside en la consideración del empleo como un privilegio y no como un derecho. Solo algunas cifras sobre la pérdida de capacidad de integración del empleo en Cantabria:

• El 8,3% de las personas que trabajan están en exclusión social en Cantabria. Personas excluidas a pesar de su esfuerzo personal, a pesar de salir a luchar todas las mañanas por sus hijos e hijas, a pesar de tener que escuchar que no son suficientemente emprendedores.

• De hecho el 30% de los sustentadores principales que están en el espacio de la exclusión social están trabajando. Exclusión social y trabajo son cada vez más compatibles.

• La necesidad de combinar fuentes de ingresos para la supervivencia se da en mayor medida que en el conjunto de España. 3 de cada 10 personas en la comunidad, tanto en situación de integración como de exclusión social, tienen que combinar ingresos por trabajo con los ingresos por protección social.

• Aunque en menor medida que en España 4 de cada 10 personas en Cantabria opina que el funcionamiento de los servicios públicos de empleo es poco o nada satisfactorio.

 

Tercer bloque de riesgo social

Es la exclusión social más severa; las personas y los hogares que se encuentran afectados por la misma presentan una mayor incidencia en casi todas las dimensiones que observamos respecto a España.

• Un 22% superior a España en problemas relacionados con la exclusión del empleo.

• Un 10% superior en problemas relacionados con la exclusión del consumo.

• Un 34% superior a España en problemas relacionados con la exclusión política.

• Un 139% superior en problemas relacionados con la exclusión educativa.

• Un 20% superior a España en problemas relacionados con la exclusión de la vivienda.

• Un 13% superior a España en problemas relacionados con el aislamiento social.

 

En Cantabria hay menos exclusión pero es más grave.

En relación a la distribución de la exclusión en Cantabria nos ofrece los siguientes perfiles sociodemográficos de los hogares y los sustentadores principales en exclusión social:

• Habría más sustentadores principales hombres en exclusión social.

• El grupo mayoritario se encontraría entre los 45 y los 64 años.

• El 30% trabajan. Trabajar no es garantía de poder participar, de poder sobrevivir.

• 9 de cada 10 personas que sustentan hogares cántabros en exclusión son de nacionalidad española.

• 3 de cada 10 personas excluidas se ubicarían en Santander y el 23% en núcleos entre 5.000 y 20.000 habitantes.

A pesar de esta distribución el mayor riesgo de exclusión es más elevado entre los hogares sustentados por personas entre 30 y 44 años, mujeres, inmigrantes extra comunitarios y personas desempleadas, así como entre los hogares compuestos por familias de cinco o más personas y monoparentales.

En Cantabria si se es de nacionalidad extranjera la probabilidad de estar en el espacio de la exclusión es mayor.

 

Democracia, participación social y políticas públicas

En este VIII Informe de la Fundación FOESSA constatamos la pérdida de calidad de nuestra democracia. Estamos arriesgándonos a que se vacíe de contenido ético y redistributivo, reduciéndose a un mero expediente político donde se enfatizan las formas y se guardan las apariencias.

Para poder enfrentarnos al futuro, perder el miedo y fortalecer los mecanismos de inclusión de la ciudadanía en nuestra sociedad planteamos un conjunto de grandes conversaciones cívicas que adecuen definitivamente nuestra forma de convivencia ante este proceso de mutación social que hemos denominado la sociedad desvinculada, destacaremos dos de ellas.

La primera, pensar en la necesidad de crear un nuevo escenario con responsabilidades compartidas. Se abre la necesidad de dialogar en torno a la creación de un sector público compuesto por el espacio de trabajo conjunto de las administraciones públicas, las entidades no lucrativas y las empresas sociales, con las iniciativas ciuda¬danas y profesionales.

Y quizá sea conversación cívica más crucial: ¿Cómo conseguir que las personas, inmersas en un mundo que pro¬mueve el individualismo decidan (o accedan) a convertirse en una comunidad para facilitar el acceso de terceros? ¿Cómo hacer que la ciudadanía colabore?

El reto está en saber —y poder— construir consensos, y la herramienta que parece clave en estos mo¬mentos es la construcción de un tejido social capaz de pensar en común los diversos aspectos para que nuestra vida sea realmente social.

En definitiva, la mirada de este informe pone su centro en explicar cuáles son las características del eje integración-exclusión social, características que van mucho más allá del tradicional modelo de análisis centrado en la pobreza monetaria y la privación material. Contemplar los procesos que posibilitan la participación social enriquece nuestra visión de cómo ser y estar en esta sociedad. Analizar las diferentes dimensiones que posibilitarán nuestra posición en ese eje nos debe permitir comprender cuál es la realidad social que nos rodea, y de esta manera enfocar, lo más certeramente posible, la actuación que desde las políticas públicas dé respuesta a las dinámicas que subyacen a la misma… Todo un reto.