Cartas al director

 

En el pesebre de Belén (Enric Barrull)

 

 

24 diciembre, 2019 | por ForumLibertas.com


 

 

 

En el pesebre de Belén está la más asombrosa realidad hecha Misterio; el más asombroso Misterio escondido en la realidad. Quizá la tierra ha sido creada, y con ella los hombres, para vivir un día la venida del Creador.

En estos días de Navidad, el hombre vuelve a apreciar el sabor de algo que desconoce, de algo que le sobrepasa y le sobrecoge, de algo “incomprensible”, una luz inexplicable, como un recuerdo de algo que quizá aprendió en el seno de su madre: “el inconcebible misterio del Amor de Dios hecho carne”. ¿Es nostalgia de Dios? ¿Es el eco de las conversaciones de Adán con Dios en el Paraíso, transmitido de generación en generación, como el ruido del primer big-bang del universo?

En el silencio y en el Misterio del Nacimiento de Cristo, Hijo de Dios vivo hecho hombre, nacido de mujer, revive el silencio y el misterio del primer día del mundo, nacido de las manos de Dios en la creación.

El hombre necesita vaciarse de información, de anuncios, de curiosidades banales, y recogerse en sí mismo, en el silencio, aun sumido en preocupaciones, en alegrías, en angustias, para poder iniciar un diálogo. Un diálogo en silencio no consigo mismo, sino con ese Niño “envuelto en pañales”, en la soledad, y en el deseo de compartir con las huellas de Dios el misterio de la creación, el misterio de la existencia aquí y ahora.

El diálogo que tantos hombres y mujeres viven con el Niño Jesús, con su Madre María, con San José, mientras contemplan las figuras del belén y caminan con los pastores, con la lechera, con las ovejas y curiosos, hasta el Portal, les va abriendo los ojos del cuerpo y del alma.

 

Es un encuentro personal con Dios que se hace Niño para llenar de luz nuestra obscuridad

El Misterio “incomprensible”, “inefable”, está a la vista de los pastores en una cuna en el portal de Belén, y estará un día a una altura ligeramente superior a la de un hombre, en el costado abierto de un hombre crucificado: en el Corazón de Cristo abierto en la Cruz.