Cáritas | Acción social • 29/01/2020

 

Una cuestión de dignidad, autonomía e inclusión

 

Nuestra secretaria general invita a todas las Cáritas a discernir sobre nuestra forma de satisfacer las necesidades básicas

 

 

Por Natalia Peiro, secretaria general Cáritas Española


 

 

 

 

Ha pasado casi una década desde que la crisis que han padecido miles de personas en España mostró su cara más virulenta, las Cáritas parroquiales y también los proyectos diocesanos no dudaron en redoblar esfuerzos para atender las necesidades básicas de aquellas personas que no las veían satisfechas. En la actualidad, la necesidad persiste, pero el tiempo y la perspectiva nos hace preguntarnos ¿estamos gestionando estas ayudas de la manera más adecuada para las personas? ¿estamos considerando que estas necesidades son también, derechos fundamentales que las Administraciones Públicas deben garantizar? ¿estamos considerando la sostenibilidad y el Cuidado de la Creación, también en estos proyectos?

Vulnerabilidad, fragilidad, reflejan la realidad de las personas que acuden a Cáritas, son los nombres propios de la precariedad, de la falta de una red de apoyo familiar y/o social, o de problemas entrelazados, no solo económicos -ingresos mínimos, prestaciones que no llegan o llegan tarde y casi siempre insuficientes-, también formativos, de salud, en la vivienda… Para muchas personas y familias tiene que ver, por tanto, con problemas más globales y estructurales.

La comprensión de estos problemas estructurales nos exige una atención necesariamente integral, planificada y coordinada entre los diferentes sectores implicados públicos y privados.

Por otra parte, todos nos hacemos cargo de las dificultades que las personas voluntarias están teniendo en la recogida, almacenamiento, selección y distribución de los alimentos en las Cáritas parroquiales. Así mismo en el almacenamiento, conservación y reutilización de las prendas en los roperos tradicionales.

Con todo, nos enfrentamos al reto de replantearnos el modelo actual basado en la ayuda en especie, donde es difícil evitar el despilfarro y la reducción del malgasto en la compra masiva de toneladas de alimentos cuando se desconoce las necesidades en la distribución final y donde, además, interactúan algunas de estas cuestiones: las familias no pueden elegir que desean comer, no pueden adaptar su menú a necesidades particulares de salud -intolerancias, tiempos especiales como embarazo o lactancia-, o a sus gustos y costumbres culturales.

Con la clara intención de superar estos riesgos, la apuesta de Cáritas por un modelo centrado en la persona, donde la creatividad y la innovación nos lleven a nuevos proyectos donde el reconocimiento de la persona y de su dignidad, su autonomía, su corresponsabilidad, sean ejes fundamentales en nuestro trabajo, a través de facilitar el derecho básico a la alimentación o el vestido.

Se trata de alcanzar una visión más humana de las necesidades básicas y cumplir mejor con nuestro modelo de acción social que, basado en el acompañamiento, nos hace querer “darnos” más que “dar”. Para ese cambio hacen falta espacios – proyectos -, en los que se pueda convivir, hace falta escucha para conocer y comprender y hace falta comunidad para relacionarse, confiar y cuidarse.

La reflexión y también la experiencia de muchas Cáritas Diocesanas que aquí se recoge, engloba todos esas cuestiones y retos, pero también estrategias que están dando resultados y nos ofrece un abanico de posibilidades y de alternativas.

Se destacan varios focos de atención que se convierten en sendas líneas estratégicas:

  • Desde la valoración del trabajo que se ha realizado en el ámbito de la asistencia, cubriendo necesidades básicas de las personas más vulnerables, bien a través de la entrega directa de lotes de comida o bien desde los economatos, tenemos el reto en cómo hacer el tránsito de estas acciones hacia otras propuestas donde se garantice la dignidad, la participación, la autonomía y la corresponsabilidad de las personas. Las tarjetas solidarias son un buen instrumento para asegurar estos objetivos.
  • Pero también, tenemos otro foco que tiene que ver con el aprovechamiento alimentario y la sostenibilidad medio ambiental, económica y social. Estamos pensando en la reutilización de los alimentos que por diversos motivos no salen al mercado y que van directamente a los contendedores de basura, y se puedan comprar en tiendas abiertas al público -evitando así la estigmatización-, generando, además, puestos de trabajo -haciendo mermeladas o desecando frutas o frutos, etc-.
  • Por último, señalo un foco que tiene que ver con la denuncia y la incidencia para solicitar de las administraciones públicas una visión integral de las necesidades y, por tanto, un sistema de protección más global y coordinado que se ajuste a las personas y no al revés, que conozca y responda a la evolución de las necesidades sociales.

Os quiero invitar a todas las Cáritas diocesanas y Cáritas parroquiales a recibir esta reflexión para discernir la respuesta más adecuada, porque no cuenta sólo lo que hacemos sino cómo lo hacemos, para que el apoyo a las necesidades básicas sea una excusa para acompañar el resto de facetas de la vida que son imposibles de disociar, para que abordemos nuestra misión comprometidos por el Evangelio y la Doctrina social de la Iglesia con la dignidad humana.

 

El revolucionario proyecto para que todo el mundo pueda comer