Amigos de la vida

 

11/11/2019 | por Grupo Areópago


 

 

 

Estos días muchos hablan de acuerdos en materia de economía, de territorialidad, de educación, de sanidad. Estos pactos, según nos dicen, serán necesarios para mantener eso que llaman la sociedad del bienestar, pero ¿realmente es la sociedad del bienestar?

            Una noticia conocida recientemente, que se viene repitiendo desde hace años, es como un dardo en la línea de flotación de nuestra sociedad del bienestar. Año tras año las estadísticas nos recuerdan que el suicidio es la mayor causa de muerte no natural, algo está fallando en los principios de la sociedad del bienestar. Las diversas ofertas electorales de los partidos nada han dicho al respecto ¿por qué este silencio? Estamos trabajando para eliminar accidentes de tráfico, laborales; queremos exterminar la violencia familiar; ¿y no queremos hacer nada con aquellos no saben, no quieren o no pueden seguir viviendo?

            Estamos ante una profunda crisis en nuestra sociedad, y todos miramos para otro lado. Es difícil meternos dentro de la cabeza de una persona que decide no continuar viviendo, pero ¿podemos prevenir, podemos ayudar?

«No buscamos dar solución al problema. Si intentáramos preguntarnos ¿qué podemos hacer?, surgirían muchas respuestas. Desde aquí sugerimos algunas:

            Cuidar la familia: proteger y favorecer que toda vida humana desde su inicio hasta el final pueda estar rodeada por el amor y la ternura que solo se da en la familia; deberíamos demandar políticas familiares más activas. Que nos “regalen” los libros de texto de nuestros hijos puede estar bien; pero que se invierta en ayuda a las familias en dificultad, que se cuide socialmente del matrimonio como núcleo de cada familia estaría bastante mejor.

            Acompañar: hay muchas personas que viven solas, que no tienen ninguna visita, ni llamada de teléfono durante varios días, semanas o meses. Todos sabemos quiénes son, quizá vivan enfrente de nuestra casa. Estar cerca de estas personas seguro les ayudaría y tendrían un motivo para seguir viviendo.

            Educar: No sólo la escuela o la enseñanza reglada; la Educación con mayúsculas, enseñar y dar recursos para la vida. Que los más jóvenes puedan entender el sentido del esfuerzo, conozcan que no siempre se alcanza el éxito deseado, y aprendan que las pequeñas o grandes frustraciones de la vida nos hacen más fuertes y preparan para el futuro.

            Formar conciencia social: frente al individualismo dominante comprender que estamos llamados a vivir en comunidad, en sociedad y nos tiene que preocupar la suerte del otro.

            Podríamos seguir señalando pequeñas cosas, que nunca aparecerán en los programas electorales, en las que todos podemos empezar a trabajar desde hoy. Este sería nuestro reto ser sembradores de esperanza y ayudar a los que nos rodean a apuntarse al reto de ser amigos la vida.

 

GRUPO AREÓPAGO